lunes, 22 de octubre de 2018

Día 1 Lofoten (16/02): llegada y primeras auroras


Nuestro vuelo de Scandinavian Airlines a Oslo salía a las 12:20 de la mañana del Aeropuerto de El Prat de Barcelona y escogimos el parking de Aeropark para dejar el coche durante el viaje (5 días por 36 € reservados con Parkvia a pagar allí al regresar, cancelación gratuita hasta 24 horas antes).

Habíamos reservado para las 10:15 y tuvimos que esperar unos 15 minutos hasta que nos acercaron al aeropuerto. Una vez allí, nos informaron al facturar que el vuelo llevaba unos 20 minutos de retraso pero que no teníamos que recoger la maleta en Oslo ya que iba directa hasta nuestro destino, el aeropuerto de Evenes/Harstad. Finalmente salimos una media hora tarde pero lo recuperamos en el vuelo y llegamos puntuales a las 15:45. 



Durante el vuelo ofrecen café y té gratuitos un par de veces y comida, para nosotros con tarifa básica, de pago. Al llegar a Oslo hay que pasar a la zona de Domestic flights y no se puede acceder hasta que tu nombre no aparece en una pantalla, lo que indica que tu maleta ya ha sido transferida de un avión al otro. Este segundo vuelo también llevaba retraso y en ambos casos nos avisaron por SMS.

Al final salimos de Oslo a las 17:05, con una media hora de retraso aproximadamente, y llegamos a Evenes a las 18:30, unos 15 minutos más tarde de la hora prevista. A esa hora había ya -7 ºC y era de noche. 


Tras recoger la maleta fuimos a la ventanilla de Hertz, con quien habíamos reservado y pagado un coche tipo VW Polo a través de Rentalcars. Como estaban escasos de coches similares al que habíamos reservado nos ofrecen uno mejor sin coste extra, una VW Caddy 4x4. El inconveniente es que es tipo furgón y sólo dispone de los 2 asientos delanteros, separados de la parte de atrás por una pantalla. Esto la hace un poco más incómoda para movernos en el día a día pero nos parece que ser al ser 4x4 nos compensa ya que las carreteras estarán con nieve y hielo y al final quedamos contentos con ella.






Las ruedas son de clavos, obligatorio para circular por aquí en invierno.






Cuando salimos del aeropuerto pasadas las 7 de la tarde el termómetro marca ya -12 ºC. Como los alojamientos los habíamos reservado con cocina, de camino al de la primera noche paramos en un supermercado a hacer compra. Escogimos el Rema 1000 de la localidad de Evenskjer que nos quedaba de paso y que abre de 7 a 23 horas de lunes a sábado, aunque hay también cerca otro supermercado de la cadena Extra.


De allí vamos ya directos a nuestro alojamiento de ese día, el Camping Tjeldsundbrua, a unos 19 km del aeropuerto. Habíamos reservado con Booking una habitación doble económica por 600 NOK con baño y cocina privados pero con literas y dentro de una especie de casetas de obra. También tienen otros alojamientos como cabañas pero de precios más elevados.



Nos habían avisado por e-mail y teléfono que nos dejaban la llave puesta, ya que no habría nadie en recepción cuando llegáramos. Igualmente al día siguiente teníamos que dejarla en un buzón al marchar. Además dejaron un ticket en el que vimos que nos habían cobrado la estancia de la tarjeta que habíamos usado en Booking al reservar, por lo que no podemos opinar del personal del camping ya que no tuvimos trato con ellos.


Aunque la habitación son sólo 15 metros cuadrados para pasar una noche es suficiente y estuvimos a gusto. Tiene lo necesario para cocinar (no hay microondas) pero sábanas y toallas no están incluidas (disponibles con suplemento).



El baño está nada más entrar, junto al pasillo de acceso a la habitación, y aunque es básico tiene ducha y lo necesario para pasar la noche.



Después de instalarnos y cenar decidimos salir a ver si había suerte con las auroras, ya que habíamos visto en la web de Aurora Forecast que había previsión de ellas.


El camping está junto al mar en una especie de fiordo así que fuimos junto a la orilla para tratar de hacer alguna foto bonita.




















Las luces de casas y coches añadido al frío intenso no ayudaban mucho a la fotografía pero aún así disfrutamos mucho de estos momentos inolvidables.



Cada cierto tiempo hacíamos relevos y nos íbamos a la habitación a entrar un poco en calor, ya que sobre todo los pies al estar sobre la nieve se quedaban congelados. Sin embargo, pese al frío, era imposible abandonar el espectáculo que teníamos delante, cada vez mayor y de más intensidad.





Pasada la medianoche y con síntomas ya de congelación decidimos regresar a la habitación a recuperar la sensibilidad en pies y manos e irnos a dormir, sin poder creernos aún que la primera noche hubiésemos tenido la suerte, como años antes en Islandia, de revivir uno de nuestros sueños.


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