sábado, 27 de agosto de 2016

Día 6 viaje a Suiza (6/07): recorrido por los puertos de montaña de Grimselpass, Furkapass y Sustenpass


Comenzamos el nuevo día contentos al ver que el tiempo había cambiado y, aunque aún quedaban algunas nubes, parecía que disfrutaríamos de otro día soleado. 

Habíamos decidido ver la zona de Grimselpass para después bajar de nuevo hasta Gletsch y seguir con el recorrido de los 3 puertos hacia Furkapass y Sustenpass, descartando visitar la zona entre donde nos encontrábamos e Innerkirtchen porque de tener que dejar algo era la que creíamos que tendríamos menos cosas de interés.



Así que nos dirigimos al hotel Alpenrösli, enfrente del cual está la carretera Grimselwelt Panorama, por la que sólo se permite la circulación en un único sentido y para controlarlo un semáforo regula el paso. Es gratuita y el semáforo se abre durante 10 minutos a las horas en punto en Grimselpass y a las y media en el embalse Oberaarsee, donde acaba la carretera.


Desayunamos mientras esperábamos a que se abriera el semáforo sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar. Pero el camino resultó ser espectacular desde el minuto uno, con el añadido de que por esta parte el tiempo estaba bastante mejor.

La carretera es en general estrecha, pero sobra espacio para el paso de un vehículo y cuenta con algunos apartaderos desde los que hacer fotos de las impresionantes vistas.




Al fondo se veía el glaciar Unteraargletscher en el que nace el río Aare, represado en el Grimselsee y cuya presa se encuentra en el propio puerto, ya en el lado del cantón bernés.



Las montañas a nuestro alrededor rondan en muchos casos los 3.000 metros de altitud, como el pico Brünberg o el Brandlammhorn, superando los 4.000 m al fondo del valle glaciar con el pico Schreckhorn.




Sobre las 8:15 llegamos al final de la carretera en el embalse Oberaarsee. Un poco antes está el aparcamiento del refugio y restaurante Berghaus Oberaarsee, abierto de julio a octubre.






Sin embargo, el aparcamiento principal, una explanada donde también se puede pernoctar (de hecho había varias furgonetas y caravanas), está junto a la presa.



Paseamos un rato por encima de la presa disfrutando de la tranquilidad y las impresionantes vistas a 2.300 metros.




La crestería de la izquierda del embalse (Aargrat) marca la divisoria entre los cantones del Valais y de Berna, perteneciendo a este último el embalse. En esta zona todos los nombres están relacionados con el Aare u Oberaar: al fondo se distingue el glaciar Oberaargletscher y el pico Oberaarhorn, de 3.629 metros de altitud.



Al primero de ellos se puede llegar caminando desde el aparcamiento en 1 hora y 10 minutos, siguiendo el sendero señalizado con líneas blancas y rojas que bordea el embalse. En la web de Grimselwelt se pueden ver rutas recomendadas por esta zona y por la del Sustenpass, e incluso pedir el envío de un mapa por correo.




Regresamos al coche a tiempo de iniciar el camino de vuelta con el semáforo en verde (entre y media y menos veinte) y como sabíamos que no se tardaba demasiado en llegar al otro lado nos tomamos la vuelta con más calma parando un par de veces a disfrutar del entorno.





















La carretera la abren habitualmente entre junio y julio, según la nieve que haya, y es que pudimos comprobar lo cerca que estaba. Sí que conviene tener cuidado al circular aunque en principio no haya vehículos en sentido contrario, ya que en ocasiones podemos encontrar algún rezagados o gente caminando o en bicicleta.




Ya de vuelta en el puerto de Grimsel lo abandonamos rumbo al siguiente destino, el Furkapass, no sin antes detenernos brevemente en la curiosa escultura que hay junto al cartel del puerto, muestra de que esta zona es muy frecuentada por motoristas.



Bajamos el puerto dejando atrás las curvas que tanto nos habían impresionado la tarde anterior y preparándonos para las que estaban por llegar.




