El día en Seward amaneció como terminó el anterior, el cielo completamente cubierto, lloviendo a ratos y lo cierto es que parecía que allí no hacía sol nunca. El resto de días que nos quedaban de viaje estuvimos mirando cómo estaba el tiempo por allí y prácticamente todos estuvo lloviendo. No en vano la precipitación media anual en Seward supera los 1800 L/m2 (casi el doble que en Santander) y al menos a nosotros nos tocó una semana que daba pruebas de ello.
Por este motivo, porque era bastante dinero y porque ya habíamos realizado la salida en barco desde Valdez y no estábamos seguros de que nos fuera a aportar cosas diferentes descartamos hacer el crucero por los Kenai Fjords. Probablemente con buen tiempo nos hubiésemos animado pero viendo el día que hacía preferimos invertir los alrededor de 160$ por persona que costaba en alguna otra actividad y seguir avanzando recorriendo la Sterling Highway.
Tras una parada técnica en el Safeway de las afueras del pueblo nos dirigimos al Exit glacier, por una carretera de 8 millas que acaba en el Nature Center, abierto diariamente en verano. Además de disponer de información sobre el parque hay WC y tienda de recuerdos pero no wifi.
Por la carretera para llegar allí hay un mirador desde el que se ve el glaciar y además a medida que avanzamos vemos carteles con el año en que el hielo llegaba hasta cada uno de esos puntos. Es tremendo constatar el enorme retroceso que están sufriendo los glaciares en todo el mundo.
Esta zona es la única del Parque Nacional de Kenai Fjords accesible por carretera, el resto es todo por mar. Y desde el Centro de Visitantes hay varios trekking que nos permiten recorrer la zona.
Uno de los más sencillos es el conocido como "The Edge of the Glacier" que permite llegar relativamente cerca del hielo en 1,2 millas sin demasiado desnivel.
Es bastante sencillo, especialmente la primera parte que pasa por senderos accesibles entre bosque con acceso a varios miradores y, aunque el tiempo no acompañaba mucho, nos animamos a hacerlo.
Además lo bueno de la lluvia y el cielo cubierto es que las nubes bajas que se iban enganchando también le daban su encanto.
Una de las cosas que más nos llamó la atención es la fuerza del río que se forma por el deshielo del glaciar y la brumilla que se formaba sobre él.
La última parte del sendero es un ascenso por rocas pero se hace bastante bien, aunque este día al estar lloviendo había que tener más cuidado. Así llegamos a unos miradores que aunque no están junto al hielo nos permiten ver la lengua del glaciar casi entera.
Desde estos miradores tenemos además buenas vistas del valle, la llanura fluvial a los pies del glaciar y los alrededores.
Si queremos pasar el día en la zona y hacer un trekking más exigente y que nos permita ver el glaciar desde arriba está el Harding Icefield Trail, de 8,2 millas de longitud ida y vuelta y unos 1000 metros de desnivel (6-8 horas). Si lo hacemos hay que tener en cuenta que es zona habitada por osos y conviene ir haciendo ruido para ahuyentarlos. De hecho suelen verse casi a diario como se muestra en una pizarra en el Nature Center con los avistamientos de fauna.
El primero llama la atención por su tamaño pero este último nos gustó especialmente por sus colores y los nenúfares en el agua, por lo que dedicamos un rato a hacer fotos y disfrutar del paisaje.
La Sterling Highway enlaza en sus 192 millas el Tern Lake con la localidad de Homer y avanza entre bosques y lagos, como el Kenai Lake que vemos ahora desde su extremo norte.
Además es una zona con bastantes áreas recreativas y embarcaderos, ya que existe gran afición a la pesca y viene gente de todo el país a practicarlo en las aguas del Kenai river. Ejemplo de ello es el pueblo de Cooper Landing que ha crecido en parte gracias a este tipo de turismo y en verano duplica su población.
También es una zona ideal para amantes del senderismo. En la milla 45 encontramos un parking que es el inicio del Crescent Creek Trail, una ruta que en 7 - 8 horas nos permite ir y volver al Crescent Lake. O en la milla 53 encontramos el famoso Resurrecion Pass Trail, un trekking de 38 millas para hacer en varias etapas que sube a más de 800 metros de altitud para luego descender por el norte hasta Hope.
Nosotros pensábamos conformarnos con algo más sencillo como era la ruta a las Russian River Falls, que se inicia en el Campground del mismo nombre, en la confluencia de los ríos Kenai y Russian. Como era la hora de comer aprovechamos el aparcamiento que hay a la entrada, antes de la caseta de peaje, para ello. Pero al acabar el día seguía sin mejorar, lloviendo a ratos y como a la vuelta hacia Anchorage teníamos que pasar por allí otra vez decidimos dejar el trekking para entonces.
Al poco de emprender la marcha vimos unas señales avisando de las ya habituales obras y optamos por desviarnos por Skilak Lake Road, que da acceso al lago del mismo nombre y a varias zonas de acampada atravesando la Skilak Wildlife Recreation Area.
Es una carretera de gravilla de 18 millas y algunas zonas no están muy bien, hay que bajar la velocidad y tardamos bastante en recorrerla pero creímos que así tendríamos oportunidad de ver algún animal. Por desgracia estaba más transitada de lo que esperábamos por pescadores y cazadores que con sus todoterrenos y remolques pasaban a toda pastilla.
Pese a todo en parte hubo suerte ya que vimos un oso negro junto a la carretera, aunque salió huyendo tan rápido que casi no nos dio ni tiempo a reaccionar.
Pensando que podríamos encontrar alguno más nos metimos en uno de los desvíos hacia el Skilak lake campground y cuando ya íbamos a dar la vuelta vimos moverse algo en el agua: ¡un castor!
Conseguimos acercarnos un poco más y verle recorrer durante un rato la orilla del Lower Ohmer Lake junto al que nos encontrábamos.
Los castores son un género de roedores semiacuáticos emparentados con las ardillas que se caracterizan por sus amplias y escamosas colas y por ser unos grandes albañiles, famosos por construir diques en ríos y arroyos con ramas de árboles e incluso troncos que derriban con sus incisivos. Éstos no para de crecer y por eso deben usarlos continuamente.
Pueden aguantar hasta 15 minutos bajo el agua, cerrando sus orificios nasales y auditivos. La búsqueda de sus pieles fue además uno de los factores que impulsaron la exploración y posterior desarrollo económico de Norteamérica.
Ya de regreso a la Sterling Highway continuamos hasta Soldotna. Se nos había hecho un poco tarde y teníamos que buscar las agencias donde contratar el vuelo a los osos que queríamos hacer en los siguientes días porque no llevábamos la dirección, sólo que estaban en Soldotna.
En el Visitor Información, junto al puente que cruza el río, hay wifi y desde allí buscamos las direcciones de las empresas que llevábamos anotadas: Alaska Bear Viewing, Talon Air y Natron Air.
Natron air está junto en el aeropuerto de la ciudad pero estaba cerrada porque ya no hacían vuelos en septiembre.
Alaska Bear Viewing está señalizada en la carretera, antes de llegar a Soldotna a mano izquierda, pero no la habíamos visto. Fuimos hasta allí a preguntar pero acababan la temporada ese fin de semana y no les quedaban plazas. Fueron muy amables y nos dieron los teléfonos de Talon air y Alaska West Air, esta última en Nikiski, una población al norte de allí.
Probamos a ir a Talon air, no muy lejos de allí, también señalizada en la carretera, antes de llegar a Soldotna a la derecha, por una zona de carreteras secundarias entre lagos, pero llegamos y ya había cerrado.
Como veíamos que estaba complicado ya que se estaba acabando la temporada y había bastante demanda, sobre todo de pescadores, decidimos llamar a Alaska West Air y allí sí que nos ofrecieron la posibilidad de volar al día siguiente a Crescent Lake, en Lake Clark National Park, a la 1 de la tarde. Teníamos que estar allí media hora antes y serían 3 horas con los osos por 500$/persona (tasas incluidas). Si estábamos interesados teníamos que llamar al día siguiente sobre las 9 de la mañana para confirmar. Más o menos eran las condiciones que habíamos visto por Internet en otras compañías y no teníamos muchas más opciones así que decidimos acercarnos a Nikiski a la mañana siguiente a ver la empresa y confirmar en persona. Aunque en Homer también hay varias empresas que hacen vuelos a Katmai o Lake Clark a ver osos por lo que habíamos visto en Internet eran algo más caras.
Con ganas de descansar después de la ajetreada búsqueda pusimos de nuevo rumbo a Soldotna y nos llevamos una sorpresa inesperada: una mamá moose con su cría junto a la carretera secundaria por la que íbamos a pocos metros de nosotros y junto a unas casas. Ciertamente en Alaska es fácil encontrarte un alce en el jardín de casa al levantarte...
Aunque por la noche hubo bastante movimiento de coches por el parking y algo de ruido nos compensó la emoción por lo que nos esperaba el día siguiente :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario