domingo, 17 de mayo de 2020

La Alhambra y el Generalife en Granada


La Alhambra, situada sobre la colina de al-Sabika, es sin lugar a dudas la joya de la corona de la ciudad de Granada.



En 1238 se inició su construcción por orden de Muhammad I Al-Ahmar, fundador de la dinastía nazarí, con intención de defenderse de los cristianos que ya habían iniciado la reconquista. Desde aquí tenían vistas privilegiadas de la ciudad con las montañas de Sierra Nevada como protección a su espalda.




Cada sultán sucesivo iba construyendo nuevos palacios a su gusto pero una vez finalizada la época de esplendor y durante sus doce siglos de historia ha sufrido todo tipo de calamidades, desde la invasión del ejército de Napoleón en el siglo XVIII hasta el paso de ladrones o vagabundos durante décadas.

Ha sido palacio pero también ciudad y fortaleza, lo que se aprecia en los múltiples edificios y espacios que encontramos, sin un orden claro y muy diferentes entre sí. Una mezcla de blancos y ocres con el verde de los jardines y el azul del agua de fondo que tienen aquí un papel protagonista.

Boabdil fue el último sultán nazarí hasta 1492, cuando entregó las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos que incorporaron la Alhambra a la Corona como Casa Real y le dieron funciones militares. En 1870 fue declarada monumento nacional y desde entonces se ha ido recuperando para que podamos disfrutar de ella como hacemos a día de hoy. Como colofón, en 1984 se declaró Patrimonio Mundial de la UNESCO.



Para acceder (además del Pabellón de acceso donde se encuentran las taquillas) hay 2 puertas, la Puerta de los Carros y la Puerta de la Justicia, que encontramos de camino a las taquillas si subimos caminando por la Cuesta de Gomérez y por las que podemos entrar directamente si no tenemos que ir a adquirir entradas.






Como detallamos al final del post, los espacios para los que es necesaria entrada son la Alcazaba, los Palacios Nazaríes, el Partal/jardines y el Generalife

Según llegamos, el recinto más a la izquierda es La Alcazaba. Este área militar del siglo XIII, núcleo de la ciudadela, estaba rodeado de torres y un foso para protegerse de invasores. En su interior se encontraba además el barrio castrense.






Se accede por la Puerta del Vino, donde te comprueban la entrada, y de ahí se pasa a la Placeta de los Aljibes, una zona con bancos y sombra donde guarecerse un poco del calor.











Después podemos recorrer la zona amurallada pasando por las Torres del Homenaje o El Cubo, y disfrutar de las vistas desde esta parte más elevada.




El punto más relevante de este espacio es la Torre de la Vela, situada en el extremo oeste de la Alhambra. Para llegar hasta ella tenemos que cruzar el barrio castrense, donde antiguamente vivían los militares encargados de la defensa.




Es posible subir a la parte alta de la torre, a la que se accede por una estrecha escalera pero que resulta imprescindible por sus magníficas vistas en 360 grados.




Conocida como Torre Mayor en la época nazarí o Torre del Sol en el siglo XVI, tiene como elemento destacado de su terraza una campana usada para avisar a los campesinos del momento de riego de sus campos o alertar en caso de levantamientos u otros peligros.



En el recinto se puede visitar también la terraza de las Puertas de las Armas o el jardín de los Adarves.






Una vez fuera de la Alcazaba, el edificio que más llama la atención es el colosal Palacio de Carlos V. Se trata de la construcción cristiana más importante de la Alhambra, un edificio renacentista cuadrado por fuera y circular por dentro.



La fachada del edificio, aunque para mi gusto un poco excesiva, resulta ciertamente impresionante.



Sin embargo su interior no se queda atrás, con un patio columnado diseñado por el arquitecto Pedro Machuca, discípulo de Miguel Ángel.


Carlos V decidió construir el palacio en 1526 tras haber pasado aquí su luna de miel en busca de una residencia más grande y con mayores comodidades. Sin embargo nunca llegó a trasladarse, de hecho no volvió a pisar Granada y tan sólo se hizo en su época el patio central al estilo de un coliseo. Posteriormente el proyecto tuvo problemas para conseguir fondos hasta el punto de que no se terminó hasta empezado el siglo XX.


El acceso es gratuito, incluido subir a la segunda planta, y el Museo de la Alhambra que en él se encuentran (cerrado los lunes), así como otras salas con exposiciones temporales.




La idea del emperador era que el Palacio estuviera conectado con los Palacios Nazaríes, de ahí su situación contigua.






