Mostrando entradas con la etiqueta Foro Trajano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Foro Trajano. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de julio de 2015

3 días en Roma en mayo 2015 - Día 3 (Parte II)


Tras reponer fuerzas en el "Il Pastarito" y disfrutar un poco de la sobremesa al fresco gracias al aire acondicionado, nos dirigimos hacia el Coliseo.





Para ello bordeamos la piazza Venezia, pasando de nuevo junto al momumento a Vittorio Emanuele II, que ademas de por su espectacularidad es visitado por albergar el Museo del Risorgimiento, sobre la unificación italiana.





A continuación atravesamos el Foro de Trajano junto al que habíamos pasado el día anterior. Se construyó entre el año 107 y el 112 d.C, siendo pues el último de los foros imperiales de Roma y es además el más grande de la ciudad.






Hoy en día sólo quedan en pie la Columna trajana y parte de los Mercados de Trajano que se pueden visitar. Aunque están situados en un lateral del Foro, el acceso a ellos se realiza a través del Museo de los Foros imperiales en la Vía IV de Noviembre. La entrada cuesta 14 € salvo el primer domingo de mes que es gratuita y su horario es de 9.30 a 19.30.



En los pisos inferiores se encontraban las oficinas y los graneros y es posible pasear entre los antiguos puestos del mercado, disfrutando de algunas de las estructuras mejor conservados del Foro, y de hecho vimos varias personas por allí.





Al fondo se encuentra el Foro de Augusto, que junto con el de César y el de Trajano conforman los Foros imperiales, construidos por diversos emperadores ante el aumento de la población de la ciudad a medida que aumentaba su poder.



Dejamos atrás el Foro de Trajano en dirección al Coliseo recorriendo la Vía dei Fori Imperiali, una amplia avenida construida por Mussolini en 1932 tras derribar barrios medievales y torres renacentistas para llevar a cabo desfiles militares. De camino se pasa junto a una Oficina de información turística y en los alrededores encontramos obras para la ampliación de la red de metro de la ciudad, que avanza muy lentamente por la enorme cantidad de restos que se van encontrando en las excavaciones.

Esta avenida acaba en la Piazza del Coliseo, donde éste nos recibe con su cara más imponente.


En los alrededores del Coliseo abundan los vendedores ambulantes de baterías para móviles y palo-selfies y las personas vestidas de romanos, con los que te puedes hacer una foto por un "módico" precio. También hay algún puesto ambulantes de bebida y snacks y junto a la entrada del metro hay una fuente con agua fresca.

En la zona que veíamos de frente se sitúa la entrada principal, donde encontramos una pequeña fila para pasar el control de seguridad. El precio de la entrada es de 12 € más 2 € de gastos de gestión si se compran por internet, como fue nuestro caso, siendo los primeros domingos de mes gratuito, e incluye el acceso al Coliseo, Foro Romano y Palatino durante dos días desde su primer uso. A esas horas no había mucha gente así que podíamos haberlas cogido allí, pero ante la duda preferimos llevarlas compradas, tanto estas como las de los Museos Vaticanos, y vista la cola que encontramos en estos últimos acertamos de pleno. Con la Roma pass también se pueden evitar las colas de compra de entradas ya que incluye el acceso tanto el Coliseo como el cercano Foro Romano. El horario es de 8:30 hasta la puesta de sol.

Las visitas guiadas supongo que sí convendrá llevarlas reservadas. Las visitas individuales (las que no son para grupos), que pueden reunir hasta 40 personas, tienen un precio de 5 € y se pueden hacer en varios idiomas, entre ellos español. Duran 45 minutos y se hacen 6 veces al día. Hay también servicio de audioguía previo pago o la posibilidad de realizar una visita más completa por 9 € que incluye el subsuelo del Coliseo y subir a las gradas del tercer nivel ("Colosseum, underground and third ring tours"). Estas últimas duran una hora y cuarto y se realizan en español 3 veces al día (más info aquí). Habíamos leído en algunos blogs que estaban bastante bien, pero nos parecía algo caro y preferimos verlo a nuestro ritmo, ya que creímos que no nos iba a compensar mucho.

Una vez pasado el control de seguridad accedimos al recinto con la propia entrada que nos habían mandado por e-mail y que llevábamos impresa. Lo rodeamos por dentro de la planta baja hasta llegar al extremo opuesto donde subimos al primer nivel para terminar la vuelta completa.



