Hacía tiempo que teníamos pendiente una visita a la zona del Canigó, una montaña muy popular en Cataluña pese a estar situada en Francia por pertenecer al Rosellón, territorio catalán durante siglos. Tiene además un halo de misterio y simbología, partiendo de aquí el fuego de las hogueras de San Juan y contando con varios santuarios y edificios religiosos.
La pica del Canigó, como es conocida su cima, no destaca por su altitud (2.784 metros) pese a lo cual durante años fue considerada la montaña más alta de los Pirineos por su fuerte desnivel respecto a la llanura del Rosellón, haciéndola parecer a simple vista más alta que otras situadas en zonas más elevadas.
Sin embargo no era éste nuestro objetivo, estuvimos sopesándolo pero nos llamaba más su entorno que la subida al pico en sí, y un inoportuno resfriado terminó de convencernos. Lo que en principio iba a ser una escapada de 3 días con la furgo se convirtió en una salida de una jornada para al menos no quedarnos con las ganas.
Queríamos combinar algo de senderismo para conocer el encanto natural de esta zona con la visita a algún pueblo o lugar de interés. Finalmente optamos por hacer la ruta a las Cascades du Cady, que se inicia pasada la localidad de Casteil, en el punto donde acaba la carretera y donde hay un aparcamiento para dejar el coche (más info y track aquí). Desde aquí se puede acceder también a pie al Santuario de San Martín del Canigó en un recorrido de unos 3 km ida y vuelta.
La ruta es totalmente recomendable y más en otoño, ya que los colores son espectaculares, va mucho tiempo entre bosque y al final se atraviesa un pequeño hayedo.
Casi en su totalidad avanza paralela al río y en algunos casos hay que cruzarlo por unos puentes metálicos habilitados para ello.
Aunque entre ida y vuelta no llega a los 6 km conviene venir con tiempo ya que el entorno es espectacular y merece la pena pararse a disfrutarlo o a hacer fotos. Nosotros tardamos algo más de 5 horas aunque andando estuvimos sólo 2.
Uno de sus atractivos son los numerosos saltos de agua y gorgues que encontramos a medida que avanzamos y que hacen las delicias de cualquier amante de la naturaleza y en especial de los que también adoran la fotografía.
La ruta no tiene pérdida, el sendero está en general en buen estado salvo algún pequeño paso y el desnivel es bastante suave excepto en un par de tramos de sube-baja, con un acumulado de 400 metros. Aunque no está completamente señalizada si que hay puntos amarillos en gran parte de ella y además es prácticamente el único sendero existente.
Tan sólo tras cruzar un puente ya en la parte final dudamos un momento ya que es donde se abandona el cauce y se ganan unos metros de altura para pasar una zona más encajonada. Sin embargo gracias a esto también disfrutamos de buenas vistas sobre los alrededores.
Finalmente llegamos a la espectacular zona del hayedo, impresionante en esta época del año.
A pocos metros de allí encontramos el final de la ruta, las Cascadas del Cady, dos saltos de agua en un mismo río formados al encontrar una gran roca a su paso.
A la vuelta paramos a comer en el área recreativa de Casteil, donde hay zona de barbacoas y mesas de madera, área de autocaravanas, oficina de información turística y servicios públicos, aunque estos últimos estaban cerrados.
Aunque por la zona hay multitud de actividades que hacer, nosotros decidimos finalizar la jornada con un paseo por el pueblo amurallado de Villafranche de Conflent, que ya nos había llamado la atención de camino a Suiza durante nuestro viaje del año pasado.
Al estar amurallado el acceso al pueblo se realiza por alguna de las puertas de entrada. Junto a ellas hay zonas de aparcamiento de pago (tipo zona azul) donde se puede dejar el coche 5 horas por 2 €.
El pueblo, en la lista de los más bellos de Francia, está muy bien conservado y destaca por sus murallas cubiertas construidas en 2 niveles y que se pueden recorrer por 4,5 €.
Merece la pena pasear tranquilamente por sus calles, es en parte como retroceder varios siglos en el tiempo.
Además junto al pueblo, en lo alto de la colina está el Fort Liberia, una antigua fortaleza del siglo XVII que también se puede visitar por 7 €/persona.
Hasta allí se puede llegar caminando desde el propio pueblo, cruzando las vías por las que circula el Tren Amarillo, otro de los muchos atractivos de los que podemos disfrutar por aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario