viernes, 28 de abril de 2017

Escapada express al macizo de Montserrat


Uno de los lugares que teníamos pendientes de visitar desde que nos mudamos a Cataluña era el Macizo de Montserrat. Aunque sus principales atractivos, el Santuario de Montserrat y la infinidad de vías de escalada, no llamaba demasiado nuestra atención, teníamos curiosidad por acercarnos a conocer este imponente macizo que veíamos en la distancia desde la autovía.

Finalmente nos escapamos a finales de marzo para una visita rápida de un par de días. El día que llegamos pensábamos hacer una ruta al Santuario de Montserrat pero nada más aparcar en Monistrol, donde comenzaba la ruta, se puso a llover y decidimos cambiar de planes. Nos acercamos a ver a un amigo de José que vive cerca de allí y pasamos la tarde con él.

De camino paramos en Collbató, a los pies del macizo, y dimos un paseo por su pequeño casco antiguo. No es nada excepcional pero no está mal para hacer una parada.



Desde éste se tienen buenas vistas de la ermita de la Salud, uno de los lugares de interés y cerca de la cual se encuentran las Covas del Salnitre, aunque desde enero están cerradas por obras de mejora.


Como nuestro amigo vive cerca de Gelida, aprovechando una ligera mejoría del tiempo fuimos a dar un paseo por su parte alta, desde la que se tienen buenas vistas del castillo del siglo X, con Montserrat al fondo.



Se trata de una zona que destaca por sus cultivos, especialmente viñedos. No en vano nos encontramos a pocos kilómetros de la cuna del Cava, Sant Sadurní de Noya, donde se sitúan bodegas tan conocidas como Codorniu o Freixenet.



Para no perder las buenas costumbres habíamos recurrido a nuestro oráculo particular, el mapa de furgoperfectos de Furgovw, para encontrar un sitio donde pasar la noche con la furgoneta que no estuviera muy lejos de Monistrol de Montserrat, donde al día siguiente comenzaríamos la ruta. Finalmente optamos por el parking que hay junto a la Ermita de Santa Cecilia. Aunque no dispone de baños ni agua corriente, es gratuito y está muy bien situado, junto a la carretera pero en una zona tranquila y con buenas vistas en todas direcciones.



En lugar de ir hacia él por el mismo camino que habíamos hecho por la mañana, aprovechamos las horas de luz que nos quedaban para rodear el macizo por su parte sur y así completar la vuelta circular.





De esta manera pudimos ver, aunque fuera de lejos, el famoso agujero conocido como La Foradada, cerca de Les Agulles de Montserrat.



Cuando llegamos al Monasterio de Santa Cecilia aún era de día y dimos un paseo por allí para verlo. El monasterio fue fundado en el año 945 y en el 957 se construyó la iglesia dedicada a Santa Cecilia, San Pedro y Santa María. Sin embargo hoy día del monasterio ya no queda nada, si bien la iglesia ha sido restaurada en multitud de ocasiones tras incendios y abandonos y se encuentra en buen estado, mereciendo una visita.



Además se encuentra en un entorno muy tranquilo, con el cercano refugio de montaña Bartomeu Puiggrós a unos metros (actualmente sin guarda).




Fuimos haciendo la cena en lo que el sol se ponía y lo cierto es que fue un atardecer precioso, la combinación de nubes y claros nos permitió disfrutar de tonos rojizos en las rocas y rosados en las nubes, que por desgracia no se aprecian en todo su esplendor en las fotos.



La noche fue muy tranquila, estuvimos casi solos, únicamente otro coche y nosotros en todo el aparcamiento, aunque a primera hora de la mañana llegaron técnicos de mantenimiento y empezaron a desbrozar en los alrededores, por lo que recogimos rápido y nos marchamos enseguida.




Pero antes de irnos tuvimos la suerte de poder disfrutar de un amanecer de lujo junto a la ermita, con vistas privilegiadas del mar de nubes que se extendía sobre el valle y los primeros rayos de sol cayendo sobre el macizo de Montserrat.





Para ese día habíamos buscado una ruta circular que nos iba a llevar desde Monistrol al Santuario de Montserrat y regreso por un camino diferente. En total unos 11 km, 700 metros de desnivel acumulado y unas 3 horas andando (track aquí).

En Monistrol hay varias opciones para dejar el coche, bien junto a la carretera principal donde hay un amplio aparcamiento gratuito, o adentrándonos en el pueblo donde encontramos muchas más plazas en la parte alta. Nosotros lo dejamos en esta última zona para comprar el pan en el pueblo y desde ahí coger el camino que se encontraba a poca distancia.

