domingo, 1 de septiembre de 2019

Día 3 Namibia (05/06): Namib NP (Dune 45, Sossusvlei, Big Daddy y Deadvlei)


Y llegó el gran día!! Habíamos puesto el despertador a las 5:45, ya que abren acceso al parque a las 6:30 y queríamos ir con tiempo para recoger y no ir tarde. Pero el primer percance surgió sin abandonar el camping. Hay que tener cuidado al salir porque no hay luz en la zona exterior y al ser noche cerrada cuesta ver los carteles indicativos (las luces de nuestro coche también eran bastante malas). Como el suelo es de arena si nos salimos un poco de la zona más pisada o nos equivocamos de camino es posible atascar. A nosotros nos pasó, elegimos el camino erróneo y sin saber cómo estábamos medio enterrados en la arena. Por suerte pudimos salir con un par de maniobras pero conviene tener cuidado.

Cuando llegamos a la puerta había ya 10-12 coches esperando y enseguida abrieron. Y aquí comprobamos que en Namibia es bastante habitual pinchar, ya que tuvimos que adelantar a unos chicos que se habían parado a cambiar una rueda.

El Namib-Naukluft National Park ocupa unos 23.000 kilómetros cuadrados de tierra árida y semiárida que engloban varias zonas de alto valor ecológico. 

Una vez dentro, sólo hay que seguir la carretera asfaltada. Son 60 km hasta el parking para vehículos sin 4x4 de Sossusvlei con un límite de velocidad de 60 km/h aunque nadie lo respeta, la gente va a 80 o 100 km/h. Nosotros no quisimos arriesgarnos por nuestro contrato de alquiler y nos iba adelantando todo el mundo. 



Los primeros kilómetros los hacemos a oscuras pero poco a poco se va viendo claridad y vamos descubriendo lo que nos rodea, ya con poca luz resulta impresionante. Es posible parar junto a la carretera en algunas zonas y de hecho vemos varias personas que lo hacen pero nosotros queríamos llegar a la Duna 45 a tiempo de ver salir el sol.

Esta duna recibe su  nombre por su localización, ya que está a 45 km de la entrada del parque y se tarda más o menos tres cuartos de hora en llegar a ella (cumpliendo los límites de velocidad). Además es una de a las que está permitido subir.


Por supuesto nuestro plan no tenía nada de original y cuando llegamos a su base entorno a las 7:15 ya había gente subiendo y camiones aparcados con guías preparando el desayuno para cuando bajaran.



A medida que subimos, aunque todavía no hay mucha luz, vamos ganando en vistas de los alrededores, todo de un color naranja intenso que nos cautiva totalmente.






En realidad para ver el amanecer no es necesario subir hasta arriba, las vistas son similares hacia donde sale el sol una vez ganada cierta altura, así que preferimos pararnos en un punto intermedio a disfrutar tranquilamente de esos momentos.






Hay que tener en cuenta que en el desierto la temperatura baja considerablemente por la noche, lo que unido al viento que suele haber en zonas altas hace que la sensación térmica sea bastante baja. Por eso no conviene olvidarse del abrigo, ya que sino la espera se nos puede hacer eterna.

El sol cruzó el horizonte sobre las 7:30 y pese a que quizá en sí el instante no sea tan determinante porque lo importante son las vistas y el entorno, es un momento bonito, en un lugar especial y alrededor del cual la luz se vuelve mágica.






Aunque había gente casi todo el rato no era agobiante, sólo había que tenerlo en cuenta para apartarse porque se avanza por la cresta de la duna y es estrecho. Si se prefiere disfrutar de la duna en más soledad probablemente por la tarde no haya tanta gente.



Aún así pudimos disfrutar del momento casi solos a media altura y hacer alguna foto de recuerdo.




Tras el momento del amanecer la mayoría de la gente comienza el descenso pero nosotros decidimos seguir hasta la cima, las vistas son muy chulas, la distancia no es muy grande y compensa. El desnivel total es de unos 180 metros desde su base.




Por el camino no paramos de hacer fotos, incluso las personas que normalmente rehuimos eran otro aliciente más por cómo se les veía a lo lejos como si fueran hormiguitas.



