viernes, 15 de marzo de 2019

Día 6 Lofoten (21/02): Polar Park y regreso a casa


Nuestro último día en Lofoten amanecía de nuevo con un cielo azul raso, parecía que quería que nos despidiéramos con buen sabor de boca.



Este día teníamos previsto visitar el Centro de fauna ártica Polar park en el municipio de Bardu. Desde donde estábamos alojados había unos 150 km, lo que añadido a la visita al parque y la vuelta al aeropuerto nos llevaría prácticamente todo el día.




Como el día anterior habíamos llegado de noche al alojamiento, el motel Boazavazzi, no habíamos visto el espectacular entorno que lo rodeaba ni a nuestros adorables vecinos. 


Como nos comentó el dueño cuando llegamos, su familia es de origen sami y tenían una ganadería de renos, más de 1000 cabezas que pastaban en los campos de alrededor.





Así que antes de partir, como no podía ser de otra manera, nos entretuvimos un rato viéndolos y haciendo fotos.





Tantos días buscándolos emocionados cuando los veíamos de lejos y ahí teníamos todos los que quisiéramos a pocos metros.






Nos llamó la atención ver algunos ejemplares albinos, completamente blancos, habíamos visto algunos claros o con manchas pero eran los primeros que veíamos así.





Recogidos nuestros bártulos pusimos rumbo al destino de ese día en busca de más animales, disfrutando por el camino del día espectacular y las vistas que nos ofrecía.



La carretera avanza durante bastante rato junto al mar que se empeña en surcar la tierra en este conglomerado de islas y pasamos junto a puentes que facilitan la vida a la gente del lugar.




Así seguimos, intercalando zonas un poco más al interior y otras junto al agua como en el Ofotfjorden, pasando junto al aeropuerto, hasta llegar a la localidad de Bjerkvik, donde definitivamente nos desviamos tierra adentro.




En el interior el paisaje cambia, avanzando entre montañas con bosques mientras vemos alarmados como va bajando la temperatura y nos tragan las sombras. Apenas encontramos poblaciones y el camino se hace un poco largo, ya que tardamos más de 2 horas en recorrer los 150 kilómetros.




Al salir de la carretera principal cogemos otra carreterilla que remonta el curso del río Salangselva hasta llegar al parque.




El Polar park abre los días laborables de 10 de la mañana a 4 de la tarde y la entrada cuesta 260 NOK por persona. Se tarda en ver aproximadamente entre una hora y media y dos horas.


Nosotros entramos sobre las 12:00 y nos fuimos sobre las 2 de la tarde porque como hacía -20 ºC (el coche llegó a alcanzar -23,5 ºC) tuvimos que recorrerlo en 2 veces para no morir congelados.








De hecho cuando entramos a la cafetería a calentarnos tras ver aproximadamente la mitad porque nos dolían las manos y los pies, vimos que llevábamos congelados el pelo y las pestañas...




En el edificio principal que hace las veces de recepción, hay cafetería donde venden comida y tienda de recuerdos con una pequeña exposición sobre fauna ártica. Aquí se compran las entradas que se pueden pagar con tarjeta.



Entre los animales que habitualmente había para ver nos informaron que no estaban ni el zorro ártico, ni el glotón ni los alces, y los osos están hibernando, por lo que nos llevamos un poco de chasco.



Lo que sí encontramos fueron ciervos, que habitan en muchas zonas de Eurasia y Norteamérica, también aquí en España. En general no están amenazados, aunque sí que hay ciertas poblaciones locales sometidas a caza o presión perdiendo su hábitat.


Los ciervos noruegos son en general más pequeños que otros. Se caracterizan por una franja de pelo oscuro que va desde su cuello por todo el lomo del animal.





Suelen medir entre 1,5 metros y 2,30 de largo y algo más de un metro de alto. Mientras que las hembras rondan los 150 kg, los machos pueden alcanzar los 250.





En otoño los machos compiten entre sí por ser el más fuerte y formar un grupo de hembras con las que reproducirse, evitando que otros machos se acerquen. Es lo que se conoce como berrea, el sonido es impresionante y se puede oir a bastante distancia. Y si un macho se atreve a enfrentarse a otro acaban luchando con sus astas y en ocasiones el perdedor sale bastante perjudicado.




