sábado, 20 de diciembre de 2014

Día 7 en Islandia (15/09): Alrededores de Mývatn y ballenas en Húsavík


Aunque el cansancio se empezaba a acumular ya, el séptimo día nos levantamos ilusionados porque al final del día realizaríamos la salida en barco desde Húsavík para intentar ver ballenas. La mañana la íbamos a dedicar a recorrer los alrededores del lago Mývatn de unos 30 km de perímetro. 




Ese día no madrugamos demasiado porque llevábamos sueño acumulado y teníamos tiempo suficiente en principio para lo que pensábamos ver. Tras recoger todo y desayunar en el camping de Reykjahlíð nos dirigimos a la primera parada del día, la fuente termal de Grjótagjá. En las cercanías de la cueva, podíamos hacernos una idea en superficie de lo que bullía en el interior...

Grjótagjá es una fuente de agua caliente en el interior de una cavidad que durante años ha sido utilizada por la población de la zona como lugar de baño. Sin embargo, tras la última erupción del Krafla hace unos 30 años, la temperatura del agua subió hasta los 60 ºC por lo que éste fue prohibido, si bien en la actualidad ha descendido algo y hay gente que se atreve a meterse pese a la prohibición. Se puede acceder a ella, bien desde la Ring Road nada más pasar Reykjahlíð por una carretera asfaltada y señalizada o desde la 848 por una pista de gravilla.



La entrada a la cueva está algo complicada, es posible acceder desde 2 puntos pero luego resulta difícil moverse por dentro de la cavidad ya que apenas hay espacio y grandes bloques de piedra se amontonan unos con otros. En la superficie lo que se observa es una gran fisura que recorre toda la zona, por la que se puede pasear con precaución. Por allí se desarrolla también la ruta 29 de la guía Rother (1ª edición), que se puede combinar con la ascensión al cercano cráter Hverfjall.



Esa ruta pasa también por otra fuente termal de la zona famosa, Stóragjá, pero no teníamos demasiado tiempo para hacer la ruta y no veíamos claro como llegar en coche hasta allí ya que no habíamos visto ninguna señal, por lo que nos quedamos con el recuerdo de Grjótagjá y continuamos con el recorrido por los alrededores de Mývatn.




Como habíamos accedido a ella por la carretera asfaltada desde la Ring Road, continuamos por la pista de gravilla hasta conectar con la carretera 848 que bordea el lago Mývatn por la zona Este - Sur. Esta pista no estaba en malas condiciones por lo que pudimos disfrutar del colorido paisaje tan espectacular en esta época del año.




Aproximadamente un kilómetro y medio después de salir a la carretera 848 la abandonamos de nuevo rumbo a Dimmuborgir. El acceso está señalizado y se trata de una carretera asfaltada que acaba en el propio aparcamiento, donde hay además una cafetería.



Dimmuborgir significa "castillo oscuro" en relación a las curiosas formaciones rocosas negras que lo componen, consecuencia de la solidificación de la lava en su camino hacia Mývatn.





El acceso a esta zona es gratuito y se puede recorrer mediante varios caminos, todos ellos señalizados. Al entrar hay un mapa donde aparecen todas las variantes. Nosotros optamos por la versión larga, de alrededor de 1 hora, que lo rodea casi por completo.




El contraste de la lava negra con los distintos colores otoñales de la vegetación que la rodeaba era increíble, cada poco teníamos que parar a hacer fotos para inmortalizarlo.




Durante todo el recorrido se van encontrando distintas formaciones curiosas...




... aunque probablemente la más famosa sea el arco conocido como Kirkja (iglesia en islandés) que forma una pequeña cueva a la que se puede entrar.



Continuamos con nuestro recorrido circular por Dimmuborgir, dirigiéndonos ahora hacia otra de sus formaciones características, un agujero en la roca que es posible atravesar. De hecho, siguiendo por el camino que lo cruza se puede llegar hasta el cráter de Hverfjall (ruta 26 en la 1ª edición guía Rother), otro de los lugares de interés junto al lago Mývatn y que visitamos también ese día.








Al estar en un alto, desde esta formación rocosa a la que podríamos denominar "el agujero" (aunque seguro que muchas mentes ocurrentes le encuentran nombres mejores...), se tienen buenas vistas de Dimmuborgir.








En lugar de continuar por el camino que permitía llegar hasta Hverfjall andando desde allí, preferimos regresar al coche y acercarnos al cráter por carretera, para evitar alargarnos en exceso. Luego descubriríamos que acertamos con la decisión ya que la subida al cráter por ese camino es bastante más dura que desde el parking junto a la carretera.

Durante el camino de vuelta nos despedimos de este paraje tan peculiar que con sus colores y formas curiosas había conseguido cautivarnos.



Incluso desde el propio aparcamiento, las vistas son espectaculares, por lo que no pudimos evitar dedicarle unos minutos a hacer alguna foto del entorno.






Para acceder al cráter Hverfjall hay que retroceder hasta la carretera 848 y tomar una desviación anterior señalizada, a aproximadamente 1 km, por una pista sin asfaltar pero en buenas condiciones. En caso de rodear el lago en el sentido de las agujas del reloj y querer visitar Hverfjall con el coche, convendría acceder a él antes que a Dimmuborgir. En nuestro caso lo de este día fue un poco improvisado, porque no teníamos claro si ir andando desde Dimmuborgir o en coche y fuimos cambiando de planes sobre la marcha.




Hverfjall es un cráter de 140 metros de alto y 1 km de diámetro, desde el que se tienen buenas vistas del lago Mývatn.


Al fondo se puede distinguir el monte Vindbelgur, de 529 metros y otro de los puntos importantes para obtener unas excelentes vistas del lago. La ruta 28 de la guía Rother describe el ascenso hasta él, de 1 hora de duración y 260 metros de desnivel.




Donde acaba la pista hay un aparcamiento donde se puede dejar el coche y desde el que en unos 30 minutos se llega a la cima del cráter por un camino de piedras algo empinado, aunque se puede subir bien.





Ese día hacía algo de viento y en una zona como esa tan expuesta resultaba muy molesto, con momentos en los que el aire incluso levantaba piedrecillas del suelo que nos golpeaban, por lo que recorrimos una parte de su perímetro y enseguida volvimos hacia el coche. Sin embargo, merece mucho la pena subir aunque sea un momento, ya que tanto el propio cráter como las vistas del entorno son magníficas.






Avanzamos hasta donde llegaba el camino que venía desde Dimmuborgir, por el que se veía llegar a algunas personas, y pudimos comprobar que entre la fuerte pendiente y el viento era sin duda un acceso mucho más complicado. Nosotros emprendimos rápidamente la bajada, deseando librarnos del molesto viento. pero disfrutando aún de los alrededores.



Nuestra siguiente parada iba a ser en teoría el bosque de la península de Höfði, pero al pasar la primera vez no vimos el desvío, por lo que continuamos hasta los pseudocráteres de Skútustaðir, al sur del lago. 

De camino paramos en un mirador junto a la carretera y muy próximo al agua, desde el que se veían también curiosas formaciones. 



Mývatn (cuya traducción literal es lago de los mosquitos por la abundancia de estos en su entorno), es el cuarto lago de Islandia en extensión con un área de 37 kilómetros cuadrados y cuenta con alrededor de 50 islas e islotes. Sin embargo es muy poco profundo, oscilando entre 1 y 4 metros.
Su entorno es famoso por su belleza pero especialmente por su avifauna, albergando una de las mayores poblaciones mundiales de ánades.
Al estar situado sobre la dorsal oceánica esta región es una de las zonas con mayor actividad volcánica del planeta, con una gran cámara de magma incandescente bajo su superficie, en algunos puntos a tan sólo 3 km de profundidad. Podéis encontrar más información de la región en esta web.




Continuamos por la carretera 848 hasta llegar a los pseudocráteres de Skútustaðir, en la zona sur del lago. Hay varios aparcamientos en la zona así como hostales y restaurantes. 




La zona más al oeste, donde está la mayor concetración de estas formaciones, se puede recorrer en una media hora por unos caminos bien delimitados (ruta 27 guía Rother). Si se quiere se puede prolongar el recorrido alrededor de todo el lago Stakhólstjörn empleando casi una hora más. 



Estas curiosas formaciones se denominan así por su parecido al cráter de un volcán, si bien su origen está en las explosiones que se produjeron al entrar en contacto la lava con el agua del lago. 






Por la zona había, como no podía ser de otra manera, montones de ovejas pastando a sus anchas...




Ese día ya sólo nos quedaba como cita ineludible la salida en barco desde el puerto de Húsavík para intentar ver ballenas. Como aún era pronto y puesto que el día anterior habíamos recorrido la parte Oeste del lago y no teníamos nada de interés que ver por allí, decidimos regresar de nuevo sobre nuestros pasos por la carretera 848 y así buscar el boque de Höfði que se nos había despistado.


De camino volvimos a parar en el mirador junto a la carretera, para esta vez dedicarle un poco más de tiempo. Se puede andar por los alrededores descubriendo las formas caprichosas que la lava a ido dejando a su paso.








Estuvimos un ratillo recorriendo la zona y haciendo fotos por los alrededores de la granja Kálfaströnd, y aunque el día no era muy bueno y no hacía nada de calor, al menos no llovía lo que era de agradecer.





De vuelta en el aparcamiento cogimos la furgoneta para continuar rumbo al Norte, esta vez fijándonos bien en todos los caminos que pudiesen llevarnos a la península de Höfði que se adentra en el lago. No tuvimos que esperar mucho y unos kilómetros después vimos el cartel que marcaba el desvío. Se debe dejar el coche en un parking que cuenta con baños. Tras pasar una verja, parecía que hubiesemos entrado en otro mundo, todo lleno de árboles a ambos lados del camino.  Esto, que en cualquier otro lugar sería de lo más normal, en Islandia es algo especial porque apenas hay bosques en todo el país.





Esta zona por supuesto no es una excepción y la abundancia de abedules y abetos son consecuencia de una cuidada repoblación. Además cuenta con algunos rincones preciosos como este pequeño jardín.



Recorriendo la península se puede acceder casi a la orilla del lago, desde la que se pueden ver los klasar, curiosas formaciones volcánicas como las que habíamos visto en el mirador junto a la carretera, pero que al estar dentro del agua resultan aún más bonitas.






Tras recorrer la península casi por completo regresamos al coche y pusimos rumbo a Húsavík. Allí habíamos visto el día anterior un restaurante junto a las oficinas de las empresas de avistamiento de ballenas que tenía buena pinta y ya nos tocaba comer a mesa puesta.

El Salka Restaurant resultó estar bastante bien, el local era agradable y comimos un plato principal bastante grande y muy rico con bebida por algo más de 15 euros cada uno, que para ser Islandia no está nada mal.




Antes de comer habíamos entrado a comprar los tickets para la salida en barco. Nosotros elegimos la empresa North Sailing porque hacía una salida por la tarde que nos venía mejor y de precio las dos que había allí eran parecidas. Además, teníamos un folleto con vales descuento, que no sabemos muy bien dónde lo conseguimos pero que probablemente se pueda encontrar en oficinas de turismo o incluso en el propio aeropuerto, con el que nos salían un 10 % más barato los tickets de esta compañía. En total nos salió por 111 € los 2 las 3 horas en barco por la bahía. Por lo que vimos, la otra empresa, Gentle giants, ofrece también salidas en zodiac para los más aventureros.

Como aun era pronto cuando acabamos de comer, dimos un paseo por el centro de Húsavík y por su puerto. Lo cierto es que la ciudad no tiene mucho que ver, es una de las más grandes del Norte de Islandia con más de 2.000 habitantes pero es más una ciudad de servicios que turística. Su nombre significa "casa de la bahía" y es considerada el asentamiento más antiguo del país, entorno al año 870 por vikingos suecos, pero su fama viene por ser habitualmente conocida como la capital europea del avistamiento de ballenas, ya que en la bahía de Skjálfandi se realizan multitud de salidas para ver estos cetáceos. En el centro de la ciudad hay un museo dedicado a ellas.

La iglesia blanca de 1907 junto a la carretera llama la atención, así como las casas de madera junto al puerto. Cuando se sale de la ciudad se aprecia también el entorno tan privilegiado en el que se encuentra, a los pies de la bahía y rodeada de montañas que pasan prácticamente todo el año con algo de nieve.




Finalmente llegó el momento tan esperado y pudimos subir al barco desde el que esperábamos cumplir otro de nuestros sueños, ver ballenas. 


En el barco te proporcionan ropa de abrigo e impermeable, hay buzos bastante gorditos para no pasar nada de frío y chubasqueros impermeables con los que es imposible pasar desapercibido...


La tripulación del barco la formaban el capitán y "Sigui" (no estamos seguros de que se escriba así). un chico muy majo que se encargaba de informarnos de todo, tanto medidas de seguridad, como curiosidades de la zona o características de las ballenas que se suelen ver. También se encargaba de repartir hacia el final de la travesía chocolate caliente y un bollo de canela para reanimar un poco el cuerpo. Éramos unas 15 personas, por lo que había espacio de sobra y nos colocamos en la zona delantera para intentar ver a ambos lados del barco.

Sin embargo ese día no tuvimos nada de suerte. Sigui había comentado al poco de salir que llevaban un par de días que apenas veían ballenas y esa tarde no fue diferente, por más que miramos a un lado y a otro no pudimos ver ninguna y la verdad es que el tiempo no acompañaba mucho. Lo máximo que conseguimos, y no todos lo vimos, fue ver un chorro de los que expulsan al respirar pero a bastante distancia. Nos dijeron que esto era muy poco habitual y que prácticamente siempre veían alguna, por lo que nos ofrecieron repetir la salida al día siguiente gratis si queríamos volver a intentarlo. Nuestra idea era continuar viaje por la mañana, ya que teníamos muchos kilómetros hacia nuestro próximo destino, la península de Snaefellsnes, pero cogimos el ticket que nos ofrecían para consultarlo con la almohada y decidirlo por la mañana.

Al salir del barco nos encontramos con una pareja de españoles que nos preguntaron qué tal había ido y si era recomendable o no. Les contamos nuestra experiencia y ellos nos dijeron que lo pensarían, ya que tenían que quedarse por la zona un par de días porque habían llamado para reservar un vuelo en helicóptero para ver desde el aire la fisura de Holohraun y no tenían hueco hasta entonces. Pese al precio elevado, entorno a 250 € por persona, parece que la iniciativa tenía mucho éxito. Supongo que como decían ellos, aunque era bastante dinero era una experiencia que probablemente no podrían volver a vivir.

Nosotros tuvimos que conformarnos con pasar esa noche bajo techo, lo que para nosotros ya era todo un lujo ya que era la única de todo el viaje (tras el fiasco del primer día con el retraso del avión) que teníamos reservado alojamiento. Se trataba de unas cabañas a las afueras de Húsavík que habíamos encontrado en Internet a relativamente buen precio para ser Islandia. Allí nos recibieron amablemente, nos dieron indicaciones sobre las cabañas y la salida del día siguiente y nos fuimos a descansar y disfrutar del maravilloso atardecer junto a la bahía.



En la próxima entrada un poco más de información sobre este alojamiento que tanto nos gustó.

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