El tiempo parecía seguir sin querer darnos tregua cuando nos levantamos el cuarto día de viaje. Al menos ese día desayunamos calentitos en la cocina del camping. Poco después, tras una breve parada en el supermercado del pueblo para comprar algunas cosas, emprendimos viaje de nuevo, en dirección esta vez al Parque Nacional de Skaftafell.
Sin embargo, como ya venía siendo costumbre en el viaje, no pudimos evitar pararnos en varias ocasiones para fotografiar los increíbles rincones que iban apareciendo y que, pese a lo desagradable del día, o quizá precisamente por eso, nos atraían enormemente...
Una de estas paradas fue para ver la cascada Foss a Siðu, señalizada en la Ring Road y a la que se puede hacer fotos desde una pequeña zona que hay para dejar el coche junto a la carretera. Está a unos 10 minutos de Kirkjubaejarklaustur.
Uno de los encantos de la zona, además del geológico y el de los seres fantásticos, es que como telón de fondo se encuentra la cascada Foss a Siðu, lo que permite hacer fotos interesantes, aunque nuestro día las nubes bajas no permitían apreciarla con claridad...
Seguimos por la Ring Road atravesando campos de lava cubiertos de un musgo de color clarito que ha ido surgiendo con el paso de los años. Resulta curioso ver estas grandes extensiones donde todo es prácticamente igual, y donde el contraste entre el negro de la lava y el verde del musgo es el protagonista.
Unos 30 km al este de Kirkjubaejarklaustur se encuentra la granja de Núpsstaður, un conjunto de construcciones de piedra y turba representativo de la arquitectura típica de la zona. Entre ellas destaca una pequeña capilla del siglo XVII que mantiene intacto su encanto original, siendo una de las pocas iglesias de turba que se conservan en la actualidad. Antaño, los habitantes de la granja debían guiar a los viajeros que deseaban atravesar el desierto de Skeiðarársandur por aquí, pero hoy en día con la existencia de la Ring Road esto ya no es necesario. Al tratarse de una finca privada todavía habitada el acceso está cerrado, probablemente por la gran afluencia de turistas,y las casas quedan bastante lejos de donde hay que dejar el coche. Aunque es posible aventurarse unos metros andando para intentar hacer alguna foto en la distancia nosotros ya habíamos visto una de estas construcciones unos kilómetros antes por lo que seguimos de largo.
Siguiendo por la carretera 1 tocaba ahora atravesar el desierto de arena negra de Skeiðarársandur, cuya extensión es de más de 1000 kilómetros cuadrados a lo largo de 40 km de costa. Su arena está compuesta principalmente de cenizas originadas durante las erupciones del volcán Grímsvötn, llevadas hasta la costa por inundaciones glaciares.
En esta zona habitan además los págalos gigantes, famosos por su agresividad en épocas de cría, por lo que no es muy aconsejable adentrarse en el desierto durante esas fechas.
Os dejo un par de vídeos grabados con el móvil (perdón por la mala calidad) para que veáis cómo eran estos puentes y viváis dentro de lo posible la sensación de conducir por allí en un día como el que tuvimos envueltos en bruma, parecía que habíamos aterrizado en la luna...
Aproximadamente a 1 hora (sin paradas) de Kirkjubaejarklaustur se encuentra el Parque Nacional de Skaftafell, que en 2008 pasó a integrarse en el Parque Nacional Vatnajökull, el mayor parque nacional de Europa cubriendo el 13 % de la superficie de Islandia. Podéis encontrar un montón de información sobre la zona en la web del Parque. Se trata de un oasis rico en fauna y flora (más de 200 especies vegetales) rodeado de glaciares, con un microclima suave y húmedo gracias a la protección de esas masas de hielo y del monte Hvannadalshnúkur, el más alto del país con 2.119 m.
En el Centro de visitantes hay una cafetería, baños, oficina de turismo y una tienda de recuerdos.
Junto al aparcamiento se encuentra también el Camping, bastante grande, con zona para caravanas, un edificio principal junto al centro de visitantes y otros más pequeños con baños distribuidos por la zona de acampada. El precio por persona y noche es de 1500 ISK.
Aprovechamos también para comprar por fin el mapa de carreteras que andábamos buscando desde el inicio del viaje en la tienda/oficina de turismo del centro de visitantes. Podéis verlo en la entrada de Datos prácticos.
Fuimos siguiendo las indicaciones hasta llegar a ella, pasando por Hundafoss o cascada de los perros, así llamada porque cuando había mucho agua los perros resbalaban y caían al río.
De la propia cascada, por más que estuvimos un rato intentándolo no conseguimos sacar ninguna foto que permitiese ver su espectacularidad. Svartifoss, la cascada negra, no es la más caudalosa ni la más alta de Islandia, pero es sí una de las más famosas. Recibe su nombre por el color de las columnas basálticas que la rodean, formadas por el enfriamiento de lava como en otras columnas hexagonales que habíamos visto, pero que en este caso por su colocación semicircular se asemejan a los tubos de un enorme órgano.
Mientras José se acercaba un poco más a la cascada para intentar hacer alguna foto aceptable yo me quedé donde terminaba el camino disfrutando del entorno.
Al poco se posó en una de las ramas cercanas este gracioso pajarillo que no debía asustarse fácilmente ya que estuvo por allí bastante rato.

