martes, 4 de septiembre de 2018

Escapada a Zamora, Sanabria y Sierra de la Culebra


A primeros de junio, coincidiendo con unos días libres en el trabajo y para celebrar el cumpleaños de José, nos escapamos unos días a Zamora a intentar cumplir uno de nuestros sueños: ver lobos en libertad.


Aunque por desgracia no hubo suerte, lo cierto es que disfrutamos mucho de la escapada pese a la kilometrada que supuso llegar hasta allí, con parada en Ezcaray incluida que nos encantó. La zona nos sorprendió muy positivamente y quedamos con muchas ganas de volver y explorarla a fondo, ojalá pronto podamos!





Con todo lo que descubrimos durante esos días aquí van algunas ideas sobre qué ver y hacer en Zamora:


  • Lagunas de Villafáfila

Las lagunas de Villafáfila son una reserva natural muy conocida entre ornitólogos y aficionados a las aves. La componen varias lagunas de distintos tamaños entre las localidades de Villarrín de Campos, Villafáfila y Tapioles. 

En la carretera que une estas dos últimas está la Casa del Parque, que abre de viernes a domingo y festivos y donde, por 2 €, podemos informarnos de todo lo relacionado con las lagunas e incluso recorrer unas artificiales por un sendero de 1,5 km. 


La zona destaca además en esta época por los campos de amapolas. Es espectacular ver enormes extensiones de color rojo intenso, no tiene nada que envidiar a los famosos campos de lavanda.






Las lagunas naturales se pueden recorrer en coche, bien por las carreteras que conectan los pueblos o bien por pistas que las rodean, aptas para todo tipo de vehículos. 










Allí encontramos varios observatorios para disfrutar de las vistas y dar algo de discreción en la búsqueda de aves. En verano las lagunas están prácticamente secas pero se pueden visitar las de la Casa del Parque en las que se mantiene el agua de forma artificial.







Entre los observatorios destacamos el de la Laguna Salina Grande, a las afueras de la localidad de Otero de Sariegos. Sólo abre cuando visitan los ánsares, de viernes a domingo en invierno y primavera de 10:30 a 14 horas y de 16 a 18:30 h, pero aún cerrado merece la pena acercarse para disfrutar de las vistas a ras de suelo.



A espaldas del observatorio queda el pequeño pueblo de Otero de Sariegos en el que destacan su iglesia y los campos de amapolas que la rodean.





También está el observatorio de la Laguna de Barillos que se encuentra pasada la Casa del Parque camino a Tapioles, junto a la carretera. Desde aquí podemos ver las lagunas Rosa (de frente), Paneras (a la espalda) y Barillos (detrás de la Rosa), aunque en junio como ya no hay mucha agua apenas se veían aves desde él. 




Cerca de aquí encontramos otro mirador junto a la Laguna de la Fuente y que habíamos localizado porque aparece como furgoperfecto en la web de Furgovw. Lo llevábamos anotado como posible lugar para pernoctar pero la alergia nos hizo tener que irnos antes de lo esperado.





Por último, encontramos otro observatorio en la localidad de Villarrín de Campos desde el que ver la Laguna de San Pedro. Aunque esta laguna es mucho menor que las otras, el observatorio está muy próximo al agua y permite ver las aves más cerca.




Entre la infinidad de aves que podemos encontrar, en nuestro caso disfrutamos de cigüeñas, águilas calzadas, milano negro y las curiosas avutardas!



La avutarda es el ave de mayor tamaño de las presentes en la Península ibérica y una de las aves voladores más pesadas que se conocen. España alberga la mitad de la población mundial.



Los machos se suelen reunir en zonas donde desarrollar las paradas nupciales o "ruedas", realizando un aparatoso cortejo para atraer a las hembras.




Para más información sobre las Lagunas de Villafáfila podéis consultar el blog Viaje con Pablo.  



  • Parque Natural de Sanabria


El lago de Sanabria, situado a unos 1.000 metros de altitud, es el mayor lago natural de la Península Ibérica con sus 369 ha (1,5 km de ancho por 3 km de largo) y hasta 53 metros de profundidad, lo que le convierte también en uno de los de mayor tamaño de Europa (el más grande de los de origen glaciar).

