sábado, 28 de noviembre de 2020

Día 4 Dolomitas (07/07): Lago di Braies, Lago Misurina y Tre Cime di Lavaredo


Tras posponerlo el día anterior por el mal tiempo, este era uno de los días grandes del viaje, ya que por la mañana íbamos a recorrer el Lago di Braies y por la tarde las Tre Cime di Lavaredo.


Habíamos dormido con la furgo en el parking del Lago di Braies para levantarnos pronto (a las 5.30 nada menos!) e intentar disfrutar con tranquilidad de las primeras luces del día en el lago. 


Por desgracia no es posible del todo, ya que incluso a esa hora hay gente, aunque tenemos que reconocer que no demasiada y podemos hacer fotos con calma. 



Definitivamente el madrugón merece la pena, el lugar es espectacular y muy fotogénico, aunque sabemos por los compañeros de viajandonuestravida que alguna de las fotos más chulas son desde el embarcadero de madera. Como el acceso a esa hora está cerrado (abren de 9 a 19 horas para alquilar las barcas por 20 €/hora) decidimos meternos al agua para llegar a la plataforma delantera, evidentemente mojándonos más de lo esperado pero el resultado mereció la pena. 


 

Con la prisa de las fotos aún no habíamos desayunado por lo que volvimos a la furgo a coger fuerzas, y mientras estamos allí viene un hombre de los que controlan el aparcamiento y nos dice que tenemos que pagar ticket. Al parecer empieza a las 7:00 de la mañana y cuesta 6 €. No sabemos si el precio es igual al del parking 1 (6 € por las primeras 3 horas)  pero nosotros nos fuimos alrededor de las 9 y no nos pidieron nada más.

Después de desayunar fuimos a hacer la vuelta al lago aprovechando el buen día que hacía. Por desgracia vemos que hay un tramo cortado por desprendimientos en un cartel, en concreto la parte con escaleras de madera en el lado izquierdo del lago. Nosotros decidimos ir avanzando en sentido antihorario y viendo qué hacer sobre la marcha. 

Tras dejar atrás el hotel se pasa junto a una pequeña capilla que habíamos visto desde el embarcadero.

A la izquierda dejamos también pequeñas playitas que imaginamos harán las delicias de los veraneantes en días calurosos para darse un chapuzón con vistas, aunque el agua está bastante fresquita.



A esas horas no apetece mucho bañarse y seguimos con el paseo por el sendero llano y sin pérdida. Aunque encontramos alguna persona estamos solos la mayor parte del tiempo y disfrutamos del entorno y los reflejos.



En el extremo sur del lago nos sorprende otra pequeña playa pero con arena más clara y aguas turquesas en la orilla, como si del Caribe se tratara. No en vano el lago fue declarado en 2009 Patrimonio de la Humanidad.




Por allí encontramos ganado y algunas personas que inician pronto el día hacia rutas más largas o exigentes.

Seguimos rodeando el lago hasta llegar a las vallas que limitan el paso. Aunque hay gente que se las salta nosotros somos formales (por esta vez y ante la duda de que esté muy mal y haya que dar la vuelta después) y regresamos por el mismo camino, no sin pena de no poder completar el recorrido en este paraje único.




Tardamos en total algo más de una hora, teniendo en cuenta las paradas a hacer fotos y que llevábamos más de la mitad cuando dimos la vuelta, si se puede hacer el recorrido circular completo probablemente sea algo menos. 


Mientras estábamos allí oímos a unos chicos hablar del Lago di Dobbiaco y como nos quedaba de camino a las Tre cime di Lavaredo decidimos parar a verlo. 

Aunque en realidad podríamos parar cada 10 minutos porque cualquier rincón de Dolomitas merece la pena, como la iglesia de San Vito.


Una vez en Dobbiaco, hay un parking de pago junto a la carretera que cuesta 0.70 € cada media hora. Cuenta con una barrera y está prohibido aparcar de 22 a 6 horas para evitar pernoctas.

Sin embargo el gasto merece la pena. Aunque bastante transitado, con hasta una carrera ciclista, es una zona muy chula y no nos arrepentimos de parar a verlo.


Cerca del aparcamiento encontramos un puente sobre el lago, desde donde se tienen de hecho las mejores vistas aunque en nuestro caso la luz no acompañaba demasiado. 


Esta zona es también la más transitada ya que además hay un hotel, un camping, restaurantes... Lo que no encontramos fue WC público fuera de los de los establecimientos.


Decidimos dar la vuelta entero al lago, disfrutando de más tranquilidad a medida que avanzamos.


El camino no tiene pérdida y está en buenas condiciones, todo llano y con bancos para sentarse a disfrutar del entorno privilegiado.


También encontramos alguna playa y aguas turquesas aunque no tan espectaculares como las de Braies.

En el extremo sur cruzamos el río que provee de agua el lago en la parte más "salvaje" del camino.

En menos de una hora cerramos el círculo de este recorrido que se puede hacer tanto andando como en bicicleta.


Ideal para hacer en familia, algo fácil y tranquilo disfrutando de la panorámica sobre las moles rocosas que nos rodean.


Volviendo a la carretera, un poco más adelante encontramos un Mirador de las Tre Cime di Lavaredo, aunque el día estaba bastante cubierto y las vistas no eran las mejores. 





Aquí encontramos además paneles informativos con las vías de escalada para subir a su cumbre, telescopios y baño gratuito. Aunque el aparcamiento pone que es de pago no había nadie cobrando cuando estuvimos. 


Pasado el mirador encontramos el Lago di Landro, está bien porque pilla de paso pero es pequeño. 


Un poco más adelante cogemos el desvío a Misurina y se nota que nos acercamos a uno de los lugares emblemáticos de Dolomitas ya que aumenta bastante el tráfico. De hecho, al llegar a Misurina encontramos cortada la subida a nuestro objetivo, las Tre Cime di Lavaredo, ya que el parking de arriba está completo.


Decidimos hacer un poco de tiempo explorando los alrededores del lago del mismo nombre que también tiene su encanto. 


Aparcamos frente a la oficina de correos en un parking señalado como de pago pero donde no hay nadie cobrando. Otra opción es dejarlo en los que hay al inicio del lago, que funcionan por tiempo con reloj (máximo 120 minutos) o con máquina para pagar.


Un entretenimiento en la zona es dar la vuelta alrededor del lago y se tarda aproximadamente 1 hora. 




Es todo llano, muy cómodo para caminar, con bancos y no tiene pérdida.

Y por supuesto disfrutando de vistas muy chulas hacia Lavaredo al norte y hacia el circo de Sorapis al sur. 




Lo que sí al ser una zona tan turística es normal encontrar bastante gente ya que además hay varios hoteles, tiendas y restaurantes. De hecho nosotros para pasar el rato aprovechamos para comprar el ya tradicional imán recuerdo del viaje. 


Si llevamos nuestra propia comida también hay mesas de picnic junto al lago para disfrutar de las vistas y podemos hacer otras actividades como alquilar barcas a pedales.


Nosotros después de comer comprobamos que habían abierto la carretera para subir a Lavaredo y ponemos rumbo allí. De camino se pasa junto al Lago Antorno, un lago pequeñito que hay de camino y que también se puede bordear caminando, aunque nosotros no lo hicimos porque no queríamos que se nos hiciera tarde. El parking es gratuito con reloj (máximo 120 minutos de 8 a 20 horas).

En la carretera de acceso a Lavaredo hay un peaje y podemos encontrar algo de atasco al llegar. El precio a pagar son 30 € por día y 15 € más por día extra. Nosotros ya contábamos con ello y por eso queríamos amortizarlo pasando la noche allí para verlo con calma, sin tanta gente (ya que habíamos leído que por la mañana se formaban aglomeraciones) y disfrutar de las vistas. 


Una vez arriba, a 2.300 metros de altitud, hay varias explanadas para aparcar y aunque hay mucha gente encontramos sitio en una de las de más arriba. 


