viernes, 12 de abril de 2019

Un día en Brujas


Al igual que el resto de ciudades que visitamos durante nuestra escapada navideña por tierras belgas, Brujas lo conocimos con un Free Tour, en este caso de la empresa Bravo Discovery (reconocible por el paraguas blanco). Podemos encontrar otros tours con precio fijo y muchas más actividades o servicios en webs como Get your guide.

Salimos a las 12 de la plaza Grote Markt, frente al campanario de la Torre Belfort, en el centro de la ciudad. Nuestra guía se llamaba Laura y era asturiana, aunque llevaba ya varios años en Bélgica.

Antes de empezar el recorrido nos comentó que el turismo en Brujas había llegado a tal límite que estaban sometidos a muchos controles, los grupos no podían ser más de 25 personas ni podían captar gente en la calle, por lo que tenían que llevar un registro con las reservas ya que si les pillaban podían retirarles la licencia de guía.

Lo escogimos porque era de los únicos en Brujas que pasan por una chocolatería, aunque luego vimos que es bastante frecuente en los de Bruselas. La parada la hicimos a mitad del recorrido en una pequeña tienda de la callejuela Stoofstraat llamada Tsjokoreeto, donde te ofrecen a probar distintos tipos y luego puedes comprarlo o no.

Nosotras además, como pasábamos todo el día en la ciudad y hacíamos noche allí, pudimos ver algunas cosas más de las que se visitan con el tour como el Minnewater Park, por el que dimos un paseo antes de realizar el Tour. Está entre el Beaterio (Begijnhof) y la estación de tren.


Aunque hacía mucho frío esta zona es preciosa y merece la pena que nos acerquemos paseando a conocerla. Un puente cruza lo que se conoce como el Lago del Amor, antiguo amarradero de los mercantes que realizaban la ruta entre Brujas y Gante, y en uno de sus extremos encontramos la Torre de la pólvora.




Bordeando el lago encontramos uno de los habitantes más conocidos de Brujas, los cisnes, que nadan tranquilamente en sus aguas.




En contraste con este remanso de paz, la plaza Grote Markt es sin duda el centro neurálgico de Brujas y probablemente uno de sus lugares más espectaculares. Esta plaza del Mercado acoge uno desde el año 958 (actualmente los miércoles por la mañana) y en época navideña está ocupada por casetas de madera decoradas y una pista de hielo. Sin embargo el mercadillo nos decepcionó bastante, ya que esperábamos productos navideños yla mayoría vendían comida, bebida, complementos, ropa y cosas de regalo, pero nada o casi nada relacionado con la Navidad. Por desgracia comprobamos durante el viaje que esto es lo más frecuente aquí, por lo que si se buscan típicos mercadillos navideños, mejor buscar otro destino.





La plaza del mercado está rodeada de edificios impresionantes, destacando por su puesto la Torre Belfort que lleva siglos dominándola, pero también otros como el Historium, antiguo almacén central reconvertido en museo con actividades de realidad virtual y una torre visitable de 35 m de altura o la Corte provincial, construida en 1887 y donde antiguamente vivía el gobernador de la provincia, máximo representante del Rey en la región y que hoy en día alberga los Juzgados Provinciales de Flandes Occidental.




Todo ello sin desmerecer las antiguas casas gremiales de colores del siglo XVII con sus fachadas escalonadas y actualmente convertidas en cafés y restaurantes, que son probablemente una de las imágenes más famosos de Brujas.



Este tipo de casas rodean todo el resto de la plaza, aunque nos sorprendió no encontrarlas más decoradas por Navidad, en especial de noche.




Además aquí podemos encontrar coches de caballos con los que dar un paseo por el centro de la ciudad sentados cómodamente.




Una vez reunidos con la guía comenzamos el Tour pasadas las 12 con unas explicaciones generales de Brujas, la Grote Markt y la Torre Belfort. Ésta última, de 83 metros de altura, está ubicada sobre el antiguo mercado de la carne y los paños y se pueden visitar exposiciones sobre esto así como disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad tras subir 366 escalones. A mitad de la ascensión está la campana de la Victoria, de 5.200 kg de peso. La entrada vale 12 € y está abierto de 9:30 a 18 horas.

Es una torre campanario, al igual que las de otras ciudades flamencas, símbolo de poder e independencia del lugar. En ella se custodiaban documentos con los privilegios de la comunidad, se vigilaba la ciudad y los alrededores y se hacía sonar la campana en caso de emergencia o para anunciar las horas.


Conviene aclarar que Brujas es una mala traducción que hemos hecho los españoles, pero el nombre original de la población, Brugge en neerlandés o Bruges en francés, nada tiene que ver con la magia sino más bien con los puentes que atraviesan sus muchos canales.

La segunda plaza en importancia de la ciudad, el Burg, está a pocos metros de la Grote Markt. De camino, en la esquina de la calle que va hacia allí, está el Museo de la Cerveza que Laura nos recomendó para hacer una cata de cervezas ya que tenían las marcas y tipos más famosas.

En esta misma calle que comunica ambas plazas encontramos una de las tiendas navideñas más famosas, Käthe Wohlfahrt, que ya conocimos en Riquewihr durante nuestro viaje por Alsacia y que es un lugar único para los amantes de la Navidad.

 


Y no sólo para ellos, aquí podemos encontrar desde relojes de cuco de todos los tamaños (y precios) hasta complementos para nuestra casita de muñecas.





En el Burg, llamado así porque inicialmente fue una fortaleza amurallada construida por Balduino I para protegerse de las invasiones normandas, encontramos algunos de los edificios más importantes de Brujas con casi 1000 años de evolución arquitectónica: el Ayuntamiento, la Antigua Secretaría y la Basílica de la Santa Sangre.





Destaca sobre todos ellos el Ayuntamiento (Stadhuis), una gran joya gótica construida en siglo XVI,  lo que le convierte en uno de los más antiguos de los Países Bajos. Llaman la atención las 3 torres y la cantidad de escudos y esculturas de su fachada. El pequeño edificio blanco y dorado de su izquierda es la Antigua Secretaría, construida en el siglo XVI, que fue archivo de las autoridades de la ciudad, acogiendo hasta 1983 el Tribunal de Paz y a día de hoy dependencias judiciales, con claros símbolos de la Justicia entre sus esculturas.




Desde el Ayuntamiento se gobierna la ciudad desde hace más de 600 años y Laura nos recomendó visitarlo por su Gotische Zaal, un salón gótico de madera impresionante con pinturas murales del año 1900. La entrada son 6 € (5 € con descuento) y abre hasta las 17 horas.





Lo visitamos después de comer y aunque es muy bonito el precio nos pareció algo excesivo ya que no hay mucho más que ver a parte del gran salón y una pequeña exposición.


Sin embargo en la plaza hay un edificio aún más antiguo, la basílica de la Santa Sangre, el de mayor antigüedad que se conserva en la ciudad (su capilla inferior) y que,sin embargo, pasa casi desapercibida por su tamaño y por estar situada en un rincón.





La capilla inferior dedicada a San Basilio es del s. XII y estilo románico, aunque sobre ella se construyó otra de estilo neogótico en el s. XIX ya que la que había fue destruida por tropas francesas. Aquí es donde se guarda la reliquia de la Santa Sangre, supuestamente unas gotas de sangre de Cristo llevada a Brujas tras las Cruzadas, que se saca el día de la Ascensión en procesión. Entrar a las capillas es gratuito pero luego está el museo que sí es de pago, en donde se pueden contemplar objetos sacros como el relicario en el que sacan la Santa Sangre en procesión.




Por otro lado, nos llamó la atención la historia del árbol que hay al otro lado de la plaza, enfrente del ayuntamiento. Y es que este árbol está situado en una explanada donde antiguamente se encontraba la catedral de Brujas, que fue destruida por las tropas de Napoleón en 1799 y con ella las tumbas del pintor flamenco Jan Van Eyck o el humanista valenciano Juan Luis Vives.




De aquí nos dirigimos hacia la zona de canales a través de lo que se conoce como el callejón del Burro Ciego, pasando por debajo de un pasadizo que conecta el Ayuntamiento con el Palacio de Justicia. La estrecha calle va a dar a la plaza del mercado Vismarkt, antiguo mercado de pescado y donde hoy en día podemos encontrar por las mañanas puestos con artículos antiguos y arte.





Aquí podemos iniciar también un recorrido en barco por los canales de la ciudad, 1 hora por 8 € por persona, aunque en invierno para nosotras hace demasiado frío para moverse en barca por el agua.

Avanzando junto al Canal Djiver atravesamos la Huidenvettersplein o Plaza de los curtidores, ocupada antiguamente por los gremios de los oficios, pequeña pero con mucho encanto, hasta llegar a la esquina más fotografiada de la ciudad, en el cruce con el muelle Rozenhoedkaai, antiguo muelle de mercancías y donde tenemos una imagen muy representativa de Brujas con el canal rodeado de arquitectura medieval y emergiendo al fondo la Torre Belfort. Aquí aprovecharnos para hacernos la de grupo.