Poco después emprendimos el regreso hacia el coche. En lugar de volver por donde habíamos venido cruzamos el puente cercano a la cascada y subimos por las escaleras de madera para regresar por ahí.
Por el camino de bajada fuimos disfrutando de las vistas e hicimos algunas paradas. La primera de ellas para ver la pequeña central de Vestragil junto al río, completamente integrada en el paisaje con su tejado de turba.
También paramos en un par de miradores que permitían ver la cascada Hundafoss desde el otro lado del río. Desde ahí vimos a varias personas acercarse justo hasta el borde superior de la cascada. Nosotros no nos habíamos acercado a verlo desde ahí mientras subíamos, aunque la verdad es que desde donde lo estábamos ahora no parecía demasiado seguro...
Continuamos bajando y descubrimos la cascada de Magnusarfoss, que no habíamos visto durante la subida. Desde este lado del río no se ve bien aunque se aprecia que es bastante más pequeña que Hundafoss. La verdad es que esta zona es preciosa, es un contraste con los desiertos, extensiones de lava, glaciares y el resto del paisaje que habíamos encontrado hasta ese momento, y para los que nos gustan las zonas verdes de ríos y bosques, un auténtico regalo.
Por último, ya próximo a la zona de acampada, entramos en un rincón entre árboles muy curioso llamado Lambhagi que tenía al fondo esta pequeña cascada.

Una vez de vuelta en el aparcamiento cogimos la furgoneta para dirigirnos a la lengua glaciar Svinafellsjökull, a 10 minutos de Skaftafell. Se accede a ella a través de una pista con bastante socavones, pero conduciendo con cuidado se puede llegar bien y merece la pena. Cuando íbamos hacia allí el cielo empezó a abrirse y unos minutos después pudimos disfrutar otra vez del tan ansiado sol.
La pista acaba en un parking de donde sale un camino por la margen derecha del glaciar. Avanzamos por él una media hora hasta que se empezó a perder la traza del camino y decidimos darnos la vuelta.
La zona alta del glaciar seguía aun envuelta en nubes aunque hubo algún momento en el que pudimos intuir la grandiosidad del lugar.
La lengua glaciar Svinafellsjökull pertenece al glaciar Vatnajökull, que con una superficie de 8100 kilómetros cuadrados es el mayor de Europa. Su grosor varía entre los 400 y los 1000 metros y en él se encuentran los volcanes Bárðarbunga, el mayor de Islandia, y Grímsvötn, el más activo. Su altitud oscila entre los 2000 metros sobre nivel del mar y 300 metros por debajo de éste y se puede disfrutar de él durante varios kilómetros a lo largo de la Ring Road viendo surgir las numerosas lenguas glaciares de entre las montañas surcadas por cascadas.


