jueves, 3 de septiembre de 2020

Día 2 Roadtrip Galicia (24/09): costa lucense, faros y pueblos con encanto

El segundo día del viaje nos despertamos pronto para regresar a la Playa de las Catedrales y disfrutarla con menos gente. 


La bajamar casi coincidía con el amanecer así que teníamos tiempo para recorrerla con calma. Aunque enseguida empezó a llegar gente nada comparado a la tarde del día anterior y nos gustó mucho verla así, creemos que el sitio bien merece el madrugón.


A esas horas no hay control de acceso y el parking estaba medio vacío. Dimos un paseo por ella y por la parte alta y seguimos camino.


Nuestro siguiente objetivo del día era la localidad de Mondoñedo, por lo que seguimos por la carretera nacional casi hasta Foz, disfrutando de las vistas sobre su ría, y ahí podemos enlazar con la autovía A8 hacia el sur o seguir por la nacional.

En realidad Mondoñedo no estaba inicialmente en nuestro planning pero unos amigos nos dijeron que no podíamos pasar cerca y no probar la tarta de Mondoñedo de O Rei das Tartas. Como el desvío no era de mucho kilómetros para allá que nos fuimos y lo cierto es que la localidad en sí misma merece una visita. 


En la actualidad hay varios locales de El rey de las tartas en distintos puntos de Galicia, aunque los principales son el que hay junto a la N-634 en el polígono de Mondoñedo (al que fuimos nosotros) y los del centro de la localidad.


 
Ciertamente el sitio es peculiar pero las tartas están ricas, nosotros pedimos una porción de la de Mondoñedo (a base de hojaldre, cabello de ángel y almendra) y otra de Santiago y aunque no somos muy de tartas, sin ser algo excepcional, nos gustaron las 2. Cada porción cuesta 3 €.




Una vez en Mondoñedo conviene buscar aparcamiento en las afueras, ya que el centro es de calles estrechas con zonas peatonales. En este mapa de la localidad se pueden ver varias opciones de parking.

Mondoñedo, cuya historia está muy ligada a la de su diócesis, fue una de las 7 capitales históricas del Reino de Galicia y antigua provincia (Galicia cantábrica) hasta el siglo XIX, lo que nos da idea de su importancia a nivel cultural. Además por aquí pasa uno de los Caminos de Santiago, el Camino del Norte.

Está incluido en el listado de los "Pueblos más bonitos de España" lo que en parte se debe a su compacto casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1985 y se organiza entorno a la Plaza de la Catedral. En él conviven edificios monumentales como iglesias, palacios o conventos, con viviendas de granito y pizarra y huertas urbanas.


En esta plaza hay otra de las cafeterías del Rei das Tartas y nosotros compramos tomates y una empanada riquísimos en una pequeña tienda con productos locales en la esquina superior derecha (Delicatessen Merce). A la vuelta de la esquina encontramos además la Oficina de Turismo, alojada en el antiguo Ayuntamiento.



La Catedral Basílica da Asunción preside imponente el espacio desde el siglo XIII. En 1902 fue declarada Monumento nacional y en 2015 Patrimonio mundial. 


Desde ella se puede acceder al museo catedralicio y diocesano y en el edificio anexo encontramos el Palacio Episcopal, residencia de los obispos desde que se constituye como sede de la Diócesis, aunque a día de hoy poco queda de la edificación primitiva debido al incendio que sufrió en 1527 y a las  reformas llevadas a cabo en el siglo XVIII.




Saliendo de la Plaza de la Catedral encontramos en una esquina la Fonte Vella (Fuente vieja). Se construyó en 1548 gracias al obispo Diego de Soto ya que la anterior a modo de balsa no era adecuada para abastecer a la población. Frente a ella se encuentra la casa natal del escritor Álvaro Cunqueiro.




A escasos 10 minutos de la Catedral hacia el Sureste está el Barrio de los Molinos, en el que varios canales que cogen agua del río Validañares abastecían molinos utilizados por numerosos artesanos (ceramistas, forjadores, molineros, etc). 




No en vano a este barrio también se le conoce como el de los artesanos y hoy en día se están recuperando algunos talleres.



Merece la pena perderse un rato recorriendo sus calles y paseando por sus canales, no es muy grande ni quizá nos ofrezca las típicas fotos que encontramos en Instagram pero así resulta aún más auténtico.



Aquí encontramos también sobre el río Valiñadares, el Ponte do Pasatempo o de Ruzos, de origen medieval y un solo arco. Está construido sobre un Camino Real y es una de las antiguas vías de tránsito hacia la ciudad.


Cuenta la leyenda que sobre este puente los canónigos de la Catedral entretuvieron a la mujer de D.Pedro Pardo de Cela (noble de finales de siglo XV) que traía un indulto de los Reyes Católicos para su marido, preso en la Ciudad a la espera de ser ajusticiado. Al entretenerla aquí, ésta no consiguió llegar a tiempo de entregarlo, por lo que fue ejecutado en la Plaza de la Catedral.




