domingo, 7 de abril de 2024

Día 2 Eslovaquia (03/06): Spania Dolina, Vlkolínec, iglesia de Svätý Kríz y Strbské Pleso

 

Nuestro segundo día en Eslovaquia fue de tránsito hacia el gran objetivo del viaje, la cordillera montañosa de los Tatras. 

Desde nuestro alojamiento a las afueras de Banska Bystrica hasta Poprad, donde pasamos las siguientes 2 noches, hay alrededor de 120 km y algo menos de 2 horas. Nosotros nos desviamos un poco del recorrido más directo recomendado por el navegador para visitar algunos lugares de interés y pasar así el día recorriendo esta parte del país. 


El primero de ellos el antiguo pueblo minero de Spania Dolina, característico por sus casas de piedra y madera con tejados negros. Se encuentra a unos 10 km de Banska Bystrica, al final de una carretera de montaña entre bosque para ir abriendo boca.

Poco antes de llegar al pueblo encontramos señalizado un aparcamiento gratuito y dejamos el coche ahí, ya que no se puede continuar por obras en la carretera. No sabemos si normalmente se puede aparcar en el pueblo o igualmente está habilitado este aparcamiento para visitantes. 

Desde el parking se tarda al pueblo unos 5-10 minutos caminando por un agradable paseo entre casas y un arroyo. 

Spania Dolina está situada a 728 metros sobre el nivel del mar, rodeada de la colina Pansky Diel de 1.101 m y la montaña de escombros de Maximiliano que contiene 410.000 metros cúbicos de piedra y que hoy día se ha convertido en un gran mirador sobre el valle. 

Al llegar al pueblo encontramos una plaza con un parque en el centro y varios edificios con servicios alrededor como una tienda, una pensión y un bar/restaurante. 





Aquí encontramos también algunos paneles con información y mapas de la zona.


Desde este punto tenemos varias opciones para recorrer el pueblo:

Si seguimos de frente, entre los edificios a la derecha del restaurante, encontramos un arco que al atravesarlo nos lleva en una media hora hasta el mirador sobre la escombrera con buenas vistas sobre el pueblo y el valle (más información aquí) De camino se pasa junto a varios túneles de las antiguas minas que rodean la localidad, ya que ésta fue una de las zonas más explotadas del país en el siglo XIX por sus depósitos de cobre y plata conocidos en toda Europa. 


De hecho la extracción de cobre se remonta a 4000 años antes de Cristo y estuvo en funcionamiento en distintos periodos hasta 1888, cuando las reservas quedaron agotadas.

Si no disponemos de mucho tiempo para subir hasta ahí como fue nuestro caso, podemos continuar por la carretera hacia la izquierda para llegar la Iglesia de la localidad, aunque recomendamos hacerlo a través de un "atajo", el pasadizo cubierto de 160 escalones de madera que nos transporta a otra época. 



 

También se puede hacer el recorrido completo circular y que esto sea el camino de regreso, aunque si se va a llegar hasta el mirador quizá sea más recomendable hacer la visita a primera o última hora del día para que el sol esté más bajo y podamos disfrutar de mejores vistas sin la luz de frente.


La iglesia, con el curioso nombre de Iglesia de la Transfiguración de Nuestro Señor y originalmente capilla románica, fue reconstruida en estilo gótico en 1254. Las reconstrucciones posteriores de 1723 y 1824 le dieron su aspecto actual.


La iglesia, el bastión, el campanario y la casa parroquial forman un complejo único fortificado en el siglo XVI.


Esta es la clara protagonista del pueblo, de tamaño considerable para las dimensiones de este y en su parte trasera encontramos una especie de anfiteatro donde imaginamos harán representaciones. 




Y si no podemos subir al mirador, desde aquí podemos hacernos una ligera idea del entorno que nos rodea, digno de ver en otoño con los colores que adquirirán las hojas de las distintas especies de árboles. Podemos encontrar más información y fotos de esa época en la web de Slovakia travel.



Nuestro siguiente destino del día era el pueblo de Vlkolínec. Para llegar hasta allí la carretera pasa entre pastos por el puerto de montaña de Donovali, de 960 metros de altitud, donde hay una pequeña estación de esquí, un par de parques para niños y posibilidad de coger el telecabina que sube a Nová Hola, desde donde disfrutar de las vistas y hacer caminatas por los alrededores. 





