viernes, 10 de febrero de 2017

Alsacia día 5 (1/11): Vuelta a casa atravesando la Selva Negra


Como la última jornada del viaje sólo contábamos con medio día (nuestro vuelo salía a las 17:25 de Baden-Baden), decidimos dedicarlo a regresar tranquilamente por la parte alemana, ya que la Selva Negra es otro destino pendiente que tenemos muchas ganas de visitar y así aprovechábamos para echarle un ojo.

Durante la preparación del viaje encontramos muchísima información sobre esta zona del suroeste alemán, que toma su nombre de la oscuridad generada por vastas extensiones de abetos. Sin embargo, nuestro tiempo era muy limitado y optamos por disfrutar de los paisajes recorriendo sus carreteras en vez de visitar sitios concretos que seguramente merecerían más dedicación.



Desde Baldersheim, donde habíamos pasado la noche anterior, pusimos rumbo al lago Titisee, que por lo que habíamos leído con sus 2 kilómetros de largo y 700 metros de ancho es el lago natural más grande de la región. Sin embargo al llegar allí nos decepcionó bastante, no lo recorrimos entero por no perder tiempo y quizá el extremo opuesto al pueblo sea más bonito, pero lo que vimos desde la esquina noreste fue un lugar de recreo muy urbanizado y poco de natural.


De ahí nos dirigimos a Triberg, conocido como el pueblo de los relojes de cuco y famoso por sus cascadas. Dicen de ellas que con 163 metros son las más altas de Alemania, aunque cotejándolo con otras fuentes parece que entran en el top ten por los pelos. Se forman en el río Gutach a su paso por la localidad y están divididas en 7 tramos. Hay un aparcamiento en la parte superior junto a la carretera y otro en el centro del pueblo. Visitarlas cuesta 4 € por persona pero en invierno suelen cerrar la parte superior y reducen el precio a 2,50 €. Aún así como no disponíamos de mucho tiempo preferimos dejarlo para cuando regresemos por la zona.





Por lo que habíamos leído y lo que recorrimos con el coche, el pueblo, situado entre 3 montañas como dice su nombre, no tiene mucho que ver exceptuando algunas casas y el Museo de la Selva Negra. Sin embargo, ya que estábamos allí quisimos acercarnos a conocer la Tienda de los 1000 relojes.





Aparcamos gratis en unas plazas con limitación horaria junto a la Oficina de correos, camino de la Trinitatis kirche.



La tienda está a pocos metros de allí, en la carretera principal que atraviesa el pueblo. Impresiona ver la cantidad de relojes de cuco que tienen, de todos los tipos y tamaños, incluso algunos con diamantes, aunque los precios tampoco se quedan atrás... Pero la mayor sorpresa nos la llevamos cuando salíamos de la tienda y oímos hablar a las dependientas: ¡eran las 3 españolas! Nos chocó un montón porque por un momento pareció que habíamos vuelto a casa.



La siguiente parada estaba muy cerca y tenía también relación con los relojes. Es el Uhren Park, una enorme tienda de recuerdos y relojes de cuco junto a la carretera 33, a unos 3 km de Triberg en dirección a Hornberg, famosa por contar con el reloj de cuco más grande del mundo con más de 4 metros de altura y 8 de péndulo. En invierno está abierta de 9 a 17:30 de lunes a sábado y de 10:30 a 17 horas los domingos.



El reloj suena a las horas en punto y nosotros pudimos verlo en directo a las 12. Aunque no es nada el otro mundo, si coincide que se está por allí resulta gracioso, en especial para los peques de la casa. También se puede visitar su interior por 2 €, la estructura tardó en construirse 5 años con todas sus piezas hechas a mano.





Y como los relojes grandes se nos escapaban del presupuesto, nos conformamos con un mini-reloj de cuco en forma de imán de nevera de recuerdo por 3,50 €.








Seguimos nuestro recorrido hacia Baden-Baden sin apenas parar puesto que el tiempo se nos iba echando encima. Escogimos para llegar hasta allí la la carretera panorámica de la Selva Negra o Schwarzwaldhochstrasse (B500). Inaugurada en 1930, sus 60 km son los más antiguos de la zona y algunos de los más famosos. Lo cierto es que a nosotros lo que vimos ese día de la Selva Negra no nos terminó de entusiasmar, pero nos quedamos con ganas de dedicarle más tiempo y descubrir los muchos encantos que seguramente tenga.

La última parada antes de llegar a destino fue el Mummelsee, lago glaciar a mayor altitud de Alemania con 1.036 metros. El lago, que estaba helado, no es muy grande y se puede rodear a pie en unos 15 minutos, pero con el frío que hacía no apetecía mucho y lo vimos desde los miradores que hay junto a la carretera. Aunque es bonito, es bastante turístico y el hotel que hay junto a él le resta encanto.



Desde allí a Baden-Baden hay una media hora y al aeropuerto llegamos cerca de las 3 de la tarde, previa parada en la gasolinera Aral del pueblo de Hügelsheim unos 4 km antes para llenar el depósito.

Tras devolver las llaves del coche en el mostrador de Hertz, comimos los bocatas como el día de nuestra llegada y esperamos a coger el avión que nos traería de vuelta a casa emocionados y contentos, revisando las fotos del viaje y recordando algunos de los muchos rincones de cuento que habíamos visitado durante la escapada.




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