Ubicado al nordeste de la provincia de Segovia sobre una colina con excelentes vistas, Maderuelo domina con su recinto amurallado uno de los valles del río Riaza que aquí se convierte en embalse, el de Linares de Arroyo.
Aunque es un pueblo pequeño que se recorre fácilmente en menos de una hora, merece la pena visitarlo y disfrutar de la historia que se respira por sus calles. Podemos dejar el coche en el aparcamiento publico que hay fuera de la muralla o si se visita fuera de temporada que el pueblo está casi vacío en alguna de las calles de acceso por el sur.Así entramos además por el Arco de la villa, puerta principal de entrada que se conserva desde la Edad Media y en la que destacan los cerrojos y las gruesas puertas de madera acorazada (s. XV). Hasta principios del s. XX el conjunto defensivo disponía de foso y puente, aunque por desgracia en la actualidad solo se conservan algunos tramos del conjunto de muros.
Destaca la casa con soportal y columnas que cierra uno de los laterales y un gran olmo que se perdió por grafiosis y ha sido repuesto por otro.
Pasando por el arco de su derecha nos asomamos al alcacer, un bonito mirador sobre el embalse. El nombre de alcacer indica que esta extensión de terreno se usó para sembrar cebada, se segaba verde y se utilizaba como forraje para los animales de transporte del párroco. En él se ubica la recreación de un almajaneque, arma de asedio medieval utilizada para destruir murallas o lanzar proyectiles sobre los muros.
Lo mejor (y lo peor) del pueblo es que lo encontramos totalmente vacío. Apenas vimos una persona ya fuera de las murallas en todo el tiempo que estuvimos allí y esto se agradece para los que nos gusta viajar tranquilos y sin masificaciones pero a la vez daba un poquito de pena porque apenas quedan residentes y son pueblos que tienden a desaparecer.
Desde su fundación, la villa de Maderuelo se estableció como uno de los núcleos defensivos que comprendieron la llamada línea provincial y que incluía otros castillos como Coca, Cuéllar y Sepúlveda. Regresando por la calle de la parte norte pasamos junto al Torreón, uno de los últimos vestigios del castillo que protegía el acceso norte y que fue habitado por los condes de San Esteban.
Sufrió los despiadados efectos de numerosos rayos que han derribado parte de sus muros pero aún se aprecia su disposición cuadrada, en cuyo subsuelo existe un aljibe.
En esta zona norte encontramos también la Puerta del Barrio, que recibe este nombre por ubicarse próxima al barrio judío de la localidad y es el único acceso a la muralla desde la umbría. A esta entrada abovedada entre dos arcos de medio punto se adosa una casa que fue un antiguo torreón y se utilizó como hospital o albergue de peregrinos y gente necesitada.
Si se viaja en furgo o autocaravana y se quiere pernoctar en la zona, al otro lado de la carretera hay una explanada de gravilla sin servicios y algo inclinada pero bastante tranquila en la que se puede pasar la noche con buenas vistas de la villa (más info en la web de Park4night).
Hay varias rutas de senderismo para explorarlo pero sin duda la más famosa es la de la ermita del Cuasar (PR-SG 7). Nosotros teníamos pensado hacerla pero de camino vimos que, entre el 1 de enero y el 31 de julio con motivo de la temporada de cría, se debe pedir autorización en la Casa del Parque (o por mail a cp.riaza@patrimonionatural.org indicando día y hora, número de participantes y nombre, apellido y DNI del responsable del grupo) limitándose el acceso a 10 personas al día. Como esos días estaba cerrada no pudimos conseguir el permiso así que lo dejamos para otra ocasión (horarios de la casa aquí). De todas formas en el blog Viajeros 3.0 tienen mucha más información de la zona.
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