martes, 17 de marzo de 2015

Etapa 1 Camí de Cavalls: Maó - Es Grau


La primera etapa del Camí de Cavalls tal y como está organizado comienza en Sa Culársega de Maó. Se trata de 10 kilómetros que se pueden recorrer en unas 3 horas. Sin embargo, el primer tramo de recorrido hasta llegar a la playa de Sa Mesquida, unos 5 kilómetros, discurre por carretera, por lo que se puede optar por empezar en ese punto directamente si se dispone de vehículo para llegar allí.



El perfil de la etapa se puede ver en la siguiente imagen, en el tramo que va desde la flecha amarilla (Maó) hasta el final de la gráfica.




En Sa Culársega, al final del puerto de Maó, no hay ningún indicativo de inicio del Camí, únicamente una señal que nos indica la dirección a seguir y la distancia a distintos puntos del recorrido. La ciudad, capital de la isla, se atraviesa en la última etapa, descubriendo su centro y parte de su puerto marítimo y acabando el recorrido en este mismo punto.







Hay que avanzar alrededor de un kilómetro por la carretera para encontrar el panel de comienzo de etapa. En este primer tramo por carretera se debe seguir la Me-3 hasta una bifurcación donde se coge la carretera de la izquierda dirección a Sa Mesquida. Tras tomar de nuevo en otro desvío el ramal de la izquierda se llega al pueblo, que hay que atravesar y continuar hasta donde acaba el asfalto, junto a la playa de Sa Mesquida. Allí hay un aparcamiento donde dejar el coche.




Desde la bajada a la Cala Mesquida se puede ver la torre de defensa construida en el siglo XVIII durante la dominación británica.





Finalizado el asfalto, en el lado izquierdo de la playa hay una pasarela de madera en la que comienza propiamente el camino. El Camí de Cavalls es posible recorrerlo a pie, en bicicleta o a caballo, si bien hay zonas como esta con pasarelas de madera por las que no se permite el paso de éstos últimos.



Según la época del año en la que se haga el recorrido el paisaje cambia notablemente. El día que hicimos nosotros esta etapa, aparte de ser aún invierno, había llovido bastante durante las semanas previas, por lo que se podía disfrutar de imágenes como éstas.




La pasarela finaliza junto a una portilla de madera típica de la isla, utilizadas habitualmente para evitar el paso del ganado entre distintas fincas.


A continuación se bordea una pequeña bahía con playa de piedras, Raconada de sa Mesquida Vella.


A partir de ahí comienza un ligero ascenso desde el que se tienen buenas vistas del pueblo, la playa y la península conocida como Morro de Sa Tramuntana, que divide las dos bahías.




El camino continúa por una zona sin apenas vegetación, excepto por arbustos de baja altura, hasta llegar al Macar de Binillautí, otra playa de piedras, con bastantes troncos y palos traídos por la marea, y una pequeña casa blanca en un lateral típicamente mediterránea.





El paisaje apenas cambia en esta parte del Camí, alternando tramos algo más interiores con otros al borde del acantilado.





La falta de vegetación se debe al viento de tramuntana, tan habitual en la isla y que trae del norte la sal del mar evitando que crezcan muchas plantas. Lo único que abunda son los socarrells, una planta endémica de forma semiesférica con ramificaciones fuertes y espinosas que la permiten soportar las condiciones extremas.







Continuando por el camino en ligero ascenso se pasa junto a los restos de unas antiguas cabañas de piedra.


Desde ahí iniciamos la bajada hacia el mar por una ladera de tierra hasta sa Caleta de Binillautí, otra pequeña cala de piedras.


Para llegar hasta ella puede hacerse necesario pasar por unos troncos, ya que hay momentos en los que baja agua por un pequeño torrente que desemboca aquí en el mar.





Junto a la pequeña cala de piedras hay otra pequeña casa blanca, aunque en peor estado que la anterior.



Continuando hacia el camino atravesamos de nuevo un pequeño torrente e iniciamos una subida que culmina en el límite del Parque Natural de l'Albufera des Grau.



