domingo, 13 de agosto de 2023

Majaelrayo, Robleluengo y Campillo de Ranas


Si se llega a los Pueblos Negros desde el Norte por el puerto de la Quesera como fue nuestro caso, se puede parar a ver la Cascada de la Matilla, situada a pocos metros de la carretera. 

Más que una cascada podríamos decir que es un salto de agua formado gracias a una especie de represa con piedras de pizarra y que da lugar a un bonito rincón, tranquilo y con mucho encanto. 




Otra opción es llegar caminando desde Robleluengo en una agradable ruta de unos 5 km ida y vuelta pasando por el Molino de Majaelrayo (más información y track en la web Caminos de Guadalajara)


Y además si vamos con peques es un buen sitio donde pasar un rato divertido, a la sombra, jugando con el agua o buscando piedras y palos. 


Majaelrayo

Majaelrayo es quizá uno de los pueblos más conocidos aunque es también el más alejado si se visita la zona desde el Sur. Quizá por eso ha sabido conservar muy bien su esencia y parece casi inalterado.

En general en casi todos los pueblos de esta comarca encontramos aparcamientos a la entrada del pueblo donde dejar nuestros vehículos de forma gratuita, bien asfaltados o de gravilla, ya que el acceso a no residentes suele estar prohibido y aunque no sea así para evitar molestias a los vecinos.  

En el caso de Majaelrayo hay una pequeña explanada asfaltada frente al cementerio, a 5 minutos caminando del centro, y se puede pernoctar si se viaja en furgoneta o autocaravana, aunque está ligeramente inclinada. 

A partir de ahí lo mejor es caminar sin rumbo por sus calles y disfrutar de la tranquilidad de estos pueblos y su arquitectura negra tan característica. 

 

Quizá lo ideal es comenzar por la plaza del Ayuntamiento, donde además de éste encontramos paneles informativos del pueblo con los servicios de hostelería existentes. 



El ayuntamiento es uno de los ejemplos de construcciones típicas de la zona con piedra pizarra y cuarcita, aunque no es para nada el único ya que se ha conservado mayoritariamente y podemos observarlo en prácticamente todos los edificios.



Otro de los lugares de interés del pueblo es la Iglesia parroquial de San Juan Bautista, que cuenta, como la mayoría de lugares de interés, con un panel informativo para conocer más sobre ella. 

 


Robleluengo

Robleluengo es más pequeño que Majaelrayo pero tiene también un encanto especial. Está vertebrado por una calle principal, la calle Mayor, con viviendas de piedra negra a ambos lados y va desde el aparcamiento que hay a la entrada del pueblo (en este caso de gravilla y algo inclinado) hasta la iglesia. 


Desde aquí, de la parte trasera de la iglesia con espadaña románica que está totalmente restaurada, parte la ruta a la Cascada de la Matilla que citábamos al inicio del artículo.

Quizá lo más significativo del pueblo son los los hornos tradicionales que hay tanto en el interior como adosados al exterior de las viviendas. 


Campillo de Ranas 

Campillo de Ranas fue uno de los pueblos que más nos gustó, quizá también porque lo vimos al atardecer con una luz muy especial.


Es además el único en el que encontramos un bar abierto (siendo finales de marzo entre semana no es lo habitual) y tiene un gran parque con columpios, fuente y una explanada verde que hace las veces de campo de fútbol. 



En el centro de la localidad se encuentra la Plaza de la Iglesia de Santa María Magdalena, eje de la vida social y cuya torre se ve desde casi cualquier punto del pueblo. 


Es además claro ejemplo de la arquitectura negra tradicional basada en la pizarra y la cuarcita.



Nos llamó la atención que muchas construcciones o calles estaban señalizadas con placas de pizarra talladas, dándole aún más importancia si cabe a esta piedra tan relevante en la zona. 

En la plaza encontramos también un reloj de Sol y paneles informativos, tanto de la Sierra como de un curioso museo que podemos encontrar en el pueblo detrás de la iglesia, el Museo Roizo, donde se exhiben miniaturas de edificios y herramientas tradicionales que por lo que hemos leído merece mucho la pena.




Viajando con peques hay que adaptarse a los nuevos tiempos y ritmos, todo es mucho más lento y en nuestro caso el día llegaba aquí a su fin. Nos quedamos a dormir en el aparcamiento de la entrada del pueblo, bastante amplio, asfaltado y pasamos una noche muy tranquila completamente solos. 

Sin embargo al día siguiente visitamos Roblelacasa, que está muy cerquita de aquí, y su aparcamiento nos pareció mejor opción si se quiere pernoctar por la zona ya que es una explanada grande, nivelada, no pasa la carretera y hay mucho prado cerca para que jueguen los niños. 


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