sábado, 20 de agosto de 2016

Día 5 viaje a Suiza (5/07): ruta a pie por Saas-Fee, embalse de Mattmark y valle de Hasli


El quinto día del viaje nos despertamos en el furgoperfecto de Blatten con las huellas de nuestros amigos los mosquitos empezando a notarse en nuestro cuerpo, por lo que decidimos recoger rápido e irnos a desayunar a otro sitio. Pusimos rumbo al pueblo alpino de Saas-Fee, nuestro primer destino del día.



De camino, al poco de pasar el pueblo de Blatten, nos encontramos ya con la primera sorpresa de la jornada, una bonita cascada junto a la propia carretera que el día anterior habíamos pasado de largo al ir concentrados en encontrar el sitio para dormir.




Está claro que en los viajes uno no puede planificarlo todo y muchas veces son las cosas que nos encontramos sin esperarlo las que más nos enamoran. Esto fue lo que ocurrió con la siguiente parada, donde además aprovechamos para desayunar.








Se trata de la cascada de Fellbachfälle, en el pueblo de Saas-Balen. Consta de dos saltos, el superior de 90 metros de altura y el inferior de 62. Se puede llegar hasta ella en coche o caminando desde el centro del pueblo en unos 10 minutos y la parada merece la pena.





Tras coger fuerzas con el desayuno seguimos avanzando hacia Saas-Fee viendo ya asomar los primeros glaciares desde la propia carretera.


Como ocurría con Zermatt, Saas-Fee es un pueblo por el que sólo pueden circular vehículos eléctricos, obligando a los turistas a dejar los coches en los aparcamientos de la entrada. El primero que encontramos es una explanada indicada para caravanas y otros vehículos grandes, donde habíamos leído que se podía pasar la noche por 26 CHF y que contaba con baños.




Aunque está justo debajo del edificio del aparcamiento principal, las vistas hacia el otro lado del valle no están nada mal.



Un poco más adelante está la entrada al parking principal, un edificio cubierto de varias plantas. Las primeras 3 horas son gratuitas, hasta 4 horas son 5 CHF y así va aumentando hasta un día completo que cuesta 14 CHF (más información aquí). 

Después de dejar el coche nos dirigimos al centro del pueblo con intención de preguntar en la oficina de turismo por una ruta sencilla por la zona, ya que queríamos estar hasta mediodía y no llevábamos mucha información. La oficina se encuentra a la entrada del pueblo, a 5 minutos a pie del parking, en un lateral de la plaza que encontramos al llegar. Ya desde allí las vistas son impresionantes, en primer plano el pueblo y varias cabañas tradicionales y al fondo los glaciares y las montañas que rondan los 4000 metros de altitud.



En la oficina de turismo nos recomendaron un par de rutas de unas dos horas de duración y nos decantamos por la que empezaba en la estación superior del telecabina de Hannig. Preguntamos también por los relojes de cartón que se utilizan en algunas ciudades para señalar la hora de llegada en zona azul, ya que habíamos leído que se podían comprar en gasolineras pero que en las oficinas de turismo los daban gratis. Sin embargo no hubo suerte, ya que como allí no los usaban casi ni sabían de lo que les estábamos hablando...


Nos dirigimos a la estación del telecabina de Hannig, a unos 10 minutos a pie de la oficina de turismo. Allí pagamos 25 CHF por 2 tickets de ida, ya que ese es el precio de un trayecto pero con la Half Fare Card nos costaba la mitad. Hay que tener en cuenta que algunos telecabinas, como por ejemplo este y el de Platjen, cierran al mediodía de 12:15 a 13:30 (horarios aquí).



En pocos minutos llegamos a la estación superior, a 2.336 metros de altitud. Desde aquí las vistas son ya increíbles, pero queríamos caminar un rato y ver si encontrábamos alguna marmota, ya que según dicen abundan por la zona. Otro lugar recomendado para verlas es Spielboden, a 2.449 metros, pero estaba cerrado por reformas.



