martes, 18 de agosto de 2020

Día 1 Roadtrip Galicia (23/09): Rinlo y Playa de las Catedrales

Galicia era otro de los destinos nacionales a los que le teníamos ganas hace tiempo, yo había estado con mis padres de niña pero no me acordaba mucho y José no lo conocía así que nos pareció perfecto para un último viaje con nuestra pequeña Partner. Escogimos finales de septiembre, tratando de escapar de calor y aglomeraciones, y sin un plan definido para allá que nos fuimos.

La idea inicial era combinar mar y montaña y ya que íbamos desde Cantabria empezaríamos por la costa. 



Nuestra primera parada fue Rinlo, un pequeño pueblo marinero que nació al abrigo de la costa. Es, junto con Ribadeo, el único puerto histórico del municipio y su dedicación al mar se documenta ya en tiempos medievales.


Aún conserva el urbanismo tradicional de calles estrechas y viviendas de colores, alternado con casas con huerta donde encontramos hórreos gallegos, diferentes de los vecinos asturianos. 





Pero si hay algo que da fama a esta localidad costera es la calidad de su marisco, especialmente la langosta. En 1901 se obtuvo aquí la primera autorización para una cetaria, a la que seguirían otras dos para el cultivo de la langosta y el centollo. 


Las cetarias necesitan de lugares concretos para su instalación ya que tienen que ser espacios abiertos en la costa pero protegidos y si nos acercamos al mar en nuestro paseo por la localidad podemos conocer una.




Nosotros llegamos al mediodía y fuimos directamente a comer. Habíamos leído buenas críticas del restaurante Porto de Rinlo y de camino llamamos para reservar, era entre semana y no hubo problema. La verdad es que lo recomendamos totalmente, aún nos acordamos del arroz caldoso con bogavante que comimos como uno de los platos más ricos que hemos probado. En total pagamos 46 € por el arroz y las bebidas, en línea con el precio habitual por lo que vimos y para nosotros mereció la pena. Lo único que tuvimos que esperar una media hora a que el arroz estuviese listo.



Por la tarde pusimos rumbo al Este y ya cerca de Ribadeo visitamos el Faro de Illa Pancha.




Al menos desde el siglo XVI hay constancia de la existencia del Torrín, una construcción situada en tierra firme cuya función era ayudar a las naves que entraban en la ría de Ribadeo. Sin embargo, el progresivo deterior y la creación de un sistema estatal de señalización marítima en el siglo XIX hicieron que fuera sustituido por el faro que actualmente vemos en la isla.


Aunque comenzó a funcionar en 1859, los primeros años los fareros tenían que cruzar en barca o colgados de un cable ya que el puente que conecta la isla con el continente tardó algún tiempo en acabarse. 


Aunque fue mejorando su capacidad técnica, en 1984 dejó de funcionar al entrar en servicio la nueva torre construida a su lado. 



Para ese día habíamos reservado entrada a la archifamosa Playa de las Catedrales, en parte la responsable de que el destino vacacional escogido fuera Galicia. 

En esta web podemos informarnos más sobre el lugar, historia, condiciones de acceso, mareas... Y es que para poder disfrutar de la playa tenemos que hacer coincidir nuestra visita con las horas de bajamar, cuando las aguas se retiran y nos permiten caminar entre las rocas y sus caprichosas formas.

Nosotros aún teníamos un rato hasta ella por lo que decidimos ir recorriendo la carretera de la costa y parando en alguna de sus playas. Son unas playas que merece la pena visitar, están muy cerquita unas de otras, son bastante más tranquilas que la Playa de las Catedrales y también tienen atractivos. Se pueden ir recorriendo en coche o caminando siguiendo un sendero por la costa. Además tienen WC y parking gratuito y algunas áreas recreativas.



La primera que vimos fue la Praia dos castros, en la que también encontramos arcos y cavidades aunque de menor tamaño.



Y es que sólo pasear por la arena y disfrutar de la fuerza del mar es relajante y perturbador al mismo tiempo.






La siguiente playa, a pocos metros de la anterior, es la Praia das Illas, que destaca por sus moles rocosas.





A continuación está la playa de Esteiro y por último llegamos a la de As Catedrais o las Catedrales.


La reserva para entrar a la playa (la zona superior se puede recorrer aunque sin abandonar los caminos habilitados) se realiza en la web oficial de la Xunta de Galicia, donde también podemos consultar las condiciones actualizadas como ahora con la situación de COVID-19. En temporada alta (verano, puentes y Semana Santa) conviene reservar con tiempo ya que las plazas son limitadas. Se debe elegir el día y número de personas aportando sus datos (nombre, apellidos y DNI).


Al llegar allí hay personal en los accesos controlando que se lleve la entrada correspondiente (en papel o en el móvil, funciona con código QR) y documento identificativo de los visitantes.


Esta playa está situada en la parroquia de A Devesa, perteneciente al Ayuntamiento de Ribadeo. La forma más habitual de llegar hasta ella es tomando la salida 516 hacia Reinante / Rinlo en la A8 hasta una rotonda desde la que en 1 km encontramos la Playa de las Catedrales. Durante el verano, en Ribadeo opera una línea especial de autobús que conecta el centro de la villa con la playa con 4 servicios diarios. También se puede acceder en tren de Feve, con apeaderos en Esteiro y Reinante, aproximadamente a 1-2 km de la playa.

 
En uno de los aparcamientos está permitido la pernocta de autocaravanas, aunque suponemos que en temporada alta se llenará rápido. Nosotros sólo lo usamos para aparcar el rato que estuvimos allí ya que hacía mucho viento y nos fuimos a otro sitio a dormir. Más información en la web de Park4night.

Para bajar hasta la arena hay varios accesos a través de escaleras, aunque el principal está junto al parking y un restaurante. Hay también WC pero es de pago (0,50 €).


Una vez accedemos al arenal, es mejor dirigirnos a mano derecha según bajamos las escaleras. En esta zona es donde se encuentran los grandes arcos, es la última en quedar al descubierto y la primera en anegarse cuando comienza a subir la marea.





Los acantilados formados por la acción erosiva del mar son impresionantes, superándose en algunos puntos los 30 metros de altura. Y es en el fondo de la playa donde encontramos quizá los más imponentes o al menos los más fotogénicos con sus sucesivas formas arqueadas.




Hay junto a ellos incluso un espacio casi cerrado al que se accede por una especie de puerta y que parece una especie de circo romano.





Sin embargo merece mucho la pena recorrer la playa en su totalidad, con sus 1.400 metros de longitud (en marea baja), admirando las grietas, socavones y galerías que encontramos a nuestro paso.





Como norma general es recomendable llegar con dos horas de antelación a la bajamar, pero hay tiempo de sobra para recorrerla entera hasta 2 horas después, lo que nos da un total de 4 horas.




Nosotros aprovechamos todo el tiempo que pudimos por allí, entre hacer fotos, recorrerla y simplemente disfrutar del efecto hipnótico del mar se nos pasó el tiempo volando!


También merece la pena pasear por la parte superior, recorriendo una serie de miradores desde donde podemos disfrutar de buenas vistas de la costa de la Mariña Lucense. 




Se pueden recorrer fácilmente hacia el oeste, ya que hay varias pasarelas de madera. Hacia el otro lado es más complicado acceder y de hecho hay carteles de prohibido el paso por la costa, se puede intentar llegar por la carretera y luego campo a través pero tampoco merece demasiado la pena. 




Hay que tener en cuenta que los vientos aquí pueden ser muy fuertes, damos fe de ello, y no conviene acercarse al borde del acantilado para evitar que una racha nos tire.


Dependiendo de la hora del día y el estado del cielo cambian las tonalidades, así que nosotros decidimos regresar a la mañana siguiente aprovechando que dormíamos por la zona. 


Y aquí os dejamos un resumen de nuestras mejores fotos de la Playa de las Catedrales, esperamos que os gusten!








Para pasar la noche escogimos el furgoperfecto del Mirador de Santa Cruz. Aunque nuestra idea inicial era dormir en la costa, hacía demasiado viento y nos pareció poco prudente. En este alto, donde hay merendero, ermita, parque e incluso chiringuito (que nosotros encontramos cerrado), y que está bastante nivelado estuvimos muy tranquilos, resguardados con los árboles, aunque aún así se notaba el viento. Además es un excelente mirador de la ría de Ribadeo, que hace de frontera natural entre Asturias y Galicia y es reserva de la Biosfera por la UNESCO.



Aunque nosotros no visitamos la localidad, puede ser una buena puerta de entrada si se viene desde la comunidad vecina.

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