Este verano no podíamos desaprovechar el cambio de residencia por motivos laborales que nos había acercado al Pirineo para explorar alguna de las zonas que nos faltan por conocer.
Aunque en el Valle de Pineta ya habíamos estado hace algunos años en unas vacaciones de verano por el PN de Ordesa, nos habíamos quedado con ganas de conocerlo en profundidad y con mejor tiempo, ya que en aquella ocasión apenas pudimos bajarnos del coche. También nos apetecía mucho recorrer parte del para nosotros casi desconocido Pirineo francés, por lo que unimos ambas cosas en una escapada de 3 días con la furgo en pleno mes de agosto, escapando del calor del prelitoral.
El sábado 6 llegamos al aparcamiento de Pineta alrededor de las cuatro de la tarde, tras haber hecho una breve parada para comer en un área recreativa de la carretera. Esta enorme explanada de gravilla, que hace las veces de aparcamiento, es de pago durante los meses de verano, a razón de 2 € al día.
El día era espectacular y enseguida estuvimos listos para comenzar la ruta de unos 7 km que habíamos elegido, en la que las protagonistas indiscutibles serían las cascadas, primero las de La Larri y después las del Cinca. Estas últimas se forman a poca distancia del nacimiento del río del mismo nombre (ver track aquí).
Desde el aparcamiento nos dirigimos a cruzar el río Cinca siguiendo las indicaciones de las señales hacia nuestro primer objetivo del día, las cascadas de La Larri. Ya desde allí las vistas son impresionantes, el valle de Pineta es uno de los más bonitos del Pirineo y por algo forma parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, al que se agregó en el año 1982 junto a los valles vecinos de Añisclo y las Gargantas de Escuaín.
Rápidamente el camino se adentra en zona de bosque, lo que se agradece a esas horas de la tarde, pero empieza también a aumentar la pendiente, convirtiéndose el camino en un estrecho sendero entre árboles que sube a un ritmo vertiginoso.
Tan sólo 15 minutos después de iniciar la ruta encontramos la primera de las cascadas, con una bonita poza de agua transparente en su parte inferior.
Seguimos subiendo y encontramos otras pozas similares prácticamente en cada curva del camino, algunas con menos agua pero con un bonito arcoiris, otras estrechas y verticales y otras con mucha menos inclinación.
Así llegamos hasta los últimos miradores del sendero, desde donde se ve una mucho más caudalosa y se aprecia también el puente del camino que pasa por encima de ella en dirección a los Llanos de La Larri.
Cuando llegamos al puente vemos que hasta él cae otra cascada por encima, igual de espectacular o incluso más que las anteriores.
Desde aquí tenemos vistas también del otro lado del valle. Esta parte de la ruta, aunque tiene desnivel, se puede hacer tranquilamente con paradas en alrededor de una hora. Junto al puente hay además una fuente para coger agua fresca y recuperar fuerzas.
Andamos una media hora entre bosque y al salir encontramos a nuestro alrededor un entorno impresionante.
A lo lejos vemos ya nuestro objetivo, un conjunto de cascadas divididas en varios niveles.
El sendero permite llegar hasta ellas e incluso cruzarlas con la ayuda de un puente y algunas piedras, aunque baja bastante agua y preferimos evitarnos un chapuzón involuntario.
La parte baja consta de varios saltos de agua encajonados entre paredes de piedra, mientras por encima vemos un salto de mayor altura e incluso intuimos algún otro por encima.
También son espectaculares las vistas hacia el valle y la zona de la que venimos, dirección a los Llanos de La Larri, en un día despejado como el que disfrutamos.
Subimos un poco más intentando ver mejor la cascada superior pero como se va haciendo tarde y no parece que podamos tener mejores vistas sin andar demasiado, nos damos la vuelta y emprendemos el camino de regreso, despidiéndonos de estas cascadas que nos han encantado.
Al volver a la pista principal vemos que para llegar al parking hay 2 opciones: seguir por ella hasta el final o coger en ese mismo punto un sendero que se interna entre el bosque de hayas y que baja junto al río Cinca hasta el aparcamiento. Escogemos esta última opción teniendo en cuenta además que es la que está señalizada para llegar a nuestro destino.
Al cabo de un rato llegamos al puente que habíamos cruzado unas 3 horas antes, y echando la vista atrás vemos las cascadas del Cinca de las que veníamos.
Desde un poco más adelante se puede ver el edificio del Parador Nacional de Bielsa que habíamos visto a lo lejos desde las alturas.