El embarazo dura unos 8 meses y suelen parir una cría cada vez, generalmente alrededor de mayo, que estará con la madre aproximadamente durante un año hasta que dé a luz una nueva cría. Pueden alcanzar los 20 años de edad y son herbívoros. En invierno se suelen alimentar de brotes y ramitas.



Otro habitante del parque, del que también tenemos población en España, es el lince. Aquí contamos con el lince ibérico, protegido por encontrarse en peligro de extinción y aumentando actualmente su población afortunadamente gracias a programas de recuperación como Life+Iberlince.

En Noruega encontramos el lince boreal o eurasiático, que habita la zona norte del planeta, desde Escandinavia a Siberia, Canadá o el norte de Estados Unidos, aunque también puede encontrarse en algunos lugares de Europa central.



A mí es un animal que me encanta, parece un gato grande y se mueve de una forma muy elegante, por lo que no es de extrañar que nos quedásemos un rato observándoles.







Su tamaño ronda el 1,20 metros y los machos pueden alcanzar los 25 kg de peso mientras que las hembras se quedan en 17. Suelen dar a luz de 1 a 4 crías entre mayo y junio después de un embarazo de tan sólo 70 días, teniendo como esperanza de vida unos 15 años.




Habitualmente se alimentan de liebres, roedores, pájaros, zorros, ovejas o corzos.



También nos acercamos a ver los bueyes almizcleros, originarios de la zona norte de Canadá, Groenlandia y Alaska. En esta última se extinguieron a principios del siglo XX y desde entonces han sido reintroducidos para tratar de recuperar la población, algo que aprendimos durante nuestro viaje en autocaravana por allí el año anterior. También fueron importados a Noruega y Rusia, llegando los primeros al país escandinavo en 1931 procedentes de Groenlandia.


Con una longitud de unos 2 metros, altura que supera el metro y peso alrededor de los 200 kg (aunque algunos individuos llegan a duplicarlo) parece difícil que puedan alcanzar velocidades de hasta 60 km/h.


Pueden vivir hasta 25 años y en cada embarazo, de unos 8 meses de duración, suelen dar a luz tan sólo una cría.



Cerca de aquí estaba la zona de los renos pero no vimos ninguno, era un área muy grande, aunque tampoco nos importó mucho ya que habíamos visto suficientes por la mañana.

Sin embargo, el animal estrella del parque y al que más ganas teníamos de ver era al lobo.

En el parque encontramos dos manadas, una formada por un macho y una hembra nacidos en 2008 y que fueron los primeros en socializar con humanos. Y otra manada de 5 hermanos (3 hembras y 2 machos) nacidos en 2014 y también habituados al contacto con humanos desde chiquitines.




En Noruega se encuentran principalmente en el sudeste del país cerca de la frontera con Suecia aunque individuos sueltos puede viajar muy lejos, más de 1000 km, y ser vistos en cualquier parte del territorio. También podemos encontrarlos en otras zonas de Europa, Asia y Norteamérica. Actualmente en Noruega está en la lista de especies en peligro crítico.



Una hembra adulta en Escandinavia puede pesar alrededor de 30 kg y el macho entorno a 50 kg. Miden sobre 1,5 metros y su cola otros 50 cm. En invierno su pelaje es generalmente grisáceo mientras que en verano se vuelve más amarillo-marronáceo.




Se alimentan principalmente de alces, en Noruega representan el 95 % de su dieta, pero también de ciervos y otros mamíferos. Una manada puede cazar unos 100 alces al año.


Suelen tener entre 4 y 6 cachorros (habitualmente sólo la pareja dominante) y en libertad viven unos 10 años, mientras que en parques pueden duplicar su esperanza de vida. Son animales sociales que viven en distintos territorios, marcados a través de la orina, excrementos y huellas. En Noruega cada territorio tiene una superficie entre los 500 y 2000 kilómetros cuadrados y está habitado por una manada de 3 a 10 miembros con relación de parentesco.



Este parque es famoso además por dar la posibilidad de entrar en contacto con ellos a través de la Wolf Visit.