Forma parte del Parque Natural del mismo nombre, creado en 1978 y que ocupa una extensión de 22.365 ha, pasando de los 997 m de altitud del lago a los 2.124 m de Peña Trevinca.



Desde el mirador que hay pasando la localidad de San Martín de Castañeda tenemos buenas vistas sobre él. Además es aquí donde encontramos una de las Casas del Parque, en el Monasterio de Santa María del siglo XII, como Centro de Interpretación. La otra, enfocada más como Oficina de turismo, está en la carretera de acceso al lago desde Puebla de Sanabria, entre las localidades de El Puente y Cubelo.

A orillas del lago encontramos varias playas de arena y piedra entre los árboles y en ellas se permite tanto el baño como la pesca.



En el extremo sureste están los Arenales de Vigo, los Enanos, el Pato y el Folgoso, de arena y piedra entremezclada con zonas de hierba y árboles. Cerca encontramos merenderos con mesas de madera para comer y baños pero no está permitida la pernocta con furgoneta.



En el extremo oeste están Custa Llago y Viquiella, la más grande, ambas de arena fina. Cerca de esta orilla hay además una pequeña isla con vegetación, la Isla de las Moras.



En esta parte del lago está también la localidad de Ribadelago. Sin embargo este no es su emplazamiento original, ya que el pueblo se hizo tristemente famoso cuando en 1959 una rotura en la presa de Vega de Tera provocó una riada que arrasó la población acabando con la vida de 144 personas. Posteriormente se reconstruyó pero no en el mismo lugar, aunque la carretera llega hasta Ribadelago viejo donde encontramos un monumento homenaje a las víctimas.




Hay también muchos campings cerca del lago que nos dan idea de lo concurrida que debe estar la zona en verano con buen tiempo. También hay merenderos, chiringuitos, alquiler de barcas y piraguas.


Además se hacen desde 2011 paseos en barco por el lago en un catamarán eólico-solar que lleva una cámara subacuática que permite ver el fondo. El embarcadero está junto a la playa de Custa Llago.






Si nos interesa más el senderismo, tanto en el Parque como en los alrededores encontramos multitud de rutas.



Una de ellas es la Ruta del Lago y los monjes, que en 14,5 km y unas 4 horas permite dar la vuelta al lago. Conviene tener en cuenta que tiene algún tramo de carretera y supera unos 300 metros de desnivel en 1,5 km, subiendo desde el lago a San Martín de Castañeda para disfrutar de las vistas.





Nosotros optamos por la de la Laguna de Yeguas, que parte de la Laguna de los peces, al final de la carretera que pasa por San Martín de Castañeda. Allí encontramos un amplio aparcamiento donde dejar el coche y el inicio de otras 2 rutas.



Es de dificultad baja, aunque se debe tener en cuenta que estamos en un entorno de alta montaña. Es lineal, de 3 km de longitud y 300 metros de desnivel aproximado. La duración aproximada es de unas 3 horas y está señalizada con marcas azules.




Primero hay que descender unos metros hasta la Laguna de los Peces, otra huella de la última etapa de glaciarismo en la Península.



En junio aún encontramos nieve en sus orillas.




Tras cruzar la desembocadura de la laguna saltando de piedra en piedra, iniciamos el ascenso por un camino que avanza paralelo al arroyo del Fuego.







El tiempo no acompaña mucho, está cubierto de nubes bajas y a medida que subimos nos vamos adentrando en ellas y perdiendo visibilidad. Además las lluvias de los últimos días hacen que el camino esté bastante encharcado.





La senda atraviesa un paisaje creado por la ganadería de montaña, con prados roídos por las vacas, piedras y matorral bajo hasta llegar a la Laguna de Yeguas.


También conocida como Laguna de Murias, está en evidente proceso de colmatación, por lo que irá reduciéndose hasta desaparecer.



Podemos subir unos metros más hasta una zona de cabañas utilizadas por los pastores para guarecerse y refugiar a corderos, cabritos, etc de los depredadores.





Desde aquí en principio hay buenas vistas sobre la laguna que tiene una parte ya casi colmatada, pero según subimos la niebla se cerró del todo y apenas veíamos las cabañas que teníamos delante.