A medida que subíamos las vistas eran cada vez mejores, parecía un mar de arena todo tan inmenso y con ese color tan intenso, nunca habíamos visto nada igual.





Y sólo pensar que era así en todas direcciones y durante cientos de kilómetros resultaba estremecedor.


Nos hubiésemos quedado allí horas, las cámaras echaban humo, pero había que ir bajando si queríamos que no se nos hiciera muy tarde para disfrutar de Sossusvlei.

Para el descenso nos quitamos las zapatillas porque habíamos visto gente así y nos resultó mucho más cómodo aunque no teníamos claro si era muy seguro por si había algún insecto que nos pudiera picar. Nos dejamos los calcetines aunque no fueran a servir de mucho y en un momento dado nos los quitamos para sentir la arena fresquita bajo los pies, una arena con unos 5 millones de años de antigüedad proveniente del Kalahari. Para subir sin embargo no hay tanta diferencia porque, aunque es incómodo que se meta arena en las zapatillas, sin ellas se hunde más el pie.



Pero no habíamos acabado aún con las fotografías. Cualquier rincón ofrecía algo nuevo, magnético, que nos obligaba a parar.



Las ondas que crea el viento como si fueran olas, las manchas verdes de vida tratando de abrirse paso a través de la inerte arena, las huellas dejadas por animales o personas con fecha de caducidad...





















Y si creíamos que al llegar abajo habíamos acabado nos equivocábamos, a los pies de la duna algunos árboles aislados parecen fantasmas de otra época que captan nuestra atención como lo harían viejos espíritus.





No sabríamos quedarnos sólo con una, todas las imágenes que vimos en el rato que estuvimos en la Duna 45 son como postales de un álbum para enmarcar que recordaremos siempre.






Una vez en el coche recorrimos los 15 kilómetros restantes hacia Sossusvlei, disfrutando ahora sí con la luz del sol del entorno en el que nos encontrábamos. 




Este tramo sigue siendo de asfalto por lo que la conducción es muy cómoda y podemos deleitarnos con las vistas tranquilamente. 






Donde acaba el asfalto encontramos un amplio aparcamiento entre árboles, con mesas de picnic en sombra y aprovechamos para desayunar algo porque ya hacía más de 3 horas que nos habíamos levantado y había hambre. 




Allí hay también baños, muy limpios gracias a unas chicas que se encargan del mantenimiento y te ofrecen agua y jabón para lavarte las manos. Y en el otro extremo del aparcamiento está la caseta donde venden los tickets de los transfer (170 NAD/p). 

Desde este punto se puede ir caminando a Hiddenvlei pero son 2 km por arena al sol, lo que nos calculamos nos llevaría unas 2 horas entre ida, verlo y vuelta y lo descartamos.



Pero mientras estábamos por allí algo llamó nuestra atención: un orix! Dicen que hay en todo el Parque pero nosotros sólo habíamos visto uno a lo lejos la tarde anterior y nos llamó la atención verlo por allí cerca de la gente tan tranquilo.



Durante el desayuno decidimos que nos lanzaríamos a probar la conducción sobre arena, aún a riesgo de quedarnos atascados quisimos vivir la experiencia. José tiene práctica conduciendo 4x4 aunque no por arena y preparamos las ruedas bajándoles la presión tal y como nos habían indicado en la empresa de alquiler: con un palito que nos habían dado medíamos la presión y presionando con una llave la válvula de la rueda dejábamos salir el aire hasta que marcara 1.6 bar en lugar de los 2 que teníamos hasta entonces para conducir por asfalto.


Para nosotros era toda una aventura y cuando empezamos lo que encontramos fue que la arena está bastante pisada y compacta por lo que parecía relativamente fácil. Además llevábamos otro vehículo delante y lo seguíamos por donde él iba. 



Sin embargo luego sí que hay tramos más complicados donde hay que controlar ya que el coche se va para todos lados. Además el que llevábamos delante se paró antes de llegar y ya no podíamos seguir su rodada. Por momentos hay incluso varios caminos, lo que hace dudar y nos puede llevar a atascar.




Pese a todo lo conseguimos!! Gracias a José que estuvo muy hábil y consiguió solventar un par de momentos críticos. Aunque es cierto que pasan coches casi continuamente que nos pueden rescatar, creemos que si no se tiene experiencia ni hay especial ilusión en conducir por ahí lo más práctico es coger el transfer: no es muy caro, es cómodo, se va más tranquilo y es más rápido porque no hay que desinflar e inflar de nuevo las ruedas.


Llegamos al parking de Deadvlei alrededor de las 10 y confirmamos que el pico de gente es sobre esa hora como habíamos leído ya que se junta la gente que ha entrado más tarde al Parque, con los que hemos estado en la Duna 45 al amanecer y los que habían ido directos a Sossusvlei. No obstante al ser una zona tan grande no da para nada sensación de multitud y se pueden hacer fotos sin problema. 



Junto al aparcamiento hay un baño pero es una caseta de troncos y está bastante sucio ya que no tiene ningún mantenimiento. 



Desde el parking vemos que la gente toma varios caminos:
  • El de la derecha va directo a Deadvlei, es el que usamos nosotros a la vuelta.
  • En el centro está la gran duna de arena pero primero hay una duna más pequeña por lo que hay que subir y volver a bajar un poco antes de iniciar el ascenso definitivo la Big Daddy
  • A la izquierda se accede a la Big Daddy por otro vlei y luego se enlaza con la subida en el tramo final



Esta última opción es la que escogimos nosotros, siguiendo a otros grupos de gente, pero a posteriori vimos que era peor salvo que se quiera subir directo a la cumbre, ya que por este camino nos perdemos las vistas hacia las acacias secas de Deadvlei por un hueco intermedio que lo tapa.



En cambio cogiendo el camino central y subiendo la pequeña duna de delante se va viendo el Deadvlei y así podemos decidir sobre la marcha si queremos subir más o bajar al lago seco y volver.

Pese a todo cualquiera de las opciones tiene su atractivo, el entorno es impresionante, el color de la arena tan intenso y el contraste con las zonas bajas secas llama la atención.




Y a medida que subimos vamos ganando en vistas.




De camino atravesamos otro vlei y nos toca igualmente pasar una pequeña duna antes de afrontar el ascenso a la imponente Big Daddy.





Como queríamos ver Deadvlei desde lo alto, nos tocó subir bastante, hasta una especie de collado, y el esfuerzo de andar por la arena se iba notando, por cada 2 pasos hacia delante dábamos uno hacia atrás y cada vez costaba más. 



Sin embargo el esfuerzo tiene su recompensa y con la altura ganada la panorámica que se amplía. Big Daddy no es la duna más alta del país pero sí la accesible más alta de este área, con 325 metros, y subir por ella nos ofrece unas vistas privilegiadas del desierto que nos rodea. 




Lo que no nos pareció es que desde la cima fuera a haber vistas mucho mejores que desde donde nos encontrábamos y por eso decidimos bajar hacia Deadvlei, llevábamos ya 1 hora y media por allí, empezábamos a estar cansados y nos quedaban al menos otros 15 minutos para llegar arriba.




La gente que sube hasta arriba suele tirarse corriendo por la ladera aunque desde abajo impresiona por la fuerte pendiente. 




Nosotros hicimos nuestra propia versión para principiantes y lo cierto es que fue divertido. 





Llegamos a Deadvlei y aunque encontramos algún pequeño tronco en el suelo, la mayoría de las acacias están en el extremo opuesto, en la zona más próxima al aparcamiento, por lo que hay que andar unos minutos hasta allí. 




Un vlei no es un valle como mucha gente piensa, sino un lago que sólo en contadas ocasiones en la época de lluvias tiene agua. Durante la mayor parte del año, en temporada seca, el suelo contrasta con la arena por su color blanco, es duro y cuarteado, aunque esto hace más fácil caminar.

Era ya cerca del mediodía y se notaba mucho el calor pese a ser invierno, más en esta parte baja, lo que nos permitía ver algunos "espejismos".




Si solo se quiere ver los árboles no merece la pena hacer el recorrido que hicimos nosotros, es mejor ir directos a Deadvlei desde el aparcamiento por la parte baja puesto que se tarda tan sólo 15 minutos. 





