Amanecía nuestro último día en los fiordos bastante nublado, había llovido algo durante la tarde - noche anterior y entre las previsiones meteorológicas no demasiado buenas y que tocaba día de regreso, el ánimo no estaba muy por las nubes. Sin embargo, el día fue mejor de lo esperado y hubo varios rincones que nos gustaron mucho pese a tratarse de un día de coche por la cantidad de kilómetros que teníamos que hacer hasta Bergen.
El resto del entorno que rodea el aparcamiento tampoco se queda atrás: cascadas que recorren paredes casi verticales, nieves perpetuas y verdes bosques de los que podemos disfrutar sin apenas ruidos ni presencia humana.
Del aparcamiento parte un camino que en pocos minutos nos lleva hasta el lago Brevatnet a los pies del glaciar. Aunque el tiempo no era el ideal, ya que estaba cubierto y hacía fresco (aunque no podíamos quejarnos con la suerte que habíamos tenido hasta entonces), disfrutamos mucho del paisaje, es realmente espectacular cómo se refleja el hielo y la montaña en el agua que hay a sus pies.
Para llegar hasta allí volvemos a la carretera 5 y unos kilómetros más adelante cogemos la desviación señalizada hacia el glaciar, cruzando el río Supphelleelvi. Recorriendo la carretera de gravilla se llega a un aparcamiento desde el que en pocos minutos alcanzamos la base del glaciar andando junto al río que allí se origina.
El Supphellebreen se alimenta del hielo y la nieve que van cayendo del Flatbreen, un glaciar a 400 metros por encima de él y que avanza a una velocidad de 2 metros al día. Anualmente caen unos 2 millones de toneladas de hielo, el equivalente a una capa de 230 metros de grosor del tamaño de un estadio de fútbol.
Desde aquí nuestro plan inicial era seguir por la carretera 5 hasta Sogndal, bordear el Sognefjorden cruzándolo hacia Vangsnes y de ahí continuar hacia el sur hasta Vossevangen y Bergen. Sin embargo, debido al cambio de planes forzoso de nuestro segundo día en los fiordos, ya habíamos recorrido esa zona, por lo que decidimos improvisar un poco y cambiar de ruta para explorar sitios nuevos.
Retrocediendo sobre nuestros pasos llegamos hasta Skei, donde enlazamos con la E39 que va bordeando el Jølstravatnet. Seguimos entre bosques y granjas hasta Moskog y ahí cogimos el desvío señalizado a Balestrand por la carretera 13. A partir de aquí recorremos un tramo de una de las 18 carreteras turísticas del país, Gaularfjellet. Inicialmente el paisaje apenas cambia y avanzamos entre árboles hasta llegar al lago Holsavatnet, donde las vistas se van abriendo cada vez más hasta dejarnos ver la otra orilla del lago y alguna que otra cascada.
La carretera, inaugurada en 1938, atraviesa el pueblo de Holsen, lo que nos permite pasar junto a su iglesia de madera blanca de 1861.
A la zona de Gaular y Forde se le llama el país de las cascadas ya que a lo largo del río Gaular podemos encontrar 29 saltos de agua de relativa importancia. La mayor concentración de ellas se encuentra en el tramo de la carretera 13 entre el pueblo de Viksdalen y el lago Myravatnet (en sentido a Voss), incluida la Likholefossen, famosa por su puente de acero.
Sin embargo seguir por allí hacia nuestro destino implicaba dar bastante rodeo y el día estaba bastante gris llovizneando a ratos, por lo que cogimos la carretera 610 hacia Sande, que también pertenece a la carretera turística nacional de Gaularfjellet. Avanzamos bordeando el lago Viksdalsvatnet hasta cruzar el puente que lo separa del Hestafjorden. Este paso nos deja unas vistas preciosas del lago y el fiordo y nos sorprende unos metros más adelante al aparecer entre árboles la iglesia de madera de Hestad de 1805. La entrada a la iglesia está nada más cruzar el puente y cuando nos quisimos dar cuenta nos la habíamos pasado y como más adelante no había sitio para parar el coche nos quedamos con el recuerdo fugaz visto desde la carretera, aunque verdaderamente merece una parada.
El barco llega a Ytre Oppedal y tras desembarcar, continuamos hacia Bergen por la E39. Como aún era pronto, al llegar al pueblo de Matre nos desviamos por la Fv381 hacia Bjordal para ver una cascada que salía señalada en el mapa de carreteras que llevábamos. Se trata de Hommelfossen, a unos 4 kilómetros de allí, y se ve bastante bien desde la carretera. Nosotros paramos en una entrada que había un poco más adelante que cruza el río Matreselva y llega hasta la estación eléctrica de Hommelfoss.
Desde ahí intentamos acercarnos a ella andando pero no encontramos ningún camino que nos permitiera llegar sin complicarnos demasiado. Hicimos un par de fotos por los alrededores y volvimos al coche.
Seguimos avanzando hacia el sur y a medida que nos íbamos acercando a Bergen íbamos dejando atrás los espectaculares paisajes de los fiordos y nos íbamos encontrando más civilización y menos naturaleza salvaje. Como teníamos tiempo, paramos en Ostereido en un supermercado Rema 1000 junto a la carretera para comprar algunas cosillas para cenar y desayunar el último día.
Nuestro alojamiento de esa noche era el camping Bratland, a unos 25 minutos al sureste de Bergen. Para llegar hasta allí fuimos enlazando la E39 con la E16 y la carretera 580, que pasa junto al camping. Nos costó un poco encontrarlo porque yendo desde el norte se puede llegar por caminos vecinales pero resulta bastante confuso, es mejor seguir por la carretera principal que pasa por su lado.
Aún era pronto cuando llegamos y nos daba pena dar por terminado el día, por lo que tras hacer el check-in nos acercamos a ver la Fantoft stavkirke, pese a que el tiempo seguía sin acompañar.
Se encuentra a unos 15 minutos del camping, a medio camino en dirección a Bergen, pero no se puede llegar hasta ella en coche, hay que dejarlo en uno de los aparcamientos que hay en la base de la colina en la que se encuentra y subir andando por caminos entre árboles. Nosotros aparcamos en Birkelundsbakken y tras un agradable paseo de menos de 10 minutos aparecimos frente a ella.
Esta espectacular iglesia de madera es por desgracia bastante reciente. Aunque estuvo en este mismo emplazamiento durante varios siglos la stavkirke de Fortun (construida en el año 1150 y trasladada en 1883), un terrible incendio la destruyó por completo en 1992. En su lugar se encuentra ahora una reconstrucción fiel del edifico original.
Entre el 15 de mayo y el 15 de septiembre se puede visitar de 10:30 a 18 horas por 55 NOK por persona. Cuando llegamos ya habían cerrado y estuvimos viéndola desde fuera y dando un paseo por los alrededores aprovechando que no llovía.
La cruz de piedra del exterior, conocida como Cruz de los deseos, fue traída por los peregrinos desde Jerusalén.
Después de varios minutos disfrutando del entorno y la tranquilidad reinante reemprendimos el camino de vuelta al coche a través del bosque.
Desde allí volvimos directamente al camping, donde tras una cena reparadora en la cocina del edificio principal, nos fuimos a descansar, por un lado cansados por todo lo que llevábamos a cuestas pero por otro con pena porque este viaje tan especial estuviese llegando a su fin.
Thanks! :)
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