Al principio pensábamos bajar por el bosque que sobrevuela el telecabina, pero vimos que había un camino que llevaba a Saas-Fee en 2 horas y permitía acercarse más a los glaciares de las montañas de enfrente, así que cambiamos de plan (track disponible aquí)







El camino va llaneando al principio a media ladera, pero como el desnivel de 500 metros hay que hacerlo sí o sí la parte final es bastante empinada.






A pesar de las nubes que hacían acto de presencia, las vistas seguían siendo espectaculares, tanto hacia el otro lado del valle, con cumbres como el Egginer, de 3.367 m o el Mittaghorn, de 3.143, como de las montañas a nuestras espaldas que rozan los 4.000 metros de altitud, lo que hacía imposible no pararse con frecuencia a inmortalizar lo que nos rodeaba.

























Durante el camino tenemos que atravesar varios torrentes del agua que cae de los glaciares entre pedreras, en la mayoría de los casos por pequeños puentes de madera.




Aunque el camino no nos acerca demasiado a los glaciares, sí que nos permite tener buenas vistas de alguno de ellos.




Lo que no conseguimos ver por desgracia son animales distintos a ovejas o vacas, pese a oír el silbido de las marmotas en algunos momentos. Nos llamó la atención el colorido de las ovejas, dedujimos que les pintan la lana con sprays de colores para distinguirlas entre la nieve.



Salvo para cruzar los torrentes, el camino continúa llaneando a media ladera en dirección a la zona de Felskinn y el glaciar Feegletscher, hasta llegar a un punto señalizado donde se divide en subida hacia el refugio de Mischabel o descenso hacia Saas-Fee.




El descenso es bastante pronunciado, con zig-zags que nos permiten perder desnivel en muy poca distancia. Así vamos acercándonos a las afueras del pueblo, dejando a mano derecha otro río con agua procedente de los glaciares y que se junta con el Feevispa que atraviesa el núcleo urbano.























Algo cansados por el rápido descenso de la parte final, llegamos al fondo del valle, acaparado por prados con vacas y remontes mecánicos.



En nuestro regreso hacia el coche recorrimos el pueblo para descubrir alguno de sus rincones más curiosos, como la iglesia de campanario triangular.



Los orígenes de la población de Saas-Fee, en la actualidad la más grande del valle del Saas, se remontan al siglo XIX, aunque hoy en día sucede como con Zermatt, el turismo lo ha acaparado todo y apenas quedan elementos del carácter rural original. Lo que sí encontramos son bonitas casas de madera y flores en abundancia.



En la entrada del pueblo, junto a la plaza donde se encuentra la Oficina de turismo, hay varias cabañas que nos recuerdan como eran las viviendas tradicionales de la zona.



Aunque hay multitud más de actividades y lugares que visitar o rutas que hacer por la zona, como subir al Mittelallalin, un restaurante giratorio a 3.500 metros de altitud, o andar desde Felskinn al refugio Britanniahutte en hora y media, decidimos continuar el viaje para explorar otras zonas y disfrutar del buen tiempo que pronosticaban para los días siguientes.

La primera parada tras abandonar Saas-Fee fue cerca de allí, el embalse de Mattmark, a unos 10 kilómetros subiendo en dirección a Saas-Almagell. Por la carretera encontramos varias cascadas largas y estrechas que recorren las laderas como si fueran serpientes.



Junto al embalse hay un restaurante pero la zona de aparcamiento es de pago, 3 CHf/día. Nosotros sólo queríamos verlo unos minutos desde la presa, así que dimos un paseo rápido y nos volvimos al coche.





Por este punto, donde finaliza la carretera, pasan multitud de rutas hacia refugios, picos cercanos o que rodean el embalse.

La previsión del tiempo para ese día no era muy buena, aunque hasta ese momento estaba aguantando bastante. Como esperábamos que hiciera mal tiempo habíamos pensado dedicar la tarde a hacer compra y acercarnos hacia la siguiente zona que teníamos ganas de conocer, la ruta de los tres puertos formada por el Grimsel, Furka y Sustenpass. De vuelta hacia Visp, paramos a comer en un apartadero de la carretera, por allí era casi imposible encontrar un buen lugar donde parar y comer tranquilos por lo que tuvimos que conformarnos con eso. Después de comer, paramos en el supermercado Coop que hay a las afueras de Visp, en el Eyholz center. Aunque era un centro comercial muy pequeño había tienda de electrónica y preguntamos por las tarjetas prepago para tener internet en el móvil. Sin embargo las opciones más baratas eran más de 20 CHF y no los 10-12 que habíamos visto antes de ir allí y contando que ya habían pasado varios días del viaje y que encontrábamos wifi con relativa facilidad (en el propio centro comercial había una red pública) descartamos comprarla. 




