domingo, 24 de noviembre de 2019

Día 6 en Namibia (08/06): Twyfelfontein, Organ Pipes y Spitzkoppe


Nuestro sexto día en África teníamos previsto dedicarlo a la zona de Twyfelfontein, famosa por sus petroglifos, y a Spitzkoppe, un paraíso para los fotógrafos y los amantes de la escalada del que nos habían hablado muy bien.



El día amaneció soleado como de costumbre y como en principio no era un día de mucha prisa por la distancia a recorrer nos lo tomamos con calma y aprovechamos para recoger nuestra casa con ruedas un poco y disfrutar del camping lo que no habíamos podido la tarde anterior. Subimos a la colina que hay junto a la recepción y las vistas son fantásticas.





Una vez listos ponemos rumbo a uno de los varios puntos de interés de esta zona de Damaraland: los Organ pipes. Con este nombre ya es de imaginar que son formaciones rocosas similares a los tubos de órganos como los que habíamos visto en otros lugares como Islandia. La mayoría de lugares a visitar por aquí abren de 8 de la mañana a 6 de la tarde.

Desde el camping hay unos 20 km hasta allí por pista de gravilla. Al llegar hay una zona de aparcamiento y una caseta donde se paga la entrada en metálico (50 NAD/persona). No es visita guiada, se puede recorrer libremente y está a escasos 5 minutos andando del parking.




Se trata de una especie de cañón de unos 200 metros de largo con paredes de columnas basálticas y se  puede bajar hasta él caminando por un sendero.





Aunque en la entrada al vernos con cámaras nos recomendaron volver por la tarde, cuando el sol está de frente y es mejor para hacer fotos, como las 2 paredes tienen columnas pudimos hacer igualmente alguna para tener como recuerdo.





El origen de estas curiosas formas, que en algunos casos alcanzan los 5 metros de altura, es por el enfriamiento de la lava tras una erupción volcánica, formándose prismas de 4,6 o hasta 8 lados y con mayor tamaño cuando más lento es el proceso.



A unos 600 metros siguiendo por la pista está la Burnt Mountain, nos habían comentado que estaba incluido en la entrada y que podíamos ir con el coche, aunque nos decepcionó un poco. Se trata de una pequeña colina negra, como si estuviera quemada y de ahí su nombre. Ciertamente la visita a los Organ pipes nos pareció curiosa pero para nada imprescindible, si no se tiene tiempo o no se quiere gastar dinero nosotros lo descartaríamos.



Volviendo por la misma pista está el desvío a Twyfelfontein, famoso por sus petroglifos. De camino encontramos en medio de la carretera esta ardilla terrestre del cabo. Son roedores delgaditos, pesan aproximadamente medio kilo y miden medio metro, viven en madrigueras y se alimentan cerca de ellas de bulbos, hierbas, insectos o semillas. Además, se comunican entre ellas con gritos, más agudos cuanto mayor es la amenaza y se considera una especie promiscua ya que se aparean durante todo el año con múltiples parejas.



La pista acaba en un parking con tejadillo donde anotan tu matrícula y desde ahí en 5 minutos se llega caminando a la recepción, donde se paga la entrada y te asignan el guía que te acompaña durante la visita para ti solo. El precio son 100 NAD por persona (a pagar en metálico) y abre de 8 a 18 horas.




El edificio de la recepción al parecer está hecho con elementos reciclados, tiene baños un poco rústicos, una especie de cafetería y venta de souvenirs, así como una exposición donde hablan de la zona y los recorridos a realizar para ver los petroglifos. Aunque en teoría alguno se puede hacer por libre de forma gratuita a nosotros no nos dieron opción. De hecho en las normas de admisión indican que no está permitido el acceso sin guía oficial.



Nuestra guía, Peggy, es una chica muy jovencita y nos ayuda a conocer más la zona y la forma de vida aquí. De hecho nos comenta que vive en un poblado cercano y a ella y otras chicas las traen en camioneta todos los días. El recorrido dura unos 45 minutos, así que en total le dedicamos a esta zona cerca de una hora.


Primero pasamos junto a una casita pequeña, una granja afrikaner donde vivió el primer occidental que llegó aquí en la década de los 40. Se había casado con una sudafricana, tuvieron un hijo y estuvieron unos 15 años trabajando con caballos pero luego se marcharon por la escasez de agua.




De ahí pasamos a recorrer la parte baja de la colina contigua. Twyfelfontein fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2007 y contiene más de 2000 grabados y algunas pinturas rupestres de la Edad de Piedra con más de 6000 años de antigüedad.



Lo que más había grabado eran figuras de jirafas y elefantes del desierto porque son los animales más abundantes en esta zona, aunque también había rinocerontes, avestruces o huellas de hombres y animales. De hecho en la última parte del recorrido había excrementos de elefante y un árbol destrozado por lo que debía haber pasado uno por allí recientemente.




La sorpresa nos la llevamos cuando encontramos sobre una roca un habitante inesperado: un daman de la roca.


Aunque su aspecto sea similar al de las ratas se trata de un marsupial no roedor y su tamaño ronda el medio metro, pesando entre 2 y 5 kg. Son muy ágiles para poder moverse rápidamente por las rocas y se alimentan normalmente de bulbos y tallos. 



Los petrogiflos fueron realizados por la tribu de los san que representaban lo que veían por allí en su día a día. En una piedra había por ejemplo un mapa con los waterholes o fuentes de agua distribuidos de manera que cuando veían que se llenaban en la piedra por la lluvia sabían que ahí podían encontrar agua y por tanto animales. De hecho el nombre de Twyfelfontein viene del agua, por el manantial que brotaba de esta colina un par de veces al año. Sin embargo Peggy nos confirmó que el país llevaba padeciendo una fuerte sequía desde hacía 3-4 años.



En algunas de las rocas hay también grabados de animales marinos como una ballena o un pingüino, probablemente porque algún san hubiese ido a la costa (la Skeleton Coast está a unos 100 km en línea recta) y al volver lo hubiese pintado.




Para ver mejor las piedras han colocado algunas plataformas metálicas que permiten contemplarlas desde arriba. Gracias a esto podemos también disfrutar de un mirador privilegiado sobre el entorno.


Además antes de irnos vimos como nos sobrevolaba un águila y nos llamó mucho la atención porque era el ave más grande que habíamos visto desde que llegamos al país.



Tras terminar la visita ponemos rumbo a Spitzkoppe. En esta zona  habíamos visto que se podía visitar otro lugar conocido como Petrified forest, un campo lleno de troncos petrificados de hasta 30 metros de longitud. Se visita con guía local y hay que pagar entrada (habíamos leído que 40 NAD/p y 20 por coche aunque en el cruce con la C39 se pueden ver algunos), pero nosotros lo dejamos para otra ocasión porque no nos pillaba de paso y nos teníamos que desviar bastante.


Aunque la distancia entre Twyfelfontein y Spitzkoppe no es muy grande, unos 250 km, nos lleva casi unas 5 horas porque son pistas de gravilla C y D y a tramos están en bastante mal estado.




Además esa mañana al quitar el freno de mano se había quedado encendida la luz de freno en el salpicadero. Al principio pensamos que podía haberse quedado enganchado o tener algo dentro que le molestara porque a veces pasa con los todoterrenos, pero fuimos notando que el coche no frenaba bien y empezamos a preocuparnos.







Por el camino encontramos una señal de peligro de elefantes y no dejábamos de mirar a todos lados emocionados en busca de alguno.






De repente vemos algo a lo lejos.... pero no! Eran unas figuras de pega junto a la carretera, los únicos elefantes del desierto que vimos por allí :D



Pero no fue lo único curioso que vimos ese día: recorriendo estas pistas de gravilla en mitad de ninguna parte nos cruzamos un carro tirado por burros!! Los hombres iban tan felices e incluso nos saludaron alegremente, está claro que en África puedes encontrar de todo :)



El paisaje a nuestro alrededor no cambiaba mucho, apenas vegetación, tan sólo arbustos pequeños, arena y rocas y a lo lejos montañas que sobresalían estoicas en las planicies que íbamos recorriendo.




Una de esas moles es Brandberg, un enorme macizo rocoso imponente. En él se encuentra el pico más alto de Namibia, el Konigstein, con 2.753 metros de altitud y es una de las zonas con más escorpiones de todo el sur de África. Además cerca de la cima hay unas cuevas con pinturas rupestres de más de 2000 años de antigüedad conocidas por la White Lady que dicen representa una mujer. Se visitan con guía y hay que pagar entrada. El desvío para acceder está señalizado pero hay unos 20 km de pista así que nosotros tuvimos que dejarlo para otra ocasión por falta de tiempo.



De camino a Spitzkoppe la única población importante es Uis. Antes de llegar a ella encontramos algún poblado y nos llama la atención ver sus construcciones de forma circular y paja. Junto a la carretera hay puestos de artesanía de mujeres, en su mayoría himbas, que hacen gestos para llamar nuestra atención y que pares a comprarles cosas.


Antes de viajar al país habíamos leído que se organizan visitar a algunos de estos poblados, en concreto varios al oeste de Etosha, pero no está claro si para el poblado supone un beneficio o un perjuicio al modificarles su forma de vida tradicional. Como se les suele dar un dinero por la visita habíamos leído que en muchos casos estaban generando problemas de abandonos o alcoholismo. Además nosotros, como ya nos había ocurrido en Bali, no nos sentimos cómodos haciendo fotos a la gente como si fueran animales. Preferimos disfrutar del país y de sus gentes sin invadir su privacidad ni observarles como souvenirs. Otra cosa es colaborar con ellos, ayudar en ONGs u otro tipo de actividades que realmente les aporte una mejora, aunque por supuesto esto es sólo nuestro punto de vista.



Uis es una localidad no muy grande pero la más importante por la que pasamos en todo el día. Tiene unas viejas minas ya cerradas que se pueden visitar y servicios como gasolinera, cajero automático (en la propia gasolinera) o supermercado (aunque cuando nosotros llegamos como era sábado al mediodía estaba cerrado).

Tras echar gasolina y sacar dinero en metálico, paramos a comer un poco más adelante a la sombra de un árbol y al abrir el capó y mirar el liquido de frenos vimos que estaba muy bajo pese a que no veíamos ninguna fuga. Decidimos llamar a la empresa de alquiler, menos mal que ya teníamos tarjeta de teléfono namibia, no sólo por el coste sino porque nos habían dicho que no respondían a teléfonos internacionales. Ellos nos recomendaron volver a Uis, comprar un bote de líquido de frenos y rellenarlo para confirmar si perdía.

En la gasolinera sólo tenían un tipo de líquido y tuvimos que preguntar si valía para nuestro coche pero fueron atentos y nos dijeron que no había problema. Nos costó unos 50 NAD. Lo que más nos preocupaba es que ese día era sábado y en caso de confirmarse la avería al día siguiente domingo sería difícil encontrar donde arreglarlo rumbo a Etosha.

Llegar a Uis nos había costado casi 3 horas y el problema con los frenos nos había retrasado aún más así que volvíamos a ir justos para llegar a Spitzkoppe antes del atardecer. Seguimos avanzando despacio porque la pista no era buena y por miedo a no tener frenos y nos encontramos algún vecino curioso junto a la carretera como estos monos.




Aunque vemos algún puesto más de venta de artesanía ya hay muchos menos pasado Uis. A lo lejos empezamos a ver las impresionantes formaciones rocosas de Spitzkoppe.