No está permitido tocar las acacias, lo pone en unos carteles en la entrada aunque la gente no lo cumple. Además no es recomendable porque están muy secos y es fácil clavarse alguna astilla. A nosotros se nos olvidó por completo y pagué las consecuencias...




Otra duna famosa de la zona es la Big Mamma pero se encuentra hacia el otro lado de Deadvlei. También se puede subir a ella caminando pero es bastante más bajita y nosotros no fuimos. Preferimos dedicar el tiempo a deleitarnos con esta zona y teníamos alojamiento reservado para esa noche camino a Walvis Bay.





Aquí cualquiera se puede volver loco haciendo fotos en todas direcciones y pasar el día entero. 








Nosotros pese al calor estuvimos casi 1 hora, que unido a lo que habíamos tardado en subir por la duna hizo que en total dedicáramos a esta zona algo más de 3 horas. Si se quiere subir a la Big Daddy y hacer fotos tranquilamente de Deadvlei hay que calcular eso fácilmente.




También habíamos leído que era buena idea venir al amanecer nada más abren porque a veces se forma niebla, tiene que ser espectacular.




Aquí os dejamos algunas de las cientos de fotos que hicimos, nos resulta misión imposible seleccionar sólo unas pocas:









Pero el calor apretaba y había que ir regresando al coche si queríamos llegar con tiempo al alojamiento de esa noche, un camping que habíamos reservado a unos 130 km de Sesriem.






Para llegar hasta el aparcamiento, a unos 15 minutos a pie, hay que andar por la arena dejando a un lado algunos vleis más pequeños.






Además por el camino nos encontramos alguno de los curiosos habitantes del desierto. Parece mentira que aquí puedan sobrevivir animales como esta pequeña lagartija.



A medida que nos alejábamos, viendo lo que dejábamos atrás, nos dimos cuenta cuanta razón tenían todos los que habían escrito sobre este sitio, tanto Deadvlei como en conjunto el desierto del Namib nos habían dejado huella. 

Estábamos tan impresionados y absortos con el lugar que nos fuimos sin más y por lo que vimos después, se puede avanzar otros 400 metros desde allí para llegar a Sossusvlei, no a la zona que se suele llamar así sino a ese vlei en concreto. Allí hay otro parking y zona de picnic y está situado a los pies de la duna Big Mamma, a la que también se puede subir en unos 20 minutos. En la web Visiting Namibia hay más información al respecto, lástima haberla encontrado a la vuelta del viaje, pero la compartimos por si sirve para no repetir nuestro despiste, ya que es fácil encontrar mapas de esta zona.




La vuelta por la arena fue más divertida que la ida, superado el respeto inicial lo disfrutamos más y no atascamos, aunque volvió a haber algún que otro momento de tensión... 






Una vez en el aparcamiento principal hay que inflar las ruedas de nuevo para circular por el asfalto. Nos llevó unos 15 minutos entre sacar el compresor, conectarlo a la batería del coche, ir inflando cada rueda, comprobarlas todas porque el manómetro del aparato no funciona muy bien...




Finalmente emprendimos camino de vuelta a Sesriem y ahora con más calma que por la mañana disfrutamos de estos 60 km de carretera.






En aproximadamente 1 hora llegamos a la entrada del Parque, alrededor de las 14:00. Como era la hora de comer decidimos picar algo aprovechando la sombra de un árbol con un muro a su alrededor delante de la recepción y compramos en ella el voucher del Wifi (50$ por 300 mb) para contactar con la familia tras un par de días desaparecidos. Cuando lo compras te dan un papel con los datos de la red y la contraseña que tienes que meter en el móvil para conectarte y es posible acceder con varios dispositivos. Lo que no conseguimos saber es cuánto llevábamos gastado pero cuando nos fuimos más de una hora después seguía funcionando.

En la puerta de salida del parque hay que enseñar el papel del permiso pagado en recepción y anotan nuestros datos.

