domingo, 6 de agosto de 2023

Qué ver en Ayllón y Riaza

 

Ayllón y Riaza son 2 pueblos segovianos conocidos por su patrimonio e historia y están cerca uno del otro como para combinar la visita a ambos en un mismo día. 


Ayllón

En la web de la localidad se puede encontrar información para visitarla, tanto un mapa callejero como detalles del patrimonio que alberga.


Para aparcar lo más sencillo es hacerlo en el aparcamiento que hay a la entrada del pueblo, aunque también encontramos algunas plazas junto al puente románico que cruza el río Aguisejo, a pocos metros del arco medieval de acceso a la villa.


Este es de hecho uno de los puntos de interés de la localidad, ya que es el único arco de entrada que se conserva de los 3 que tuvo el recinto amurallado, y que ha sido restaurado en 2013. Los escudos que se observan en él, colocados en el siglo XVI, son de los marqueses de Villena al igual que los de la Casa del Ayuntamiento o el convento de las Monjas Concepcionistas.


Cuando lo cruzamos nos encontramos a la derecha el Palacio de los Contreras, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1969, con fachada de estilo gótico en la que destaca un cordón franciscano envolviendo 3 escudos y la siguiente inscripción: "Reinando en Castilla y en Aragón los muy altos príncipes don Fernando y Doña Isabel esta casa mando hacer el muy virtuoso fijodalgo Juan de Contreras el año de MCCCCXCVII".

Aunque popularmente se conoce como el palacio de don Álvaro de Luna, no es así en realidad ya que éste murió en 1453 y la construcción de este edificio tuvo lugar 44 años después, en 1497. En su interior se conservan bellos artesonados y mobiliario de gran valor.


Esta calle desemboca en la Plaza Mayor, centro neurálgico de la villa que se caracteriza por sus viejos soportales de madera con el Ayuntamiento al fondo, alojado éste en el antiguo Palacio de los Marqueses de Villena. 



El palacio, el primero que los marqueses tuvieron en la villa antes de que decidieran cederlo al Consejo de Ayllón en el año 1620, fue construido en el siglo XVI y reformado en profundidad en 1804. Por desgracia fue arrasado por un incendio en 1945, salvándose solo la fachada.



Junto al Ayuntamiento encontramos la iglesia románica de San Miguel del siglo XII. Hasta 1902 fue la iglesia principal de la villa y destaca por su balconada, construida en el siglo XVI para que los miembros del cabildo eclesiástico pudiesen disfrutar de los festejos taurinos que en esa época se celebraban en la plaza. En su interior se encuentra un sepulcro de alabastro que sirvió de enterramiento a los marqueses de Villena. 

Hoy día, suprimido el culto, aloja la Oficina de Turismo durante los meses de verano y en ella se programan exposiciones, conciertos y otros actos de carácter cultural.



En el centro de la plaza encontramos la fuente de cuatro caños, modificada en varias ocasiones. La actual es de 1892 para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América ya que uno de los tripulantes que acompañaron a Colón en su expedición era ciudadano de la villa. 



A pocos metros de la plaza encontramos la Iglesia de Santa María la Mayor, de estilo neoclásico y construida entre los siglos XVII y XVIII con elementos procedentes de otras parroquias de la villa. Destaca por su campanario de 40 metros de altura rematado en espadaña.


Frente a ella está la panadería Merce Martín, siempre nos gusta probar el pan y dulces típicos de los lugares que visitamos por lo que compramos bizcocho y triángulos de cabello de ángel y nos pareció todo muy rico.

Callejeando ponemos rumbo a la parte alta de la localidad, al cerro conocido como "El Castillo", donde se alza majestuosa la Martina, una torre albarrana de origen árabe que se ha convertido en la imagen más emblemática del pueblo. Si se lleva silla o carrito se puede llegar hasta un poco por debajo de ella, la parte de arriba es camino pedregoso y sería quizá más cómodo el porteo. 

La Martina es la prueba de la presencia de una fortificación musulmana de la que sólo queda esta antigua torre-vigía de piedra. 


Tiene planta pentagonal y en sus muros se abren 2 enormes arcos de medio punto, que posiblemente sirvieron como paso del camino de ronda de la muralla.