Desde la distancia vemos como se trata de 2 zonas rocosas de tonos rosáceos-anaranjados, una más grande con forma piramidal que recibe el nombre de Gross Spitzkoppe (de ahí que se le conozca como el Matterhorn africano), con 1.784 metros de altitud y otra más pequeña conocida como Klein Spitzkoppe, de 200 metros menos.






Teníamos reserva pagada en el Spitzkoppe tented camp y allí nos dirigimos. Viniendo del norte está pasado el desvío de Spitzkoppe.



Nuestra idea era haber llegado entre las 3 y las 4 para visitar Spitzkoppe tranquilamente, pero llegamos pasadas las 5. Por la mañana habíamos ido tranquilos pensando que no eran demasiados kilómetros pero la calidad regular de las pistas que hacen que no se deba correr mucho, nuestra limitación de la empresa de alquiler de velocidad máxima 60 km/h en pista y el problema con los frenos nos habían retrasado más de lo esperado.



En la recepción del camping nos atendió una mujer local que nos recomendó ir a Spitzkoppe lo antes posible, antes de que se hiciera de noche y nos dio un mapa del lugar. Además nos enseñó nuestra parcela, la número 2, con unas vistas muy chulas y muy completa, ya que disponía de electricidad (aunque no funcionaba muy bien), luz, hamaca, mesa, fregadero, wc y ducha.



El acceso a Spitzkoppe se hace por el desvío anterior, el mismo del Spitzkoppe rest camp. A los pocos metros encontramos una valla y la caseta donde se paga el permiso (60NAD/persona + 80 NAD/coche por día).  El permiso NO es por 24 horas sino por día natural, por lo que si volvíamos al día siguiente un rato por la mañana, que es lo que al principio pensamos, tendríamos que volver a pagar. Lo que no hay es hora límite de salida, al ser también camping el guarda está allí toda la noche, por lo que es posible quedarse hasta tarde si se quiere hacer fotos nocturnas.

Con el permiso nos dieron un mapa del camping en el que está marcada la pista por donde se puede circular con el coche. Está permitido andar o ir con el coche libremente por la mayoría del recinto aunque hay zonas donde es obligatorio acceder con guía, como la zona de pinturas de los bosquimanos.



Habíamos visto decenas de fotos de aquí, en especial de su famoso arco natural, así que preguntamos donde estaba y fuimos para allá antes de que se pusiera el sol.



De camino se pasa junto a las parcelas de acampada, mucho más sencillas que las de nuestro camping ya que sólo tenían un pequeño espacio para hacer barbacoa.





Respecto a esto hay que valorar qué interesa más: acampar dentro son 170 NAD por persona y noche mientras que el de fuera en el que nos quedábamos nosotros cuesta 150 y tiene más servicios (piscina, wifi, cada parcela con baño...). Sin embargo en este estás dentro de Spitzkoppe, no tienes que mover el coche si no quieres y puedes hacer fotos por la noche o al amanecer más fácilmente (aunque no sabemos si al pernoctar hay que pagar el permiso 2 días o si está incluido en el camping).



Lo cierto es que a nosotros nos encantó este lugar y nos quedamos con ganas de más. Ya solo pasear por allí merece la pena, es muy muy chulo y fotogénico.

Aparcamos a los pies del arco cuando ya estaba atardeciendo. Para verlo hay que subir por unas rocas que también nos hacen de mirador natural permitiéndonos ver los alrededores desde lo alto



Cuando nos acercamos al arco vimos que había un grupo de gente haciendo fotos hacia él desde la roca de enfrente y les oímos hablar español, aunque también había algunos extranjeros.



Habíamos visto muchas fotos de ese lugar y José quería hacer una muy chula desde el propio arco con el sol detrás por lo que subió un momento para hacer la foto y volvió a bajar. Los españoles, que no sabían que nosotros lo éramos, empezaron a gritar porque debían estar haciendo algún timelapse, llegando a insultar y todo. Cuando les respondimos en español se callaron pero luego siguieron diciendo más cosas y silbando.