Esta zona de Rozenhoedkaai y los canales es una de las más frecuentadas de Brujas y sin duda de las más bonitas.




Desde aquí vemos también el edificio "Casa de España" o Casa Pérez de Malvenda, que nos llama la atención por el nacimiento en su balcón con un niño Jesús bien visible. Esta casa recibe su nombre del hijo de un comerciante español que llegó a ostentar cargos públicos en la ciudad y que puso a salvo la reliquia de la Santa Sangre cuando se produjeron los enfrentamientos religiosos.








Hoy en día alberga 2be, una tienda de varias plantas y una de las cervecerías más famosas de la ciudad por su amplio catálogo.





Si seguimos caminando junto al canal encontramos algo muy curioso: un mapa de la ciudad hecho con encaje de bolillos. Y es que éste es un arte originario de esta zona que podemos encontrar en multitud de tiendas y que llegó a nuestro país a través de Carlos V y sus cortes de Flandes.



El recorrido se puede seguir entrando en Arentshof, una especie de parquecito donde está el Museo de Brujas y en el que encontramos curiosas esculturas. Desde aquí vemos la parte de atrás de la imponente Iglesia de Notre Dame o Nuestra Señora, levantada entre los siglos XIII y XV.



Y a sus pies uno de los puentes más fotografiados de Brujas, el Puente de San Bonifacio, que como nos contó la guía es de principios del siglo XX, es decir, uno de los más modernos de la ciudad y hecho para los turistas, aunque el trabajo quedó tan bien hace que muchos le echan varios siglos de antigüedad.




No sólo el puente llama la atención sino también las casas junto al canal, mezcla de ladrillo y madera, algunas inclinadas y con los típicos tejados de las construcciones flamencas.





Respecto a la Iglesia de Notre Dame descubrimos que su torre es la segunda torre de iglesia de ladrillo más alta del mundo con 115.5 metros y que en su interior se puede ver la famosa escultura La Virgen con el niño de Miguel Angel. Otra curiosidad es que en ella dicen que está el corazón de Felipe el Hermoso, cuyo cuerpo está enterrado en la Catedral de Granada junto al de su esposa Juana la Loca. Al parecer le robaron el corazón para que descansara aquí en Brujas, la ciudad que le vio nacer, junto a su madre, María de Borgoña, por lo que se dice que Juana no tuvo su corazón ni cuando vivía (por lo mujeriego que era) ni después de morir. Junto a María está enterrado su padre, Carlos el Temerario, también duque de Borgoña.




Un poco más adelante está el Hospital de San Juan (Sint-Janshospitaal), con más de ocho siglos de historia de religiosos cuidando a enfermos y acogiendo a pobres, peregrinos y viajeros. Parece ser que se trata del hospital más antiguo de Europa, con registros escritos de 1138, aunque desde 1978 perdió su función original al construirse uno más moderno en la ciudad. Sus salas medievales, iglesia y capilla acogen hoy día una gran colección de documentos de archivo, arte, instrumentos médicos, una antigua farmacia así como obras de los pintores flamencos Jan van Eyck y Hans Memling.






Continuamos el recorrido maravillados, entre lo que vemos y la historia que encierra esta ciudad... Y nos damos cuenta que merece mucho la pena hacer este tipo de actividades para conocerlas más en profundidad y no pasar de puntillas por ellas.






Ya casi acabando el Tour pasamos por una parada obligatoria para los amantes de la cerveza, De Haalve Maan, una fábrica de cerveza desde 1856 que se puede ver desde fuera o hacer una de sus visitas guiadas que incluye degustación por 9 €.




Así llegamos al último lugar del recorrido, el Beaterio o Beguinario de Brujas (Begijnhof), un oasis amurallado de paz con un impresionante jardín interior, frondosos álamos y fachadas blancas. Se encuentra junto al Minnewater que ya habíamos recorrido por la mañana.







Este beaterio es uno de los 13 que quedan repartidos por Bélgica y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


Fue creado en el siglo XIII por la condesa de Flandes para acoger a las beguinas, mujeres viudas o huérfanas de los soldados que iban a las Cruzadas y que se concentraban en estas comunidades para cuidar de los desamparados, hacer encaje u orar aunque no pertenecían a ninguna orden religiosa ni tenían custodia masculina. De hecho no podía haber ningún hombre dentro al caer la tarde.


Aunque no eran monjas sí que vestían como ellas y llevaban una vida austera y de castidad, obedeciendo siempre a la Beguina Mayor. Sin embargo por el día podían salir libremente y si sus maridos regresaban podían abandonar el beguinario. La última lo dejó en 1927. Actualmente está ocupado por monjas benedictinas y es un centro de retiro, de hecho se puede dormir en alguna de sus habitaciones. Además en la Casa de Beguinas o Begijnhuisje, se puede conocer cómo era la rutina en el siglo XVII por 2 €.