Ya de regreso en la furgo pusimos rumbo al lugar furgoperfecto donde teníamos pensado pasar esa noche, un aparcamiento junto a la carretera de acceso de los Lagos de Néouvielle, que recorreríamos al día siguiente (Coordenadas: 42º49'09"N, 0º11'24"E). Para llegar hasta allí hay que cruzar el túnel d'Aragnouet - Bielsa, que está regulado con un semáforo para permitir el paso simultáneo en un único sentido. En ambos lados del túnel el agua es protagonista y encontramos varias cascadas a nuestro paso.
Elegimos una zona del aparcamiento entre árboles junto a otras furgonetas y caravanas para cenar y pasar la noche, que fue realmente tranquila.
A la mañana siguiente nos dirigimos al inicio de nuestra ruta de ese día, el Lac d'Orédon, unos kilómetros carretera arriba. Llegamos antes de las 9 y ya había coches aparcados en la propia carretera para evitar el pago del parking. Nosotros preferimos dejarlo dentro y aunque habíamos leído que no se podía pernoctar en la zona por estar dentro del Parque Natural, vimos otras furgonetas que parecían haber pasado allí la noche e incluso tiendas acampadas junto al lago.
Alrededor de las 9 iniciamos la ruta de algo más de 10 km que nos llevaría a recorrer 4 de los lagos más famosos de la zona del macizo de Néouvielle durante unas 5 horas (ver track aquí).
Comenzamos a caminar bordeando el lago para adentrarnos enseguida en un bosque de pinos, siguiendo el sendero que pasa junto a varias cascadas encargadas de verter el agua de Les Laquettes en el Lac d'Orédon de donde veníamos.
El primer tramo del sendero es de subida prácticamente constante entre árboles hasta llegar a Les Laquettes, una sucesión de lagos naturales a unos 2.080 metros de altitud en los que se reflejan las montañas de alrededor
El sendero, en esta parte más llano, va bordeándolos hasta el lado opuesto, donde se inicia la subida al siguiente lago.
Aunque se trata de apenas 100 metros de desnivel, permiten tener otra perspectiva de Les Laquettes desde arriba.
Así llegamos junto a la presa del Lac d'Aubert, a unos 2.150 metros de altitud y de tamaño similar al Lac d'Orédon del que partimos.
El lugar es espectacular, muy tranquilo pese a la cantidad de gente que hay por allí, ya que hasta este punto se puede subir en autobús (o navette como se les conoce en Francia) desde el aparcamiento de Orédon.
Aprovechamos para descansar unos minutos y reponer fuerzas junto al agua antes de seguir camino.
A pocos metros del lago, donde tienen la parada los autobuses que vienen del parking d'Orédon, hay otra explanada que hace las veces de aparcamiento pero al que sólo se puede acceder en coche particular antes de las 9 de la mañana o después de las 6 de la tarde, ya que durante ese periodo únicamente se permite la circulación de los autobuses. A su lado hay un edificio con baños y un mirador con los puntos de interés. Desde aquí vemos 2 de los picos más altos de la zona, el puntiagudo Ramoun de 3.011 metros, y a su derecha el Pic de Néouvielle, más alto aunque más lejano, con 3.091 m.
Lo bordeamos por su vertiente sur, según llegamos a la derecha, y encontramos a su lado una pequeña charca de color rojo que nos llama la atención.
Seguimos avanzando junto al lago por esta zona menos arbolada impresionados por el color turquesa de sus aguas.
Así llegamos hasta un edificio que antaño sirvió de residencia de verano para los ingenieros encargados de construir la presa del Lac de Cap de Long y hoy está a cargo de un particular.
Continuamos bordeando el lago, avanzando durante unos metros junto a la carretera por la que pasa la navette, sin perder las estupendas vistas de las montañas que nos rodean.
El lago tiene unos tonos azules increíbles, especialmente en la orilla, que invitan a detenerse indefinidamente, ya sea a hacer fotos, mojarse los pies o simplemente descansar disfrutando del entorno.
A medida que nos vamos alejando cambia ligeramente el paisaje, algo más seco y con menos árboles, y nos damos cuenta que aún nos queda un rato para completar la vuelta circular que pensábamos hacer por lo que toca apretar el paso.
Pasamos junto a una pequeña charca y a partir de ahí hay que subir un poco hasta pasar un pequeño collado.
A continuación toca bajar ligeramente bordeando una zona de humedal para poco después volver a entrar en el bosque de pinos e iniciar la subida final al Col d'Estoudou.
Aunque la primera parte entre árboles se lleva mejor, luego queda una última parte más expuesta y con bastante pendiente, pero al ser el tramo final se sube con más ganas. Desde allí las vistas son impresionantes, tanto hacia el Lac d'Orédon como hacia la parte baja del valle, y merece la pena disfrutar de ellas durante unos minutos.
Nosotros de aquí regresábamos al punto de inicio, pero si se sigue el GR-10 se puede bajar al Lac de l'Oule, en aproximadamente 1,5 km y 400 metros de desnivel negativo.
Las espectaculares vistas desde este collado nos permitían ver incluso la carretera por la que se accede al Lac d'Orédon, con sus numerosas curvas de herradura.
Tras disfrutar un rato del espectacular entorno que nos rodeaba y ya con algo de hambre, emprendimos el regreso hacia el coche, siguiendo el recorrido circular que habíamos mirado. Tomamos por tanto el sendero de la izquierda en lugar de por el que habíamos subido y comenzamos en pocos metros un descenso casi directo entre árboles hacia el aparcamiento.
Con las piernas algo cansadas por el fuerte desnivel (400 metros en menos de 2 km), llegamos pasadas las 2 de la tarde al parking. Finalmente pagamos por unas 5,5 horas de aparcamiento 7,70 €.
De ahí nos dirigimos al Lac de Cap de Long, otro embalse unos 4 kilómetros más arriba donde acaba la carretera. Allí aprovechamos para comer y dar un paseo por la presa. Es un lugar también frecuentado por furgonetas y caravanas ya que se puede pernoctar sin problema.
Este embalse es consecuencia de una gran obra de ingeniería, siendo el de mayor tamaño de los Lacs de Néouvielle con 101 ha y situado a 2.161 metros de altitud, por lo que las condiciones debieron ser muy duras durante las obras.
Recorriendo la presa obtenemos buenas vistas del Lac d'Orédon y la carretera por la que hemos venido, así como de las infraestructuras necesarias para la construcción del embalse y del camino que conecta los dos lagos.
Ese día ya sólo nos quedaba descansar y poner rumbo al furgoperfecto de esa noche, cerquita del Lac de Payolle, a unos 50 km de donde nos encontrábamos. Para ello deshicimos el camino hecho la tarde anterior hasta el cruce de Fabian y ahí pusimos rumbo a Saint- Lary-Soulan para cruzarlo y seguir por la misma carretera hasta desviarnos en Guchen. Una vez aquí se sube por una carretera de montaña el puerto de la Hourquette d'Ancizan, donde paramos a disfrutar de las vistas desde sus 1.564 metros de altitud con la suerte de día tan despejado que teníamos. Hacia el sur veíamos el valle de Aure con Saint-Lary al fondo y hacia el noroeste el Pic du Midi.
El Lac de Payolle es muy famoso, especialmente entre amantes de las caravanas y por allí no hay ningún problema para encontrar donde pernoctar, ya que hay varias explanadas llenas de ellas y de furgonetas. Nosotros habíamos visto un furgoperfecto en la zona algo más tranquilo, cogiendo una pista a mano izquierda antes de llegar al lago (Coordenadas: 42º 55' 53 N, 0º 17' 35"E). La furgoneta se aparca a pocos metros de la pista pero hay plataformas de hormigón para que quede nivelada, está rodeado de árboles y al lado de un pequeño río, el Ruisseau d'Artigou, en el que nos remojamos los pies y disfrutamos de un estupendo momento de relax.
Se puede ir andando al Lac de Payolle en menos de 10 minutos y rodearlo tranquilamente a pie o en uno de los ponys que ofrecen previo pago, ya que no es muy grande, alrededor de 10 ha. También se pueden alquilar barquitas para navegar por él o tomar algo en una cafetería de su extremo más interior. Lo cierto es que a nosotros nos decepcionó un poco viniendo de los lagos de Néouvielle, menos explotados turísticamente y en un entorno mucho más impresionante.
La noche fue tranquila y como nos habíamos ido a dormir pronto nos despertamos también bastante pronto. Desayunamos, recogimos y pusimos rumbo a Saint-Lary, ya que esa mañana la íbamos a dedicar a visitar pueblos de la zona antes de emprender el camino de vuelta a casa.
En lugar de regresar por donde habíamos ido la tarde anterior, completamos la vuelta circular subiendo al Col d'Aspin, algo que le hacía mucha ilusión a José por ser un puerto muy conocido en el mundo ciclista.
Desde lo alto del puerto, a 1.490 metros de altitud, volvemos a ver a lo lejos a nuestro conocido el Pic du Midi y hacia el sur las sierras que marcan la divisoria entre los departamentos franceses de Altos Pirineos y Alto Garona.
Nuestro siguiente destino fue el pueblo de Arreau. Aparcamos gratis muy cerquita del centro, en la calle Quai de la Neste, y desde allí recorrimos a pie la zona turística. La oficina de información se encuentra en el Chateau des Nestes, una antigua comandancia rehabilitada junto al lugar donde se unen los dos ríos que atraviesan el pueblo, el Aure y el Louron, cerca de la entrada del pueblo, pero estaba cerrada cuando llegamos.
Siguiendo el itinerario recomendado en el mapa de la entrada de la Oficina de turismo avanzamos junto al río La Neste du Louron, pasando por delante de la Capilla de Saint-Éxupère.
Desde allí tenemos las primeras imágenes de uno de los protagonistas del pueblo y quizá uno de sus edificios más bonitos, el Ayuntamiento.
Pasamos también junto al Castillo de Segure, cuya torre cuadrada asentada sobre una roca es del siglo XVI.
Seguimos andando al costado del río admirados por el edificio del ayuntamiento hasta un poco más adelante donde cruzamos por uno de los puentes.
Pasamos junto a la Iglesia de Nôtre-Dame y recorremos tranquilamente el barrio de los artesanos, donde encontramos algunas casas preciosas de piedra y madera.
Regresamos hacia el centro yendo a parar a la plaza del Ayuntamiento.
En uno de sus laterales encontramos la Maison de Lys, del siglo XVI y que sorprende por su fachada tan trabajada y la madera decorada con lirios.
Era inevitable hacer una breve parada técnica en una de las panaderías del pueblo, así que tras reponer fuerzas y apaciguar nuestra gula, pusimos rumbo a Saint-Lary. De camino hicimos un par de paradas en dos de los pueblos que encontramos: Cadéac, para ver su imponente Iglesia de San Félix que merece la pena...
... y Vielle-Aure, donde es algo difícil aparcar y tampoco hay demasiado que ver, a excepción de su Iglesia de San Bartolomé del siglo XII, en cuya entrada proyectan un vídeo informativo.
Por último llegamos a Saint-Lary-Soulan, donde dejamos la furgoneta en uno de los parking gratuitos de la entrada. Aunque quizá no destaque excesivamente por ningún edificio histórico concreto, es un pueblo grande, muy animado y con una zona centro muy bonita llena de edificios de piedra y madera que merece la pena recorrer. La oficina de turismo se encuentra en pleno centro, frente a la iglesia.
Dimos un paseo por el pueblo pasando por el Ayuntamiento, la Torre de Hachan y la Casa del Parque Nacional de los Pirineos, una especie de museo / centro de interpretación para conocer mejor la fauna y flora de la zona.
Realmente la zona que merece la pena es la del centro, ya que en cuanto sales de las calles principales es un pueblo normal con apartamentos y casas semi-vacíos esperando a los visitantes invernales. Y es que Saint-Lary es un destino muy famoso en el mundo del esquí y ha crecido entorno a este deporte, teniendo como nombre de su calle principal el del fundador de la estación en 1957 Vicent Mir. La estación, que cuenta con más de 100 km esquiables, está conectada con el pueblo por dos remontes: el teleférico del Pic Lumière abierto tanto en verano como en invierno y el telecabina de Vignec, que funciona durante la temporada de esquí. Otros atractivos de la localidad son la Maison de l'Ours o Casa del Oso, especialmente interesante para niños, o el centro de bienestar Sensoria con zona de termas.
Como curiosidad, la otra parte del nombre, Soulan, procede de un pequeño pueblo de carácter pastoril situado en dirección a la estación de esquí y que en 1963 se fusionó con Saint-Lary.
Tras el agradable paseo por el pueblo tocaba emprender el camino de vuelta a través del túnel d'Aragnouet, por el que habíamos cruzado dos días antes. Pero de camino nos acordamos de parar en un sitio que nos había llamado mucho la atención el día anterior, una preciosa casa de piedra decorada con flores y multitud de objetos curiosos y cabezas de animales, situada junto a la carretera en Aragnouet.
Tristes porque la escapada llegaba a su fin pero contentos a la vez por todo lo que habíamos conocido y la suerte que habíamos tenido con el tiempo, pusimos rumbo a casa pensando ya en el próximo destino.
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