Con el ya claro cambio de tiempo nos alejamos del glaciar regresando a la Ring Road y continuando por ella hacia este.
Casi una hora después llegamos a la penúltima parada del día, la laguna glaciar de Fjarsárlón, más pequeña que la famosa Jökulsárlón pero también más tranquila. Esto se debe en parte a que está menos accesible, ya que para llegar se debe coger una pista señalizada en la Carretera 1 en no muy buenas condiciones durante unos 10 minutos. Desde su orilla se ve el frente del glaciar Fjarjökull, del que se desprenden los icebergs que flotan en el agua y cuyos crujidos se pueden escuchar en ocasiones.
Estuvimos haciendo fotos por allí disfrutando del entorno durante una media hora pero enseguida tuvimos que partir hacia el último destino del día, aunque no nos dio tanta pena porque era otra laguna glaciar que nos sorprendió muy gratamente.
Volviendo a la Ring Road y siguiendo durante 10 km nos encontramos con la archiconocida Jökulsárlón, aunque después de verlo en persona se comprende el porqué de tanta fama.
A medida que nos acercamos a ella hay varios aparcamientos junto a la carretera para dejar el coche y asomarse a la pequeña colina, que al desarrollarse de forma paralela a la carretera actúa como barrera natural impidiendo ver la laguna desde ésta. Sin embargo los aparcamientos principales se encuentran a ambos lados de un gran puente blanco que permite cruzar el canal que une la laguna con el mar, y que aunque es otro de los grandes protagonistas de la zona empequeñece en comparación con las maravillas naturales que lo rodean.
Jökulsárlón es una laguna de unos 18 kilómetros cuadrados formada hace 80 años cuando retrocedió el Breidamerkurjökull, otra de las lenguas glaciares del Vatnajökull, y está conectada con el océano a través de un canal que permite que los icebergs que flotan en el lago tras desprenderse del glaciar puedan llegar fácilmente hasta el agua salada. En sus partes más profundas alcanza valores de 250 m, convirtiéndola en la laguna más profunda del país.
Nosotros estuvimos en esta playa poco rato ya que pensábamos volver a la mañana siguiente y queríamos disfrutar del atardecer junto a la laguna.
En un extremo del aparcamiento hay una pequeña colina junto a la orilla de la laguna que suele estar llena de fotógrafos buscando la instantánea perfecta.

Cuando finalmente se hizo de noche nos pusimos manos a la obra con la cena. Hacía algo de frío por lo que agradecimos la sopa calentita dentro de la furgoneta. Cuando acabamos de cenar José salió a ver qué tal estaba el cielo y si había muchas nubes, ya que en la web de la Agencia de meteorología de Islandia, donde hacen predicción de auroras junto con la cobertura nubosa del cielo, daban nivel 4 sobre 9. Y cual fue nuestra sorpresa al descubrir que el espectáculo ya había empezado!!!
No se como describir esos momentos, al principio una locura, José corriendo cogiendo la cámara y resto de cosas para intentar hacer alguna foto decente antes de que desapareciera y yo al contrario, descolocada sin poder creerme aun que lo estuviéramos viendo.

Os dejo algunas fotos y el vídeo con el timelapse, si tenéis la posibilidad de ir a algún país nórdico fuera de los meses de verano intentad verlo porque es imposible explicar lo pequeño que te sientes.

Andaba visitando el blog de un astrónomo, y me encontré con un vídeo que me hizo acordarme de ustedes...Aquí se los dejo:
ResponderEliminarhttp://blogs.elcorreo.com/el-navegante/2014/11/21/ablaze-4k-de-henry-jun-wah-lee/
En realidad los felicito por sus fotografías, y por las descripciones porque ya me parece que anduve viajando con ustedes!!
Muchas gracias Gabriela! La verdad es que es muy bonito el vídeo que has puesto, como dicen en la página la erupción volcánica le da un color especial al cielo que añadido al de las auroras lo hace espectacular. Nosotros cuando vimos los tonos rojizos tardamos un ratillo en caer que se debía al volcán, parece increíble pero al final hasta fue un extra jeje
ResponderEliminarHola, mi mas absoluta admiración, me encanta vuestro viaje y lo digo con pleno conocimiento, yo me hice Islandia con Viajes Polares este abril y si lo se os contrato a vosotros. No solo estais mas informados y recorristeis mas cosas que nosotros si no que aportais unas fotos fantasticas. De hecho me estais ayudando a hacer mi album de hoffmann que hago de cada viaje que realizo. Ahora descubro incluso nombres de cosas que vi. Muchas gracias. Estoy espiando el resto del blog y me esta maravillando.
ResponderEliminarUn saludo de una fan, fan, fan,
Muchísimas gracias por tanto halago Anónima! Me alegro mucho que te guste el blog y en concreto los relatos sobre Islandia, la verdad es que es un país fascinante y me atrevería a decir que único! El blog supone bastante tiempo y esfuerzo pero comentarios como el tuyo animan a seguir adelante, con una persona a la que le sirva ya merece la pena :)
EliminarUn abrazo!