martes, 4 de abril de 2017

Escapada invernal al Pirineo francés - Departamento de Ariège


Aprovechando el tiempo casi primaveral que nos estaba dejando marzo y con ganas de retomar las escapadas en furgo, aprovechamos 3 días libres en el trabajo para acercarnos al Pirineo y, cruzando al país vecino, recorrer el departamento de Ariège.



En el mapa aparecen en azul los lugares que visitamos y en gris otros muchos que habíamos ojeado pero no tuvimos ocasión de conocer, por si puede servir como ideas si se dispone de más tiempo por la zona.

Llevábamos las raquetas y ropa de nieve ya que teníamos esperanza de hacer alguna ruta pensando que aún habría bastante nieve en cotas altas. Por desgracia, las altas temperaturas de los últimos días habían hecho mella también allí y era difícil encontrar nieve por debajo de los 1.900 metros de altitud.

El primer día fue prácticamente de viaje. Salimos a media mañana de casa y tras cruzar la frontera por Puigcerdá elegimos como destino el Coll de la Llosa por su furgoperfecto y por haber allí una estación de esquí nórdico con circuitos para raquetas gratuitos.

Por desgracia había muy poca nieve y al menos el inicio de la ruta había que hacerlo sin raquetas sí o sí, por lo que decidimos cambiar de planes e improvisar. De camino habíamos visto el desvío al Lac de Bouillouses y recordábamos de otra ocasión que era una zona apta para hacer excursiones con raquetas así que pusimos rumbo hacia allí.

Aunque un cartel en el desvío indicaba que la carretera estaba cortada decidimos seguir para ver hasta donde se podía llegar. Ya iba habiendo hambre y en cuanto encontramos un área con mesas de madera decidimos parar a comer. La zona era muy bonita, junto al río, con algo de nieve en los alrededores y aunque no hacía mucho calor comimos muy a gusto.




Finalmente llegamos al Pla des Aveillans, donde había muchos coches aparcados ya que a partir de ese punto no se podía continuar. Había además un panel informativo con un mapa de senderos por la zona y encontramos mucha gente con raquetas bajando por la carretera por lo pensamos seguir por ella hasta el lago y al menos conocerlo. Desde este punto se accede también a uno de los remontes de la estación de esquí de Font-Romeu.

Como vimos que la carretera no tenía apenas nieve y la gente venía con las raquetas en la mochila preferimos dejarlas en el coche y subir sólo con las botas hasta donde pudiéramos, ya que eran cerca de las 3 de la tarde y tampoco teníamos ya mucho tiempo para hacer algo más por el lago.

El paseo fue muy sencillo (ver track e info aquí) ya que tan sólo era seguir la carretera que desembocaba en el lago y nos llevó cerca de 2 horas recorrer los 5 km que nos separaban de él. Únicamente había nieve en el tramo final y era poca y bastante dura por lo que no necesitamos las raquetas para nada.


La subida es continua y aunque la mayor pare del tiempo vamos encajonados en el valle, en algunos instantes del tramo final los claros nos permiten ver las cumbres nevadas de la zona del Puigmal al fondo.


Poco antes de llegar al lago el espacio se abre y vemos el arroyo que surge de él. Unos metros más adelante y ya justo antes de lago encontramos un refugio con cafetería donde dan comidas y que permanece abierto todo el año. En los meses de verano esta zona es muy visitada y de hecho el tráfico está restringido y hay que dejar el coche al principio de la carretera por la que habíamos accedido y subir en la navette (más información aquí)



El Lac de Bouillouses es un embalse represado de 147 ha a 2.017 metros de altitud y precisamente al llegar nos encontramos que estaban con tareas de mantenimiento en la presa y no se podía cruzar, por lo que fuimos primero hacia un extremo y luego hacia el otro para ver el lago desde distintos ángulos.



Desde la parte derecha del lago que estaba helado no se ve demasiado y el camino se corta enseguida. En cambio en el lado opuesto las vistas son espectaculares y encontramos un mapa como el del Pla des Aveillans con los senderos de la zona, ya que multitud de rutas parten de allí.



Después de disfrutar un rato de este hermoso y tranquilo lugar y hacer las fotos de rigor tuvimos que iniciar el regreso ya que se nos iba echando el tiempo encima y no quedaban demasiadas horas de luz.




De regreso al coche pusimos rumbo al lugar donde pasaríamos la noche, un furgoperfecto junto al Lac de Matemale. Para llegar hasta él hay que bordear el embalse y lo cierto es que el entorno, al menos en esta época no nos llamó demasiado la atención, quizá también por venir de otro lago mucho más espectacular.