En esta zona más interior encontramos algo más de vegetación, mayoritariamente acebuches, habituales también en zonas como estas salpicadas de fincas y explotaciones agrarias o ganaderas, conocidas aquí como llocs.




El camino continúa llaneando y superando varios cruces, todos señalizados con las correspondientes estacas de madera del GR-223.





Finalmente se atraviesan varias portillas de madera que, junto con los muros de piedra seca, separan las distintas fincas, hasta llegar a la carretera que lleva a pueblo de Es Grau.




El sendero finaliza de hecho en una de esas portillas, tras un tramo entre árboles y pequeños muros. 





Desde aquí quedan 800 metros por carretera hasta llegar a la entrada de Es Grau, donde el camino nos manda abandonar el asfalto para adentrarnos en el núcleo principal del parque natural s'Albufera des Grau. Aquí encontramos también el panel de fin de etapa, unos 10 kilómetros después de abandonar Maó.


Es Grau es un pequeño pueblo de casas blancas junto a la playa del mismo nombre, que destaca por su tranquilidad. Apenas hay alojamientos donde hospedarse, aunque en páginas como Airbnb se pueden encontrar apartamentos en alquiler, lo que puede ser interesante si se realiza el recorrido completo ya que los siguientes núcleos de población que atraviesa el Camí están a unos 20 kilómetros (Addaia y Arenal d'en Castell). Existe igualmente una línea de autobuses de la empresa Autos Fornells, que conecta Es Grau con Maó a diario entre junio y septiembre.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Etapa 8 Camí de Cavalls: Algaiarens - Cala Morell


La octava etapa del Camí de Cavalls entre Algaiarens y Cala Morell recorre una distancia de unos 5,4 kilómetros, por lo que se puede hacer tranquilamente en algo menos de 2 horas.



La etapa comienza junto al parking de Algaiarens, bastante concurrido en época estival por su proximidad a las playas del mismo nombre, con el correspondiente panel de inicio/fin de etapa.



Para llegar hasta allí sólo hay transporte público en verano desde Ciutadella (línea 62 Autocares Torres), que va también hasta Cala Morell. En coche se debe coger la carretera local "Camí de Algaiarens", desde una de las rotondas de la ronda de circunvalación de Ciutadella, en dirección a Cala Morell, A unos 5 km hay que seguir la desviación señalizada como Algaiarens / La Vall hasta llegar al aparcamiento.

Bordeando el parking se enlaza con el sendero que sube ligeramente junto a campos de cultivo, para después llanear junto a una pared de piedra seca. En aproximadamente un kilómetro se atraviesa una barrera que nos lleva hasta la Cala Fontanelles.



En el aparcamiento de esta pequeña cala, llena en temporada invernal de palos y otros restos arrastrados por las corrientes, encontramos pequeñas barquichuelas que esperan la llegada del buen tiempo para salir de nuevo a navegar. Por lo demás la cala permanece desierta y se puede disfrutar de una tranquilidad absoluta, tan sólo interrumpida por las omnipresentes gaviotas.



Continuando por el camino señalizado a la izquierda de la cala, encontramos un curioso rincón dedicado a la Virgen de Fontanelles. A su lado un refugio "artesano" con una especie de cocina, imaginamos para disfrutar de los días veraniegos.









A medida que vamos bordeando la cala contamos con mejores vistas de ella y de sus aguas transparentes.


Junto a la costa hay varias formaciones rocosas diseminadas, algunas de ella con parecidos curiosos si dejamos volar un poco la imaginación...


Llegando casi a la Punta s'Asprès, antes de girar hacia el Oeste, descubrimos a mano derecha la bahía de Algaiarens, con sus bonitas playas al fondo, divididas por una especia de barrera de piedra.



Hasta llegar a la punta vamos ganando altura, para después ir descendiendo otra vez y encontrarnos con una zona más escarpada. Como en la cala anterior, aquí se puede disfrutar de las cristalinas aguas mediterráneas y de formaciones tan curiosas como ésta, que parece una pequeña piscina invitándonos al baño.