El acceso a ellos, además de con entrada, se realiza a una hora concreta, en turnos de 30 minutos. La fila se sitúa frente a la entrada principal del Palacio de Carlos V y lo primero que encontramos al entrar es el Patio de Machuca.



La verdad es que no es extraño que las entradas para visitarlos vuelen, los Palacios Nazaríes son sin duda el plato fuerte de la Alhambra.

Se trata de tres grupos de edificios del siglo XIV donde vivían los sultanes nazaríes y donde posteriormente se asentaron los Reyes Católicos junto a su variado séquito de familiares y cortesanos.




Cada palacio se identifica con el sultán que lo mandó construir. El primero, Mexuar, es el más antiguo. Era el Palacio de Justicia, que impartía el sultán Muhammad I sentado tras las celosías para escuchar sin que le vieran.







Por desgracia ha sufrido muchas reformas y destrozos y lo único que se conserva en la actualidad son los aposentos.



Sin embargo en esta primera sala ya te quedas sin palabras. Paredes y techos están llenas de grabados y pinturas realizados con todo lujo de detalles.


Al fondo está el Oratorio, con ventanas de arco desde las que se divisa el Albaicín. Fue restaurado a principios del siglo XX ya que había quedado muy dañado tras la explosión de un polvorín en el valle del Darro en 1590.



A continuación se pasa al Patio del Cuarto Dorado, presidido por una fuente de mármol blanco, con la extraordinaria fachada de entrada al Palacio de Comares en un lateral.




Aunque no debemos detenernos mucho para no obstaculizar el paso de visitantes, resulta imposible no quedarse embobado con la infinidad de detalles a todos los niveles.




En el extremo opuesto a la fachada del Palacio de Comares está el Cuarto Dorado, que recibe este nombre por el pintado mudéjar de su artesonado. Aunque no es muy grande, cuenta con vistas a la ciudad y con una decoración exquisita, en especial los entramados de madera de los techos y los relieves en yeso de las paredes.




En el Palacio de Comares, residencia oficial del monarca, la belleza no sólo no decae sino que parece ir in crescendo. El nombre de este palacio viene de la palabra cumarias (vidrieras).



El mayor espacio lo ocupa el Patio de los Arrayanes, que nos atrapa con el reflejo de los edificios en el agua. De hecho también fue conocido como Patio del Estanque o de la Alberca. Aquí se celebraban recepciones y fiestas, y probablemente sería testigo de más de una intriga palaciega.



La torre que vemos al fondo es la Torre de Comares, curiosamente la más alta de toda la Alhambra. Se dice que fue aquí donde Boabdil acordó entregar Granada a los Reyes Católicos y donde Cristobal Colón convenció a los Reyes Católicos para financiar su viaje a las Indias por Occidente.



En su interior encontramos el Salón de los Embajadores, al que llegamos atravesando la Sala de la Barca que nos sirve de aperitivo de lo que nos vamos a encontrar. Al parecer su nombre deriva del término árabe baraka que significa bendición.



Pero nada comparado a lo que sentimos al entrar al Salón, con una cúpula de madera de cedro que con sus miles de piezas pretende representar los siete cielos del paraíso islámico, con el trono de Dios situado en el octavo.


Este espacio era la sala del trono y donde el sultán realizaba las audiencias. Está lleno de inscripciones como textos del Corán, alabanzas a Dios, poemas... En uno de los arcos se puede leer "Di pocas palabras y saldrás en paz" posiblemente en alusión a que las visitas breves eran mejor recibidas.




Saliendo del Patio de los Arrayanes llegamos al tercer palacio, el Palacio de los Leones, construido por Mohamed V y en el que se encontraban las estancias privadas del monarca y su familia.





En su centro está el patio del que le viene el nombre, el Patio de los Leones, uno de los espacios más famosos de la Alhambra.




En este patio todas las salas que lo rodean miran al centro, donde se encuentra la fuente con las esculturas que le dan nombre: 12 leones de mármol blanco del siglo X u XI, no se sabe a ciencia cierta. Igual que tampoco se conoce con seguridad su significado que varía según el autor: las 12 tribus de Israel, las constalaciones del zodiaco, los meses del año o hasta las lágrimas de una princesa.


El patio, de planta rectangular, está rodeado por una galería similar a un claustro cristiano, sostenido por 124 columnas que permiten pasear a cubierto viendo el patio en todo momento.



De cada uno de los laterales del patio sale además un pequeño canal que desemboca en la fuente central.