Al haber descendido desde donde habíamos pasado la noche, lo que unos minutos antes habíamos disfrutado como un precioso mar de nubes, ahora era una niebla espesa en la que estábamos metidos de lleno, por lo que apenas vimos nada durante la primera media hora.



Sin embargo, gracias a ello pudimos disfrutar de otros encantos como una tela de araña perfecta cubierta de minúsculas gotitas de agua.




La primera parte de la ruta es de subida, algunos tramos más tendidos por pista y otros más fuertes por senda. Cuando sobrepasamos la capa de nubes la imagen fue espectacular, tanto hacia el valle que se encontraba completamente cubierto como hacia las imponentes paredes de piedra con el cielo azul de fondo.




Aunque lo habíamos oído al poco de empezar la subida la niebla nos impedía verlo pero en esta ocasión al mirar hacia arriba pudimos ver otro de los medios de acceso a Montserrat, el tren cremallera que conecta Monistrol con el Santuario en 15 minutos y que permite llegar hasta allí desde Barcelona.


En dirección contraria, sobresaliendo al fondo sobre el mar de nubes veíamos la nieve del Pirineo, que aguantaba estoicamente las jornadas de altas temperaturas de los últimos días.



Quizá lo que más impresiona a medida que se va ascendiendo son las paredes de piedra del macizo y sus características agujas redondeadas, con formas super curiosas y equilibrios imposibles.




Se asciende por sendero hasta las proximidades del Santuario, donde se coge un camino empedrado que comunica éste con la ermita de la Santa Cova, donde se encontró la imagen de la Virgen en el año 880 que dio lugar a su culto y posterior consagración como patrona de Cataluña.



Desde aquí vemos también la llegada del Aeri al Santuario, un teleférico que junto con el vehículo particular completa las 4 formas de acceso a la Basílica. Entre el 1 de marzo y el 31 de octubre funciona con una frecuencia de 15 minutos entre las 9:40 y las 19 horas.



Subimos hasta el Santuario y de camino nos encontramos a este petirrojo que posa unos segundos frente a nosotros con su característico pecho rojizo.



Una vez en el Santuario nos sorprendió la cantidad de gente que había para ser un día entre semana de marzo. Principalmente se trataba de excursiones organizadas de turistas extranjeros pero también había varios grupos de escolares.



El Santuario no es demasiado grande, se recorre tranquilamente en menos de 15 minutos. Lo que más llama la atención es la plaza de la basílica y su patio interior. 


Por desgracia no pudimos entrar a verla ya que se estaba celebrando misa y durante las celebraciones religiosas está prohibido el acceso. Aún así merece la pena visitarlo ya que se trata de una obra de magnitud impresionante.






















Tras dar un paseo por el resto del recinto decidimos proseguir la ruta. Salimos hacia la zona de aparcamiento, encontrando varios miradores a nuestro paso, así como pequeños puestos con quesos, embutidos y otros productos de comerciantes de la zona.




Paralela a la carretera por encima de ella se sitúa un paseo con imágenes en honor a la Virgen colocadas por distintos pueblos de Cataluña.



Avanzamos por él hasta que termina en un sendero que enlaza con la carretera, disfrutando de las vistas sobre el valle ya libre de nubes.





Seguimos por la carretera unos metros para después coger el desvío al Santuario de Sant Benet que habíamos visto a lo lejos en algunos claros.





A medida que nos aproximamos notamos como el hambre ya hace acto de presencia y decidimos comer allí, esperando encontrar alguna zona verde o con mesas.



Por desgracia junto al monasterio no hay nada, está únicamente el edificio y un aparcamiento, aunque vemos unas escaleras en un lateral que nos sirven para reposar un rato y saciar el apetito. El monasterio, en uso actualmente, es, pese a su aspecto, bastante moderno ya que fue construido en 1954.



Acabada la comida sólo quedaba seguir el sendero hacia Monistrol, que nos sorprendía con algún tramo de bajada pronunciada acondicionada con cuerdas para tener más seguridad. Aún así la bajada nos pareció más llevadera de lo que intuíamos desde arriba y en poco rato estuvimos de vuelta en el coche. 



Con el buen sabor de boca que nos había dejado este día de cielos despejados recorriendo las montañas de Montserrat pusimos rumbo a casa pensando ya en la próxima aventura.


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