Fueron los únicos españoles que encontramos en el viaje y en ese momento me dio vergüenza ser su compatriota porque el resto de la gente, aunque pensara igual no montaron ese escándalo. En nuestra opinión fue una falta total de respeto, como les dijimos la naturaleza no es de nadie, no puedes pretender llegar a un sitio y estar media hora haciendo lo que tu quieras y menos aún cuando es un lugar turístico. Y nos dio rabia porque precisamente habíamos tratado de molestar lo menos posible, habíamos visto muchas fotos con gente saltando en medio del arco y nos hubiera gustado hacernos una pero no lo hicimos por no molestar. Lo que sí queríamos era una foto desde arriba con el sol y creemos que todos tenemos derecho a disfrutar del lugar a nuestra manera. Y lo más importante, aunque tuvieran razón, las cosas se dicen de otra modo.


De hecho había un chico asiático que luego se nos acercó muy majo y aunque no hablaba mucho inglés nos enseñó las fotos que había hecho sin ningún reproche.

Sin embargo casualmente, en cuanto se escondió el sol, el grupo español se marchó con su guía, probablemente fuera el típico viaje organizado en el que les llevan de un sitio a otro a hacer las fotos que buscan sin disfrutar de los lugares que visitan y que se creen que por pagar tienen más derechos que los demás. Todavía hoy se me queda mal cuerpo sólo de pensar la situación tan desagradable e innecesaria que vivimos.



Después del incidente nos quedamos por allí hasta que se hizo de noche, disfrutando de este lugar privilegiado y haciendo las fotos que no habíamos podido hacer antes.



Las combinaciones con el arco son infinitas, a cual más bella y fotogénica.





Pese al mal sabor de boca que nos había quedado y que nos dio rabia porque no disfrutamos igual de este increíble lugar, intentamos desquitarnos haciendo un montón de fotos desde todos los ángulos posibles pero ya sin sol.




Aprovechamos mucho la media hora que quedaba de luz y como nosotros más gente de los que ya estaban y otros que fueron llegando.





Recorriendo las rocas contiguas  pudimos contemplar, ademas de las vistas, curiosas formaciones como 2 pequeñas rocas que parecían querer besarse.





Pero el sol se había escondido ya y decidimos marcharnos de vuelta a nuestro camping.



Antes de regresar seguimos con el coche la pista por la que habíamos venido hasta el final y la verdad es que prácticamente todos los rincones aquí merecen horas para deleitarse con ellos.



Aunque podíamos habernos quedado y esperado para hacer alguna foto nocturna estábamos cansados y finalmente nos fuimos de vuelta al camping.



Una vez allí, mientras preparábamos nuestra exquisita cena a base de pollo y ternera guisada, comprobamos que el nivel del líquido de frenos había bajado de nuevo, por lo que había algún tipo de fuga y escribí por whatsapp a Aloe carhire. La luz del salpicadero seguía encendida y al coche le costaba mucho pararse por lo que necesitábamos que lo arreglaran o nos dieran otro coche. Al día siguiente pasábamos por Otiwarongo camino a Etosha y nos dijeron que lo mirarían y nos dirían algo.

Como conclusión de estos dos días nos arrepentimos un poco de haber optado por la Skeleton Coast y Twyfelfontein. Aunque son zonas curiosas y la visita guiada a los petroglifos nos resultó interesante, nos parece que lleva demasiado tiempo para lo que se ve, en total más de un día que podíamos haber dedicado a Spitzkoppe que nos gustó mucho más y lo que estuvimos nos supo a poco. Así que nuestra recomendación es hacer, especialmente si no se dispone de mucho tiempo, el recorrido Cape Cross - Spitzkoppe - Etosha, con al menos medio día en Spitzkoppe (si es posible uno entero) y si se quiere incluir Twyfelfontein desviarse de camino


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