Finalmente habíamos dedicado medio día a la zona de la entrada del parque y otro medio largo a la Duna 45 y Deadvlei y creemos que fue un acierto, aunque nos quedó pendiente Sossusvlei y la Big Mamma, pero creemos que al ser similar si no se dispone de tiempo se puede prescindir de ello. Nosotros desde luego no quitaríamos nada y pudimos verlo con calma, aunque por supuesto si se dispone de más tiempo pasar aquí un par de noches, o una dentro y otra en las inmediaciones, sería lo ideal.

Ya sólo nos quedaba recorrer la distancia hasta el camping de esa noche, todo por pista de gravilla, a tramos mejor y otros peor, pero siempre con los consiguientes traqueteos y polvaredas y controlando la velocidad por lo que puediera pasar.







Aunque la mayor parte del recorrido era el mismo del día anterior en sentido contrario, era inevitable parar a hacer alguna foto, como a los nidos de los pájaros tejedores que ocupaban numerosos árboles.




Además nos encontramos un par de veces con un fenómeno curioso: una tolvanera. Son los típicos remolinos de polvo que se producen cuando aire caliente en superficie sube rápidamente y empieza a girar. Lo normal es que sean pequeñas y no duren mucho pero en ocasiones pueden prolongarse durante 20 minutos y alcanzar cientos de metros de altura. Aunque ya las habíamos visto más veces nunca lo habíamos podido grabar y en esta ocasión, aunque no era muy grande y fueron unos pocos segundos, lo conseguimos!





El sol iba bajando, los colores se volvían más intensos y cada pocos kilómetros veíamos algún animal, sobre todo orix, springboks y gallinas de Guinea. De hecho una de ellas se chocó contra el lateral del coche sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo.











También vimos zorros orejudos, unos cánidos de largas patas y enormes orejas que utilizan para localizar los pequeños insectos de los que se alimentan.










Ya en la pista rumbo a Walvis Bay, junto a la que se encontraba el camping a donde nos dirigíamos, vimos muchísimos orix y cebras en una zona que parecía una granja, ya que había un edificio en el terreno y éste estaba vallado.








A unos 20 km de llegar encontramos un coche volcado fuera de la carretera, destrozado. Era una pareja joven, estaban bien, con algún golpe pero nada para lo que podía haber sido. Paramos a ofrecerles ayuda pero ya habían contactado con su alojamiento de esa noche y les iban a buscar. Era un turismo convencional pero no sabían lo que había ocurrido. Lo cierto es que no era el peor tramo que pasamos, el de Sesriem a Solitaire estaba peor, pero vimos alguna piedra en medio de la pista que pudo ser el origen del accidente. En cualquier caso, tras estar con ellos unos minutos tuvimos que irnos porque se estaba haciendo de noche y aún nos quedaba un rato, no sin pensar en lo bien que hacíamos bien en extremar precauciones y conducir despacio porque en Namibia cualquier descuido en medio de la nada puede ser fatal.

El sol se ponía sobre las 18:15 y luego quedaban unos 20 minutos de luz pero al final ya ni parábamos a ver los animales intentando llegar antes de que fuera noche cerrada. 



El Rostock campsite está anunciado como el último restaurante antes de Walvis Bay, situado a 200 km. Lo malo es que la recepción está a 6 km del desvío de la carretera. Hay que ir hasta allí para hacer el check-in y allí te dan un mapa del recinto, y luego hay que retroceder casi hasta la entrada para ir a la zona de acampada, a 1 km. 



Son tan sólo 4 parcelas aunque bastante bien acondicionadas para estar donde están. Había 2 ocupadas con caravanas que estaban haciendo barbacoa en la zona común pero nosotros como era tarde decidimos cenar algo rápido: hamburguesas y arroz preparado. Sin embargo la cena tampoco fue demasiado tranquila ya que había infinidad de hormigas que se subían a los platos y para rematar  aparecieron un par de ratones en busca de comida. Pero era imposible borrar nuestra sonrisa con todo lo que habíamos vivido ese día. 



Aunque había una parcela aún disponible en este caso podíamos habernos quedado sin sitio de no haber reservado y al ser el único en unos cuantos kilómetros a la redonda fue todo un acierto hacerlo. El no reservar es quizá mejor en zonas con varias opciones de alojamiento, sobre todo si vamos justos de tiempo y no queremos llevarnos un susto y tener que andar a la carrera. 

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