Concluido el dominio árabe, junto a dicha torre se levantó la románica y ya desaparecida iglesia de San Martín que le dio nombre, y La Martina pasó a ser utilizada como campanario.


Desde aquí puede contemplarse una bellísima panorámica tanto del pueblo y sus campos circundantes como de la cercana Sierra de Ayllón.

Desde aquí podemos ver otro de los enclaves de interés, la iglesia gotico románica de San Juan. Aunque su origen es románico se reformó intensamente en el siglo XVI para quedar en ruinas 3 siglos después. Sus actuales propietarios, tras consolidar los restos, instalaron pegado a la finca un museo de Art Brut.

Si continuamos caminando por la parte alta y lo que debió ser el camino de ronda de la muralla, además de disfrutar de las vistas encontramos las ruinas del castillo y la estatua del Cristo redentor que preside la localidad.


Y de regreso al pueblo pasamos junto a uno de los edificios destacados de la villa debido a su magnífico escudo de armas. 


Aunque sin duda para nosotros lo mejor en estos pueblos es perderse por sus calles, respirar la tranquilidad que transmiten y descubrir por nosotros mismos rincones inesperados. 


Además, a las afueras del pueblo encontramos Los Claustros de Ayllón, un espacio famoso por su belleza y proximidad a Madrid para la realización de bodas u otros eventos corporativos, y que llamó nuestra atención por su arquitectura, tamaño y buen estado de conservación. 





Riaza

A tan sólo 20 km de Ayllón encontramos otra bonita localidad con historia, perfecto para combinar ambas visitas en el mismo día. 

Para visitarla podemos aparcar en alguno de los aparcamientos de la periferia de la localidad y si vamos con furgoneta o autocaravana tienen un área de servicios algo inclinada pero gratuita muy cerca de la Plaza Mayor (también con un parte de aparcamiento para coches). 

Y sin duda es esta Plaza Mayor el principal atractivo de la población. Con forma de elipse está rodeada de casas típicas riazanas, viviendas de apenas 2 alturas con soportales apoyados en columnas de piedra o madera que servían de abrigo a la gente y donde se comerciaba los lunes y viernes de mercado. En el techo de estos soportales sobre la puerta de la casa se instalaba un pequeño ventanillo para poder ver y escuchar a transeúntes nocturnos y visitantes. Preside la plaza el Ayuntamiento, del siglo XVIII, que rompe un poco la estética dominante. 

Por detrás de éste asoma la torre del campanario de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Manto con 33 metros de altura. De finales del siglo XV, alberga una importante colección de arte sacro.



En los bajos del Ayuntamiento está la Oficina de Turismo, abierta de miércoles a domingo por la mañana y los viernes y sábados mañana y tarde. 




Si se viaja con peques una parada imprescindible es el Parque de El Rasero, con multitud de toboganes, columpios, etc que les permitirán gastar energía y disfrutar durante un buen rato. 


En este parque encontramos también 18 cruces de piedra, la más antigua de 1550, que sirven de Vía Crucis en las mañanas de Viernes Santo.

Para comer nosotros hace unos años estuvimos en el Restaurante Matimore, asador especializado en cochinillo y en el que comimos muy bien pero no es especialmente económico. 

Si como nosotros la visita a estas villas Conjuntos Histórico - Artísticos se enlaza con una escapada por los Pueblos negros de Guadalajara, una forma de conectar ambos es a través del Puerto de la Quesera (1.712 m), frontera natural entre ambas provincias y desde donde disfrutar de vistas privilegiadas de los alrededores y de un paseo por el Hayedo de la Pedrosa, uno de los más meriodionales de Europa.



Por esta carretera hay que circular con precaución ya que aunque apenas tiene tráfico, lo que nos permitió ver una cría de jabalí a pocos metros de distancia, tampoco mantenimiento y hay varias zonas con socavones importantes. Esto hace que se tarde alrededor de una hora recorrer los 40 km entre Riaza y Majaelrayo, primer pueblo en la parte castellano-manchega. 

Y por supuesto, otro de los lugares de interés en la zona es la estación de La Pinilla, en invierno muy frecuentada por ser una de las estaciones de esquí más próximas a Madrid y una vez desaparece la nieve muy popular entre los amantes de la bicicleta por su Bike park, en funcionamiento desde 2004 (fue pionero en España) y que ofrece 4 circuitos de descenso.


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