sábado, 18 de agosto de 2018

Día 15 Viaje Alaska (12/09): Anchorage y vuelta a casa


Para el último día en Alaska habíamos dejado la ciudad de Anchorage, punto de inicio y fin de nuestro roadtrip por este impresionante Estado norteamericano que para muchos es conocido como el fin del mundo. Habíamos leído que la ciudad no tenía mucho que ver y que no merecía la pena destinarla mucho tiempo, así que aprovechando que teníamos que devolver la autocaravana por la mañana y nuestro vuelo no salía hasta las 6 de la tarde la dejamos para este último día.



Amanecimos en el Bird Creek Campground después de una noche tranquila y recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban de Anchorage en un día soleado muy agradable. De camino pasamos junto al Potter Marsh Wildlife Viewing Boardwalk, una zona de humedal con plataformas de madera donde ver multitud de aves.



Llegamos a Clippership a las afueras de Anchorage antes de las 10:30, hora límite de devolución de la autocaravana tras haber llenado los tanques de combustible y gas en una gasolinera cercana. Allí hicieron una breve revisión y les consultamos si podíamos dejar las maletas en su oficina mientras visitábamos la ciudad, ya que ellos ofrecían servicio de traslado al aeropuerto y volveríamos allí por la tarde. Nos dijeron que no había problema y se ofrecieron a llevarnos al centro ya que tenían que acercar a otra pareja.

Durante el trayecto fuimos hablando con la conductora sobre como era la vida en Alaska, aunque no era de allí llevaba ya muchos años. Nos habló de que recibían dinero anualmente del Estado por el petróleo o de lo que cambiaba todo en invierno, la presencia de osos u alces y que era habitual encontrar mooses por ejemplo en el jardín de su casa.

Nos dejó en el centro de la ciudad y tal y como nos había comentado Anchorage es una ciudad moderna, no tiene casco histórico, es una típica ciudad estadounidense con amplias avenidas llenas de tiendas de recuerdos, hoteles, restaurantes y algún centro comercial, por lo que nos limitamos a dar un paseo por allí y buscar donde comer.

Un siglo después de su fundación en 1914, lo que fuera un antiguo campamento por obras se ha convertido en centro neurálgico del Estado en economía, comercio y transporte, siendo en la actualidad la mayor ciudad de Alaska con alrededor de 300.000 habitantes, razón por la que muchos la confunden con su capital que en realidad es Juneau.



Las avenidas, numeradas, discurren de Este a Oeste mientras que de Norte a Sur las atraviesan calles cuyos nombres son las letras del alfabeto (empezando por A Street) del centro al Oeste y los de ciudades de Alaska (comenzando en Barrow Street) hacia el Este. La más animada es la 4ª avenida, donde se encuentran la mayoría de lugares de interés.




Por la guía de El País Aguilar que habíamos consultado antes de viajar a Alaska, conocíamos algunos puntos de interés de la ciudad como el Elderberry Park, a 10 minutos del centro y donde se encuentra la casa de madera más antigua de la ciudad, de principios del siglo XX, antiguo hogar de Oscar Anderson y hoy convertida en museo. Oscar Anderson fue un sueco, según dicen el decimoctavo habitante del campamento original, que construyó la casa en 1915 tras las ventas de las primeras parcelas. Fundó 2 compañías y vivió aquí hasta su muerte en 1974. Dos años después su viuda donó la casa, que por escasez de materiales de la época sólo tenía piso y medio de altura y 72 metros cuadrados, al Ayuntamiento de la ciudad. Desde entonces ha sido restaurada y nombrada Patrimonio Histórico Nacional y en la actualidad alberga una amplia muestra de pertenencias de Anderson y una exposición sobre la historia de la ciudad.


Desde este parque se puede ver el Knik arm pero estaban en obras y no nos entretuvimos mucho por allí.




De regreso al centro pasamos por el Visitor Information Center que cuenta con wifi gratuito y que es probablemente uno de los rincones más bonitos de la ciudad, con una bonita cabaña de madera con techo de turba y varios bancos y mesas para descansar.



Además aquí encontramos el típico mástil de referencia con distancias a distintas ciudades del planeta para confirmar la idea de que estamos en el fin del mundo...



Junto al Visitor Center está el Old Anchorage City Hall, un centro para visitantes y convenciones.



Tras entrar en alguna tienda de recuerdos decidimos finalmente buscar donde comer y dando un paseo acabamos en el Centro Comercial de la Quinta Avenida, que en su planta superior tiene varios locales de comida rápida: hamburguesas, pizzas, mexicanos, ensaladas, pasta... Se puede comprar la comida en el que se quiera y comer en la zona común de mesas. Además tiene wifi gratuito.

Otros lugares de interés de la ciudad son el Teatro de la Cuarta avenida, de opulento interior, construido en 1947 y que resistió el gran terremoto de 1964, aunque en la actualidad permanece cerrado; el Anchorage Museum, que cuenta con una extensa colección de objetos de todas las tribus de nativos americanos que viven en la región y de arte moderno; y el Weekend market, celebrado al aire libre los fines de semana entre la Tercera Avenida y E Street con artesanía, comida y productos frescos de Alaska. Además, a las afueras de la ciudad (cerca de donde alquilamos nuestra autocaravana) está la Alaska Wild Berry Products, una compañía muy popular cuyo mayor atractivo es contar con la cascada de chocolate más grande del mundo, 6 m de altura que nos recuerdan a Charlie y la fábrica de chocolate.

Sin embargo a nosotros lo que vimos de Anchorage no nos gustó demasiado y creemos que es totalmente prescindible en un viaje por Alaska.

Despúes de comer cogimos un taxi para volver a la empresa de alquiler con tiempo (15$), ya que recomendaban facturar unas 3 horas antes del vuelo. Lo cierto es que una vez en el aeropuerto no tuvimos ningún problema, la zona de salidas no tiene nada que ver con la de llegadas que encontramos el primer día, es mucho más grande y moderna y enseguida facturamos y pasamos los controles de seguridad.



Una vez dentro hay infinidad de tiendas y cafeterías donde matar el tiempo, e incluso algunos curiosos amigos con los que despedirnos de este lugar tan salvaje y diferente a lo que habíamos conocido hasta entonces.



Ya "sólo" nos quedaba la parte más pesada de todo viaje: la vuelta. Un vuelo de 11 horas (mucho menos cómodo que el de ida porque iba lleno y no había botellines con agua), un transbordo en Frankfurt de unas 2 horas y otro avión hasta Bilbao de 2 horas más pusieron el broche final a nuestra aventura :)

1 comentario:

  1. Viajar a Alaska en Estados Unidos es toda una epopeya y un gran viaje. Celebro que lo pasaseis bien.

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