Situada al nordeste de la provincia de Guadalajara y con alrededor de 3.500 habitantes, es una ciudad con una gran riqueza monumental, ya que tiene una larga historia y en ella han convivido judíos, musulmanes y cristianos.
Su clima es duro, con inviernos fríos y veranos secos y cálidos en los que hay importantes variaciones térmicas entre el día y la noche, mientras que las precipitaciones se concentran en los meses de otoño y primavera.
Pese a esa dura climatología, esta ciudad de fundación medieval es el centro de una variada comarca y su estratégica ubicación de frontera como señorío independiente al margen de los reinos de Castilla y Aragón, sus fueros de repoblación y su riqueza ganadera, agrícola y forestal han propiciado el éxito de este asentamiento.
Anteriormente conocida como Molina de los Caballeros, en 1369 pasó a formar parte de Aragón y en 1375 cambió su nombre al actual.
No se trata de una ciudad grande y se puede visitar tranquilamente en medio día. Hay varias zonas de aparcamiento cerca del casco antiguo, como la calle junto a la Oficina de turismo donde paran los autobuses, o si se viaja en camper o autocaravana cuentan con área gratuita con servicios junto a la carretera nacional, a unos 5-10 minutos del centro caminando. Hay un total de 8 plazas y está bastante nivelada, con carga y descarga de agua gratuitas y tomas de luz nuevas pero que aún no funcionaban cuando estuvimos.
Podemos iniciar la visita en la Oficina de Turismo, ubicada en un lateral del Colegio de los escolapios del siglo XVIII y abierta todos los días de 10 a 14 y de 16 a 19 horas.
Al otro lado de la carretera el Palacio de los Molina del siglo XVI, destaca por sus escudos nobiliarios de Castilla y León y el primitivo de la ciudad con dos ruedas de molino, siendo en la actualidad una hospedería.
Y cerca de aquí la Iglesia de San Felipe del siglo XIX con la aparición de la virgen representada en su fachada.
Si seguimos caminando encontramos la Plazuela de Santa Clara con la Iglesia del mismo nombre, joya del románico molinés.
Siguiendo la calle de Arriba nos adentramos en la Judería, barrio creado intramuros de la ciudad cristiana y que destaca por su belleza medieval.
Saliendo por la Puerta del Baño, donde encontramos restos de la muralla, podemos continuar por la calle Larga para llegar al barrio de la Soledad, en el que se conservan restos del reciento amurallado y la ermita de la Soledad del siglo XVI.
Si regresamos y cogemos esta vez la calle de Abajo nos acercaremos al río Gallo y junto a sus huertas se sitúa el barrio de la Morería.
Junto a la plaza de Tres Palacios está el puente de Tablas, un curioso y fotogénico rincón.
El puente es de arenisca roja típica de la zona, consta de 3 arcos y junto a las pilas, tajamares a un lado y otro del río.
Cruzando al otro lado del río está el arrabal de San Francisco donde encontramos el Palacio del Obispo o el Convento de San Francisco (actualmente residencia de mayores atendida por las Hermanas de la Caridad) y la torre del Giraldo con su veleta, en la actualidad casa de cultura y museo comarcal de la ciudad.
De vuelta al centro por el puente románico encontramos algunas de las mayores casas-palacio de la ciudad como el Palacio de los marqueses de Villel del s. XVI o el Palacio de los Montesoro con su peculiar fachada azul, aunque la mayoría están en mal estado y algunos incluso amenazan ruina.
Junto a ellos el Palacio de los Arias, con su escudo nobiliario en el que destacan las calderas y ruedas de molino símbolo de los fundadores de la ciudad y la antigua iglesia renacentista de San Miguel.
Cerca están la iglesia de Santa María la Mayor de San Gil y el Palacio de los Garcés de Marcilla, hoy sede del Casino de la Amistad.
Siguiendo por la calle de tejedores llegamos a uno de los palacios más importantes, el Palacio del Virrey de Manila, del siglo XVIII, y a la iglesia de San Martín, la más antigua de Molina de mediados del s. XII.
Por último, el Castillo Alcázar, situado en una ladera que domina el valle. Se puede subir desde varios puntos como la plaza de San Pedro pero hay que ir con cuidado ya que se debe cruzar la carretera nacional.
Está edificado sobre una alcazaba islámica de finales del siglo X, reconstruido en el XII por Don Manrique de Lara, siendo Doña Blanca Alfonso (quinta señora de Molina) quien amplió los recintos amurallados un siglo más tarde y terminó la construcción.
- Barranco de la Hoz
A tan sólo 15 min de Molina encontramos este espectacular lugar, tanto por el entorno y el paisaje del propio barranco excavado por el río Gallo, como por el santuario de la Virgen de la Hoz que se encuentra en su interior.
Encontramos este santuario mariano recorriendo la carretera que recorre el barranco y donde hay una zona de aparcamiento gratuito con mesas de picnic cerca. En el edificio anexo hay un restaurante/hospedería pero nosotros lo encontramos cerrado. En la web del Santuario viene un teléfono para contactar en caso de duda sobre horarios u otras cuestiones.
Es impresionante ver donde está construido, a los pies de la roca con el río Gallo a pocos metros.
Una imagen de posta pero no sólo por fuera, merece la pena verlo también por dentro, cruzando el arco para entrar en su plaza.
Es gratuito y de acceso libre y sorprende cómo se encuentra el edificio integrado en la rojiza roca de ródeno y los detalles de las tallas en las paredes.
En el lado opuesto al pórtico que da acceso al santuario está la llamada Gruta de la Aparición, una pequeña cavidad donde una imagen de la Virgen señala el lugar donde dicen que ésta se apareció a un vaquero de la zona al que le cogió la noche aquí buscando una vaca perdida.
Desde entonces se cree que tanto los Señores de Molina, la orden de los templarios como los monjes cirtencienses fueron los encargados de velar por el lugar hasta que Fernando de Burgos, caballero molinés, se ocupó de rehabilitar la ermita y coinstruir una casa para ermitaños convirtiéndolo en lugar de culto hasta nuestros días.
El barranco se puede recorrer en coche y/o hacer una ruta andando. Partiendo desde la propia ermita (unos metros más adelante a la derecha) se puede subir a 3 miradores y regresar, que fue lo que hicimos nosotros, o hacer una ruta circular de unos 10 km.
- Castillo de Santiuste
Si para ir al barranco, o a la vuelta, se escoge la carretera de Corduente, se pasa junto a un curioso castillo en el que además nos podemos hospedar ya que en la actualidad sus propietarios lo tienen como casa rural.
- Castillo Zafra
Y también nos quedamos con ganas de visitar otro de los atractivos de la zona, el Castillo de Zafra, del s. XII (aunque puede que origen anterior) y levantado sobre una roca arenisca por lo que se le clasifica como castillo roquedo. Situado a unos 20 min de Molina, aunque el acceso es por pista de gravilla por las fotos que hemos visto merece totalmente la pena.
Está parcialmente restaurado conservándose el aljibe en el patio de armas aunque no se puede visitar por dentro. Tiene un papel importantísimo en la historia de la zona porque aquí se refugió el tercer señor de Molina, Gonzalo Pérez de Lara, tras rebelarse contra Fernando III y se pactó la "Concordia de Zafra" según la cual cedía el señorío a su hija, que al casarse con el infante don Alfonso, supuso pasar a formar parte de la corona de Castilla perdiendo su condición de independiente.
Este castillo se hizo muy popular tras aparecer en la 6ª temporada de la serie Juego de tronos, ya que aquí se rodó en 2016 una escena de más de 5 minutos como ubicación de la "Torre de la Alegría".
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