Vlkolínec es un pueblo tradicional de montaña con casas de madera conocido como el asentamiento más completo y representativo de construcciones populares originales en Europa central. 




Por este motivo está incluido en el listado Patrimonio de la Unesco desde 1993 y es una de las 10 villas eslovacas con estatus de pueblo a conservar. Representa un tipo de asentamiento medieval típico de zonas de montaña con trabajo rural como medio de vida y campos aterrazados




Para visitarlo hay que pagar 2 € de parking sin límite de tiempo más la entrada con acceso al museo de 4 €/persona en una caseta que hay en el aparcamiento. Si no se quiere pagar por aparcar vimos también coches en un parking anterior gratuito a unos 10-15 min andando más abajo, ya que el pueblo se sitúa en la ladera de una montaña del Parque nacional de Velka Fatra, aunque nosotros con el peque optamos por la opción más cómoda.


El paseo por el pueblo es libre, no es demasiado grande así que en menos de 1 hora se puede ver tranquilamente.



A la entrada hay una pequeña cabaña que se puede ver por dentro siendo un ejemplo de cómo se vivía en la zona antiguamente.



La madera está muy presente tanto en los edificios como en esculturas, al ser el recurso del que disponían más fácilmente.

 



En la antigua escuela encontramos el museo etnográfico con todo tipo de cosas relacionadas con el pueblo, desde cuernos y pieles de animales de la zona hasta utensilios como esquís o ruecas.



 

En la fachada del museo encontramos una placa conmemorativa en honor de Jozef Májek, maestro del pueblo en la década de los años 30 del siglo pasado que fue a España a luchar en la Guerra civil junto con otro vecino del pueblo en apoyo al bando republicano. Estuvieron en las batallas de Madrid y Sagunto, falleciendo ambos allí, el joven maestro con tan sólo 25 años, tal y como nos contó el chico de la taquilla al decirle de donde veníamos. Nos sorprendió muchísimo conocer esta historia y que gente tan joven se desplazara desde tan lejos a arriesgar su vida, con lo difícil que era en aquellos momentos, por defender sus ideales.



Junto al museo están la iglesia de la Ascensión de María (del año 1875) y el cementerio, en una zona con muchos árboles y algunos bancos donde descansar un rato a la sombra.






El pueblo es bonito y tiene varios rincones curiosos aunque quizá pueda resultar un poco turistada, si bien es cierto que aquí sigue residiendo gente de forma habitual. De hecho viven actualmente 20 personas en 6 casas de las 55 existentes y se pide respeto para ellos ya que no se trata de una atracción y al menos de momento no está lleno de tiendas y restaurantes, sólo cuenta con uno de hecho. Hay también WC público.
 




En el centro del pueblo encontramos lo equivalente a la plaza principal, con una fuente donde vimos a varios vecinos lavar cosas. 




Aunque lo que más llama la atención aquí es la construcción más antigua del pueblo, un campanario de madera del año 1770.

 

A pocos metros de éste se encuentra el que antiguamente era el único pozo de localidad, una construcción de 12 metros de altura de 1860 con base de piedra y recubrimiento de madera. 



Dirigiéndonos hacia la salida del pueblo encontramos una galería y otro museo, el Liptov, que recrea por dentro una vivienda de campesinos típica de la zona de la primera mitad del siglo XX. Es privado y se paga entrada aparte, nosotros no lo visitamos. 



En la web del pueblo podemos encontrar más información práctica como precios u horarios. 

 

Una vez abandonado Vlkolinec y continuando rumbo al norte se deja atrás la zona montañosa de los Velka Fatra para desembocar en el valle del Vah en el que se encuentra la ciudad de Poprad. Esta zona nos gustó mucho y nos quedamos con ganas de explorarla en profundidad.


La carretera pasa junto al embalse Liptovská Mara y a pocos kilómetros de aquí se encuentra la Iglesia articulada de Svätý Kríz. 

 

Por desgracia estaba ya cerrada cuando llegamos (abre de lunes a domingo de 10 a 14:30 h) pero aún así la vimos por fuera y nos gustó mucho, nos impresionó su tamaño y estilo amurallado. 


Es además un buen sitio para parar a comer o almorzar ya que hay parking gratuito junto a ella además de una fuente y mesas de picnic. 


Esta iglesia tradicional es uno de los mayores templos de madera de Europa con una superficie de 659 metros cuadrados, 43 metros de largo y capacidad para 6000 personas.