Nos gustó mucho esta zona superior del valle de Goms por la que discurre el río Ródano poco después de nacer en el glaciar del mismo nombre. Es una zona muy verde, rodeada de montañas de 3.000 metros y con un día como el que teníamos resultaba espectacular.




Iniciamos el ascenso al puerto de Furka entre paredes de granito surcadas por glaciares y cascadas.




En una de las últimas curvas de herradura de la subida, donde se encuentra el Hotel Belvedere, hicimos una breve parada.









Desde allí hay muy buenas vistas del valle que acabábamos de remontar y el de Muttbach que surge a su derecha, con el glaciar Muttgletscher y el pico Muttenhörner al fondo (3.099 m).




Junto a la pequeña zona de aparcamiento de la curva hay una tienda de recuerdos que se puede cruzar para ver el glaciar Rhonegletscher, donde nace el río del mismo nombre, principal afluente del Lago Leman.



Entre las 8 y las 18 horas es posible visitar una cueva excavada dentro de este glaciar, uno de los más grandes de los Alpes. Las entradas se compran en la tienda y cuestan 7 CHF por persona. Por desgracia, como ocurre con otros muchos glaciares en Europa, el Rhonegletscher ha disminuido considerablemente su tamaño en los últimos años, perdiendo desde 1850 dos tercios de su volumen permanente y reduciéndose su espesor entre 5 y 7 metros al año. Para frenar su desaparición, el Ministerio de Medioambiente suizo ha decidido cubrirlo con mantas, lo que dicen reduce la fusión del hielo en un 70 %.


La tienda de recuerdos cuenta también con WC de pago (1 CHF) y con un montón de cosas curiosas dentro y fuera, como este pequeño molino en su exterior.


Nosotros preferimos seguir viaje y ahorrar un poco, ya que en Suiza hay tantas cosas que ver, la mayoría de pago, que teníamos que descartar muchas si queríamos cumplir con el presupuesto y tener tiempo de ver lo máximo posible. A los pocos minutos alcanzamos el punto alto del Furkapass, a 2.436 metros de altitud, otro furgoperfecto donde encontramos caravanas y furgonetas pasando la noche. Es además la divisoria entre los cantones del Valais y de Uri.




Si se quiere evitar este puerto, existe la posibilidad de coger el Autoverlad Furka, un tren para coches que, atravesando un túnel de 15,4 kilómetros, permite ir de Oberwald a Realp en 15 minutos. Se puede utilizar todo el año desde 27 CHF por coche y trayecto con frecuencia horaria o semi-horaria según el día de la semana y la época del año.



Iniciamos el descenso hacia Andermatt disfrutando del entorno y en especial de las caudalosas cascadas que encontrábamos junto a la carretera. Hay varios apartaderos donde parar a hacer fotos o para dejar el coche y hacer alguna ruta, ya que en general es una zona con muchas opciones y muy frecuentada por senderistas.



De hecho, una ruta muy interesante que habíamos descubierto en los relatos de EvaV es acercarse a conocer el nacimiento del Rin, a pocos kilómetros de allí. Desde Andermatt se subiría al Oberalpass, otro puerto de montaña en el que hay una réplica del faro de Rotterdarm donde desemboca el Rin a 1.300 km de allí, y ahí mismo se inicia la ruta al lago Tomasee donde nace este río y que tiene una duración de unas 4 horas ida y vuelta.


Nosotros por desgracia no podíamos dedicar mediodía a hacer la ruta si queríamos llegar a dormir a Lauterbrunnen para subir al día siguiente al Jungfraujoch, lo que habíamos decidido al ver que el pronóstico meteorológico era el mejor de varios días. Seguimos por tanto hacia nuestra siguiente visita del día, el lago Göscheneralpsee, cruzándonos con un par de trenes durante el camino.