El regreso se hace por el mismo camino, bordeando la Laguna de Yeguas primero, descendiendo junto al arroyo después y dejando atrás la Laguna de los Peces al final, aunque la vuelta la hicimos casi todo el rato entre niebla y no pudimos ver casi nada.



En la zona podemos encontrar fauna muy variada, desde pequeñas aves hasta mamíferos como el corzo.



En esta escapada nosotros habíamos ido con la furgoneta así que para pernoctar recurrimos a nuestros amigos de Furgovw y finalmente elegimos el furgoperfecto de Vigo de Sanabria, una pequeña explanada a orillas del río en la que dormimos tranquilos.


  • Puebla de Sanabria y alrededores





Sin duda, la localidad de Puebla de Sanabria es uno de los enclaves más turísticos de la zona. No en vano está declarada Conjunto Histórico - Artístico por su casco histórico situado a lomos de una colina.







Merece la pena recorrer sus calles empinadas que avanzan entre casas de piedra hasta llegar a la Plaza Mayor.







Allí encontramos, entre otros, el Ayuntamiento y la Iglesia de Santa María del Azogue, construida en el siglo XII en estilo románico.



Detrás está el castillo de los Condes de Benavente, una fortaleza del siglo XV situada en lo más alto del pueblo y desde donde tenemos buenas vistas sobre la parte nueva de éste.



El Castillo, que aloja además la Oficina de Turismo, se puede visitar por 3 €.



Delante de él encontramos una curiosa barca de piedra relacionada con la leyenda sobre el origen del Lago y la localidad de Puebla de Sanabria.

Según cuentan, un peregrino que en realidad era Jesucristo, llegó a Villaverde de Lucerna pidiendo limosna pero le cerraron todas las puertas y sólo fue socorrido por unas mujeres que hacían pan en un horno. Como castigo por la falta de hospitalidad, dio un golpe en el suelo haciendo brotar tanto agua que anegó el pueblo entero dando lugar al Lago de Sanabria. El peregrino y las tres panaderas se pusieron a salvo al subirse a un gran pelouro en forma de barca que fue llevado por la corriente aguas abajo. Cuando amainó la barca se paró en un monte donde en la actualidad se ubica La Puebla de Sanabria.



También merece mucho la pena perderse por sus calles y recorrerlas sin prisa, ya que entre sus casas de piedra engalanadas con flores podemos encontrar preciosos rincones.






















La colina sobre la que se sitúa el caso histórico de la localidad está junto a la confluencia de los ríos Castro y Tera que prácticamente la rodean en una especie de abrazo. Podemos ver uno y otro desde los miradores de ambos lados.


También son interesantes las vistas contrarias desde el puente que da acceso al pueblo y al río por el que podemos dar un paseo.


Nos permite ver el castillo y parte del casco histórico tal y como lo verían los forasteros que llegaban a la localidad hace siglos.


Saliendo del pueblo dirección Ungilde encontramos señalizado junto a un aparcamiento una antigua fortificación: el fuerte San Carlos. Aunque apenas encontramos cuatro piedras lo que sí podemos disfrutar desde aquí es de buenas vistas sobre la zona antigua.



Siguiendo por esta misma carretera podemos llegar a cruzar al país vecino por la localidad de Rihonor de Castilla. No es algo imprescindible pero resulta curioso ver un pueblo dividido en 2 por la frontera ya que, aunque en apariencia nada cambia, todos los carteles pasan a estar en portugués. Además es agradable perderse por estas carreteras solitarias y disfrutar de la tranquilidad de pequeños pueblos casi olvidados.

Sin duda otro de los principales atractivos de la zona es el Centro del lobo ibérico - Félix Rodríguez de la Fuente, situado a las afueras de la localidad de Robledo. Tiene un amplio aparcamiento y la entrada son 6 € con acceso libre y 8 € con visita guiada disponible a las 10:30 y 16:30 (dura unas 3 horas). La entrada da acceso además a las Casas del Parque del Lago de Sanabria, por lo que si se va a visitar conviene venir al Centro antes.




Situado en plena Sierra de la Culebra y ocupando unas 21 ha, se creó con fines educativos y de dinamización socioeconómica de la zona, para dar a conocer este impresionante mamífero que muchas veces nos han vendido como un enemigo feroz. El monte en el que está es de utilidad pública y cuenta con pinos de repoblación y algunas zonas de roble, abedul y aliso para que los lobos se encuentren en forma de semi-libertad.






El centro cuenta con un edificio principal de recepción de visitantes en el que encontramos también una exposición permanente sobre el lobo y servicios.


El resto del espacio es exterior, 2 grandes recintos vallados de unas 3 ha cada uno para recorrer a pie por caminos accesibles, que comunican 3 puntos de observación desde los que ver sin molestar demasiado a alguno de los lobos que habitan allí.







Aunque no tengamos tiempo o interés en realizar la visita guiada sí que es muy recomendable acercarse al observatorio inferior a las horas del manejo (12:00 y 18:00), cuando van a alimentar a los lobos.






En nuestro caso tuvimos la suerte de que el encargado de darles de comer fuera Carlos Sanz, biológo y experto conocedor de los lobos que es sobre todo una gran persona y que sólo oírle hablar sobre ellos merece la pena por la pasión que transmite. Trabajó con Félix Rodríguez de la Fuente en las grabaciones de El Hombre y la Tierra y nos encantó escuchar en primera persona su experiencia con los lobos, la fauna salvaje y el trabajo que hacen en el Centro.



La mayor parte de los lobos del Centro han nacido en cautividad y han sido cedidos por parques de naturaleza, aunque algunos también han sido rescatados del medio natural pero no son aptos para su vida en libertad. Su presencia aquí se hace con el objetivo principal de darles a conocer en la sociedad, romper mitos y educar en el respeto y convivencia con la fauna salvaje.



Aunque llovió durante gran parte de nuestra visita al centro y en principio no pensábamos estar mucho tiempo al final nos quedamos casi 3 horas, fascinados por la belleza de este elegante animal.



Los lobos, antiguamente distribuidos por gran parte del planeta, están hoy en día restringidos a zonas muy concretas, en gran medida por la actividad humana y la caza que se ha ejercido sobre ellos ante la expansión de la actividad ganadera. 



Su tamaño varía según su zona de distribución, pero el lobo ibérico que encontramos en nuestro país tiene una altura de 60 a 70 cm y peso entre 30 y 50 kg. Se alimentan principalmente de ungulados de tamaño medio como ciervos y corzos, aunque también de pequeños roedores y aves. Recurren al ganado doméstico, como vacas, ovejas o caballos, ante la falta de alimento y cuando éste no está convenientemente guardado. 


Además destacan por una gran estructura social identificada en la manada, compuesta habitualmente por entre 6 y 8 miembros y liderada por la pareja alfa, que son los únicos que se reproducen. El resto de miembros suelen tener funciones o papeles específicos dentro del grupo y las nuevas manadas se forman cuando alguno de ellos abandona en la que está y encuentra pareja disputando un nuevo territorio.



Se distinguen de los perros en la longitud de las patas, los dientes y los ojos aunque son la misma especie y por tanto tienen muchas similitudes. A la subespecie del lobo ibérico le caracterizan, entre otras marcas características, sus franjas negras en las patas delanteras, las cuales también dieron lugar al nombre científico de esta subespecie (Canis lupus signatus).


Merece mucho la pena la visita a este centro si se está por la zona, tanto con niños como sólo adultos y dedicarle una mañana o una tarde para disfrutarlo por completo.


  • Sierra de la Culebra

La Sierra de la Culebra es conocida en el mundo naturalista por ser el lugar de España con mayor densidad de lobos en libertad. Pero para nosotros se descubrió también como una de las zonas más auténticas de nuestro país de entre los sitios que hemos visitado hasta ahora.

Para conocerla a fondo podemos por supuesto recorrer sus carreteras (aunque con precaución ya que algunas son un viaje al siglo pasado) y visitar algunos de los muchos pueblos que mantienen el aura tradicional sin caer en el abandono, como Linarejos o Santa Cruz de los Cuérragos.






En algunos de ellos tenemos además alojamientos rurales de calidad en los que descansar durante el viaje, comer comida casera o simplemente tomar algo, conociendo además a gente de la zona, como Los Cuérragos en Santa Cruz de los Cuérragos. En esta apartada localidad encontramos también una zona donde pernoctar con la furgoneta, en el aparcamiento a la entrada del pueblo.