El Coliseo se mandó construir en el año 72 d.C. por el emperador Vespasiano para acoger los populares juegos de gladiadores y luchas con fieras. Se construyó sobre el lago artificial del emperador Nerón, de hecho su nombre oficial era Anfiteatro Flavio pero popularmente se le conocía como Colosseum por su proximidad al coloso de Nerón.



Se trata de una gran obra de ingeniería, no sólo por sus dimensiones sino porque estaba diseñado de tal forma que los hasta 55.000 espectadores que entraban podían vaciar el recinto en menos de 10 minutos gracias a los 80 arcos de entrada y salida existentes. Además podía cubrirse con una gran carpa de lona para proteger del sol a espectadores y luchadores.


Sin embargo lo más espectacular del lugar era lo que se llevaba a cabo en su interior: luchas a muerte entre gladiadores, fieras o fieras y gladiadores. Tras su inauguración en el año 80 d.C, en los primeros 100 días de juegos murieron unos 5.000 animales. A los gladiadores a menudo se les perdonaba la vida ya que su entrenamiento era muy costoso. Sin embargo, esclavos y fieras no tenían la misma suerte. Por increíble que parezca estos juegos no fueron prohibidos hasta el año 523 d.C.



En el centro del recinto vemos una zona de ladrillos que se corresponde con las salas y jaulas donde esperaban su turno gladiadores y animales, que accedían a superficie con una serie de trampillas. Este entramado está semi cubierto con una tarima de madera que representa la que antiguamente se cubría con arena y que era rastrillada tras cada espectáculo para limpiarla. Esa zona inferior es la que se puede recorrer con la visita guiada "Underground and third ring tour".





Los bloques de mármol que actuaban como asientos en las gradas sólo se conservan en unas pocas zonas. Dependiendo de quién organizara los juegos se distribuían los espectadores según un complicado sistema de clases sociales.



Desde la zona norte de primera planta se tienen vistas de los restos del Templo de Venus y Roma y la torre de la Basílica de Santa Francesca Romana.



Por ahí bajamos a la planta baja donde se veía gente asomarse al recinto central. Allí hay una especie de balcón que permite ver mejor las entrañas de este impresionante lugar.

Aprovechamos para hacer varias fotos y descansar un poco sentados en unos muros cercanos. Desde esa perspectiva la sensación de inmensidad es total y resulta difícil imaginar cómo se sentirían los gladiadores allí abajo con todas las gradas repletas de gente jaleándoles. 



El estado en el que se encuentra actualmente el Coliseo es debido al saqueo al que estuvo sometido durante siglos. La decoración tallada y los enormes sillares fueron arrancados para usarlos en la construcción de la basílica de San Pedro y en otros palacios renacentistas. Afortunadamente en el siglo XVII, la expoliación acabó tras consagrar el edificio como iglesia el Papa Benedicto XIV. Desde hace un siglo se llevan a cabo importantes tareas de reconstrucción para mantenerlo en pie.




Aun impresionados por la visita, salimos del Coliseo dirección al Foro Romano y al Palatino, recorriendo un trozo de la empedrada Vía Sacra. Por aquí llegamos a una zona de tornos donde con la misma entrada del Coliseo podemos acceder al recinto.








Lo siguiente que encontramos es el Arco de Tito, construido para celebrar el saqueo de Jerusalén en el año 70 d.C.



A la izquierda del Arco de Tito se accede al Monte Palatino, la primera zona habitada de Roma, ya que allí se supone fueron hallados los gemelos Rómulo y Remo en la cueva del Lupercal. 

Nosotros dimos una vuelta por la zona tranquilamente, recorriendo lo que antaño fueron palacios que alojaron a acaudalados romanos como Cicerón o Marco Antonio. Entre ellos destacan la Domus Flavia y la Domus Augustana, la primera utilizada como zona pública o de representación y la segunda como residencia privada del emperador. Entre las dos se encuentra el Museo Palatino, que contiene una amplia colección de artefactos encontrados durante las excavaciones en los alrededores y que se puede visitar con el mismo horario que el resto del recinto.





Pasamos también junto a la Casa di Livia, el edificio mejor conservado del foro donde aún se ven restos de algunos frescos.



