domingo, 19 de enero de 2020

Okaukuejo resort en Etosha N.P.

Okaukuejo es el principal complejo administrativo de Etosha y de hecho alberga el Instituto de Ecología que gestiona la conservación e investigación en el Parque. Su origen está en 1897 como puesto de control durante la epidemia de peste cuando los alemanes establecieron un cordón que cruzaba todo el norte del país para evitar su propagación. En 1955 abrió sus puertas a los turistas y está situado a 17 km de la puerta sur del Parque, Anderson Gate.

Como curiosidad, su nombre proviene de Okakwija que significa "la mujer que tiene un hijo cada año" o la mujer prolífica.

Al igual que el resto de resorts sus puertas abren al amanecer y cierran al atardecer (a las 7:25 y 18:25 respectivamente a mediados de junio). El horario cambia cada domingo y está indicado con relojes junto a las puertas.



El check-in se puede hacer a partir de las 13:30 y el check-out desde las 06:30 hasta las 10:00. A partir de esa hora pueden cobrar cargos extras, aunque creemos que estos horarios son para los chalets y habitaciones ya que a nosotros no nos pusieron ningún problema por entrar a las 12:00.



Hay restaurante (donde se compran los vouchers del wifi de entre 50 y 100 N$ para 300 y 700 MB), una pequeña tienda que abre de 6:30 a 18:30, oficina de correos y un kiosko. La tienda tiene un poco de todo: comida, ropa, recuerdos... Sin embargo para la comida y bebida (sobre todo pan y agua) conviene ir a primera hora ya que por la tarde muchas veces escasean los productos.



También cuenta con piscina, gasolinera (aunque cuando estuvimos se había quedado sin diésel, conviene tenerlo en cuenta) y una torre de 1963 a la que se puede subir para disfrutar de las vistas sobre el resort, aunque por desgracia desde ella no se ve la charca.




En la recepción se pueden contratar safaris por el parque de 3 horas de duración (mañana, tarde o noche) desde 650 dórales namibios. Se hacen con un mínimo de 2 personas y los niños entre 6 y 12 años pagan la mitad (los menores de 6 años no están permitidos).

Dispone de distintos tipos de alojamiento que van desde las 37 parcelas de camping con capacidad de hasta 8 personas hasta los chalets más exclusivos o habitaciones dobles.

En la zona de acampada hay un edificio común con baños y otro para fregar los platos. Para llegar hasta allí hay que acceder desde la carretera a Outjo, ya que desde la recepción el paso es sólo para peatones y está cortado para vehículos.





Las parcelas no son todas iguales, en la nuestra teníamos luz, electricidad, para hacer barbacoa,y un pequeño banco/mesa. También hay grifos con agua en algunos puntos del área de acampada.





Como en todo el Parque está prohibido dar comida a los animales que en ocasiones merodean por el camping, como chacales o ardillas, aunque no son peligrosos.

Los baños estaban en buenas condiciones sin ser los mejores que habíamos visto.


Cada edificio o ablution cuenta con varios lavabos, un par de duchas y wc.



La charca es uno de sus principales atractivos, aunque nosotros no tuvimos demasiada suerte con los avistamientos.



El día anterior al mediodía habíamos encontrado algo de movimiento cuando paramos camino a Olifantsrus.



Aunque ninguno de los Big Five pero sí que había bastantes herbívoros y para ser hora central del día nos sorprendió bastante la actividad que había.




Y la noche que pasamos allí nos acercamos desde por la tarde a coger sitio y esperando ver algo interesante, ya que habíamos visto que era una de las mejores charcas del parque.




Sobre todo vimos jirafas, oryx, hembras de kudu y springboks, variedad pero menos de lo que esperábamos.








Sin embargo el atardecer nos pareció espectacular, fue uno de los más bonitos que vimos durante el viaje y lo disfrutamos a tope haciendo fotos y esperando la llegada de fauna salvaje.










Finalmente vimos jirafas, chacales, hienas y otros herbívoros, que no está nada mal, aunque quizá nuestro listón ya estaba demasiado alto. Aún así pudimos aprovechar para hacer unas cuantas fotos y disfrutamos un montón.





También volvimos a ver rinocerontes negros, uno de ellos con una cría. Pensábamos que eran más difíciles de ver pero al final vimos alguno casi todos los días, no sabemos si fue cuestión de suerte o que están aumentando su población.





Y aunque no pudimos ver leones no debían andar muy lejos ya que por la noche escuchamos algún rugido bastante cercano.

Os dejamos un vídeo con alguno de los visitantes de la charca:




No hay comentarios:

Publicar un comentario