lunes, 8 de mayo de 2023

Días 9 y 10 Dolomitas (12 y 13/07): Regreso a casa por Valtrigona y los campos de lavanda de la Provenza francesa


El día anterior habíamos iniciado el regreso a casa desde Dolomitas haciendo algunas paradas y la primera de ellas había sido la zona de Valsugana y en concreto la reserva de WWF en Valtrigona, a la que dedicamos la mañana de nuestro último día en tierras italianas.


Este Oasis WWF, de 234 ha y que recibe su nombre del rio que lo vertebra, se puede visitar a través del sendero señalizado con marcas blancas y rosas CAI-SAT n.374 pero de noviembre a mayo está cubierto de nieve por lo que se recomienda la visita de junio a octubre. Entre junio y septiembre se hacen además visitas guiadas los fines de semana para grupos (mínimo 10 personas).

  

En el inicio del recorrido junto a la carretera está Malga Valtrighetta, un edificio que nosotros encontramos cerrado, pero andando alrededor de una hora se llega al Centro de visitantes de Valltrigona, donde hay personal de la organización y servicios como baños, agua potable, información de WWF (de la reserva, fauna, flora, plumas, excrementos...) y donde nos proporcionaron un folleto con información del recorrido.


La primera parte del camino es pista y luego ya senda, todo el rato en subida, con un tramo muy bonito atravesando un abetal. 


Además hay varios paneles numerados indicando puntos de interés o información relevante de este hábitat casi inalterado que aparecen en el folleto del recorrido que nos entregaron.

En el centro nos informan que si seguimos subiendo encontraremos una cabaña, Malga Agnelezza, que cuenta con una parte para vivac siempre abierta.




Y unos 20 minutos después hay una pequeña laguna, aunque esta parte es también la de mayor pendiente.



La laguna es muy pequeñita, casi una charca, pero sí podemos ver y oír a algunos de sus habitantes como tritones y ranas.


En la zona también se suelen ver cabras y marmotas porque hay varias pedreras pero nosotros tan solo vimos un zorzal y mariposas.


Aunque es posible seguir hasta los límites de la reserva en Malga Ezze atravesando el collado de Valtrigona a 2.112 m para disfrutar de las vistas, nosotros nos dimos la vuelta porque el día había amanecido muy nublado y no nos merecía la pena.


En total tardamos unas 4 horas en hacer todo el recorrido de ida y vuelta con paradas incluidas (track completo aquí). 


Una vez en la furgo buscamos un sitio para comer y al final nos decantamos por un merendero junto al Lago de Levico que encontramos gracias a la web de Furgovw y su mapa de furgoperfectos. Estuvimos a gusto comiendo en unas mesas a la sombra y vimos gente en bici y paneles con rutas por la zona, una zona agradable para estirar las piernas. 

Pero ya nos tocaba regresar a casa y en esta ocasión, en lugar de por la costa como a la ida del viaje, decidimos volver por el interior (bordeando Milán y Turín). Por lo que habíamos mirado en tiempo era parecido pero había que pagar menos peaje lo que nos pareció un plus además de cambiar de paisajes. Sin embargo hay que armarse de paciencia en el paso por Milán porque al ser una ciudad muy grande suelen formarse atascos y a nosotros nos pilló uno que nos retrasó bastante. Esto unido a una fuerte tormenta en los alrededores de Turín hizo que acabáramos el día bastante cansados. Paramos a dormir en un furgoperfecto antes de cruzar la frontera con Francia y aunque aquí ya no llovía el cielo estaba bastante cubierto, por lo que nos preparamos una cena rápida y nos fuimos a dormir. 



El día siguiente amaneció completamente despejado y cruzamos a Francia por una bonita carretera de montaña que comunicaba con la localidad de Briançon.



Y es que en esta zona encontramos montañas de 4.000 metros, la estación de esquí de Serre Chevalier, puertos de montaña míticos del ciclismo como el Col du Galibier y varios miradores en la carretera para disfrutar de las vistas. Y además por una carretera nacional sin peajes, perfecto para viajar algo más low cost si te gusta bajar el ritmo.

 

Nos gustó tanto la zona, que en 2021 pasamos un par de días por aquí con nuestro peque camino a Eslovenia visitando esta bonita villa fortificada situada a 1.326 metros de altitud en la confluencia de 5 valles e incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.


 


Es de hecho la ciudad más alta de Francia y cuenta con un importante conjunto de edificaciones militares levantadas entre los siglos XVIII y XX, desde la ciudadela Vauban dominada por el castillo hasta las diferentes construcciones circundantes como los fuertes de Salettes, Trois Têtes o Randouillet.


Además, se puede recorrer la muralla y disfrutar de las vistas que nos ofrece esta espectacular atalaya. 


En el interior de la zona amurallada encontramos, además de la colegiata de Notre-Dame del siglo XVIII y la iglesia de los Cordeleros del siglo XIV, infinidad de casas de colores a los lados de estrechas callejuelas en cuesta o numerosos relojes de sol y fuentes como los de la encantadora plaza de Armas.

 



Para visitar la zona interior de la muralla hay que hacerlo a pie, ya que no está permitida la circulación de vehículos. Hay varios aparcamientos en los alrededores donde se puede dejar el coche, los más cercanos de pago por las mañanas y por las tardes (gratuitos los 30 primeros minutos y al mediodía). Se pueden ver en la web de Park4night. Y sino en la zona nueva del pueblo caminando un poco más podemos encontrar varios aparcamientos grandes gratuitos pero realmente la ciudad merece una visita. En su web se puede encontrar mucha más información.




Nuestra última parada rumbo a casa eran los campos de lavanda de la Provenza francesa. Ya que era julio, justo la época de floración, no quisimos desaprovechar la oportunidad de estar por la zona y nos acercamos a verlo aunque sabíamos que habría bastante gente. 




Primero nos dirigimos a Valensole y lo cierto es que en los campos de los alrededores había gente pero no era exagerado, aunque nos sorprendió mucho encontrar bastantes asiáticos. 




Estuvimos un rato haciendo fotos y seguimos camino, aunque hay que reconocer que el color violeta que lo invade todo resulta muy fotogénico. 





El pueblo de Valensole no nos pareció que tuviera mucho de interés y pusimos rumbo a Les-Baux-de-Provence pero lo encontramos llenísimo de gente, había que dejar el coche fuera del pueblo y caminar un rato y como hacía bastante calor decidimos no parar y conformarnos con las vistas desde la carretera de las ruinas del castillo.


Finalmente unas horas después llegábamos a nuestra casita en Gerona, cansados pero contentos por todo lo vivido en este roadtrip de una zona que nos enamoró hasta el punto que teníamos clarísimo que regresaríamos (y ya lo hemos cumplido!)



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