Terminando el recorrido circular nos acercamos a los Jardines Farnese (Orte Farnesiani). En el Renacimiento el cardenal Alejandro Farnesio compró la colina para transformarla en un entramado de jardines que actualmente ocupan el centro de la colina.



Desde ellos se tienen también una de las mejores vistas del Foro, que abarca desde el Coliseo, hasta la Piazza del Campidoglio.





Tras disfrutar de las vistas un rato y hacer las fotos de rigor, bajamos de nuevo hacia el Arco de Tito para recorrer el Foro Romano. Esta zona fue durante más de mil años el centro político, religioso y cívico de Roma, con templos, comercios, tribunales y amplias avenidas.



Una de las primeras ruinas que encontramos son las de la Basílica de Majencio y Constantino, del año 303 d.C. A su lado se sitúa el Templo de Rómulo, de forma circular y que conserva las puertas de bronce originales del año 309 d.C.

Se puede acceder a su interior y maravillarse con varias esculturas, sus paredes restauradas o la impresionante cúpula.




Frente al Templo de Rómulo se encuentra la Casa de las Vírgenes Vestales, con una columnata de estatuas en el patio y un templo circular. Allí se mantenía encendida la llama sagrada de Roma.



Como ya era media tarde, pese a no haber sombra en todo el recinto se nos hizo llevadero. Lo que sí había era bastante gente, como en el resto de lugares turísticos principales de la ciudad, incluidos grupos de escolares de distintas edades.





Siguiendo por la vía Sacra que es la avenida principal, encontramos a mano derecha el Templo de Antonino y Faustina, convertido en iglesia en el siglo XII, con fachada barroca bastante bien conservada.



A continuación se encuentran los restos de la Basílica Aemilia, edificio del siglo II a.C. donde los mercaderes se reunían para realizar las operaciones comerciales. Por último, pegando ya con los límites del Foro se encuentra la Curia Giulia o Cámara del Senado, que podía acoger hasta 200 senadores. Aunque el primer edificio se construyó en el siglo VII a.C, fue reconstruido tras sufrir varios incendios, siendo la última reconstrucción la llevada a cabo por el emperador Diocleciano en el 283 aC. De aquí son las puertas de bronce que hay actualmente en la Basílica de San Giovanni in Laterano.

En la zona central, a continuación de la Casa de las Vestas, vemos los restos de tres columnas acanaladas del Templo de Cástor y Pólux  y a su lado un sencillo tejado metálico señala el lugar donde se trajo el cadáver del gran César tras su muerte, el Templo de César.



Al final de la vía Sacra encontramos en la zona central una explanada con bases de columnas que es lo que queda de la Basilica Giulia, sede de los tribunales donde se juzgaban los casos civiles.



Tras ella 8 columnas jónicas nos recuerdan lo que fue el Templo de Saturno, construido originalmente en el 498 a.C. para albergar el Tesoro público o Aerarium, y que se convirtió en el templo más venerado del Foro. 



En el blog Diario de viaje de Kiana habíamos leído que cerca del Templo de Saturno se encontraba el Miliarium Aureum o Jalón de oro, que representa el kilómetro 0 del Imperio Romano ya que desde él se medían las distancias de los caminos principales. Por desgracia se nos olvidó buscarlo y nos quedamos sin hacerle foto.

Al fondo del Foro a la derecha se alza imponente el Arco Triunfal de Septimio Severo, construido en el año 203 d.C. para celebrar la victoria sobre los partos. Aun conserva parte de sus relieves con escenas bélicas. Frente a él la tribuna de los Rostra desde donde se realizaban los discursos públicos. A su lado se yergue la Colonna di Foca.






Detrás del Arco a mano derecha se encuentra la salida/entrada del recinto. Al salir encontramos de frente la iglesia de San Lucas y Santa Martina.









A continuación del Foro Romano se localiza la colina Capitolina en la que está la Piazza del Campidoglio, diseñada por Miguel Angel durante el Renacimiento. En ella se sitúan los Museos Capitolinos, que albergan la colección pública de esculturas más antigua del mundo, y la Iglesia de Santa María in Aracoeli, del siglo XII, que recibe al visitante con una larga escalinata. El actual Palazzo Senatorio en el extremo sur de la plaza tiene como origen el Tabularium, construido en el 78 a.C., que hacía las veces de archivo y registro, albergando aún hoy los archivos de la ciudad y la oficina del alcalde.

Nosotros notábamos el cansancio acumulado de no parar durante más de dos días y tras abandonar el Foro decidimos ir volviendo hacia el apartamento, parando de camino en alguna tienda a comprar recuerdos para la familia.

Tras descansar un rato salimos a cenar por los alrededores. Son varios los restaurantes que hay por la zona, cerca de Termini, y en la mayoría hay camareros fuera intentando captarte para entrar al suyo. Realmente ni a ellos ni a los vendedores de palo-selfie los íbamos a echar de menos...

Finalmente cenamos en el restaurante - pizzería "Est Est Est", había sitio dentro y se estaba bien de temperatura, ya que muchos de los sitios eran en terrazas en la acera y hacía bastante calor. La cena no estuvo mal aunque no fue nada del otro mundo y pagamos 52 € por los cuatro. Para bajar la cena dimos un pequeño paseo por los alrededores y no sentamos a tomar algo en una cafetería, para poder probar antes de irnos los famosos cafés romanos, aunque nos pusieron otro distinto al que habíamos pedido y al final resultó un poco chasco.

Nos fuimos a dormir cansados aunque contentos por todo lo que al final habíamos visto. Ya solo nos quedaban unas pocas horas en Roma antes de coger a mediodía los vuelos de regreso a España.



viernes, 3 de julio de 2015

3 días en Roma en mayo 2015 - Día 2 (Parte II)

En la segunda mitad del día recorrimos el otro márgen del río Tíber.



Tras disfrutar de la agradable comida en la terraza del Grazia e Graziella, continuamos con nuestro recorrido por el genuino barrio del Trastévere.

A la vuelta de la esquina se encuentra la basílica de Santa María in Trastévere en la plaza del mismo nombre. Tanto la iglesia como la plaza transmiten una gran tranquilidad pese a haber gente por todas partes, es una de las zonas más auténticas de Roma. Aunque fue reconstruida en el siglo XII, su origen está en el siglo III, por lo que se trata de uno de los templos más antiguos del cristianismo. El acceso es gratuito y conviene entrar aunque sea unos minutos para disfrutar de su belleza. Las columnas de granito de su nave proceden como en otros casos de las Termas de Caracalla, por lo que vamos entendiendo el aspecto desangelado de éstas últimas que observamos desde fuera el día anterior.



Fuera, la Piazza di Santa Maria in Trastévere, destaca como el corazón del barrio, y hay varias cafeterías y restaurantes al igual que en los alrededores.



La mayor parte del tiempo vamos siguiendo los recorridos que nos recomienda la guía "Roma, fin de semana" de National Geographic que llevamos con nosotros, como en este caso que continuamos recorriendo el barrio del Trastévere para después cruzar al otro margen del río a través de la Isola Tiberina.


Tras pasar junto a la iglesia de San Crisogono, llegamos a otro de los puntos destacados del barrio, la iglesia de Santa Cecilia, dedicada a la mártir del mismo nombre y que, aunque reformada en el siglo XII, conserva parte de su estructura del siglo IV. Está escondida tras un imponente pórtico que junto con el jardín de su parte frontal la convierten en un remanso de paz y tranquilidad.






Nos despedimos del barrio del Trastévere callejeando por sus calles empedradas que nos sorprenden con pequeñas plazas y casas repletas de flores.






Aunque implicaba dar un pequeño rodeo respecto a la ruta marcada en la guía, decidimos acercarnos a ver 2 de los lugares más curiosos de la ciudad: la Piazza dei Cavalieri di Malta, donde se encuentra una curiosa cerradura a través de la cual es posible ver la cúpula de la basílica de San Pedro y la Bocca della Veritá en la iglesia de Santa María in Cosmedin.


Sin embargo, la vuelta fue mayor de lo esperado, ya que al intentar hacerlo en el orden mencionado nos encontramos con que era imposible acceder a la plaza desde la zona del río por la que íbamos, cruzando el ponte Sublicio, y tuvimos que prácticamente deshacer todos nuestros pasos bajo un sol de justicia.





Como retrocediendo el camino andado llegamos casi hasta la Bocca della Veritá, nos acercamos a verla. Se encuentra en el pórtico de la iglesia de Santa María in Cosmedin, fácilmente reconocible por su alto campanario de base cuadrada, emplazada al lado de un cruce con muchísimo tráfico.