Para llegar hasta el embalse hay que salirse de la carretera 19 en Göschenen, dirección a Göscheneralp, está señalizado. Se tarda unos 20 minutos por una carretera de montaña que pasa junto a un camping y varios alojamientos y restaurantes. También es posible subir en autobús, la línea 411 llega hasta el mismo embalse desde el pueblo, y es muy curiosa la bocina musical que usa frecuentemente y que se nos quedó grabada para el resto del viaje.




La carretera acaba en un aparcamiento de pago (1 hora = 1 CHF), que incluye una zona asfaltada y un par de explanadas de gravilla. Los primeros 45 minutos de parking son gratis y junto a la barrera encontramos un restaurante y servicios gratuitos.




A la presa se sube andando en 5 minutos. Aprovechamos para dar un paseo por ella y disfrutar del buen tiempo y las vistas del glaciar Dammagletscher al otro lado del lago.





Es una zona muy agradable y tranquila, del estilo a otros que habíamos visto esos días. 







También son bonitas las vistas hacia el valle y desde aquí podemos ver el restaurante Berggasthaus Dammagletscher, junto al primer aparcamiento.


La presa de piedra escalonada está cubierta de hierba y flores, lo que la hace integrarse mucho más en el entorno.



Reemprendimos el camino de vuelta con intención de parar a picar algo en alguno de los apartaderos de la carretera que habíamos visto durante la subida. Lástima que había algunas avispas que impidieron que disfrutáramos del momento todo lo tranquilos que nos hubiera gustado, pero por lo demás el entorno era espectacular y muy tranquilo.


Después de comer tocaba poner rumbo al último puerto del día, el Sustenpass. Para ello regresamos a Göschenen y en Wassen nos desviamos por la carretera 11, pasando por debajo de grandes puentes de piedra de la línea de ferrocarril de San Gotardo.





Desde Wassen hay unos 18 km hasta el Sustenpass, durante los que paramos en varias ocasiones a fotografiar el entorno nevado.








Destacaba el puntiagudo Wendenhor, de 3.023 metros, que dejamos según subíamos a mano derecha.



A la izquierda en cambio el protagonista era el Stucklistock, más alto (3.313 m) pero de forma menos imponente, que destacaba por el glaciar situado a sus pies.




Paramos en un pequeño mirador junto a la carretera y en ese momento descubrimos algo que, pese a la cantidad de horas que pasamos mirando al cielo en nuestro trabajo, nunca habíamos visto hasta entonces: un halo solar doble.



Desde este mirador teníamos buenas vistas tanto del valle de Meiental que estábamos remontando como de la crestería que marcaba la divisoria entre el cantón de Uri en el que nos encontrábamos y el de Berna al que estábamos a punto de entrar.




Llegando arriba hay que cruzar un túnel que separa los dos cantones. En el otro lado encontramos un aparcamiento grande, un restaurante y refugio y la señal del puerto, que señala los 2.224 metros de altitud del paso en el interior del túnel, su punto más alto, e inaugurado en 1945.






Tras la parada, iniciamos el descenso viendo abajo el Steinsee.


Durante la bajada pasamos junto a alguna cascada para poco después llegar a un amplio aparcamiento junto al hotel-restaurante Alpin Center Sustenpass.



Aquí cogimos una carretera estrecha pero asfaltada que nos llevaba al glaciar Steingletscher. Al empezarla hay un parquímetro que indica que hay que sacar un ticket por 5 CHF/día para circular y poder aparcar en los distintos aparcamientos por los que se pasa. Si se quiere pasar la noche y estar más de un día son 1 CHF más por día extra. Aunque pasaron un par de coches sin pagar preferimos ir a lo seguro y cogimos el ticket. Luego no vimos mucho control en los aparcamientos pero mejor ir por lo legal que llevarse luego una multa. También se puede ir andando, pero son casi 3 km de subida por lo que se tarda un rato.

Lo cierto es que no nos arrepentimos nada de pagarlo porque el lugar merece mucho la pena. Casi desde el principio estuvimos rodeados de nieve y ríos que surgen de los glaciares, encontrándonos incluso varios grupos de militares suizos que estaban de maniobras con caballos por la zona .



