viernes, 3 de mayo de 2019

Un día en Bruselas


Bruselas (Bruxelles en francés, Brussel en neerlandés y Brüssel en alemán) se encuentra en la región Bruselas - Capital, una de las 3 que conforman Bélgica junto con Flandes y Valonia. Es la capital del país por lo que alberga el Parlamento, la sede del Gobierno y la residencia de la Familia Real, además de ser la principal sede administrativa de la Unión Europea.

Aunque no nos habían hablado demasiado bien de la ciudad en cuanto a su interés turístico (algo con lo que no estamos de acuedo después de visitarla), era parada casi obligada yendo varios días a Bélgica. Se trataba de la primera vez allí para las 3 y decidimos, como en el caso de Brujas y Gante, reservar un free tour para optimizar el tiempo y conocer lo más importante fácilmente. Si se quiere recorrer toda la ciudad en invierno serían necesarios 2 días, ya que al anochecer pronto y haber zonas algo distanciadas es difícil verla en un día.

El tour lo contratamos a través de Civitatis con Hispano Tours, que se distinguen por llevar paraguas azul oscuro. Salía de la Grand Place a las 10:30 con una duración aproximada de 2,5 horas. Nuestro guía fue Carlos, un chico de Alicante que llevaba varios años en la ciudad estudiando Música en el conservatorio y la verdad es que nos gustó mucho el tour con él, lo hacía muy ameno. Como en los días anteriores el precio del tour es libre, se paga al final en función de nuestro grado de satisfacción pero hay que recordar que ellos tienen que pagar una tasa a su vez a la empresa y que están dedicando su tiempo a enseñarnos la ciudad pese al frío, la lluvia, etc. También podemos encontrar muchos otros tours de precio fijo si lo preferimos en webs como Get your guide.



La Grand Place de Bruselas es el centro histórico, geográfico y comercial de la ciudad y alcanzó el grado de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, reconocimiento totalmente merecido. Descrita por Victor Hugo, quién residió aquí durante su exilio, como "la plaza más hermosa del mundo", es sin lugar a dudas el lugar más bonito de la ciudad. En Navidad además está ocupada por el árbol navideño de varios metros de altura y un pesebre a tamaño natural.



La plaza comenzó a tomar forma en el S. XV con la construcción del mercado de abastos y varias casas gremiales. Mirando sus fachadas completamente adornadas podemos adivinar a qué gremio pertenecía cada una, aunque a día de hoy están ocupadas principalmente por restaurantes y otros establecimientos turísticos.




Años después se sumaría el Ayuntamiento con la idea de asentar la autoridad en esta zona comercial, compitiendo en espectacularidad con el de Lovaina lo que llevó a ampliaciones sucesivas que han pasado a la posteridad por sus anomalías. El mejor ejemplo es el de la torre del campanario que no está centrada y según cuenta una leyenda poco fiable, el arquitecto Jean Van Ruysbroek se suicidó tras ver que el edificio no estaba centrado, habiendo en la entrada del mismo una cruz en el suelo señalizando el lugar donde cayó al arrojarse desde lo alto. Se puede entrar y hay programadas visitas guiadas algunos días.



El año 1695 la plaza quedó en ruinas tras sufrir un bombardeo de tres días por el ejército francés. Sin embargo, gracias a la fuerza de los ciudadanos y los gremios, consiguió renacer de sus cenizas y convertirse en lo que es hoy, centro neurálgico de la ciudad. Debido a esto podemos observar en la plaza varios estilos, desde gótico o barroco a estilos más modernos como el neogótico o neoclásico.



Carlos nos explicó el origen de la mayoría de edificios importantes, como la Casa de los Duques de Brabante, una enorme fachada neoclásica en uno de los laterales de la plaza que engloba 6 casas gremiales y que debe su nombre a los bustos que la adornan, aunque era difícil admirarla en todo su esplendor con el belén navideño situado delante.




También nos habló de lo que inicialmente fue el Mercado del pan, un edificio público que actualmente alberga el Museo Municipal y el vestuario del Manneken Pis que más tarde veríamos. La entrada cuesta 8 € salvo los primeros domingos de mes que es gratis.





En el pasadizo que sale de la Grand Place por la Rue Charles Buls se encuentra el monumento a Everard, un patricio que desempeñó un papel fundamental en la guerra de sucesión a mediados del S. XIV. La tradición es (y de ahí lo desgastado) acariciarlo. Hay quien recomienda sólo la mano de la estatua a la que se le atribuye la virtud de la suerte mientras que otros dicen que según se toque el cuerpo de cabeza a pies o al revés regresaremos con las mismas personas o con otras diferentes.





Bélgica es además cuna del cómic, los creadores de personajes como Lucky Luke, los Pitufos o el inolvidable Tintín nacieron aquí. Y buena muestra de ello, además de las tiendas de recuerdos, son los murales que encontramos por gran parte de la ciudad. De hecho se puede hacer la Ruta del cómic recorriendo más de 40 murales, otra forma de conocer la capital.



A pocos metros del mural de Tintín encontramos al que probablemente es el habitante más famoso de la ciudad, el Manneken Pis. Y lo que más nos sorprendió es que estaba vestido!!



Al parecer esta pequeña estatua meona de tan sólo 55 cm que forma parte de una fuente es vestida alrededor de 130 veces al año en una ceremonia más protocolaria de lo que cualquiera podría esperar. Existe hasta una especie de agenda en la que se informa de los trajes que se le van a poner, donados en muchos casos por organizaciones o incluso equipos de fútbol.




Su origen es incierto y abundan las leyendas al respecto. Además ha sido robada en numerosas ocasiones por lo que en la actualidad la original se conserva en el Museo municipal de la Grand Place y la que hay aquí es una réplica.







Su guardarropa alberga alrededor de 1000 trajes y algunos de ellos podemos verlos en el Manneken Pis Garderobe, a pocos metros de ahí. La tradición de vestirle la inició Luis XV que le regaló un lujoso traje tras ser robado por ingleses y franceses. En la actualidad ha vestido trajes de todo tipo y de casi todas partes del mundo.




Aunque mucho menos conocida y algo escondida, el Manneken Pis tiene su versión femenina, la Jeanneke Pis, en la callejuela Impasse de la Felicité. Fue creada en 1985, mide 50 cm de alto y está en una pared protegida por unas rejas.



Bruselas, así como la mayoría de los tours, se divide en parte alta y baja de la ciudad y ambas son interesantes. Nosotros recorrimos más la segunda, donde se encuentran por ejemplo el Palacio Real o el Palacio de Justicia, y en nuestro camino hacia este último pasamos junto lo que queda de las antiguas murallas, por desgracia cada vez menos ya que había sufrido un desprendimiento recientemente. En algún otro punto de la ciudad podemos ver restos aunque no abundan. El lugar más representativo de aquella época y mejor conservado es la Porte de Hal, cerca de la Gare du midi.






También conviene recorrer la Rue de Rollebeek en el barrio del Sablon, por su belleza, sus pubs y porque en ella se encuentra la casa más antigua de la ciudad, de 1587, que en la actualidad alberga una cervecería - restaurante.


Una vez en el Palacio de Justicia descubrimos que la plaza frente a él es un mirador espectacular de la ciudad y gratuito.



La parte alta de la ciudad era la zona noble y la baja donde vivía el pueblo. En la actualidad ambas están conectadas en este punto por un ascensor gratuito.



A lo lejos alcanzamos incluso a ver el Atomium, otro de los símbolos de Bruselas. Construido para la Exposición Universal de 1958 representa un átomo de hierro aumentado 200.000 veces. Tiene una altura de 103 metros y fue totalmente renovado en 2005. La entrada es de pago aunque lo más espectacular es su aspecto exterior. Además desde la esfera superior, en la que hay un restaurante, hay unas vistas fabulosas de la ciudad y de noche se iluminan todas sus bolas.



El Palacio de Justicia fue construido entre 1866 y 1883 en la época del rey Leopoldo II y es uno de los edificios de piedra más grandes del mundo. Sus dimensiones son desproporcionadas con más de 26.000 metros cuadrados y en su interior destaca la cantidad de mármol empleada. Esto se hacía para representar poder con el dinero obtenido en el Congo belga mediante explotación (propiedad del Rey hasta que lo cedió al país para liberarse de responsabilidades). De hecho cuando se acabó era el edificio más grande jamás construido. Sin embargo esta exageración ha tenido sus consecuencias y es que debido a su peso y los terrenos arenosos en los que se encuentra tiene que estar apuntalado y de ahí parte de los andamios que llevan alrededor de 2 décadas. Hoy día sigue siendo la sede del Poder Judicial y tribunales en Bélgica pese a las obras y se puede visitar gratuitamente de lunes a viernes aunque hay que tener cuidado de no perderse ya que su interior es laberíntico.





Camino al Palacio Real pasamos junto a la Gran Sinanoga de Bruselas y de nuevo por el Barrio del Sablon, lugar ideal para buscar antigüedades.









Allí entramos en la Iglesia de Notre-Dame de Sablon. De estilo gótico brabantino es muy bonita, tanto por dentro como por fuera.






La decoración interior es del siglo XVII y destacan sobre todo las 11 vidrieras de 15 metros de altura.




También llama la atención la estatua de San Huberto en un barco. Cuenta la leyenda que la Virgen se le apareció a una chica de Amberes y le pidió que llevase la imagen a Bruselas. La mujer cogió un barco y se la entregó a la capilla de los arqueros, convirtiéndola en lugar de peregrinación.

Enfrente de la iglesia está el Petit Sablon, una especie de pequeños jardines con numerosas estatuas.




La Rue de la Régence es quizá una de las calles más señoriales de Bruselas. Siguiéndola llegamos a la Plaza Real de Bruselas, espacio de cultura desde donde vemos al fondo la Torre del Ayuntamiento en la Grand Place. Y es que en los alrededores de la plaza se concentran varios museos: Bellas Artes, Arte moderno, Música, Magritte...



En ella encontramos también la Iglesia de Santiago, a la que podemos entrar gratuitamente.





A pocos metros de allí está el Palacio Real del siglo XIX. Actualmente es el lugar de trabajo de los reyes belgas ya que su residencia oficial está en Laeken, cerca del Atomium. También se celebran aquí eventos y reuniones. Carlos, nuestro guía, nos comentó que cuando la bandera está izada significa que los Reyes están en el país pero para saber si están en Palacio debemos fijarnos si hay guardias en la garita. Desde hace algunos años se puede visitar pero sólo entre el 21 de julio (Fiesta Nacional) y septiembre.



Desde la Place Royal bajando hacia el centro encontramos el Museo de Instrumentos Musicales, ubicado en unos antiguos grandes almacenes y que tiene como curiosidad que es posible escuchar como suenan un gran número de instrumentos.






Por lo que hemos leído después merece mucho la pena, las vistas desde él son muy chulas y es gratuito!



Esta zona, conocida como el Mont des Arts, es además un espléndido mirador. Los jardines que vemos a nuestros pies se iluminan por la noche, aunque cuando regresamos más tarde para verlos tampoco nos pareció especialmente llamativo, al menos no para ir exclusivamente a verlo. A la izquierda del parque está la Biblioteca Real de Bélgica y a la derecha al fondo la Estación central.



En este punto acaba el recorrido de Hispano tours que a nosotras nos gustó mucho. Para regresar al centro podemos bajar por los jardines y pasar junto al Carillon du Mont des Arts, un espectacular reloj con 12 figuras animadas que suena a las horas en punto moviéndose en cada una de ellas una de las figuras.



Si seguimos bajando hacia la Grand Place un poco más adelante encontramos la coqueta Iglesia de Sainte Marie Madeleine. Se trata de una pequeña iglesia gótica restaurada en 1958 según la apariencia que tenía en el siglo XV y que fue parte de un convento fundado en el siglo XIII entregado a los protestantes en 1579.



Llama la atención su puerta barroca lateral, grande en comparación con el conjunto de la iglesia.



De vuelta en el centro podemos reservar otro tour para visitar los lugares de interés de la parte baja de la ciudad o recorrerla libremente a pie que fue lo que hicimos nosotras. Entre los puntos principales encontramos la Bolsa de Bruselas.


Se trata de un edificio emblemático del siglo XIX de estilo neoclásico con numerosos elementos decorativos. La parte frontal está adornada con una representación de "Bélgica protegiendo la industria y el comercio". Fue construida sobre los vestigios de un convento franciscano del S.XIII del que todavía se pueden apreciar algunas ruinas si pasamos por uno de los laterales del edificio y miramos en el suelo una gran cavidad acristalada. Actualmente el edificio es un espacio dedicado a exposiciones temporales, concierto y otros eventos.

En los alrededores encontramos en esta época una de las zonas del Mercadillo navideño, dedicada principalmente a comida y bebida. Podemos encontrar más información sobre el mercadillo y las actividades navideñas en la web de Plaisirs d'Hiver y hay algunos puntos informativos en la ciudad donde conseguir un plano gratutito. De todas formas es una zona bastante concurrida en cualquier momento del año.




A pocos metros de allí otra plaza, la de la Monnaie, es otro de los espacios más frecuentados. En ella encontramos tanto un enorme centro comercial como el Teatro Real de la Moneda que acoge la ópera federal, aunque no pudimos ver apenas el edificio por el mercadillo navideño, ya que aquí se sitúa además la pista de hielo.