El tranquilo interior de la iglesia del siglo VI de acceso gratuito contrasta con el habitualmente concurrido pórtico en el que se encuentra la famosa Boca de la Verdad, donde se forman largas filas para hacerse una foto con ella tras dar un pequeño donativo. Aunque probablemente se tratara originalmente de una tapa de alcantarilla o desagüe decorativo, la leyenda cuenta que aquel que no es sincero al introducir su mano en la boca será mordido. Su historia se remonta a la Edad Media, pero la fama le llegó tras aparecer en la película "Vacaciones en Roma" protagonizada por Gregory Peck y Audrey Hepburn.
Cuando nosotros nos acercamos había algo de cola y tampoco teníamos mucho interés en comprobar la leyenda de primera mano, por lo que nos conformamos con verla desde fuera aprovechando para hacerla una foto entre turista y turista.



Desde allí nos dirigimos a la Piazza dei Cavalieri di Malta, situada sobre la colina del Aventino. Para llegar hasta allí pasamos junto a la explanada del Circo Máximo, donde estaban colocando lo necesario para celebrar el fin de semana siguiente la "Roma Race for the Cure", una carrera popular contra el cáncer de mama.




El Circo Massimo o Circus Maximus tiene su origen en el siglo VI aC. Se trataba de un enorme estadio al aire libre donde se realizaron pruebas deportivas como las carreras de cuádrigas durante cerca de 1000 años. Sus gradas tenían espacio para más de 250.000 espectadores aunque en la actualidad apenas quedan unos pocos restos de la estructura en la parte sur. Hoy en día se utiliza como parque público, zona de picnic y para albergar conciertos o eventos como el que encontramos.
Detrás de él se puede apreciar la colina del Palatino, que impide ver desde ahí el Coliseo.




Girando a nuestra derecha entramos de lleno en la colina del Aventino, una de las 7 que conforman Roma, salpicada de parques y calles arboladas, como la rosaleda que atravesamos nada más empezar a subir. Se trata de un pequeño oasis entre el caos circulatorio de los alrededores.


En lo alto de la colina encontramos el parque - naranjal Giardino degli Aranci, también conocido como Parco Savello por ser el antiguo jardín de una fortaleza del siglo XII perteneciente a la familia Savello. Ahora cuenta con fuentes, bancos y césped donde sentarse a descansar o donde poder jugar los niños con total tranquilidad. Durante la expansión del Imperio Romano se construyeron muchos palacios y jardines que se decoraban con plantas y árboles de todas partes del mundo. Así ocurrió también con los naranjos, pero para evitar la aparición de ladrones se creó una variedad que daba frutos muy amargos que resultaban incomestibles y que aun hoy se encuentran en muchos espacios públicos de Roma. 

Desde un balcón mirador situado al fondo del parque se distingue prácticamente toda la ciudad, desde el Vaticano hasta el monumento de Vittorio Emmanuelle. Aprovechamos para descansar un rato de la caminata que llevábamos y disfrutar de las vistas. A una chica la estaban grabando con una cámara de vídeo, no sabemos si sería de algún programa de televisión o quizá ni siquiera era conocida.





En la muralla exterior del parque encontramos esta peculiar fuente, que pertenece a la iglesia de Santa Sabina que se encuentra al lado, y que tiene bastante parecido con la Boca de la Verdad.





Sin embargo queríamos encontrar la curiosa cerradura sobre la que habíamos leído en distintos blogs y en la propia guía, así que nos dirigimos a la Piazza dei Cavalieri di Malta, a poca distancia de allí. Tardamos un poco en llegar ya que nos encontramos con una especie de rodaje, que nos hizo permanecer un rato esperando en silencio a que acabaran de trabajar.


Finalmente llegamos a la plaza, amurallada y rodeada de cipreses, donde un grupo de turistas esperaba para lo mismo que nosotros. Al fondo de la plaza se distingue la iglesia de Sant' Anselmo, del año 1900 y sede de monjes benedictinos (cantan gregoriano casi todas las tardes y domingos por la mañana).