En el lateral sur encontramos la Sala de los Abencerrajes, cuya cúpula de mocárabes en forma de estrella dicen está inspirada en el teorema de Pitágoras. La sala recibe ese nombre porque según la leyenda aquí fueron degollados 36 caballeros Abencerrajes, y de hecho dicen que aún se pueden ver restos de su sangre en el fondo de la pila (que servía para ver reflejados los mocárabes del techo que cambiaban de color según la luz del día).



También en esta zona se encuentra el Harén, que a diferencia de lo que se cree no era donde el sultán mantenía separadas a sus esposas sino donde se desarrollaba la vida familiar. Actualmente, sólo se conserva el patio, al que se accede a través de un corredor con mirador al Patio de los Leones.

En el lateral oeste del patio está la Sala de los Reyes, un gran espacio de más de 30 metros de longitud rodeado de cinco alcobas con numerosas bóvedas y arcos, donde se celebraban recepciones y fiestas. Esta sala también se llamó Sala de la Justicia y desde el siglo XVIII, Sala del Tribunal.



Por último, en el lateral restante, al norte, se sitúan la Sala de Dos Hermanas, la de los Ajimeces y el mirador de Daraxa.


La Sala de Dos Hermanas se llama así por las dos losas de mármol blanco que enmarcan la fuente. A través de esta sala se accede a las Habitaciones de Carlos V y comunica con los Jardines del Partal a través de un balcón.


La Sala de los Ajimeces recibe este nombre por los balcones gemelos de su pared norte que da hacia el jardín. Esta sala comunica la Sala de Dos Hermanas con el Mirador de Daraxa, una estancia decorada con mocárabes y azulejos coloridos que le dan un encanto especial.



Las Habitaciones de Carlos V están compuestas por 6 habitaciones, aunque ninguna fue habitada por el emperador ni su familia. Las dos primeras están situadas entre el Patio de la Reja y el Jardín de Daraxa mientra que las otras cuatro se conocen también como las Habitaciones de Washington Irving porque fueron habitadas por el escritor estadounidense en su visita a Granada, aunque comparadas con el resto de estancias de los palacios son mucho menos llamativas.








Junto al Cuarto del Emperador está el Peinador de la Reina, que la reina Isabel usó en alguna ocasión como dependencia privada.






Por una especie de galería abierta con balconadas de madera y vistas al Sacromonte, vamos a dar al Patio de la Reja. Su nombre viene de la reja existente en la pared sur con desde 1655 y debió construirse en la misma época que las habitaciones de Carlos V. En el centro hay una fuente de piedra rodeada de cipreses centenarios en las cuatro esquinas.





A su derecha se encuentra la Sala de las Ninfas que debe su nombre a unas estatuas femeninas de mármol, actualmente en el Palacio de Carlos V.

El siguiente espacio, con el que se termina la visita a los Palacios Nazaríes, es el Patio de Lindaraja, que toma el nombre del mirador de su cara meridional que coincide con la fachada exterior del Palacio de los Leones (hasta el siglo XVI quedaba abierta al paisaje). Este lugar, también conocido como Jardín de Daraxa, Jardín de los Naranjos o de los Mármoles, destaca por su aspecto claustral al quedar cerrado por las Habitaciones de Carlos V y las galerías porticadas. En él podemos encontrar cipreses, acacias, naranjos o arbustos de boj rodeando la gran fuente central de mármol.



De los Palacios Nazaríes se sale hacia el Partal, otro de los recintos de pago en la Alhambra y que aparece ante nosotros como un auténtico oasis de vegetación y agua. Esta zona aterrazada (la más modificada en el siglo XX) albergó durante la época árabe numerosos edificios de gente pudiente y poderosa que vivían en torno al Palacio real, entre los que destaca por su importancia la Torre de las Damas.



Inicialmente este edificio fue llamado "Partal" (pórtico) por sus cinco arcos, que se reflejan en el estanque rectangular que hay delante de ellos. En su interior encontramos un mirador de construcción posterior desde el que se puede contemplar el Generalife o el valle del Darro.



A su derecha se encuentra la Torre del Mihrab, un pequeño edificio de planta rectangular destinado a la oración y meditación.


En el Partal encontramos además un conjunto de varias casas que guarda como principal atractivo restos de adornos de yesería y unas pinturas murales de tipo cortesano.




Podemos recorrer con calma este área ajardinada, especialmente en días de sol y calor es una maravilla porque tiene bastantes árboles y zonas con sombra.







Desde aquí vemos sobresaliendo en lo alto otro de los lugares de interés de la Alhambra, ya en la calle principal fuera del recinto de pago.