Aunque no pudimos llegar hasta el lugar exacto indicado en el foro de Furgovw por estar la carretera cortada, en la zona donde se limitaba el paso había también un aparcamiento bastante amplio con baños cercanos y decidimos quedarnos allí, aunque después comprobamos que éstos estaban cerrados. Fue una noche muy especial, tranquila y disfrutando del cielo despejado que nos permitía ver infinidad de estrellas a la perfección.



Al día siguiente tocaba turismo, habíamos mirado varios sitios para ver por la zona que nos llevarían prácticamente toda la jornada, aunque no por ello vimos lugares menos espectaculares.

Pasamos junto a las estaciones de Formiguères y Puyvalador y pusimos rumbo hacia Bélesta, para ver la fuente de Fontestorbes que se encuentra a las afueras. De camino paramos en Quérigut que destaca por su castillo en ruinas que aparecía ya en textos del siglo XIII.




Desde allí seguimos hacia Bélesta pasando junto al Chateau d'Usson, en el que no paramos ya que en esta época abren sólo de 14 a 18 horas. La entrada es de pago y hay que dejar el coche abajo junto a la carretera y subir andando al pueblo.



Para llegar hasta Bélesta superamos un par de puertos de montaña y la última parte es entre bosque, el popular Fôret de Bélesta que tiene un montón de atractivos. A las afueras del pueblo encontramos la Fontaine de Fontestorbes, famosa por su caudal intermitente entre los meses de julio y noviembre aumentando y disminuyendo en ciclos de unos 60 minutos (más información aquí). Está junto a la carretera y hay aparcamiento gratuito.





Nuestro siguiente destino del día era la localidad de Camon, a unos 30 km al norte. De camino atravesamos pueblos como Chalabre, con la iglesia de San Pedro que destaca por su torre.









Una vez en Camon, en la lista de los pueblos más bonitos de Francia, dejamos el coche a la entrada en un aparcamiento gratuito y dimos un paseo caminando. Lo cierto es que es muy chiquitito y se recorre en un pis pas sin necesidad de mapa.





Accedemos al interior del pueblo por la puerta abovedada de iglesia, sin pasar por alto el edificio que hace esquina junto a ella, uno de los más característicos del pueblo por su forma y la enredadera que cubre gran parte de su fachada.



Camon surgió por la creación en el siglo X de una abadía en el meandro formado por el río Hers y que más tarde se convirtió en un priorato fortificado. Y es esta zona amurallada que aún se conserva la que más destaca del pueblo.




La visita a la abadía, que hoy alberga un hotel - restaurante, está restringida a los clientes del establecimiento o al acceso con la visita guiada de 45 minutos que se puede concertar en la oficina de turismo por 5 €.



Sin embargo, simplemente pasear por las tranquilas calles del pueblo ya es toda una delicia.



A pocos kilómetros de Camon, dirección a Mirepoix, encontramos las ruinas del Chateau de Lagarde, con más de 700 años de historia, aunque no se conoce la fecha exacta de su construcción se sabe que su primer propietario fue Ramiro I, rey de Aragón.



El siguiente destino del día era otro pueblo con mucho encanto, Mirepoix. Éste, pese a no ser tampoco muy grande, destaca principalmente por su Place des Couverts o de los porches, nombre popular que recibe la plaza del General Leclerc por los porches y entramados de madera de sus coloridas casas de entre los siglos XIII y XV.




De entre todas destaca la Casa de los Cónsules, del siglo XV, por su impresionante viga de madera de 12 metros de longitud y 60 cm de grosor que sustenta el porche y que cuenta con 104 esculturascon caras humanas y de monstruos talladas en un gran estado de conservación. En la Edad Media el edificio hacía las veces de tribunal, sala de consejo y prisión.





En esta plaza se encuentra además el edificio del Ayuntamiento y la Oficina de Turismo. La ciudad conserva su aspecto medieval de finales del siglo XIII cuando tuvo que ser reconstruida al otro lado del río tras unas devastadoras inundaciones consecuencia de la rotura de la presa del lago Puivert. Estaba envuelta en una muralla de la que destaca la Porte d'Aval, puerta de entrada a la ciudad, construida en 1372 a pocos metros de allí y que se conserva en perfecto estado, aunque nosotros no lo sabíamos y no la vimos.



Otro de los iconos de la villa es su impresionante catedral del románico tardío y gótico con más de 22 metros de longitud y consagrada a San Mauricio en el siglo XIII. Su construcción se prolongó durante 6 siglos.



La nave central es la más ancha de las catedrales francesas góticas y una de las mayores de Europa.



Comenzaba a apretar el hambre y al salir de Mirepoix empezamos a buscar sitios donde comer camino a nuestra siguiente parada, la iglesia rupestre de Vals. Por suerte en Francia abundan las áreas recreativas con mesas de madera y a mitad de camino paramos a comer nuestros bocatas.



Vals también es un pueblo muy pequeño pero realmente merece la pena una visita a su iglesia. Junto a la carretera hay un aparcamiento gratuito donde dejar el coche. De entrada la iglesia destaca por su forma, muy rectangular y sobre un promontorio rocoso, que en nada nos da idea de su aspecto rupestre.







Sin embargo al acercarnos descubrimos su secreto, una puerta nos lleva a las entrañas de la roca sobre la que se levanta y unas escaleras nos permiten adentrarnos en su interior.



Pero las sorpresas no acaban ahí, su interior austero pero impresionante por sus tres niveles resulta tanto o más curioso que el acceso a ella. Además esta curiosa iglesia semi-rupestre con origen en el siglo X destaca por sus frescos románicos de origen catalán.



De nuevo en el exterior la rodeamos para seguir maravillándonos con su extraña forma y disfrutando de un entorno igualmente tranquilo y privilegiado.




Tocaba ya ir volviendo hacia el sur y aunque el siguiente destino del día era la ciudad de Foix, hicimos una breve parada antes para ver las cascadas a las que hace honor el nombre de la localidad en la que se encuentran, Roquefort-les-Cascades. Una vez en el pueblo están señalizadas con paneles de madera y se puede llegar en coche hasta pocos metros de ellas.






Aunque no llevaban demasiada agua estaban muy bonitas. Además fue uno de los pocos sitios donde encontramos más turistas, imaginamos que en fines de semana o vacaciones vendrá bastante gente.




Unos 15 km al oeste está la ciudad de Foix, una de las más grandes de los alrededores. No en vano es la capital del departamento de Ariège en la región de Ocitania. Habíamos leído en el blog de Mi Maleta y yo que cerca del cementerio y la Oficina de Correos, junto a un supermercado Casino, había una zona de aparcamiento gratuita y como de camino no encontramos sitio dejamos allí el coche. Está a pocos minutos del centro de la ciudad, de hecho la Oficina de Turismo no se encuentra muy lejos de allí. El centro histórico además no es muy grande por lo que se puede recorrer tranquilamente a pie en menos de una hora.








Si por algo destaca Foix es por su castillo del siglo X dotado de murallas y tres torres y restaurado en el siglo XIX, que actualmente alberga los museos del condado de Ariege con la historia de la zona, el de arquitectura medieval y el de los condes de Foix. En él se puede ver una cama en la que durmió Enrique IV.


El acceso al castillo sólo se puede hacer a pie subiendo hasta lo alto del promontorio rocoso sobre el que se sitúa desde el centro histórico. Además para visitarlo por dentro hay que pagar el precio de la entrada de 5,80 €.



Nosotros preferimos verlo desde fuera y recorrer el casco antiguo dando un agradable paseo, recorriendo sus calles medievales que destacan por algunas casas con entramados de madera y pasadizos de un lado a otro de la vía.




















Otro de los puntos a destacar es la Abadía de Saint-Volusien, reconstruida en el siglo XVII tras las guerras de Religión aunque el pórtico es el original de época medieval.



El día iba llegando a su fin y ya sólo nos quedaba poner rumbo al lugar donde pasaríamos la noche, el Étang de Lers. La idea era llegar a través del Col de Port, uno de los puertos míticos del Tour de Francia y a la mañana siguiente volver al valle del Ariège por el Port de Lers, pero nos llevamos una inesperada sorpresa al llegar a la localidad de Massat a los pies del puerto y encontrarnos una señal en la que indicaban que tanto el de Lers como el de Agnés (hacia Aulus-les-Bains) estaban cerrados.


Algo indecisos sobre qué hacer decidimos finalmente subir al lago y dormir allí tal y como habíamos pensado, disfrutando de este maravilloso y tranquilo lugar desde el que pudimos disfrutar también del cielo estrellado.





El lago estaba muy bonito helado pero apenas había nieve alrededor, de hecho las instalaciones de esquí nórdico llevaban cerradas desde finales de febrero. Por ello nos sorprendió que estuviesen cerrados ambos puertos ya que la carretera también se veía limpia, supusimos que tendrían unas fechas fijas en las que abrirían y cerrarían independientemente de la situación real.



Junto al aparcamiento encontramos un panel con diversas rutas propuestas en los alrededores para disfrutar plenamente de este espectacular paraje, tanto de las vistas desde sus puntos más altos como de la cultura local recorriendo las cabañas ganaderas de la zona.