Pese al viento y al frío nos quedamos sin palabras con las impresionantes vistas desde allí.


Junto a uno de los aparcamientos está el Refugio de Auronzo, donde podemos comer algo, alojarnos (104 plazas) o ir al servicio.


Por la zona se pueden hacer un montón de rutas, aunque las más famosas son ir a los refugios de Lavaredo o Locatelli y volver (ruta 101) o, la que escogimos nosotros, dar la vuelta completa alrededor de las Tre Cime, que sería la 101 hasta Locatelli y a partir de ahí la 105 (track aquí). 


Se tarda unas 3 horas aunque nosotros tardamos bastante más porque hicimos un montón de paradas. 


Y es que con estos paisajes a los pies de semejantes moles rocosas imposible no detenerse cada pocos minutos con la boca abierta.


La primera parte del camino, además de sencillo, no tiene pérdida ya que es el camino principal por el que va la mayoría de gente, rumbo a los refugios de Lavaredo o Locatelli.

Huyendo un poco del gentío cogemos una senda que va hacia una especie de saliente rocoso y que nos permite coger perspectiva sobre las cimas de Lavaredo. 




Así llegamos hasta un impresionante mirador con un monumento a los caídos desde el que vemos el camino que venimos haciendo, abajo el valle de Marzon con Auronzo de Cadore al fondo junto al algo y enfrente las escarpadas agujas rocosas del otro lado del valle.





Toda una sorpresa que no nos esperábamos, de la que disfrutamos casi solos y a pocos minutos del camino principal.


No nos podíamos creer estar allí, con vistas espectaculares en todas direcciones! (la calidad del vídeo no le hace justicia)


Regresamos al camino y continuamos subiendo a los pies de paredones rocosos para llegar en pocos minutos al Refugio de Lavaredo. Abre durante los meses de verano, tiene 24 plazas y el precio de la media pensión ronda los 67 €/persona (no admiten tarjeta de crédito).


Aquí encontramos algún panel informativo: estamos a 2.344 metros de altitud en un entorno impresionante y las vistas son espectaculares!




Seguimos subiendo hacia el paso di Lavaredo, dejando atrás el refugio, ganando panorámica con la altura y cambiando la perspectiva sobre las Tre Cime.



La subida tiene tramos más pedregosos pero se puede hacer sin dificultad y en unos 20 minutos llegamos al collado. 


Una vez en la Forcella di Lavaredo nos encontramos con una cara diferente de las Tre Cime a un lado y otra gran mole rocosa al otro. 




Desde aquí ponemos rumbo a nuestro siguiente objetivo que vemos al fondo: el refugio de Locatelli. 


Para llegar hasta allí se puede ir por arriba, siguiendo una senda no señalizada que atraviesa la pedrera pero con algún paso un poco delicado si se tiene vértigo, o por el camino principal marcado como sendero 101 que recomendamos.


En cualquier caso las vistas de la cara norte de las Tre Cime di Lavaredo nos dejan sin palabras. Aunque en realidad son 5 cumbres, las tres principales son de izquierda a derecha: la Cima Piccola (2.857 m), la Cima Grande (2.998 m) y la Cima Ovest (2.973 m).


El camino es amplio y cómodo. Al final va descendiendo ligeramente para después hacer una subida más pronunciada al refugio con ayuda de unos zig-zag.



Pero el esfuerzo merece mucho la pena, las vistas desde el refugio son espectaculares en todas direcciones. El edificio está situado a los pies de la Torre de Toblin (2.617 m de altitud) y detrás el Gruppo Roca dei Baranci o Haunold (2.966 m), frontera natural con Austria.





El Refugio Locatelli, inaugurado en 1885, abre durante el verano pero hay que reservar con antelación si queremos pernoctar allí porque está muy demandado. 


Pero aunque no durmamos allí merece la pena acercarse por sus vistas y para probar sus famosas tartas de manzana o chocolate. Nosotros pedimos la de chocolate y pagamos 5,50 € por la tarta más 3,90 € por un refresco de naranja. 


La tarta nos gustó pero tampoco nos pareció para tanto, lo mejor sin duda las vistas.

Estábamos tan fascinados que no queríamos irnos de allí y nos sentamos a descansar un rato más en unas rocas cercanas que hacen las veces de terrazas naturales antes de retomar la marcha. 


Y a veces sólo hace falta parar un poco para descubrir cómo el mundo gira a nuestro alrededor. En este caso en forma de armiño saltando sobre las rocas como un atleta olímpico.



Pero la mayor sorpresa nos la llevamos al conocer el propósito de tanto trajín: estaba trasladando sus crías de un lugar a otro, probablemente más seguro. 



Nos pareció super curioso cómo las llevaba en la boca, con cuidado pero sin perder un minuto, y repitiendo el mismo camino varias veces hasta transportarlas a todas. Sin duda una suerte poder verlo tan cerca.


Con mucha pena nos despedimos de las espectaculares vistas ya que teníamos que seguir si no queríamos que nos cogiera la noche por el camino.




Pero nada más dejar atrás el refugio bajando por los zig-zag y llegar al camino principal nos encontramos otro curioso momento salvaje: 2 marmotas peleándose en medio del camino.

Y lo mejor de todo es que apenas hacían caso al resto del mundo, normalmente en cuanto te aproximas se alejan rápidamente y gritan para avisar a sus compañeras pero nos fuimos acercando y ellas seguían a lo suyo...

Y por si esto fuera poco, una tercera en discordia observando la trifulca desde la puerta de casa, parece que no somos los humanos los únicos curiosos...

Aunque lo que más suele gustarles a estas nuestras amigas peludas es tumbarse sobre las rocas a tomar el sol, ellas sí que saben!




Esta primera parte del recorrido de vuelta es bajada y por una senda en lugar del camino ancho que llegaba hasta Locatelli. 



Aunque lo que se mantienen todo el tiempo son las vistas sobre este entorno impresionante. En un tramo hay que pasar por una zona de rocas más grandes pero se puede hacer sin problema.



A medida que nos acercamos de nuevo a la base de las Tre Cime nos toca volver a subir, aunque es bastante progresiva y como suele ocurrir en estos casos el esfuerzo se compensa con vistas alucinantes. 





En esta parte más baja y cara norte encontramos algo más de vegetación aunque mayormente hierba y matorrales, apenas algún árbol aislado que parece perdido en este mundo rocoso.





Así llegamos hasta el pequeño refugio Langalm, el último que encontramos antes de finalizar y que aunque no tiene espacio para dormir sí que ofrece servicio de comida y bebida.



Desde aquí las señales indican 1 hora y 20 min hasta el aparcamiento pero nosotros sabemos que siempre tardamos más por las paradas para hacer fotos y tenemos que darnos prisa porque el sol empieza a caer.




De hecho nada más pasar el refugio encontramos otro rincón fotogénico por los reflejos en un pequeño lago, aunque la verdad es que aquí no hace falta ninguna excusa para parar cada pocos metros. 





Seguimos subiendo hacia la Forcella del Coll di Mezzo ahora ya sí por un tramo de mayor inclinación pero como siempre con unas vistas estupendas.




Una vez en el collado hace mucho viento por lo que nos vamos rápido tras las fotos de rigor, con el grupo del Cadini a la izquierda y el Cristalo a la derecha. 


Toca descender hasta el parking por un sendero pedregoso pero bastante cómodo disfrutando de los últimos rayos de sol. 


Una vez en el aparcamiento como hacía mucho viento decidimos bajar la furgoneta a otra explanada de gravilla más abajo, donde ya había quedado sitio libre de la gente que regresaba al valle. Aún así no estábamos solos, había más gente durmiendo en furgonetas, tiendas de campaña o incluso en el coche.



Aunque dormimos regular por el frío, lo cierto es que es un lugar único para pasar la noche. Además tuvimos la suerte de coincidir con una tormenta, y ver cómo se iluminaba el cielo y las cumbres vecinas ya anocheciendo no tiene precio.






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