De vuelta al casco antiguo pasamos por el Seminario conciliar de Santa Catalina, un edificio enorme con mucha historia ya que es el tercero más antiguo de España. Su edificio actual es del siglo XVIII.




Terminamos el paseo en la Praza do Concello, donde se sitúa el Palacio del siglo XVIII que acoge el Ayuntamiento actual, pero hay otros puntos de interés como el Centro de interpretación del camino del norte o la Alameda de los Remedios, delimitada por el antiguo hospital de San Pablo y el Santuario de la Virgen de los remedios.


Sin embargo nuestro objetivo principal para esos días era recorrer la mariña lucense, por lo que una vez conocido Mondoñedo y su tarta, deshicimos nuestros pasos y regresamos a la carretera de la costa (N-642).

Y que mejor manera de conocer tierra costera que a través de sus faros. Nuestra primera parada fue en el de Punta Atalaia en San Cibrao y nos recibió con sus mejores galas, iluminado por los rayos del sol ante un fondo tormentoso.



El primer faro fue construido aquí en el 1864 pero posteriormente se reformó en los años veinte, con una torre ligeramente cónica. En la actualidad en cambio consta de dos torres: una primitiva junto al edificio principal y otra más alta blanca con una franja negra bajo el primero de los balcones. 


En sus alrededores hay un mirador y un área recreativa desde donde observar los Farallons, tres islas incluidas en la Relación de Espacios Naturales.


Hacia el Oeste en cambio la cercana planta de procesado de aluminio Alcoa, famosa por su habitual aparición en telediarios, ocupa gran parte del paisaje. 



La siguiente parada fue el Faro de Punta Roncadoira, que fue autorizado en 1974 para ayudar en la entrada a la ría de Viveiro tras un elevado número de naufragios. Sin embargo, no entró en funcionamiento hasta 12 años más tarde.








Desde él se tiene una buena panorámica de las islas Coelleira, Sarón, Farillón y los imponentes acantilados de Estaca de Bares, el siguiente faro hacia el Oeste.




Y como la cosa iba de faros, no podíamos dejarnos justo ese, el más famoso por estar en el cabo más septentrional de la España peninsular.



De camino pasamos por Viveiro y nos sorprendió su bonita ría y en particular la playa de Covas, con el fotogénico islote Insua frente a la costa.



Siguiendo la carretera de la costa nos tocan curvas, subir, bajar... pero esto a veces también tiene su recompensa. Y nosotros la encontramos en forma de mirador con mesas donde comernos el arroz que nos había sobrado el día anterior en Rinlo y amablemente nos habían puesto para llevar y que nos supo a gloria.




Desde este mirador de San Román se puede contemplar la entrada a la Ría de Viveiro que bordea por el Este la costa de Xove (donde está el faro de Punta Roncadoiro) y por el Oeste la Punta Socastro conocida como Fució do Porco por su forma de hocico de cerdo.


Y lo bueno de viajar en furgo es que normalmente no tienes que ceñirte a un plan y horarios, por lo que cuando al pasar el pueblo de Vicedo encontramos la Praia de Arealonga decidimos parar a dar un paseo y reposar la comida. Es una playa muy tranquila y agradable, nada explotada, con árboles a pie de costa y formaciones rocosas al fondo. 



Pasamos por el pueblo de O Barqueiro que nos pareció bonito aunque no nos detuvimos ya que nos quedaba poco para llegar a Estaca de Bares.


La torre del faro más septentrional de España tiene una altura de 33 metros con una luz con alcance de 25 millas náuticas y está en funcionamiento desde el 1 de septiembre 1850. En 1939 se instaló un radiofaro que funcionó hasta 1998 cuando se instaló la estación actual.




Aunque el entorno es impresionante, no en vano desde aquí hasta la frontera con Portugal se extiende la costa más recortada del litoral español, quizá teníamos las expectativas un poco altas y nos esperábamos algo más. Alguno de los otros faros nos sorprendió más, tanto por el faro en sí como por el entorno, ya que aquí los alrededores son zonas bastante peladas.

 

No llegamos al extremo final pero sí que quisimos caminar por la zona más septentrional de nuestro país (salvo por el islote de Estaquín de Sigüelos que está un poco más al norte). Resulta chocante pensar que hacia el norte sólo haya agua hasta Reino Unido.



El último faro del día en cambio sí que nos dejó sin palabras, aunque no es para menos con la ubicación privilegiada en la que se sitúa. Ya sólo llegar hasta él por la carretera desde Cariño es entretenido y encontramos algunas cabras por el camino.




El cabo de Ortegal, en el que se sitúa el faro del mismo nombre (el segundo más septentrional tras el de Estaca de Bares), constituye el límite occidental del golfo de Vizcaya y es así la divisoria simbólica entre el Oceáno atlántico y el mar Cantábrico. 


Este faro fue bastante más tardío que sus vecinos, comenzando a funcionar en 1984.



Como no podía ser de otra manera las vistas desde aquí son espectaculares. Hacia la derecha la ría de Ortigueira con tramos acantilados y de arenales, asomando al fondo el cabo de Estaca de Bares (cuando le deja la bruma).



Hacia la izquierda los acantilados ganan altura con la Punta do Limo en primer plano y detrás Vixía Hebeira, el acantilado costero más alto de España y de la Europa continental con 613 m.


De frente encontramos los Aguillóns, 3 afilados peñascos donde los percebeiros se juegan la vida para conseguir este cotizado manjar.



Pero aún nos quedaban horas de sol y decidimos seguir explorando la costa. Además habíamos visto como posible lugar de pernocta un furgoperfecto en San Andrés de Texido y allí nos dirigimos. 


Subimos por la carretera que recorre la Sierra de Capelada, con pinar en las zonas bajas pero desprovista de vegetación en las altas y ocupada ahora por hileras de molinos para aprovechar el más que habitual viento en la zona. Nosotros llegamos a ella retrocediendo hasta Cariño pero por lo que vimos hay acceso desde cerca del Cabo Ortegal.


Paramos en el mirador de Cantís de Vixía de Herbeira para disfrutar de las vistas de la costa ártabra desde una curiosa construcción de piedra.



Abajo en la lejana orilla sólo se ve el color blanco de la espuma que forman las olas al impactar contra las rocas.




Poco después llegamos a San Andrés de Teixido. Aunque el sitio para pernoctar, un parking a la entrada del pueblo, no nos convenció porque estaba bastante inclinado, decidimos visitar el pueblo igualmente antes de seguir viaje. 


De entrada lo primero que encontramos al empezar a recorrer el pueblo es que es claramente un lugar muy turístico, lleno de puestos de venta con recuerdos y comestibles, entre los que destacan los “sanandreses” y los ramilletes de la “herba de namorar”. Los primeros son unas figuritas de pan cocido pintadas con colores, que representan diversos motivos relacionados con el santo, como su barca o la sardina que comió durante el viaje, y que, aseguran las vendedoras, protegen el lugar en el que se guardan. La “herba de namorar”, también denominada clavel marino, valoran sus poderes mágicos en cuestiones de amores.

Y la explicación de esta popularidad está, además de por la singularidad del pueblo y su bonito entorno, porque aquí se sitúa el templo del Santo André, segundo santuario de Galicia tras Santiago de Compostela. 


Aunque el edificio tiene su origen en el siglo XII, la iglesia gótico-barroca data de los siglos XVI y XVIII y sólo conserva de la anterior la puerta del muro norte y algunas pinturas murales. El acceso a su interior es gratuito.



Según cuenta la leyenda, San Andrés, uno de los 12 apóstoles, llegó navegando hasta los acantilados próximos donde volcó su embarcación, que quedó convertida en un peñasco conocido como "La barca de San Andrés". Como nadie le prestó ayuda recibió de Dios la promesa de que tendría un santuario y una romería hasta el fin del mundo, donde, vivos o muertos, acudirían todos los mortales. De ahí el famoso refrán "A San Andrés va de muerto quien no fue de vivo", porque consideran que si no vas en vida tendrás que ir como sea cuando tu alma se libere.



La tradición consiste en una serie de rituales, como llevar una piedra que se deposita en uno de los milladoiros (pequeños montones de piedra) de la zona. De esta manera, cuando llegue el día del Juicio final, Dios sabrá que estuviste aquí. Hay que beber también de La Fuente de los tres Caños, situada en la parte baja del pueblo (se llega en pocos minutos desde el santuario) y pedir un deseo a San Andrés  echando al pilón un pequeño trozo de pan de manera que si flota el deseo se hará realidad.



Dejamos atrás el pueblo y sus leyendas y seguimos rumbo al oeste, pero antes de abandonar la zona encontramos el Miradoiro dos Carris, donde convergen los caminos de peregrinos que van a San Andrés provenientes de Cedeira y Reboredo. Además del mirador, con bonitas vistas de la costa, encontramos un cruceiro de piedra del siglo XIX y una pequeña área recreativa. Y como no, algunos milladoiros de los peregrinos que por aquí pasan.




Ya en busca de un lugar donde pasar la noche con las últimos ratos de luz pasamos por la localidad de Cedeira, ya más grande y con todos los servicios. 



Aunque habíamos visto aquí un furgoperfecto junto al paseo marítimo está junto a varios edificios de viviendas y preferimos buscar un sitio más apartado y natural. Acabamos en el aparcamiento de la playa de Villarube, donde, aunque no en soledad ya que había varias furgos y autocaravanas, disfrutamos de un bonito atardecer junto a la ría das Mestas.







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