En Villardeciervos, capital de la comarca, encontramos otro pueblo típico de la zona pero en este caso con más servicios como tienda, cajero automático o farmacia. Aunque si queremos comprar pan, queso, embutidos o empanadas riquísimas tenemos que acercarnos a la panadería J. Andrés en el vecino Villanueva de Valrojo.




Cerca de aquí está además el embalse de Valparaíso y desde el propio Villardeciervos podemos llegar en coche en 3 km a la playa de Los Molinos, con zona de árboles junto a la arena y chiringuito. Sorprende encontrar aquí una playa de arena de casi 200 metros de longitud pero merece la pena acercarse aunque no sea a tomar el sol, el entorno es muy chulo y nosotros disfrutamos mucho de un atardecer espectacular.





En este punto, detrás del chiringuito, comienza además uno de los pocos recorridos señalizados para realizar a pie en la zona: la senda hasta la playa de Cional.



Tiene una longitud de 3,8 km y un desnivel casi nulo: apenas alcanza los 70 metros ya que avanza todo el tiempo paralela al embalse.







Lo más bonito de la ruta es la primera mitad, en la que la senda atraviesa un impresionante robledal.






Cruzamos algún arroyo y nos acercamos a la orilla del embalse en ciertos momentos, encontrando rincones muy bonitos que nos sorprenden gratamente.




Después salimos a una pista desde la que tenemos en algunos puntos buenas vistas sobre el embalse desde lo alto.




Así llegamos hasta la carretera de acceso a Cional a pocos metros del pueblo. Desde el puente que cruza el embalse vemos la playa de Cional, punto final del recorrido. El regreso lo realizamos por el mismo camino ya que por desgracia la ruta no es circular.




Pero si lo que queremos es tratar de ver al responsable de que esta zona se conozca a nivel mundial lo mejor es contratar alguna de las empresas de avistamiento de lobos de la comarca. Hay unas cuantas pero nosotros finalmente nos decantamos por Aherca, por lo que ofrecían y sus valoraciones. De hecho, fue el motivo principal del viaje, ya era el regalo de cumpleaños de José, que siempre ha sentido fascinación por estos magníficos animales.

Nosotros contratamos la actividad Tras la huella del lobo, 2 esperas (atardecer y amanecer) más una noche de alojamiento en un hotel de la zona, pero hay multitud de opciones y sino siempre podéis hablar con ellos para encontrar lo que más se ajusta a vuestras necesidades, Pilar y Miguel Ángel son muy majos.


Las esperas es como se denominan las salidas para tratar de ver el lobo. Siempre se hace respetándolos al máximo, tanto a ellos como su hábitat, por lo que se trata de ir a un lugar apartado, con buenas vistas sobre la zona y esperar a que ellos aparezcan intentando cazar, de ahí el nombre de espera.





Esta actividad incluye una charla a la llegada sobre los lobos y su situación actual, el traslado en todoterreno al lugar de observación (ellos tienen varios localizados y cuentan con permisos para estar allí), las esperas con guía con un telescopio por persona para no perdernos nada y ser más ojos buscando y la noche en el hotel con cena menú y desayuno. El alojamiento es en el Remesal, en el propio Villardeciervos y lo cierto es que nosotros estuvimos a gusto, la habitación estaba bien y la cena muy rica. El desayuno nos lo dejaron preparado ya que nos recogían muy pronto y no nos pusieron ningún problema en dejar las cosas en la habitación hasta que volviésemos al mediodía.

El primer día son unas 3 horas, se queda en sus instalaciones en Villardeciervos y tras la charla se va al punto de observación hasta que anochece. El segundo día nos recogen en el hotel al amanecer y tras la espera se camina un poco por la zona en busca de huellas de lobo, excrementos u otros signos de su presencia y si se quiere y está disponible se va a visitar un pastor. Lo cierto es que es muy completo y estas actividades añadidas que de entrada no se les suele dar mucha importancia nos encantaron. Conocer a gente de la zona y que te cuenten su forma de vida, cómo cuidan las ovejas o los mastines que siempre les acompañan para protegerlas y ver que por desgracia esto se está perdiendo nos hacer recapacitar pero a la vez disfrutar de la compañía de gente que tiene tanto que compartir.