El edificio principal de la plaza es el Priorato di Malta, una orden de caballería fundada en el año 1050 que sigue existiendo como organización de beneficiencia. Tanto la puerta del edificio, que no se puede visitar, como la plaza fueron diseñados por Gian Battista Piranesi en el siglo XVIII. Lo que atrae a tanta gente es mirar a través de la cerradura, ya que está realizado de tal forma que al fondo se ve la cúpula de San Pedro como si estuviera en un jardín. No se si se puede apreciar bien en la foto pero la verdad es que resulta muy curioso.


Desde allí nos toca regresar sobre nuestros pasos hasta la iglesia de Santa María in Cosmedin para dirigirnos a la isla Tiberina y al barrio judío.

Frente a la iglesia encontramos 2 pequeños templos que son de los más antiguos de la ciudad. El circular, Tempio di Ercole, data del siglo II a.C y se cree que estaba dedicado a Hércules. El tejado se ha añadido recientemente durante labores de restauración pero las columnas se conservan en buen estado. Detrás de él, o a su derecha desde la iglesia, está el Templo de Portunos, de planta rectangular. Está dedicado al dios de los graneros y los puertos. Su basamento es original y las columnas y el frontón se conservan sorprendentemente bien.




Conseguimos atravesar el caótico cruce y bordeando los templos llegamos junto al río Tíber. Desde allí tenemos una perspectiva mejor de la iglesia de Santa María in Cosmedin.




Cruzamos el río por el Ponte Palatino, desde donde se divisan los restos del Ponte Rotto, el que fue el primer puente de piedra de Roma.




Seguimos junto al margen del río Tíber hasta llegar al siguiente puente, el Ponte Cestio, que nos lleva hasta la Isola Tiberina, la isla habitada más pequeña del mundo y que tiene una curiosa forma similar a una barca.




En verano se celebran festivales y se instalan cervecerías y restaurantes en sus "playas".



En ella se alzan desde hace siglos una iglesia y un hospital, puesto que ya en el pasado se le atribuían propiedades curativas, habiendo existido antiguamente un templo a Esculapio, el dios griego de la medicina.



Cruzando a la otra margen del río por el Ponte Fabricio del año 62 a.C., el más antiguo de los conservados en Roma, llegamos al barrio judío, en el que vive todavía una de las comunidades judías más antiguas de Europa. 

Lo primero que encontramos a mano izquierda es la Sinagoga, construida tras la reunificación de Italia en 1904 como símbolo de libertad. Bajo el mando de la nueva república se derribaron los muros que por orden papal rodeaban desde 1556 el guetto (palabra procedente del veneciano y que en italiano no tiene connotación negativa). En su interior hay un museo al que se puede acceder pagando la entrada de 11 € que incluye además una visita guiada al templo. 





A mano derecha de donde nos encontrábamos la guía situaba el Teatro de Marcello, pero nosotros sólo veíamos un bloque de pisos. Para ver bien la fachada redondeada del popular teatro del siglo I a.C., que podía albergar a más de 20.000 espectadores, hay que acercarse a él por la Vía del Teatro di Marcello, al otro lado de los edificios. 

A este lado se encuentran sin embargo las ruinas del Portico d' Ottavia, por el que se accedía a una galería con columnas donde se exhibían estatuas traídas de Grecia. Nosotros estábamos algo cansados de todo el día caminando así que tras rodear la Sinagoga nos sentamos en una de las terrazas de la Vía del Pórtico de Ottavia. El entorno no era nada espectacular y las consumiciones nos salieron bastante caras, aunque suponemos que debía ser por la zona, ya que las cafeterías de alrededor parecían similares o incluso más caras. 

Tras descansar un rato continuamos callejeando por la judería hasta llegar a la pequeña Piazza Mattei, popular por su Fontana delle Tartarughe o Fuente de las Tortugas, que aunque ha sido recientemente restaurada fue diseñada por Giacomo della Porta en 1585. Los pequeños animales situados en la parte superior de la fuente llaman mucho la atención de turistas y curiosos.



Siguiendo de frente salimos del barrio judío para encontrarnos con el Largo di Torre Argentina, una plaza rodeada de tráfico en la que se halla un yacimiento arqueológico denominado Area Sacra dell'Argentina, con ruinas de 4 templos del siglo III a.C. que no se descubrieron hasta 1920 y que nos da una idea de la altura a la que se encontraban sus calles entonces.