Este color turquesa y la transparencia tan característica de las costas mediterráneas y en particular de las Baleares se debe a la posidonia oceánica, una planta acuática endémica del Mediterráneo, que además de depurar y oxigenar el agua protege de la erosión las costas y asienta la arena en las playas.


Bordeamos ahora una pequeña bahía con una cala de piedras grandes y aguas transparentes al fondo, el Codolar de Biniatram, delimitado por la Punta de s'Asprès a nuestras espaldas y la Punta de Curniola hacia la que nos dirigimos.



Esta zona de vistas despejadas se caracteriza por arbustos bajos entre los que podemos encontrar plantas como el brezo, el romero o la manzanilla de Menorca, muy apreciada por sus propiedades medicinales, y terrenos rocosos que se erosionan fácilmente, formándose oquedades en algunos casos de gran tamaño, como nos encontramos un poco más adelante.



En este último tramo se hace más visible el muro de piedra seca, uno de los elementos característicos de la isla. El camino, que continúa paralelo a la costa pero ya más alejado del mar, pasa junto a un pequeño talayot, otro de los elementos representativos y que da nombre a la época prehistórica de la que tantos restos arqueológicos quedan en Menoca, la época talayótica.



Aproximadamente un kilómetro después de abandonar la urbanización se llega a uno de los protagonistas de la etapa, el Aljub de Corniola. Los aljibes eran una de las fuentes de abastecimiento de agua típicas en los predios o fincas de la isla, además de los pozos y las cisternas.



En los aljibes el agua de lluvia se recogía en superficie con una plataforma ligeramente inclinada que vertía el agua en un pozo inferior construido en la roca. Los pozos se cubrían con una especie de caseta de sillares de arenisca desde donde se sacaba el agua con una polea y una cuerda. De ahí se vertía a una pila o canal que la llevaba a los abrevaderos.




Tras pasar el Aljub de Corniola continuamos por el sendero junto al muro de piedra, con algunos árboles a ambos lados del camino dando algo de sombra que se agradece en días de calor.



Por este sendero llegamos hasta las primeras casas blancas, pertenecientes a la urbanización de Cala Morell.



A partir de ahí se debe continuar por el entorno urbano durante algo más de un kilómetro siguiendo las señales blancas y rojas, hasta llegar a la necrópolis de Cala Morell.







Si se dispone de un poco de tiempo resulta una buena idea desviarse ligeramente de camino a la necrópolis para ver la Cova de Sa Merda desde un mirador a unos 10 minutos del final del sendero. Para llegar hasta él sólo hay que recorrer la calle Auriga hasta una rotonda y ahí coger la primera a la derecha, carrer Pelades, que nos lleva hasta el mirador. Desde este punto se puede disfrutar de unas vistas fantásticas de los acantilados de la zona y las formaciones tan curiosas que genera el mar en sus continuas embestidas durante años.









Para llegar hasta la necrópolis de cala Morell, habría que retroceder por la calle Auriga hasta coger la calle Via Làctia, donde se recuperan las marcas blancas y rojas del Camí de Cavalls y que se abandona casi un kilómetro después por la calle Lira que pasa junto a la necrópolis.


La necrópolis de Cala Morell es un conjunto de cuevas excavadas en la roca (hipogeos) entre el 1500 y el 300 a.C que fueron usadas como cementerio o zona de enterramiento.

Merece la pena dar una vuelta para conocerlo, es gratuita, no se tarda demasiado tiempo en ver y resulta muy curioso ver todos los rincones y espacios que hicieron nuestros antepasados hace tantos años. 




En total hay 14 cuevas muy diferentes entre sí, con desnivel, columnas e incluso fachadas decoradas con relieves.






Continuando por la calle Lira desde la necrópolis, tras una pronunciada subida, se llega al final de la etapa, junto a las últimas casas de Cala Morell.



Si se está realizando el Camí de Cavalls completo, Cala Morell puede ser un buen lugar para pasar la noche. Cuenta con varios alojamientos de distintas categorías como se puede ver en Booking y no hay otro núcleo urbano hasta Ciutadella, a 18 kilómetros.