Nosotros por desgracia no pudimos ver ningún lobo durante las esperas y como ofrecen también alquiler de telescopios decidimos alquilarles uno durante un día más (50 €) para intentarlo de nuevo, pero tampoco tuvimos suerte. El avistamiento de fauna salvaje es así, puedes verlo varias veces o ninguna. Así que tendremos que volver :)


Lo que sí pudimos fue ver otros muchos habitantes de la zona de los que el lobo se alimenta, como ciervos y corzos. La amplia presencia de estos animales es muy importante y es en parte el motivo de que la comunidad lobera sea tan grande aquí, ya que son su principal alimento y como cualquier otro animal, si tienen su comida habitual no tratan de alimentarse de otros como ovejas o vacas que muchas veces les resultan más complicados. A esto hay que añadir la forma de pastoreo que se ha conservado con el tiempo, el lobo nunca desapareció y los pastores están acostumbrados a convivir con ellos, guardando el ganado por las noches y contando con mastines que lo protegen.



Y por supuesto disfrutamos de paisajes espectaculares, gracias a un entorno sin apenas explotar y a la luz mágica de atardeceres y amaneceres.




  • Zamora capital

No es necesario añadir que uno de los grandes atractivos de la provincia de Zamora es su capital. Para nosotros era un desconocida, no esperábamos mucho de ella y sin embargo nos llevamos una gran sorpresa.

Con el Duero a sus pies, el origen de Zamora se remonta a la Edad de Bronce, como atestiguan los restos arqueológicos encontrados y que hoy se conservan en el museo de la ciudad.


Un lugar bien defendido por el río y las murallas y que en el siglo X se convirtió en punto estratégico del reino de León y sede de la Corte. De ese apogeo de la época medieval nacen la infinidad de iglesias románicas que pueblan la ciudad.

Desde el mirador del Troncoso, cerca de la Oficina de Turismo de la Plaza de Arias Gonzalo, podemos ver el Duero y el Puente de Piedra, de origen medieval y el más antiguo de los que se mantienen en pie.



En el extremo oeste de la ciudad encontramos 2 de sus enclaves principales, la Catedral y el Castillo. El acceso a ambos es gratuito, aunque a la Catedral no pudimos entrar porque eran las fiestas del Corpus y estaban con comuniones.




El Castillo, rodeado por completo de murallas, vivió su esplendor durante la Edad Media. Tiene planta romboidal y es un gran mirador sobre el río Duero y el Campo de la Verdad, donde el Romancero sitúa la liza entre caballeros zamoranos y nobles castellanos por la muerte a Sancho II durante el cerco a la ciudad en la que reinaba su hermana Doña Urraca.





Desde el Castillo parten las murallas que fueron creciendo en sucesivas ampliaciones entre los siglos IX y XIV contando finalmente con tres recintos amurallados.



Pero no sólo esta zona merece la pena una visita, el centro histórico también tiene grandes atractivos. Recorrer calles como la Rúa de los Notarios y la Rúa de los Francos, habitualmente muy animadas, es una delicia. Siguiéndolas pasamos junto a varios museos, como el Etnográfico de Castilla y León o el Museo de la Ciudad, y llegamos hasta la Plaza Mayor, donde encontramos los Ayuntamientos, el viejo y el nuevo, uno frente a otro y con la Iglesia de San Juan presidiendo la plaza, que ese día albergaba también una feria.



Pero no sólo las iglesias tienen un papel destacado en la ciudad, las murallas que rodean el centro o la multitud de edificios civiles en forma de palacios góticos y renacentista captan nuestra atención, como el Palacio de los Momos. Construido en el siglo XVI fue abandonado en tiempos de Carlos II y tras un tiempo en ruina se salvó la fachada principal, conservando aún la original. Acogió un mesón hasta 1946 y en la actualidad alberga el Palacio de Justicia de Zamora.



Sin dudarlo una ciudad a tener muy en cuenta para pasar una jornada agradable y degustar además sus famosos productos gastronómicos: el queso zamorano, las legumbres (garbanzos de Fuentesaúco y lentejas de Tierra de campos), las setas, la carne de ternera y el cordero lechal, los pimientos de Benavente, los dulces típicos y por supuesto sus grandes vinos de Toro, Tierra del Vino, Arribes del Duero y Valles de Benavente.


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