Se trata de la Iglesia de Santa María de la Alhambra, terminada a principios del siglo XVII sobre el solar de la Mezquita Mayor y su baño, el cual se conserva parcialmente como Museo por ser la casa donde nació el músico del siglo XX Ángel Barrios.




Como curiosidad, en esta Iglesia descansa la Virgen de las Angustias que procesiona cada Semana Santa y a cuya cofradía perteneció Federico García Lorca, pero en festivos está cerrada salvo para misa.




Desde su entrada se alcanzan a ver los tejados de las los Palacios Nazaríes y es punto de acceso al Partal.

En la zona Este del recinto de la Alhambra se encuentran los jardines de San Francisco y la parte de las murallas quizá más visible o accesible y que podemos recorrer rumbo al Generalife.


A medida que dejamos atrás la zona del Partal nos vamos encontrando una sucesión de torres: la de los Picos, la del Cadí o la de la Cautiva.


A algunas como a esta última, restaurada en 1876 tras ser vivienda de los alcaides cristianos y de particulares, se puede entrar para ver su sala interior cuadrada con artesonado del siglo XIX. En el siglo XVI se la conocía como Torre de la Ladrona y de la Sultana. Se cambió su nombre por el de la Cautiva porque se pensaba que en ella vivió Doña Isabel de Solís, convertida al Islam con el nombre de Zoraya y favorita del rey Muley Hacén. Si os interesa esta etapa de la Historia, en la serie Isabel de TVE se trata de una forma entretenida pero interesante.



Desde el interior de la torre vemos además la Cuesta del Rey Chico, otro de los caminos de acceso a la Alhambra y que la conecta con el Paseo de los tristes.


Tras ésta encontramos la Torre de las Infantas y la del Cabo del agua, aunque de esta última sólo quedan restos porque fue destruida por las tropas de Napoleón al abandonar Granada.





Y así, con un corto paseo de unos 10-15 minutos, llegamos al último de los espacios importantes que podemos visitar: el Generalife.



Situado sobre el Cerro del Sol, fuera de las murallas de la Alhambra, se trataba de una finca de recreo y descanso de los sultanes nazaríes, también utilizada para la explotación agrícola.




Actualmente podríamos decir que comprende un conjunto de jardines que aprovechan el desnivel del terreno con patios, miradores, terrazas, setos y canales de agua.


Se accede por el Auditorio del Generalife para después pasar a los Jardines bajos y de ahí al Patio de la Acequia, uno de los espacios principales.



Este patio, como ocurre con casi todo el Generalife, ha cambiado bastente durante dominio cristiano por lo que no es fácil saber cómo era en época nazarí. Lo que se mantiene intacto son las vistas que tenían tanto hacia parte de la ciudad como hacia La Alhambra, aunque por desgracia por la tarde ésta queda a contraluz.





El patio se encuentra cerrado al norte y al sur por dos pabellones, siendo el sur el de la entrada principal. Antiguamente era el más importante pero ahora su fachada está en mal estado.





El nombre viene como es obvio de la acequia central, con sus delicados surtidores en arco sobre la lámina de agua. 



En el pabellón norte hay varias estancias, antiguas alcobas, y destaca por sus arcos sobre columnas mocárabes ricamente decorados. A la derecha se sube al Patio del Ciprés de la Sultana, que era de todas las mujeres del sultán la primera en darle un heredero varón.



Del ciprés que le da nombre sólo queda el tronco sujeto con una cinta al muro. Su fama viene de que según la leyenda, en él se veían la esposa de Boadbil y un caballero abencerraje, que al ser pillados por el sultán desencadenó la muerte de los señores de esta tribu, degollados en la hoy Sala de los Abencerrajes del Palacio de los leones.



A través de una escalinata de piedra del siglo XIX con pórtico se llega a la parte alta de los jardines, jardines colgantes en los que encontramos desde simples huertas hasta bojes recortados o cipreses centenarios y desde los que vemos el Patio de la Acequia desde arriba y la Alhambra al fondo.



En estos jardines encontramos además la Escalera del Agua, supuestamente la más antigua del jardín, ya que existía en tiempos de los árabes. En ella las barandillas son canales de agua y dicen que es de las más bellas del recinto.

Y es que el Generalife es una zona para disfrutar del aire libre. Al contrario que en la Alhambra, hay pocas edificaciones, en general bastante más simples y sin exceso decorativo, lo que indica la tranquilidad y sosiego que buscaban los monarcas al retirarse a descansar entre sus jardines. 


Conviene disfrutar de ellos con calma, para después poner rumbo de nuevo a la Alhambra a través de verdes túneles y terminar el recorrido. Nosotros no tuvimos mucho tiempo porque se nos echaba encima la hora de cierre pero igualmente sentimos la paz reinante como buen broche final.



Antes de acabar la visita recomendamos encarecidamente pasar por el antiguo Convento de San Francisco, hoy Parador de Turismo de Granada, en el que encontramos un bonito jardín y la capilla donde estuvieron enterrados los Reyes Católicos antes de su traslado a la Capilla Real donde se encuentran a día de hoy.




Se puede acceder libremente a su jardín y a la capilla aunque no se esté hospedado en el Parador, que ronda los 200 € por habitación en temporada baja.


Información práctica sobre la Alhambra


Entrar al recinto de la Alhambra es gratuito, sólo hay que adquirir entrada para acceder a algunas zonas o edificios, por el resto se puede pasear libremente aunque es cierto que los espacios de pago son los más espectaculares y al menos una vez en la vida merece la pena visitarlo.

































Hasta aquí podemos llegar a pie, en unos 15 minutos desde Plaza Nueva, en taxi o en autobús desde la calle Pavaneras, junto a la Plaza Isabel la Católica. También se puede ir en coche particular aunque no desde el centro de Granada, hay que salir a la ronda sur y una vez allí dejarlo en uno de los parking de pago.

Si ya tenemos las entradas, lo que es altamente recomendable si nos queremos garantizar entrar a todo (en especial a los Palacios Nazaríes que tienen aforo reducido y son los más visitados), no tenemos que pasar por las taquillas, basta que estemos a la hora indicada en la entrada a los Palacios Nazaríes. Es muy importante ser puntual ya que se entra en tandas cada media hora y si no estamos a la hora indicada podemos perderlo. Aún así podemos pasar por el Pabellón de acceso a coger un mapa del recinto o por la Oficina de información próxima al Palacio de Carlos V.



Si se quiere hacer la visita por libre hay varios tipos de entrada que se pueden adquirir con antelación en su web (indispensable varias semanas antes en temporada alta). La entrada general, que incluye todos los espacios como la Alcazaba, los Palacios Nazaríes y el Generalife, tiene un precio de 14 € (más 0.85 € de gastos de gestión si se compra por internet). Pero hay muchas otras variantes, desde sólo Alcazaba, Generalife y jardines por 7 €, hasta otras nocturnas por 5 u 8 € en función de lo visitado.


El acceso al resto de espacios (Palacio de Carlos V, Museo de la alhambra o Baño de la Mezquita) es gratuito.
En la visita general diurna también se puede visitar el espacio del mes y todas las exposiciones temporales que organizan el Patronato de la Alhambra y el Generalife dentro del recinto son gratuitas.



También se puede escoger una visita guiada, dicen que la primera vez que se visita la Alhambra es recomendable o si nos hemos quedado sin entradas por libre puede ser una opción. Hay varias webs donde contratarlas y mucha variedad de precios (habitualmente a partir de 39 €), aquí os dejamos algunas pero no podemos recomendar porque no las hemos realizado:




El tiempo aproximado de la visita es de 3 horas pero se le puede dedicar todo el día. Nosotros, que no somos de entretenernos demasiado en monumentos o museos, estuvimos 4 horas y porque cerraban el recinto, sino probablemente habríamos estado más.




El horario diurno en invierno, del 15 de octubre al 31 de marzo, es de 8.30 a 18.00 h y en verano hasta las 20 horas. El nocturno varía según la época del año y la zona a visitar (más información aquí).



En los espacios cerrados no está permitido el uso de trípodes, flash ni palos selfies, así como llevar mochilas de más de 40x40 o carritos de bebé (hay unas consignas junto a los baños frente al Palacio de Carlos V donde dejarlo). Las de menor tamaño en los Palacios Nazaríes hay que llevarlas hacia delante. Tampoco se puede acceder al recinto con animales salvo perros guía acreditados y comer y beber sólo es posible en las zonas señalizadas. 






Hay servicio de audioguía disponible en varios idiomas que se puede alquilar por 6 € en el Pabellón de acceso o en la tienda del Palacio de Carlos V. También se puede descargar en el móvil la aplicación Alhambra y Generalife de la Junta de Andalucía y escucharla con nuestros auriculares. 




La descarga es gratuita pero se paga luego por el tipo de recorrido que se escoge (hay una opción de destacados gratuita que dura 15 minutos). El completo, que equivaldría a 3 horas de visita, son 2.99 € pero se pueden coger otros de menor precio. Nosotros cogimos la de 2 horas y aunque no está mal del todo tampoco nos pareció demasiado interesante.


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