sábado, 3 de diciembre de 2016

Días 12 y 13 Viaje a Suiza (12 y 13/07): Cervinia, Col du Petit Saint Bernard y vuelta a casa


Tal y como esperábamos, el día amaneció igual de cubierto que la jornada anterior. Pudimos desayunar y recoger sin mucho problema pero a medida que subíamos hacia Cervinia, nuestra primera parada, la cosa se iba complicando y no hacía presagiar nada bueno.


Sin embargo tuvimos suerte, ya que al menos nos dio tiempo a dar un pequeño paseo por el pequeño pueblo/estación de Breuil-Cervinia. Aparcamos en un aparcamiento grande gratuito que hay antes de entrar al pueblo a mano izquierda.




Desde allí ya veíamos la nieve pese al mal tiempo, intuyendo los impresionantes glaciares que unos días antes veíamos desde lo alto del Klein Matterhorn. No en vano, el dominio esquiable de esta zona es impresionante, conectándose al de Zermatt y con una pista de 22 km de larga desde el punto más alto de Plateau Rosa hasta Valtournenche.





Por desgracia el pueblo, situado a 2.006 metros de altitud, no es nada del otro mundo, al menos después de los que habíamos estado viendo por Suiza, pero ya que estábamos allí no podíamos irnos sin callejear un poco.





Tiene algunos rincones y casas de madera bonitos, pero como ya habíamos empezado a notar el día anterior, el cambio de país se notaba en el cuidado y mimo de los sitios y aquí todo parecía tener menos encanto y estar más descuidado. Se trata además de un pueblo que vive del turismo, principalmente el invernal por su estación de esquí y tampoco cabe esperar mucho más.



Pero no nos íbamos a librar de la lluvia tan fácilmente, y a los pocos minutos comenzó a llover por lo que visto lo principal del pueblo decidimos regresar al coche. Iniciamos el descenso por el valle disfrutando de las vistas que nos dejaba el mal tiempo, con nubes bajas enganchadas en la montaña y verdes bosques entre los que se dejaban ver tímidamente algunos pueblos.



Nosotros lo descartamos por el tiempo pero esta zona tiene un montón de lugares para visitar y caminar, destacando entre ellos el lago Goillet y el lago Bleu.

Habíamos pensado dividir el camino de vuelta a casa en dos jornadas de viaje, ya que aún contábamos con días de vacaciones y así se haría más llevadero y podríamos descubrir nuevos lugares. Para ello habíamos decidido pasar a Francia por el Col du Petit-Saint-Bernard, recorriendo el valle de Aosta de este a oeste, y de ahí ir bajando hacia el sur.



Una vez pasada la ciudad de Aosta la carretera se vuelve de nuevo más alpina y encontramos varios pueblos y edificios históricos como castillos e iglesias que llaman nuestra atención. Pero hay uno que lo hace especialmente, el castillo de Saint-Pierre. Aunque no teníamos intención de dedicarle mucho tiempo, fue inevitable parar en un aparcamiento junto a la carretera SS26 por la que íbamos para hacerle unas fotos.



El castillo, situado sobre una colina, tiene su aspecto actual desde el siglo XIX pero sus orígenes se remontan al siglo XII. Desde 1985 alberga el Museo de ciencias naturales regional pero se encuentra cerrado al público por restauración. 



Y no sólo encontramos maravillas culturales, sino que a medida que la carretera se iba estrechando nos sorprendió también alguna natural, como la Cascada de Lenteney, situada junto a la carretera y con un pequeño aparcamiento a sus pies, cruzando por un puente el río Dora Bàltea.



Siguiendo el curso del río llegamos a Pre' Saint Didier, donde nos desviamos para iniciar el ascenso al Col du Petit Saint Bernard y por ahí cruzar a Francia en lugar de hacerlo por el túnel de peaje del Mont Blanc.



A pesar del mal tiempo se nota que estamos recorriendo unos parajes impresionantes, las vistas son espectaculares y disfrutamos mucho de todo el recorrido. Pasamos junto al bonito lago Verney aunque el tiempo no invita mucho a parar.



Poco después llegamos al alto del puerto que marca la divisoria con Francia, a 2.188 metros y donde apenas encontramos algún edificio y un monumento dedicado a San Bernardo.



Iniciamos el descenso y a los pocos minutos encontramos un mirador desde el que hay unas vistas impresionantes del valle que se abre a nuestros pies, con la población de Bourg-Saint-Maurice al fondo, hacia donde nos dirigimos.



Desde allí vemos también montañas entorno a los 3.000 metros de altitud, que acogen  a sus pies multitud de estaciones de esquí como Arc 2000, Tignes o Val d'Isère.



A la entrada de Bourg-Saint-Maurice encontramos un McDonald's, que siempre viene bien por el wifi gratuito, y un par de hipermercados, Intermarché y Super U, donde paramos a comprar pan para la cena.

Como el día seguía sin mejorar decidimos comer en un restaurante por allí, y tras mirar un poco nos decantamos por el Auberge de Rochefort, en la propia carretera de acceso al pueblo. Ofrecían buffet libre de entrantes y postres con un plato principal fijo por 14,50 €. No estuvo mal, aunque tampoco fue ninguna maravilla y la oferta del buffet no era nada variada.

Ese día ya sólo nos quedaba hacer kilómetros rumbo a casa con la idea de no dejar demasiados para el día siguiente. Habíamos decidido hacer noche en la zona del Parque Natural del Vercors, en concreto en el furgoperfecto de Léoncel. Se trata de un pueblo muy pequeño, de apenas 60 habitantes y a casi 1.000 metros de altitud, en el que destaca su Abadía cisterciense del siglo XII.

El furgoperfecto es un aparcamiento a la entrada del pueblo que cuenta con baños gratuitos en buenas condiciones y abiertos por la noche. No hacía muy bueno y no pudimos disfrutar mucho de la zona, pero pasamos una noche tranquila y el sitio es totalmente recomendable.




A la mañana siguiente quisimos aprovechar que la lluvia nos daba una tregua, aunque no tanto el frío, para dar un paseo por el Parque Natural.





Subimos hasta Le Grand Echaillon, a unos 4 km de allí y 1.200 metros de altitud, y dejamos el coche junto al albergue/bar del mismo nombre. Esta zona, que en invierno se convierte en estación de esquí nórdico, es ideal para realizar rutas a pie o en bici a través de sus bosques. Nosotros dimos un paseo de alrededor de una hora y volvimos al coche para seguir con el viaje de vuelta.



El resto del día fuimos alternando autopistas con nacionales para descubrir un poco el paisaje de la zona y que no se nos hiciera tan monótono, parando a comer en un área de servicio de la autopista, que como habíamos visto a la ida están en general bastante bien.

Y cosa de la casualidad o el destino, después de llevar todo el viaje pensando en el Tour de Francia que no habíamos podido ver por coincidirnos mal las fechas y pasando por varios puertos de Suiza que recorrerían en esa edición, llegamos al pueblo de Montagnac y encontramos la carretera cortada. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que justo pasaban por allí los corredores y aunque no podríamos disfrutarlos mucho al ser una zona llana donde pasarían a toda velocidad, decidimos quedarnos a esperarlos y disfrutar del ambientazo que se vive en Francia con este evento y de la última sorpresa que nos deparaba este espectacular viaje a Suiza que recordaremos siempre.


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