El Tour termina fuera del Beaterio, junto al lago, y se puede decir que en algo menos de 3 horas se ve lo imprescindible de la ciudad. Luego por supuesto podemos aprovechar para comprar recuerdos o productos típicos, ver el centro con más detalle, entrar a alguno de los museos o edificios de interés o ir hacia las afueras a descubrir nuevas zonas. Si se quiere comprar algún recuerdo distinto del chocolate, podemos encontrar imanes por 3 € u ofertas de 4 por 10 €.



Si tenemos oportunidad conviene dar un paseo por la ciudad de noche. Brujas, y en particular su centro, se ha convertido por desgracia en un lugar tan turístico que se abarrota de gente por el día pero se vacía por la noche. Al ser más o menos fácil de ver, la gente hace visitas de unas horas y se hospedan en Gante o Bruselas, con mucho más ambiente y algo más asequibles, por lo que al caer el sol las calles se quedan desiertas. Sin embargo esto nos permite recorrerlas sin aglomeraciones e iluminadas en la profundidad de la noche por lo que merece la pena.



Nosotras aprovechamos para dar un paseo por las calles comerciales por las que no pasa el Tour y que era de lo poco que nos quedaba de ver.



Y regresamos también a los lugares principales para verlos de otra manera, en algunos casos con añadidos especiales por la decoración navideña como la plaza del Burg.





También la Grote Markt tiene su iluminación propia de la época aunque en general nos pareció bastante pobre, esperábamos más, ya que lo principal es la pista de patinaje sobre hielo y el resto de luces creemos que estarán todo el año como las de la Torre Belfort.






También nos acercamos a ver la actual Catedral de la ciudad, en honor a San Salvador, pero ya era de noche cuando llegamos, estaba cerrada y apenas iluminada, por lo que no pudimos disfrutarla demasiado.

E incluso en los paseos forzosos de camino al hotel, que como estaba cerca de la estación íbamos caminando tranquilamente desde el centro en una media hora, pudimos disfrutar de algunas postales de Brujas, como el Hotel De Castillion, un edificio del siglo XVIII decorado para la Navidad o las bonitas vistas de la torre de la Iglesia de Notre Dame sobre los canales.





En cuanto a las comidas probamos diferentes sitios ya que pasamos allí 2 noches.


Para desayunar, buscando algo por el centro, entramos en Sandwich Waffles, en Katelijnestraat, ya que vimos que el precio estaba bien y había para sentarse (otro de los inconvenientes de muchos locales es que sólo tienen comida para llevar). Pagamos unos 12 € por 3 chocolates, un gofre y una ración de churros, aunque la comida no era nada del otro mundo.

El otro desayuno lo hicimos en la estación de tren, en Panos, una cadena de cafeterías belga bastante famosa y nos gustó más, 3 cafés/chocolates, 2 croissant chocolate y una muffin por 11 €.



Comidas sólo hicimos una y, siguiendo la recomendación de Laura la guía, como ya era un poco tarde para la hora de comer de allí, fuimos directas a un local pequeño especializado en sopas en una esquina de la Markt place, Soup. Pagamos 35,50 € por 3 menús de sopa con medio panini (a 9,50 € + bebida) y estaba rico y era bastante cantidad. Tienen distintos tipos de sopas (tomate, calabaza...) y de paninis, tipo bocadillos y lo preparan también para llevar. La única pega es que es bastante pequeño y puede no haber mesa.

Para cenar probamos 2 opciones distintas: la primera, por desconocimiento y ser tarde, pizza en uno de los "italianos" de la Markt place, pero no lo recomiendo porque, aunque la comida estaba buena, no nos gustó el servicio y además nos pareció un timo, 36 € por una pizza y 3 bebidas. Y la segunda, siguiendo el consejo de una pareja que hizo el Tour con nosotras, fuimos a 't Gulden Vlies. Pagamos 68 € las 3 (18,50 € por menú más las bebidas, ya que en Bélgica casi siempre van aparte) y la comida estaba buena, era una sopa, un plato principal a elegir y postre, y la carta estaba en español también. La guía también nos había recomendado el restaurante Cambrinus, en las inmediaciones de la Grote Markt. Aunque no era barato nos dijo que de calidad era bueno y se comía muy bien, aunque no lo llegamos a probar. Hay que tener en cuenta que aquí se cena pronto y es fácil que encontremos restaurantes cerrando alrededor de las 21 horas sobre todo en esta época.


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