Merece también mucho la pena callejear por el centro y recorrer alguna de sus calles más famosas como la Rue des Bouchers o de los Carniceros. En perpendicular a ella encontramos las Galerías Saint- Hubert, las primeras galerías comerciales de Europa. El Rey mandó construidas en 1846 para proteger a los bruselenses de la lluvia durante sus compras. Constan de 3 alas con techo acristalado a lo largo de 200 metros bautizadas en su honor: Galería del rey, de la reina y de los príncipes.


En ellas encontramos tiendas especializadas y de lujo, en general de corte clásico, con bonitos escaparates, así como cafeterías, un cine y un teatro. Antiguamente había que pagar por pasar por ellas, 25 céntimos jueves y domingo y 10 el resto de días, pero afortunadamente hoy son gratuitas y podemos disfrutarlas libremente.

Por supuesto no podemos irnos de la ciudad sin visitar la Catedral que se encuentra no muy lejos de aquí. Está dedicada a San Miguel y Santa Gúdula. De estilo gótico, fue terminada a mediados del siglo XV y su fachada exterior destaca por sus dos torres simétricas de 65 metros de altura.




Su interior, lo que anteriormente había sido una colegiata románica se convirtió predominantemente en barroco, bastante recargado y rococó, con la mezcla de estilos derivada de las luchas entre protestantes y católicos del siglo XVI.



Destacan las vidrieras renacentistas que representan distintas escenas como el juicio final o la coronación de Carlos V. De hecho aquí es donde fue coronado el rey y emperador y también es el lugar donde se celebran las bodas de los reyes de Bélgica, entre ellos la de la monarca española Fabiola con Balduino.



También el órgano y la cripta, en la que descansan los archiduques Alberto e Isabel. La entrada a la Catedral es gratuita, está abierta a diario de 8 a 18 horas, pero tanto para entrar a la cripta como para ver el tesoro hay que pagar 3 y 2 € por persona respectivamente.



En Navidad encontramos además una exposición de belenes realizados por organizaciones de distintos países presentes en Bruselas, entre ella la española.



Si se dispone de tiempo una zona muy interesante a visitar y que nos recomendó el guía del tour son el Parque del Cincuentenario y el Barrio europeo.

El primero es uno de los símbolos de la ciudad, construido para celebrar el cincuenta aniversario de la independencia de Bélgica por el Rey Leopoldo II. Allí encontramos el Museo del ejército e Historia militar, Autoworld y el Museo del Cincuentenario. Merece la pena entrar al primero por el Arco del Cincuentenario. Se puede subir al mirador gratuitamente y en verano se celebran festivales y conciertos.



A nosotras se nos empezaba a hacer de noche por lo que sólo nos dio tiempo a visitar el Barrio Europeo que es el que está más cerca del centro. Hasta allí se puede ir en metro o caminando en una media hora desde el Palacio Real en un agradable paseo.

En él encontramos el Parque Leopold, agradable para pasear y con varios edificios públicos como institutos o bibliotecas.



Sin embargo si algo caracteriza al Barrio Europeo es que en él se encuentra la sede del Parlamento europeo. Es el lugar donde estamos representados los ciudadanos de la UE y, junto a la Comisión Europea y el Consejo de la UE (situado en el Parque del Cincuentenario), ejerce la función legislativa. En la actualidad hay dos lugares de reunión: en Estrasburgo, la sede oficial donde se realizan 12 sesiones de plenos de 4 días al año (y donde estuvimos en nuestro viaje navideño a Alsacia de 2016) y en Bruselas, el mayor de los dos y que sirve para reuniones de comités, grupos políticos y sesiones complementarias. Además es posible visitarlo de lunes a viernes (más info aquí).


En Bruselas se acumulan oficinas de más de 1500 asociaciones internacionales y 1000 corresponsales de prensa, por lo que es fácil encontrar en los alrededores numerosos hoteles donde se alojan los políticos y periodistas cuando vienen a los plenos.


Era sábado y no había mucho movimiento, aunque justo el día anterior había habido reunión de jefes de estado. Además esta zona suele estar fuertemente vigilada y podemos encontrar muchos controles de policía por manifestaciones o cualquier otra situación.






Por último, otra zona de interés en Bruselas aunque aún más alejada del centro es Heysel, donde podemos visitar el Atomium, el Palacio Real (residencia actual de los Reyes) y el parque temático Mini-Europe, además de parques o el Planetario entre otros.



Para alojarnos en Bruselas escogimos un Airbnb en Boulevard de Waterloo, una calle muy comercial cerquita del Palacio de Justicia. Podéis encontrar toda la información en la entrada de Información práctica del viaje.