Desde allí nos dirigimos a la Piazza Venezia por el Corso Vittorio Emanuele II, pasando junto a la Piazza Gesú donde se encuentra la iglesia jesuita Chiesa del Gesú del siglo XVI, que se puede visitar gratuitamente. Cuando nosotros llegamos ya estaban cerrando y aprovechamos para sentarnos un rato a tomar un batido en una heladería que hay enfrente y reponer fuerzas con cosas que habíamos cogido en un supermercado de paso.




Ya otra vez en marcha llegamos hasta la famosa Piazza Venezia, donde nos sorprendió encontrarnos en uno de sus extremos a un curioso guardia subido en una peana en medio de la marabunta de coches, que iba dirigiendo el tráfico a ritmo de silbato. Lo que no nos quedó muy claro es cómo conseguía llegar y salir de allí sin morir atropellado...



La plaza sorprende por la cantidad de tráfico que la atraviesa, no en vano se trata del centro de la red callejera de la ciudad desde 1881. Aunque lo que de verdad impacta es el Monumento a Victor Manuel, una enorme construcción de mármol que se sitúa en el extremo sur de la plaza. Esta obra, conocida como Il Vittoriano y dedicada al primer rey de Italia Vittorio Emanuele II de Saboya, fue inaugurada en 1911 y trataba de honrar la Italia recién unificada. Sin embargo su construcción levantó mucha polémica porque a ella se destinaron grandes sumas de dinero procedente de nuevos impuestos y se derribó parte de la colina Capitolina y barrios adyacentes. Los italianos le dan nombres despectivos como "la tarta nupcial" o "la máquina de escribir" y a los turistas no les suele gustar por el contraste que supone con el resto de monumentos históricos. Lo que no se puede negar es que resulta impresionante, con la enorme estatua ecuestre del rey presidiéndolo (el caballo albergó en su interior una cena para 12 personas) y la columnata de la parte superior. A nosotros nos llamó mucho la atención y nos gustó por ser algo diferente. En el primer escalón se encuentra además la Tumba del Soldado Desconocido. 


Habíamos leído que se podía acceder gratuitamente a un mirador desde el que había buenas vistas de la ciudad subiendo 196 escalones, y pagando 7 € en ascensor a otro en la parte superior. Como ya era tarde y estábamos cansados nos conformamos con estar un rato haciendo fotos desde el centro de la plaza, disfrutando de la luz del atardecer que le daba un encanto especial.

Ya en dirección al apartamento para descansar un rato antes de salir a cenar, pasamos junto a los restos del Foro de Trajano. 





En uno de sus extremos se encuentra la Columna Trajana, de 38 metros de altura y creada para celebrar la victoria de Trajano sobre Dacia. Los restos del emperador descansan en su base. A su lado, la iglesia de Santa María de Loreto.







Desde allí volvimos al apartamento tranquilamente para descansar un poco antes de salir a cenar. No sabíamos muy bien dónde ir esa noche, pero para aprovechar a ver iluminado uno de los lugares más famosos de Roma decidimos acercarnos a la zona de la Fontana di Trevi.

De camino nos encontramos de nuevo con sorpresas en cada rincón, en forma de fuentes, esculturas o edificios monumentales como el Palacio del Quirinal, construido durante el Renacimiento y en la actualidad residencia del Presidente de la República.





Sin embargo nuestra ilusión se transformó en decepción al llegar a la archiconocida Fontana di Trevi; tras una larga caminata nos la encontramos en obras, con andamios en sus laterales, mamparas de cristal en la parte frontal y por supuesto sin agua. Ya era algo tarde y no nos quedó más remedio que buscar un sitio por allí donde cenar, al menos es una zona bastante animada y con multitud de restaurantes, cafeterías y heladerías. Finalmente cenamos en la Hostaria Trevi, a pocos pasos de la Fontana, en un terraza en la calle. Aunque no fue caro la comida no fue nada del otro mundo, podríamos decir que fue de los peores sitios donde comimos durante el viaje.



Pese a tratarse de una calle bastante estrecha, con terrazas y multitud de gente paseando, vimos pasar varios coches, furgonetas e incluso un camión de la basura, que se veían en serios apuros para avanzar sin llevarse nada por delante.

Tras la cena volvimos tranquilamente al apartamento con muchas ganas de coger la cama y descansar de la que fue la jornada más intensa del viaje.