Este día era uno de los más esperados ya que íbamos a enfrentarnos a una nueva experiencia, la excursión con crampones por un glaciar.
De todos modos no lo llevamos reservado desde casa por si al final había cambio de planes y esto hizo que no todo saliera como pensábamos. Habíamos mirado para hacerlo con la empresa Extreme Iceland, que ofertaban 1,5 horas en el hielo por 6990 ISK por persona, y unas semanas antes de ir les envié un e-mail preguntándoles si habría problema en no reservar y presentarnos allí a la hora de la actividad. Me contestaron que no había problema pero que si quería quedarme más tranquila podía reservarlo también el día antes.
Quizá nos confiamos demasiado y ese día fuimos allí sin reserva, pensando que no habría problema. Sin embargo, probablemente al ser ya fuera de la temporada alta, allí no había nadie de Extreme Iceland cuando llegamos, por lo que tuvimos que escoger entre las dos empresas que estaban allí instaladas: Arcanum o Icelandic Mountain Guides.
Como la actividad prevista comenzaba a las 10 y había que estar allí una media hora antes, nos levantamos con tiempo para no llegar con la hora justa. Resultó ser con demasiado tiempo, ya que el móvil de José que usamos de despertador se había vuelto loco sin saber porqué y estaba una hora adelantado, y hasta pasado un buen rato no nos dimos cuenta del madrugón que nos habíamos pegado...

En el parking al que se llega hay una cafetería, pero no estaba abierta, no sabemos si porque sólo abre en temporada alta o porque era demasiado pronto, ya que no tenía horario. Por lo demás, salvo una caravana y una furgoneta estábamos solos y como teníamos bastante tiempo aprovechamos para desayunar de lo que llevábamos y dar una vuelta por la zona.
Desde el mismo parking sale un camino en dirección al glaciar y al inicio de éste hay unos paneles informativos. Ahí indican que con motivo del retroceso del glaciar ya no se puede acceder a él por esa vía, que era la utilizada hasta este verano, ya que se ha formado una gran balsa de agua que impide el paso. Luego durante la excursión el guía nos comentó que el retroceso de la lengua glaciar se había acelerado en los últimos años, probablemente debido al calentamiento global, ya que hace unos 8 años la lengua llegaba prácticamente hasta el parking donde dejamos el coche.

Al ver que pasaba el tiempo y no llegaba nadie de Extrem Iceland decidimos preguntar a los chicos de Icelandic Mountain Guides si tenían sitio para la siguiente salida y como tan sólo había una pareja de alemanes nos dijeron que no había problema. Nos explicaron las condiciones: 8900 ISK (unos 60 €) y unas 3 h en total, con 1,5 en el hielo, ya que al tener que acceder al glaciar por otro camino se tardaba más tiempo en llegar hasta él. Algo sorprendente es que, como casi todo en Islandia, se puede pagar con tarjeta de crédito, pese a estar prácticamente en mitad de la nada. Mientras nos iban dando el material necesario, crampones y piolet, llegó otra pareja de Nueva York y a eso de las 10 comenzamos la excursión.
Al principio avanzamos por la pista por la que habíamos llegado al parking para después desviarnos hacia el glaciar. Incluso esa zona sin hielo ya resulta espectacular.

Desde allí las vistas eran ya impresionantes y aun no había empezado en sí el trekking...

A ambos lados del glaciar estrechas cascadas recorrían las paredes de piedra que como enormes murallas lo flanqueaban.
Y mientras, en el propio hielo agujeros, fisuras y meandros, hacían que nos costase seguir la recomendación del guía de no usar la cámara mientras andábamos para evitar accidentes...


A mi me encantó la experiencia, se me pasó super rápido, aprendí un montón de cosas y aluciné con las vistas y las formas caprichosas del hielo, creo que mi cara durante el camino de vuelta lo dice todo...
Mientras volvíamos nos cruzamos con otros grupos, bastante más numerosos que el nuestro, tanto de Arcanum como Icelandic Mountain Guides, por lo que ir a primera hora fue un acierto. En algunos folletos disponibles en oficinas de turismo se pueden encontrar vales descuento para un montón de actividades, incluidas algunas empresas de trekking, pero nosotros ya lo vimos después de haberlo hecho.
Desde el mirador junto al aparcamiento se veían también otro de los elementos característicos de la zona, los 3 bloques de piedra de unos 60 m de altura junto a la costa y que reciben el nombre de Reynisdrangur. Según la leyenda se trata de 2 trolls convertidos en piedra al ser iluminados por el sol cuando intentaban arrastrar un barco de tres mástiles a tierra. Se encuentran junto al acantilado de Reynisfjall, de 340 m de altura y desde el que también se tienen buenas vistas del arco de piedra aunque a mucha distancia. Al otro lado de esta pared se encuentra el pueblo de Vik.
En la zona opuesta del parking se puede bajar junto al mar, aunque las señales advierten del peligro de aproximarse a la orilla, ya que aquí, como en la mayoría de playas del sur, las corrientes son muy fuertes y el mar puede resultar imprevisible.
En esta zona se pueden observar las curiosas formaciones de columnas basálticas que se repiten por toda la isla, consecuencia de la solidificación de la lava al enfriarse, que al reducir su volumen toma formas de prismas, generalmente hexagonales aunque puede haberlos de entre 4 y 8 lados. Su tamaño es mayor cuanto más lento es el proceso de enfriamiento.