Bruselas se merece también al menos una noche. Además de estar bien situada y comunicada con otras ciudades turísticas del pais como Brujas, Gante, Lovaina, etc, la oferta de alojamiento es muy buena y hay mucha vida nocturna. Además verlo de noche iluminado nos da una imagen totalmente distinta pero también bonita.



La Grand Place, al igual que ocurre por el día, es un imprescindible para visitar si estamos en la ciudad de noche. 



Prácticamente todos los edificios se iluminan, desde las antiguas casas gremiales hasta el Ayuntamiento. 







Además, en época navideña, encontramos otras atracciones como el nacimiento y el árbol de Navidad, por no hablar del espectacular montaje de música y luces que realizan a cada hora en punto aunque por desgracia no se aprecia muy bien por la mala calidad de la imagen con el móvil.  



Otra de las zonas más famosas en esta época es Sainte Catherine, donde además de uno de los enclaves más importantes del mercadillo navideño con multitud de casetas tenemos la enorme noria en la que subirnos y disfrutar de las espectaculares vistas. Cerquita de aquí está la Iglesia de Santa Catalina en la que realizan conciertos y otros eventos.



Finalmente en lo que respecta a la comida nosotras hicimos un desayuno, comida y cena en la ciudad. Al quedarnos en un apartamento uno de los días compramos cosas en un supermercado del centro y cenamos allí.

El desayuno y la cena los hicimos en el mismo sitio, Gaufres de Bruxelles. Entramos para desayunar porque estaba cerca de la Grand Place, era grande y había gente y como nos gustó por no buscar mucho volvimos para cenar. Además tienen menú en español e incluso personal que lo habla.



En el desayuno pedimos los dos tipos de gofres típicos de Bélgica, el de Lieja y el belga. El primero, inventado en el siglo XVIII, es más pequeño, dulce y lleva una capa de caramelo por encima mientras que el belga es más grande, rectangular y con una textura crujiente. Se suele servir recubierto de azúcar, miel, chocolate... El sitio no es que sea muy barato pero tampoco excesivamente caro y está bueno. Por 3 cafés y los 2 gofres pagamos 17 €.



Los gofres son fáciles de encontrar en Bélgica, desde puestos callejeros a restaurantes o locales especializados. Sin embargo hay que distinguir entre los pre-elaborados que simplemente calientan y los que hacen en el lugar. El guía nos dijo que para que sean buenos tienen que costar más de 3 €, en general rondan los 5 €, y nos recomendó los de Maison Dandoy, cerca de la Grande Place y famosa por ellos y sus galletas speculoos (de canela).

Respecto a los platos típicos, como nos habían comentado también en Brujas y Gante, encontramos el conejo a la cereza o con cerveza, vol au vent (pollo), ternera estofada y patatas fritas, endivias gratinadas... Respecto al chocolate, quizá uno de los alimentos más populares de Bélgica, nos recomendó comprarlo en un supermercado, ya que en su mayoría eran igual de buenos que los de las chocolaterías y bastante más baratos. También probamos en el mercadillo navideño los chupitos de jenever, una especie de ginebra de sabores típica de los Países Bajos que vendían por 2 €, y buñuelos, 8 por 5 €.



Para los amantes de la cerveza nos recomendó el pub Delirium, en el callejón Impasse de la Fidelité, junto a la Jeanneke Pis, donde se pueden probar más de 2000 cervezas distintas. De hecho consiguieron el Récord Guiness en 2004 con 2004 cervezas diferentes.

Como restaurantes para comer y cenar nos recomendaron 9 et voisins y Fin de siècle con comida tradicional. Son muy similares, nos decantamos por el primero, cerca de la Bolsa, y nos gustó mucho. Lo malo es que es pequeño, por lo que es fácil no tener sitio y son mesas corridas que puedes tener que compartir con más gente si no se es un grupo grande, pero el edificio es bonito, bastante antiguo, y la comida está muy buena. Por 3 platos principales de buen tamaño (risotto, endivias y conejo) y la bebida pagamos 57 €.

Para cenar regresamos a Gaufres de Bruxelles donde pedimos un sandwich, el vol au vent y los famosos Moules (mejillones) con patatas fritas, en este caso marinados. Hay que tener en cuenta que no son mejillones como los gallegos, allí son mucho más pequeños, aunque te sirven cerca de un kilo en una cazuela y es más que de sobra. Todo ello, con la bebida, por unos 50 €.



En resumen, una ciudad recomendable que, aunque no deja de ser una capital, tiene muchos atractivos que ofrecer, animada vida nocturna y diurna y buenas comunicaciones con la mayoría de lugares de interés del resto del país.


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