Se puede realizar durante todo el año miércoles y viernes, aunque en invierno con nieve quizá es más especial y los lobos están más activos por se época de apareamiento (de febrero a abril). Para realizarla hay que reservar con antelación enviando un e-mail y cumplir una serie de requisitos que detallan en su web. Su precio es de 3000 NOK por persona.



Nosotros nos conformamos con verlos deambular por allí jugueteando unos con otros.






Y si algo impresiona de los lobos es su aullido. Nos encantaría oirlos aullar en libertad, en mitad de la noche alrededor de una hoguera. Pero mientras eso llega nos conformamos con escucharlos en este rinconcito cercano al Polo Norte.






Por desgracia tocaba regresar antes de que se hiciera de noche ya que teníamos que devolver el coche en el aeropuerto e ir al cercano Evenes aiport hotel a descansar. Tras entrar en calor en el edificio para visitantes comiendo algo recorrimos un poco más de la carreterilla por la que habíamos llegado hasta allí pero sin mucho más de interés iniciamos el camino de vuelta.

Una vez en la carretera principal, General Fleischers Vei, disfrutamos de vistas desde lo alto sobre el Gratangsfjord, un brazo del Astafjorden, con la localidad del mismo nombre en su orilla



Y también de paisajes de interior, despidiéndonos de las montañas como ellas lo hacían de los últimos rayos de sol.




Tuvimos ocasión de ver otro atardecer mágico, aunque lo bueno aquí tan al norte de que no se eleve mucho el sol durante el día, es que luego tarda más tiempo en hacerse totalmente de noche.



Y nos despedimos también de las estampas invernales y el frío que tan poco nos había molestado durantes esos días fascinados como estábamos con el impresionantes paisaje.



Lo cierto es que quizá a toro pasado personalmente hubiese preferido dedicar este último día al Vesteralen que nos quedó por recorrer, la zona norte de Andenes y la costa este, ya que el Polar park, aunque impresionante por la nieve y los animales que nos encantan, está bastante lejos y se pierde mucho tiempo yendo y viniendo para lo que es. Quizá lo dejaría como opción si coge de camino yendo a Tromsø u otro lugar al norte.




Llegamos al Evenes airport hotel sobre las 17:30, hicimos el check-in y dejamos las maletas para llevar el coche al aeropuerto y regresar andando sin tener que cargar con el equipaje. Se tarda apenas 10 minutos aunque hay que tener cuidado ya que al haber mucha nieve hay que caminar por el borde de la carretera y conviene no esperar a que se haga de noche.



Para llenar el depósito del coche antes de devolverlo hay una gasolinera Circle K al lado del hotel que abre de 7:00 de la mañana a 23:00 de la noche.

Después cenamos en la habitación comida que aún nos quedaba y nos fuimos a descansar, aunque yo no dormí mucho pensando que aún podíamos ver alguna última aurora. A mitad de la noche me levanté por si acaso y algo se veía tenuemente a lo lejos, pero el lugar no era el más adecuado, no había mucho campo de visión y se notaba el exceso de luz artificial por lo que no pudimos hacer ninguna foto decente. Como no teníamos coche no podíamos ir a perseguirlas por lo que no nos quedó más remedio que volver a dormir.



El aeropuerto de Harstad/Narvik abre a las 5:30 y nuestro vuelo salía una hora más tarde, por lo que habíamos reservado el transfer para las 5:15. Llegó con algo de retraso pero el aeropuerto está muy cerquita y es bastante pequeño por lo que da tiempo de sobra.







Con unos -10 ºC en el exterior había que descongelar el avión antes de salir, lo que hizo que se demorará el vuelo unos 20 minutos. Por si nunca habéis visto cómo lo hacen os dejamos un vídeo del operario rociando el fuselaje.



Llegamos a Oslo una hora y media más tarde con tiempo suficiente de coger el siguiente avión a Barcelona y habiendo disfrutado de un amanecer y vistas espectaculares a bordo.









Allí nos recibía la niebla y -5 ºC pero no salimos del aeropuerto ya que en menos de 3 horas teníamos que estar listos para embarcar.


Descansando en las zonas de espera tuvimos tiempo de repasar fotos, recuerdos y momentos vividos en estos 6 intensos días que, aunque no precisamente con fuego, se habían quedado grabados en nuestra memoria para siempre.

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