Se levantó en 1729 cuando el emperador Leopoldo permitió a los protestantes construir iglesias con las condiciones de que fueran de madera y estuvieran fuera de la ciudad, aunque esta no es su ubicación original ya que estaba emplazada a las afueras del pueblo de Paludza pero con la construcción del embalse tuvo que ser trasladada a la localización actual.

Su construcción se llevó a cabo por parte de un carpintero local, el Maestro Joseph Lang, sin emplear clavos y sin ayuda de ningún arquitecto, tardando casi 9 meses en acabarla. 


Nuestro último destino del día antes de poner rumbo al alojamiento en Poprad era el lago Strbské Pleso, uno de los grandes atractivos de la zona. Disfrutamos mucho del camino hasta allí con las vistas de la cordillera de los Tatras al fondo y en especial del último tramo entre bosque salpicado de casitas de madera con alojamientos tipo bed and breakfast para dormir entre osos. 


Sin embargo, una vez allí el entorno del lago nos decepcionó bastante porque está demasiado explotado turísticamente, con un montón de hoteles y edificios alrededor. 





Nosotros aparcamos en el parking más cercano porque ya era un poco tarde y el precio era 2€/h hasta las 6 horas y de ahí en adelante 10 € (hasta las 24 h), aunque también se puede llegar en tren desde localidades cercanas. Hay WC disponibles en el propio aparcamiento pero son también de pago (0,50 €). 


Estuvimos aproximadamente una hora y media en la que dimos la vuelta entera al lago, situado a 1350 m sobre el nivel del mar, con un área de casi 20 ha y profundidad máxima 26 m. De media se encuentra cubierto de nieve o hielo unos 155 días al año, casi la mitad del tiempo. 


El paseo se puede hacer en algo menos de 1 hora ya que es un camino con suelo cementado o de gravilla fina completamente llano y apto para carritos de bebé de 2,2 km de longitud. Incluso encontramos una pareja haciéndose el reportaje de boda.

 


Eslovaquia es un país bastante pobre en lagos naturales pero la región de los Tatras es la excepción. En la zona eran conocidos desde antaño con el nombre de plesá, lo que aquí equivaldría a un ibón o lago de montaña y son en su mayoría lagos de origen glaciar. Hay además en esta zona numerosas cascadas, como la Kmet'ov vodopád, la más alta del país con 80 metros de caída o la Vajanského vodopád de 30 metros, y otras más modestas pero bastante populares entre los turistas como Skok vodopád u Obrovsky vodopád, esta última la mayor de un conjunto de ellas en Velka Studená dolina.



Aunque nos resultó un paseo agradable nos parece una visita prescindible si no se tiene tiempo. 


Otra cosa sería disponer de todo el día para poder hacer alguna de las múltiples rutas senderistas que salen de allí y que probablemente sí merezcan la pena porque el entorno es muy bonito. 




Hay varias actividades a realizar en la zona, como alquiler de barcas, y también se pueden visitar los 2 trampolines de saltos de esquí que hay en las inmediaciones.



Hay también un parque infantil de madera muy chulo para los peques y varias esculturas mitológicas.




Además podemos acercarnos al agua en un par de puntos para jugar un rato, tanto peques como mayores.



La parte sur del lago es la que está más urbanizada, toda su orilla es un continuo de hoteles y restaurantes.




En cambio la parte norte es más natural y es de donde se accede a las rutas y montañas cercanas y donde encontramos más tranquilidad y rincones especiales.






El origen de este lugar de recreo está en Jozef Szentivanyi (uno de los fundadores de la primera organización turística de los Cárpatos) que fundó la aldea en sus terrenos alrededor del lago en 1872 haciendo accesible la primera cabaña para caza un año más tarde. 




Inicialmente usaba el lago para pescar, nadar y pasear en barca pero en el invierno de 1872/73 se dedicó también a extraer hielo de él y llevarlo a restaurantes de Viena, Budapest o Berlín. Esta "minería" duró hasta que lo vendió al estado húngaro en 1901.





Finalmente acabamos el día en Poprad, capital de la zona, donde paramos en el supermercado para hacernos con provisiones antes de ir al alojamiento. Nos decantamos por uno de la cadena Billa que hay en el centro pero nos decepcionó un poco ya que no había muchas opciones de carne y casi ninguna de pescado. La gran sorpresa nos la llevamos al encontrar latas de atún Calvo!



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