Junto al panel informativo encontramos una escultura dedicada a uno de los habitantes más peculiares de estas montañas, el desmán de los pirineos o topo de agua, característico por su morro en forma de trompeta y que reside en los entornos de riachuelos o torrentes, aunque sus hábitos nocturnos hace que sean difíciles de ver.



Aunque la noche fue fría lo notamos menos que la anterior. Al no tener calefacción en la furgoneta hay que recurrir a algunos trucos que te van dando la experiencia, como dejar el motor encendido con la calefacción un rato antes de acostarse o dormir con ropa de más abrigo.


Tal y como se esperaba el día siguiente amaneció completamente despejado, con un cielo azul carente de nubes.



Ante la imposibilidad de seguir la ruta como teníamos planeada, tocó deshacer el camino hecho la tarde anterior y regresar hacia Tarascon-sur-Ariège por el Col de Port. Para compensar el mal sabor de boca del cambio de planes subiendo el puerto disfrutamos de unas vistas impresionantes de las cumbres nevadas del Pirineo y los verdes valles pastorales.



Como no habíamos podido usar las raquetas por falta de nieve y este día era el último por la zona decidimos ir a lo seguro y pusimos rumbo a la estación de esquí nórdico de Plateau de Beille, con pistas de esquí de fondo, raquetas, marcha nórdica e incluso trineos de perros, algo que nos apetecía mucho hacer pero que preferimos dejar para otra ocasión en la que hubiera más nieve.



Habíamos mirado en Wikiloc rutas y nos descargamos un track en el GPS, pero una vez allí hay multitud de señales y mapas con las distintas posibilidades dentro de la estación, por lo que improvisamos un poco y seguimos nuestra propia ruta (track aquí).



Compramos los forfaits (6,50 €/persona para raquetas) en las taquillas de la estación que se encuentran en el edificio principal, dotado con servicios, restaurante, alquiler de equipos, etc. Tras equiparnos y protegernos del sol ya que se preveía un día duro, nos dirigimos a la zona de pistas. Allí optamos por la pista C, L'Ombrée, que haciendo honor a su nombre ascendía entre bosque hasta el cruce de 4 Chemins, a 1.880 metros de altitud.



A partir de aquí seguimos la pista A, apta para peatones y raquetas, hasta el mirador de Laparan a 1.960 metros, que actúa como un privilegiado balcón para ver todas las cumbres nevadas o abajo en el valle la presa del mismo nombre.



Disfrutando de estas espectaculares vistas y el espléndido día decidimos continuar la ruta y en el cruce próximo al mirador seguimos la pista B o de Les Crêtes. Así llegamos hasta otro mirador con vistas similares al anterior, donde aprovechamos para comer como muchos otros.





Desde allí se puede regresar por el mismo camino o tomar la pista F o de L'Ours (recomendada sólo para raquetas por su fuerte desnivel inicial) para alargar algo más el recorrido. Nosotros optamos por esta segunda opción atraídos por el sugerente nombre de la pista, aunque lo cierto es que nos decepcionó bastante, ya que son desniveles continuos sin apenas vistas interesantes y con mucho tramo expuestos al sol que acabó pasándonos factura.




Lo que sí pudimos fue disfrutar de la panorámica sobre el valle del Ariège desde el mirador de Beille d'en Bas, junto a una pequeña cabaña.



A partir de ahí había que remontar una larga pendiente para enlazar con la pista A y regresar hacia el parking de la estación. Esta parte se nos hizo bastante pesada por el calor y las horas que llevábamos ya caminando con las raquetas. De hecho pese a habernos echado crema en dos ocasiones acabamos un poquito achicharrados...


Disfrutando de las vistas para apaciguar el cansancio llegamos hasta la pista A que seguimos ya hasta el final, completando un total de 11 km en unas 5 horas.



Nos sorprendió la cantidad de gente que había en la estación para ser un día de marzo entre semana pero lo cierto es que el día era espectacular, la temperatura quizá demasiado alta pero era un día de los que merece la pena pasar al aire libre.



Terminada la ruta con raquetas sólo quedaba coger la furgo y poner rumbo a casa.


Regresamos hacia Puigcerdá para cerrar la vuelta completa pasando por lugares como Ax-les-Thermes, que cruzamos con el coche pero no nos atrajo demasiado, y Porté-Puymorens, al otro lado de cuyas cumbres se encuentra Andorra.




Y de Puigcerdá a casa para terminar la última escapada del invierno que nos había dejado un gran sabor de boca recorriendo una bonita región del país vecino pese no haber podido disfrutar de la nieve todo lo que nos hubiera gustado.


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