Si mirábamos hacia el extremo oeste de la playa podíamos ver la península de Dyrhoaley en la que habíamos estado poco antes e incluso intuir el famoso arco de piedra del mismo nombre, ya que entre la gran distancia y la mala visibilidad por desgracia no se podía conseguir mucho más.
Nos llevó un rato hacer alguna foto en la que no hubiese decenas de personas con ropa de llamativos colores, por lo que aprovechamos para disfrutar un poco del entorno tan increíble en el que estábamos, porque después de todo lo visto a veces puede olvidarse deleitarse con lo maravilloso de cada sitio...
Esta vez sí, pusimos rumbo a Vík í Mýrdal con nuestros estómagos ya quejándose de lo que les estábamos haciendo esperar. Por el camino vimos otra de las imágenes características del país, las pequeñas iglesias protestantes de paredes blancas y tejados rojos, que se encuentran por todas partes, en ocasiones junto a granjas o un par de casas sin pertenecer a un gran núcleo de población.
Nosotros seguimos la carretera que llegaba hasta la playa y allí contemplamos otra perspectiva de los famosos troles de piedra.
Continuamos el viaje hacia el este, dejando a mano derecha Hjörleifshöfði, una montaña cercana al mar en medio de una llanura enorme.
A partir de ahí comienza la zona de Mýrdalssandur, una planicie desértica consecuencia de las riadas producidas en las sucesivas erupciones del volcán Katla. A ella le sigue otra gran extensión de lava, Eldhraun, cuyo orígen está en la gran erupción en la fisura Laki en 1783, uno de los mayores desastres naturales de la historia que duró 8 meses y tuvo efectos a nivel mundial por la extensión de las nubes tóxicas.
Ambas zonas están prácticamente deshabitadas, con menos de 500 habitantes en toda la región pese a ser la segunda en extensión de todo el país. La sucesión de desastres naturales como riadas o erupciones de lava han ido modelando la fisionomía del lugar. Por ejemplo los puentes son construcciones muy básicas, de un sólo carril y en algunos casos con suelo de madera, ya que se han reconstruido en multitud de ocasiones.
Más de una hora después de dejar Vík, a 6 km del pueblo de Kirkjubaerjarklaustur, cogimos la 206 a mano izquierda hacia los cráteres de Laki para ver la garganta de Fjaðrárgljúfur. El inicio está asfaltado pero al poco se convierte en una pista con bastantes socavones, si bien se trata de menos de 2 km y la zona merece mucho la pena. Junto al aparcamiento hay además baños en muy buen estado.
Podéis encontrar información sobre este y otro puntos turísticos de la zona en la web del Katla Geopark.
En la parte final del recorrido se pueden ver varias cascadas espectaculares que sirven como colofón a este rincón que a mi personalmente me encantó. Probablemente uno de los lugares que visitamos que más me gustó.

Con el día ya llegando a su fin llegamos a Kirkjubaejarklaustur, o como es llamado abreviadamente "Klaustur", debido a un convento de mojas que hubo entre 1186 y 1550. En este pueblo, que cuenta con varios alojamientos, supermercado y gasolinera, pasaríamos la noche. Antes de llegar se ve a la izquierda de la carretera 1 Systrafoss o Cascada de las hermanas. La guía Rother en su primera edición incluye la ruta 9 de una hora y cuarto por la zona, con la que se sube hasta el lago que se encuentra sobre la colina Systrastapi (Peñón de las hermanas), donde dicen están enterradas 2 monjas que fueron quemadas por entregarse al diablo y blasfemar sobre el Papa.

Y ya por fin, tras otro día bastante largo, nos dirigimos al camping Kirkjubaer II, junto a la carretera de acceso al pueblo, tras pasar la rotonda junto a la gasolinera. En la siguiente entrada contaré un poco sobre este camping, que fue uno de los mejores de los que estuvimos.
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