Tras hacer la compra y aprovechar el baño y el wifi del centro comercial continuamos viaje. El valle por el que íbamos iba poco a poco volviéndose más verde y cerrado, aunque las nubes negras al fondo no presagiaban nada bueno.




Lo que aún no sabíamos es que nos quedaba otra sorpresa antes de acabar el día, el puente colgante Goms bridge. Está a mano derecha al poco de pasar el pueblo de Fiesch, y junto a la carretera en el lado izquierdo hay un pequeño aparcamiento gratuito con mesas donde dejar el coche.

Y como no podía ser de otra manera, había que cruzarlo...




Este puente, de 280 metros de largo, 1,40 m de ancho y 92 metros de altura en su punto más alto, permite cruzar el Ródano y visitar la localidad de Mühlebach que se encuentra al otro lado. Por ella pasa una pequeña ruta circular que permite conocer también la vecina localidad de Ernen, donde se encuentra la casa de Guillermo Tell.





Pero nosotros esto no lo sabíamos y nos limitamos a cruzar el puente hasta el otro lado y disfrutar de las vistas del caudaloso Ródano desde la parte central.




Tocaba despedirse del espectacular puente, y tras merendar algo en el aparcamiento reemprendimos el viaje. Los pueblos que íbamos encontrando a nuestro paso eran en general bastante pequeños y nos sorprendió encontrarnos con varias iglesias protestantes, diferentes a las que estamos habituados, como la de Reckingen.








Según avanzábamos el cielo se iba poniendo cada vez más oscuro y podíamos ver ya las altas montañas que atraviesan los 3 puertos que íbamos a recorrer.



De lo que nos dimos cuenta es que desde donde íbamos no podríamos hacer la vuelta completa sin tener que repetir algún tramo, ya que luego queríamos ir hacia Interlaken y no regresar por donde la carretera 19 por la que circulábamos. Para poder hacerlo completo sin repetir ninguna parte hay que ir desde el norte y empezar en Innertkirchen, haciendo el recorrido completo y volviendo hacia Interlaken.



Cuando llegamos a Gletsch, el pueblo situado en el valle entre el Grimselpass y el Furkapass, llovía con ganas. Además nos llevamos un poco de decepción ya que llamarlo pueblo es mucho decir, puesto que se trata de un conjunto de edificios de servicios junto a la carretera: una oficina de turismo, un hotel, una zona de acampada dependiente del hotel, la estación de tren y una pequeña iglesia.



Pensamos quedarnos en la zona de acampada del hotel con la idea de poder usar sus baños, pero en la recepción no atendía nadie y como aún era pronto decidimos subir el Grimselpass y ver como estaba para dormir arriba, ya que habíamos visto que allí había varios furgoperfectos.


Lo cierto es que la visión del GPS del puerto no era nada alentadora y menos con ese tiempo...






Sin embargo disfrutamos mucho de la subida y no se nos hizo nada larga pese a las múltiples curvas de herradura y la lluvia intermitente.



Además las vistas sobre el valle, las montañas nevadas y la subida al Furkapass al otro lado eran espectaculares, parece mentira lo que es capaz de conseguir el ser humano si se lo propone...




Finalmente, minutos antes de las 7, llegamos a la parte alta del puerto, divisoria de cantones que comunica los valles de Hasli, en el cantón de Berna, con el valle de Goms, perteneciente al Valais. El tiempo había mejorado ligeramente, al menos ya no llovía, y tras recorrer la zona con el coche elegimos un pequeño aparcamiento junto a la presa del Totensee o Lago de los muertos, para pasar la noche. Aunque el nombre del lugar no acompañara mucho, era la zona más resguardada y había otra caravana y una furgoneta, lo que nos convenció para quedarnos.



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