Pasamos junto a varios aparcamientos pero seguimos hasta donde acaba la carretera, en una explanada grande de gravilla. Desde allí se pueden realizar rutas o simplemente disfrutar del entorno y los glaciares cercanos.





Nosotros quisimos acercarnos un poco hacia la lengua de 2,8 km del glaciar Steinlimigletscher siguiendo un sendero que va hacia allí entre las piedras.



Por desgracia, como en otros muchos casos, el glaciar ha retrocedido considerablemente en los últimos años (casi 1 km en la última década) y llegar hasta el hielo implica un buen rato de caminata, por lo que andamos un poco hasta que el camino dejaba de estar tan claro y nos dimos la vuelta.




El lugar era espectacular y, aunque el cielo estaba un poco nublado, no hacía demasiado frío, por lo que, aprovechando que eran las 2, preparamos todo para comer.





Después de la suculenta comida (un rico plato de arroz negro y alguna lata de conservas), no quisimos perder la oportunidad de hacernos alguna foto más para recordar cuando acabara el viaje los lugares increíbles en los que habíamos estado.



De vuelta hacia la carretera principal paramos unos minutos junto al lago Steinsee donde tenían los camiones los militares y detrás del cual se encuentra el famoso glaciar Steingletscher, con una longitud de 4 km en 2005. Por lo que hemos visto en la web GLAMOS, en la que se puede seguir la evolución de los glaciares suizos monitorizados, éste ha retrocedido menos que su vecino, "sólo" 150 metros en los últimos 10 años.










Una vez retomamos la carretera 11, terminamos de bajar el puerto recorriendo el valle de Gadmental y poniendo rumbo a nuestro último destino del día, el lago Engstlensee


Pasado Nessental cogemos una desviación a mano derecha y a los pocos kilómetros encontramos un paso con barrera junto a una cafetería. Aunque la barrera se abre automáticamente hay que pagar la tasa de 8 CHF y sino se hace a la ida, a la vuelta salen a pedirla. A partir de aquí son 9 bonitos kilómetros recorriendo un valle de prados verdes, riachuelos, vacas y paredes verticales surcadas por cascadas.






La carretera acaba en un aparcamiento junto al hotel Engstlenalp, a donde también llega la línea 163 de autobús desde Innertkirchen. Resulta curioso que en Suiza hay autobuses a casi cualquier lugar, incluídos embalses situados al final de profundos valles.






Junto al parking hay también un restaurante y un refugio, con alguno de los edificios de estilo suizo. Desde el aparcamiento hay unos 15 minutos andando al lago, que está a 1.581 metros de altitud.








Bordeamos el lago por su parte más cercana hasta llegar a un pequeño embarcadero junto a una cabaña. Es un lugar muy bonito y tranquilo, aún con varios grupos o parejas descansando o andando por la zona.



En los días despejados se ve al fondo el pico Titlis, de 3.229 metros, pero nosotros sólo pudimos verlo parcialmente durante algún claro.



Pero aún nos quedaba llegar hasta donde pasaríamos la noche, Lauterbrunnen, por lo que teníamos que reemprender el viaje. Aún así fuimos disfrutando de este precioso valle todo el camino de vuelta sin borrarse la sonrisa de nuestras caras.




Llegamos a Lauterbrunnen alrededor de las 6 de la tarde y tras dar varias vueltas para aclarar algunas dudas sobre el plan del día siguiente en la oficina de turismo y la estación de tren, nos dirigimos a buscar camping donde dormir. Habíamos leído que el Camping Schutzenbach era el más barato de la zona, pero tras verlos desde el coche nos convenció más el Camping Jungfrau. Resultó ser todo un acierto, tanto por la zona en la que está, a los pies de la cascada Staubbachfall, como por sus instalaciones y el trato recibido, ya que nos solventaron todas las dudas que teníamos e incluso nos gestionaron los billetes de forma rápida, amable y buscando el mejor precio.


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